Cruzamos el Rubicón
Aunque olvidamos declamar enfáticamente "alea jacta est", pero es que no nos pareció que nada trascendental nos aconteciera; al menos no tanto como para invocar al destino. Cierto es que, a diferencia de Julio, que estaba al frente de sus legiones, piano piano, medio siglo antes de Cristo, nosotros corríamos a 130 km/h por la A14 y casi ni tiempo nos dio de percatarnos del histórico río que atravesábamos. En realidad no recordábamos en absoluto (¿alguna vez lo supe?) que por esos lares discurría el Rubicón y es más que probable que hubiésemos ignorado nuestra emulación de César si un área de servicio de la autopista no hubiera tenido la brillante y original idea de bautizarse como el corto pero importante río. Y así, inconscientes de nosotros, nos encontrábamos, 2.060 años después, muy cerca de donde César decidió que se pasaba las leyes del Senado y el pueblo romano por donde sabemos, contemplando uno de los paisajes con más densidad histórica del planeta. Digo que estábamos muy cerca, porque supongo que Julio venía por la vía Emilia, la calzada romana que, recta como una road estadounidense, viene desde Piacenza hasta el Adriático. Que la SS9 sigue el trazado de la histórica vía Emilia sí lo sabíamos y por eso, en cuanto salimos del aeropuerto de Bolonia con nuestro cochito recién alquilado, descartamos la autostrada en beneficio de la strada statale. Pero es que la SS9, más que una carretera es el eje troncal de una sucesión ininterrumpida de pueblos, con atascos, glorietas y semáforos que, en el mejor de los casos, te permiten alcanzar una velocidad media de cuarenta y, a ese paso, no llegaríamos nunca a nuestra primera etapa, Rímini. Por tanto, cuando después de una hora de coche entramos en Imola (a sólo 35 km), dimos un paseo por el centro, nos tomamos nuestros primeros cappuccini y, de vuelta en el coche, giramos hacia el noreste hasta llegar a la ya mencionada A14, para recorrer en algo menos de una hora casi el triple de la distancia ya hecha. Quizá, si hubiéramos seguido por la vía Emilia, al llegar a Savignano, nos habríamos detenido junto al puente romano y hasta puede que me hubiese dado la ventolera de bajar hasta el cauce para mojarme con las mismas aguas en las que chapotearon las legiones de César; pero en ese caso no habríamos llegado a tiempo a la cena que teníamos comprometida.
Lo narrado ocurrió ayer, antes de llegar a Rímini para ver a la hija de K. que en esta ciudad hace sus primeras prácticas laborales. Hoy visita de la ciudad y de la RSM, con algunas anécdotas curiosas que no me importaría contar antes de acostarme si escribir con la IPad no resultara tan cansado. Y no sólo escribir, sino también publicar, que no puedo bajarme fotos de internet ni subir canciones desde este aparatejo. Para compensar, creo que he logrado enlazar este video de Lucio Battisti (desde Youtube no se puede), con una vieja canción que hoy nos ha sonado en la radio del coche y a K. le ha traído recuerdos infantiles.
Es lo que tiene contar con más Historia de la que se puede consumir. En otro lugar habrían hecho un parque temático con placa conmemorativa del "alea jacta est", indicación exacta de la hollación del cesáreo pie en el riachuelo (el río Quema de los romeros legionarios). En Roma, por el contrario, están a punto de alquilar el Coliseo para estanco. Feliz y provechoso viaje, Miroslav.
ResponderEliminarEs verdad que las autopistas a menudo nos privan de bellos e interesantes viajes. Siempre con las prisas...
ResponderEliminarTe deseo un viaje tranquilo.
Estás de viaje por territorios ennoblecidos por César, ¡deconecta de i-pad y demás leches y disfruta!
ResponderEliminar(Por cierto, me parece, que tu también has pasado un rubicón metafórico: allea jacta est)