Un terrorista menos
El lunes 19, poco después de las ocho de la mañana, un individuo montado en una moto Yamaha llega a un colegio judío en una zona residencial de Toulouse y dispara desde corta distancia contra alumnos, padres y profesores con una pistola de 9 mm y una colt 45. Caen muertos un padre y sus dos hijos (4 y 5 años) y la hija de siete del director del colegio. Enseguida se sospecha que el asesino es el mismo que mató el domingo 11 a un paracaidista con el que se había citado para comprarle la moto y cuatro días después a otros dos también paracaidistas en la cercana Montauban. Las investigaciones iniciales se centran en tres neonazis que fueron expulsados recientemente del regimiento de Montauban.
El trabajo de más de trescientos policías analizando la multitud de direcciones IP de quienes habían visto el anuncio de internet que puso el primer militar asesinado para vender su moto y cruzando millones de datos a toda velocidad permite identificar a Mohamed Merah, francés de origen argelino. Hacia la una de la madrugada del miércoles, una redactora de France24 recibe una llamada de un hombre que reivindica los siete asesinatos por motivos islamistas. Dos horas después, agentes de la RAID cercan un pequeño piso en la primera planta de un edificio del barrio de Cote Pavée, donde está atrincherado el presunto asesino. Según la policía, durante la noche el chico de 24 años proclama orgullosamente ser el autor de los crímenes y les asegura que resistirá para morir “como un muyahidín, con las armas en la mano para llegar al paraíso con una sonrisa”.
La manzana en la que se sitúa el edificio donde se ha escondido Mohamed, un típico complejo de viviendas sociales (calculo que construido en la posguerra) en un entorno de viviendas unifamiliares de estilo "rural". Los agentes especiales, fuertemente armados y acorazados, la cercan completamente (imagino que evacuan a todos los vecinos) y comienzan a negociar con el asesino para que se entregue. Parece que hacia la tarde noche del miércoles Merah interrumpe las comunicaciones, lo que hace pensar a la policía que pudiera estar muerto. Hacia las nueve de la noche del miércoles se apagan todas las luces del barrio; dos horas y media después se hacen detonar explosivos. En un principio se dice (por varias autoridades) que ha empezado el asalto pero luego se desmiente: se trata sólo de intimidar al terrorista para que se entregue. También se dice que la puerta de acceso a la vivienda ha sido reventada. Sin embargo los agentes no hacen nada (por ejemplo, ahumar el apartamento de con gases); se limitan a esperar.
Durante toda la noche no pasa nada. Hacia las ocho de la mañana del jueves, la radio les dice a los franceses que Merah sigue vivo, atrincherado tras la puerta del cuarto de baño (más tarde la cadena Europe 1 facilitará un plano del piso –38 m2– en el se ve que dicha puerta abre al vestíbulo, apenas a dos metros de la principal). Hacia las nueve y media de la mañana, Guéant, el ministro del Interior, se reúne a escasos metros del edificio con los jefes policiales y judiciales de la operación; probablemente es entonces cuando deciden el asalto: ¿siguen manteniendo el "objetivo prioritario" de cogerlo vivo? A las once se han escuchado explosiones, aparece una ambulancia y un coche de bomberos y los RAID entran en el apartamento. Poco antes de las once y media se escucha una gran explosión, seguidas de varias más y de muchos disparos; unos minutos después la agencia AFP, citando fuentes policiales, afirma que el terrorista ha muerto y que tres agentes han sido heridos de gravedad.
Al mediodía Géant hace unas declaraciones en las que cuenta que los policías entraron lanzando granadas sin que hubiera respuesta por parte del asesino, que pasaron unas cámaras especiales por la vivienda para descubrir dónde estaba sin éxito, que repentinamente Merah salió del cuarto de baño disparando con una violencia como jamás habían visto los agentes (el cuerpo de elite), y que tras un breve tiroteo saltó por la ventana mientras seguía disparando (un primer piso). Algo después, Sarkozy justifica la actuación policial (además de añadir sus perlas sobre penalizar a quienes visiten webs que inciten a la violencia y al terrorismo). El fiscal jefe de París, François Molins, contó más o menos la misma versión, añadiendo que el asesino había recibido, "en legítima defensa", un tiro en la cabeza cuando saltaba por la ventana. Posteriormente, la autopsia reveló que Merah recibió veinte balazos, dos de ellos mortales de necesidad, y la mayoría por la espalda. Los GEO franceses dispararon 300 cartuchos contra 30 de la colt 45 del islamista.
