Jesucristo Superstar y Godspell
Sería hacia finales del segundo trimestre de sexto, poco antes de las vacaciones de semana santa de 1975, que mi hermana y yo, a cargo de mis abuelos maternos desde principios de ese año, pasamos en San Sebastián. Así que tenía quince añitos y desde luego estaba lejos de aparentar los dieciocho requeridos para entrar a ver el reciente estreno madrileño de Jesucristo Superstar. No obstante, cuando mi amigo José y yo, casi sin asomo de bozo ambos y con el nerviosismo reflejado en nuestras inequívocas caras de críos, presentamos las entradas al portero del Palafox (el mejor cine de Europa, según se publicitaba presuntuosamente desde su inauguración, pocos meses atrás), éste no nos puso ninguna pega. Bastante debía llevar ya soportado el buen hombre con las manifestaciones de protesta de curas y beatas en la acera de Luchana, a pocos metros del Comercial, uno de nuestros habituales lugares de encuentro en la prehistoria de los móviles.
Heaven on their minds - Murray Head (Jesus Christ Superstar, 1970)
La película había tardado casi dos años en llegar a España. Pese a sus estertores agónicos, en el Régimen todavía tenían peso los representantes del catolicismo más montaraz, quienes no dudaban en calificar la cinta de blasfema y diabólica. Norman Jewison, el director, declaró años después que previamente al estreno la había proyectado a altos jerarcas del vaticano y que incluso una copia le había llegado a Pablo VI, obteniendo el visto bueno implícito de la Iglesia. Pero el nihil obstat de la Iglesia (suponiendo que así ocurriera) no bastaba a los cerriles católicos patrios que sólo a regañadientes aceptaban el desvaído aggionarmento posconciliar que imagino que se ocuparon de presionar lo más posible para que se prohibiera la exhibición en nuestro país y, cuando finalmente se estrenó, se esforzaron en montar patéticas algaradas que pretendían disuadir a los espectadores y sólo contribuyeron a aumentar taquilla. Por cierto, creo que fueron esas broncas (las más desagradables, como la de arrojar botellas de zotal desde el anfiteatro al patio de butacas) la presentación en sociedad de unos agresivos chavales que se dieron en llamar Guerrilleros de Cristo Rey y que adquirían nefasta fama pocos años después.
Yo había sido reiteradamente prevenido contra la peli, antes incluso de su estreno, tanto por mi familia como por mis profesores, casi todos éstos miembros del Opus Dei. Pero, desde luego, me traían al fresco esas prohibiciones y no tanto por espíritu rebelde o anticlerical, sino simplemente porque me encantaba la banda sonora y me fascinaba ver una versión rock de la pasión de Cristo. El disco, un álbum doble, lo teníamos escuchado hasta la saciedad el grupito del barrio que nos reuníamos en la casa de José, para disfrutar de la bien nutrida discoteca de sus varios hermanos mayores. Hasta habíamos traducido las letras, pese a nuestro lamentable nivel de inglés, el mismo imagino de todos los que hacían el bachillerato por aquellos años. De la lectura de esos textos sacábamos una visión algo distinta de la aburrida y meliflua que nos contaban durante las semanas santas, pero no recuerdo que a ninguno nos pareciera que se cuestionara nada fundamental ni tampoco que pecaran de blasfemos o irrespetuosos.
Yo había sido reiteradamente prevenido contra la peli, antes incluso de su estreno, tanto por mi familia como por mis profesores, casi todos éstos miembros del Opus Dei. Pero, desde luego, me traían al fresco esas prohibiciones y no tanto por espíritu rebelde o anticlerical, sino simplemente porque me encantaba la banda sonora y me fascinaba ver una versión rock de la pasión de Cristo. El disco, un álbum doble, lo teníamos escuchado hasta la saciedad el grupito del barrio que nos reuníamos en la casa de José, para disfrutar de la bien nutrida discoteca de sus varios hermanos mayores. Hasta habíamos traducido las letras, pese a nuestro lamentable nivel de inglés, el mismo imagino de todos los que hacían el bachillerato por aquellos años. De la lectura de esos textos sacábamos una visión algo distinta de la aburrida y meliflua que nos contaban durante las semanas santas, pero no recuerdo que a ninguno nos pareciera que se cuestionara nada fundamental ni tampoco que pecaran de blasfemos o irrespetuosos.
I don't know how to love him - Yvonne Elliman (Jesus Christ Superstar, 1970)
La controversia, en todo caso, venía ya desde el estreno en Broadway (1971) del musical de Andrew Lloyd-Weber y Tim Rice. Parece que este último, en alguna entrevista, comentó que no habían querido ver a Cristo como Dios sino sólo como un hombre (he's a man; he's just a man, canta María Magdalena) y eso encorajinó a los cristianos yanquis. Eso y las insinuaciones cuasi-sexuales de la Magdalena (aunque Jesús en la peli las soporta impávido), sus debilidades y dudas ante la inminencia del final y, sobre todo (creo yo), que Judas resultara un personaje bastante más atractivo–incluso siendo negro–. En fin, han pasado cuarenta años y ahora nos asombramos que tamañas tonterías pudieran escandalizar, cuando, ya desde hace tiempo, no es raro que las televisiones incluyas el Jesucristo Superstar en sus programaciones de Semana Santa.
Me han venido estos recuerdos de mi adolescencia porque hace poco me reencontré con otro musical de la época, también sobre la figura de Jesús y también en la estética del rock-hippy de esos años. Me refiero, claro, a Godspell que, al igual que el Jesucristo, se representó primero en teatros neoyorkinos (pero en el circuito off-Broadway) y luego se convirtió en una película. Esta la vi en video hacia finales de los setenta en Perú y, la verdad, me acuerdo muy poco (a ver si me la consigo) pero sí de que me gustó bastante menos que el Superstar. El grupo de amigos limeños de entonces coincidimos en que se trataba de un plagio barato de la de Jewison, salvo uno, Carlos, que nos aseguró que era al revés, que Lloyd-Weber y Rice se habían inspirado en Godspell, que era anterior. El asunto dio para un rato de discusión alrededor de unas cervezas, sin llegar a ninguna conclusión.
Me han venido estos recuerdos de mi adolescencia porque hace poco me reencontré con otro musical de la época, también sobre la figura de Jesús y también en la estética del rock-hippy de esos años. Me refiero, claro, a Godspell que, al igual que el Jesucristo, se representó primero en teatros neoyorkinos (pero en el circuito off-Broadway) y luego se convirtió en una película. Esta la vi en video hacia finales de los setenta en Perú y, la verdad, me acuerdo muy poco (a ver si me la consigo) pero sí de que me gustó bastante menos que el Superstar. El grupo de amigos limeños de entonces coincidimos en que se trataba de un plagio barato de la de Jewison, salvo uno, Carlos, que nos aseguró que era al revés, que Lloyd-Weber y Rice se habían inspirado en Godspell, que era anterior. El asunto dio para un rato de discusión alrededor de unas cervezas, sin llegar a ninguna conclusión.
Day by day - Julie Covington (Godspell, 1971)
Mientras escuchaba estos días pasados el disco de la versión londinense de Godspell (que no está tan mal; será