Como ya se ha dicho en varios medios de comunicación, la operación policial no fue nada eficiente. A mí, desde luego, me resulta inconcebible que, como declaran los responsables políticos, no hayan podido capturarle vivo. Estoy convencido de que, al menos desde la reunión previa al asalto con el ministro del Interior, se había decidido ejecutarlo. Que hablen de legítima defensa o sigan manteniendo que el objetivo era detenerlo me parece una gravísima tomadura de pelo, proclamada desde la seguridad de que lo que la mayoría de los franceses (o cualesquiera) quieren ante crímenes de este tipo es la más pronta y radical venganza. Sospecho que los cálculos electoralistas pudieron influir en la decisión y habrá que ver si este asunto pasa factura a Sarkozy o, por el contrario, le favorece. Me temo que es más probable la última hipótesis, pues se va asentando cada vez más la legitimación del Estado de liquidar directamente a los criminales sin necesidad de capturarlos para llevarlos a juicio (doctrina Obama). Esto no sólo significa un descarado desprecio de los fundamentos elementales en que basamos la justicia, sino una confianza ciega y estúpida de los ciudadanos en los gobernantes: haced lo que creáis que haya que hacer para acabar con esos asesinos monstruosos y contadnos las milongas que primero se os ocurran, no os molestéis en que sean verosímiles, que nos las vamos a tragar encantados.
Porque son ellos quienes nos cuentan la historia, hurtándonos casi toda posibilidad de verificar su veracidad. Y es que, si estoy convencido de que quisieron matar a Merah y de que, por lo tanto, nos han mentido, me surgen necesariamente dudas sobre todo lo demás. ¿Qué fiabilidad puedo darle a que el chico fuera el asesino del colegio? ¿Lo que me cuenta la policía? ¿Es absurdo pensar que había algún motivo sórdido para no llevarle a juicio? Sí, ya sé, así nos deslizamos hacia la conspiranoia delirante, pero es que abundan los indicios (éste es sólo un caso más) que inducen a pensar que hay demasiadas relaciones entre terrorismo y antiterrorismo, que hay demasiados intereses , que tienen que ver con el poder y el dinero, en esta guerra sucia, en este fomento del miedo y de los más bajos instintos colectivos para legitimar, en nombre de la seguridad ciudadana, la actividad arbitraria e impune del Estado.
El trabajo de más de trescientos policías analizando la multitud de direcciones IP de quienes habían visto el anuncio de internet que puso el primer militar asesinado para vender su moto y cruzando millones de datos a toda velocidad permite identificar a Mohamed Merah, francés de origen argelino. Hacia la una de la madrugada del miércoles, una redactora de France24 recibe una llamada de un hombre que reivindica los siete asesinatos por motivos islamistas. Dos horas después, agentes de la RAID cercan un pequeño piso en la primera planta de un edificio del barrio de Cote Pavée, donde está atrincherado el presunto asesino. Según la policía, durante la noche el chico de 24 años proclama orgullosamente ser el autor de los crímenes y les asegura que resistirá para morir “como un muyahidín, con las armas en la mano para llegar al paraíso con una sonrisa”.
La manzana en la que se sitúa el edificio donde se ha escondido Mohamed, un típico complejo de viviendas sociales (calculo que construido en la posguerra) en un entorno de viviendas unifamiliares de estilo "rural". Los agentes especiales, fuertemente armados y acorazados, la cercan completamente (imagino que evacuan a todos los vecinos) y comienzan a negociar con el asesino para que se entregue. Parece que hacia la tarde noche del miércoles Merah interrumpe las comunicaciones, lo que hace pensar a la policía que pudiera estar muerto. Hacia las nueve de la noche del miércoles se apagan todas las luces del barrio; dos horas y media después se hacen detonar explosivos. En un principio se dice (por varias autoridades) que ha empezado el asalto pero luego se desmiente: se trata sólo de intimidar al terrorista para que se entregue. También se dice que la puerta de acceso a la vivienda ha sido reventada. Sin embargo los agentes no hacen nada (por ejemplo, ahumar el apartamento de con gases); se limitan a esperar.
Durante toda la noche no pasa nada. Hacia las ocho de la mañana del jueves, la radio les dice a los franceses que Merah sigue vivo, atrincherado tras la puerta del cuarto de baño (más tarde la cadena Europe 1 facilitará un plano del piso –38 m2– en el se ve que dicha puerta abre al vestíbulo, apenas a dos metros de la principal). Hacia las nueve y media de la mañana, Guéant, el ministro del Interior, se reúne a escasos metros del edificio con los jefes policiales y judiciales de la operación; probablemente es entonces cuando deciden el asalto: ¿siguen manteniendo el "objetivo prioritario" de cogerlo vivo? A las once se han escuchado explosiones, aparece una ambulancia y un coche de bomberos y los RAID entran en el apartamento. Poco antes de las once y media se escucha una gran explosión, seguidas de varias más y de muchos disparos; unos minutos después la agencia AFP, citando fuentes policiales, afirma que el terrorista ha muerto y que tres agentes han sido heridos de gravedad.
Al mediodía Géant hace unas declaraciones en las que cuenta que los policías entraron lanzando granadas sin que hubiera respuesta por parte del asesino, que pasaron unas cámaras especiales por la vivienda para descubrir dónde estaba sin éxito, que repentinamente Merah salió del cuarto de baño disparando con una violencia como jamás habían visto los agentes (el cuerpo de elite), y que tras un breve tiroteo saltó por la ventana mientras seguía disparando (un primer piso). Algo después, Sarkozy justifica la actuación policial (además de añadir sus perlas sobre penalizar a quienes visiten webs que inciten a la violencia y al terrorismo). El fiscal jefe de París, François Molins, contó más o menos la misma versión, añadiendo que el asesino había recibido, "en legítima defensa", un tiro en la cabeza cuando saltaba por la ventana. Posteriormente, la autopsia reveló que Merah recibió veinte balazos, dos de ellos mortales de necesidad, y la mayoría por la espalda. Los GEO franceses dispararon 300 cartuchos contra 30 de la colt 45 del islamista.
Como ya se ha dicho en varios medios de comunicación, la operación policial no fue nada eficiente. A mí, desde luego, me resulta inconcebible que, como declaran los responsables políticos, no hayan podido capturarle vivo. Estoy convencido de que, al menos desde la reunión previa al asalto con el ministro del Interior, se había decidido ejecutarlo. Que hablen de legítima defensa o sigan manteniendo que el objetivo era detenerlo me parece una gravísima tomadura de pelo, proclamada desde la seguridad de que lo que la mayoría de los franceses (o cualesquiera) quieren ante crímenes de este tipo es la más pronta y radical venganza. Sospecho que los cálculos electoralistas pudieron influir en la decisión y habrá que ver si este asunto pasa factura a Sarkozy o, por el contrario, le favorece. Me temo que es más probable la última hipótesis, pues se va asentando cada vez más la legitimación del Estado de liquidar directamente a los criminales sin necesidad de capturarlos para llevarlos a juicio (doctrina Obama). Esto no sólo significa un descarado desprecio de los fundamentos elementales en que basamos la justicia, sino una confianza ciega y estúpida de los ciudadanos en los gobernantes: haced lo que creáis que haya que hacer para acabar con esos asesinos monstruosos y contadnos las milongas que primero se os ocurran, no os molestéis en que sean verosímiles, que nos las vamos a tragar encantados.
Porque son ellos quienes nos cuentan la historia, hurtándonos casi toda posibilidad de verificar su veracidad. Y es que, si estoy convencido de que quisieron matar a Merah y de que, por lo tanto, nos han mentido, me surgen necesariamente dudas sobre todo lo demás. ¿Qué fiabilidad puedo darle a que el chico fuera el asesino del colegio? ¿Lo que me cuenta la policía? ¿Es absurdo pensar que había algún motivo sórdido para no llevarle a juicio? Sí, ya sé, así nos deslizamos hacia la conspiranoia delirante, pero es que abundan los indicios (éste es sólo un caso más) que inducen a pensar que hay demasiadas relaciones entre terrorismo y antiterrorismo, que hay demasiados intereses , que tienen que ver con el poder y el dinero, en esta guerra sucia, en este fomento del miedo y de los más bajos instintos colectivos para legitimar, en nombre de la seguridad ciudadana, la actividad arbitraria e impune del Estado.
Corale cantico - Antonella Ruggiero (Luna Crescente, 2001)
Tú lo acabas de decir al final: LOS BAJOS INSTINTO COLECTIVOS.
ResponderEliminarSupongo que el primer acto de terrorismo registrado, aunque sea bíblico..., fue el asesinato de Abel a manos de su propio hermano. De entonces acá, a ciudadanos, autoridades, policías y asesinos de toda clase lo que nos falta es CORDURA, sensatez.
La reclamas en el post con análisis y razonamientos sensatos e induces a pensar debidamente frente a este enésimo y turbio 'caso'.
Pero el ser humano todavía tiene muy arraigado en su ADN instintos asesinos muy primarios.
Grillo
En efecto, muchas cosas no cuadran en el relato de los hechos, y sobre todo no cuadra no poder capturar vivo al terrorista y en cambio coserle a balazos (por delante y por detrás).
ResponderEliminarLos hechos son 7 y 1 personas muertas. 7 obviamente inocentes. ¿A quién beneficia? Esa es la pregunta que se haría cualquier aficionado y todos los lectores de intrigas policiales (o políticas). Como bien dices, parece más verosímil que la mano dura ejecutora beneficie que perjudique al actual presidente de la República.
Pero sobre todo ¿a quién beneficia la sensación generalizada o mayoritaria de miedo al otro (en este caso los ciudadanos con aspecto magrebí)? Beneficia, creo, a los partidarios del ‘Orden’ sin contrapartidas a las libertades cívicas, o sea, al Estado Policial y a la anulación en caso de ’necesidad’ de los derechos humanos. He puesto comillas escépticas en Orden y Necesidad.
El contrato social que delega en la autoridad el uso monopolista de la violencia no autoriza a la venganza, sólo a la defensa.
Mis intuiciones (no tengo suficientes elementos de juicio) es que el joven magrebí cometió esos brutales y absurdos asesinatos. Alienados como él son imposibles, me parece, de prever. Y Mis intuiciones es que le ejecutaron en la acción policial.
Los terroristas muertos son, en general, mucho más cómodos y útiles que los terroristas detenidos. Evitan caros y complicados procesos judiciales, son notablemente discretos y silenciosos y cumplen muy satisfactoriamente los deseos de 'eficacia' y 'mano dura' de gran parte de la población por lo que, de paso, benefician las expectativas electorales de los gobernantes que los matan.
ResponderEliminarLo malo es que puede haber quien llegue a pensar que no solo son más útiles que los terroristas detenidos, sino incluso que la ausencia de terroristas. Hay mucho mal pensado aficionado a las teorías conspiratorias que tiende a imaginar tonterías tales como que, siendo un terrorista muerto algo tan cómodo, útil y electoralmente beneficioso, no hay por qué pensar que un gobernante sensato vaya a privarse de su buen terrorista muerto a tiempo. Son teorías delirantes y poco verosímiles, pero lo cierto es que las ventajas innegables de los terroristas muertos, si no las autorizan, al menos las abonan.
Y hasta los que no somos aficionados a las teorías conspiratorias no podemos evitar, a veces, hacer desagradables comparaciones entre los terroristas que matan ciudadanos y el estado que mata terroristas, comparaciones que, si te pillan en un mal día, pueden llevarte a veces a dudar de que exista tanta diferencia.
Pero claro, no todo iban a ser ventajas. El saldo global, que es lo que importa, es netamente beneficioso.
Se me quedó algo en el tintero virtua:
ResponderEliminarDe la dificultad de informarse bien en casos como estos se deriva la sensación de que vivimos en un mundo ficticio gracias al imperio televisivo y mediático y que los ciudadanos -franceses o españoles, tanto da- hemos terminado por caer en una especie de Show de Truman ¿Me explico?
De Truman Capote, por cómo nos torean.
ResponderEliminarEs un chiste malo, ya lo sé.
Coincido con tus sospechas, Miroslav: esta actuación policial tiene tufillo pre-electoral y precisamente la triste conclusión que puede extraerse de todo esto, es que los gobernantes saben que masacrar a un terrorista es popular y da votos. Al fin y al cabo, los gobernantes de un país no dejan de ser el reflejo del pueblo que los elige. Sinceramente: me agobia vivir rodeada de semejante mayoría.
ResponderEliminarYo me sumo a la doctrina Vanbrugh. Un terrorista muerto es más práctico que uno encarcelado. No solo satisface la atávica necesidad de venganza, además te evita problemas a posteriori como el secuestro de rehenes a cambio de la libertad del camarada secuestrado por las fascistas fuerzas opresoras del pueblo reprimido. Es evidente que los gobiernos tomaron buenas nota de las lecciones de los años 70.
ResponderEliminarComo Dreyfus, ¿No es cierto?. Tu blog pudo llamarse "Yo acuso"
ResponderEliminarLos terroristas encarcelados tienen, seguramente, otra incomodidad añadida: hablan. Muertos, además de la sed de venganza y el crédito que aportan al estado que los ejecutó, son muy silenciosos, y se puede elaborar la teoría que mejor nos venga para explicar su existencia. Vivos podrían ponernos delante espejos que no queremos ver, además de estropearle a los "expertos" parte de sus brillantes hipótesis.
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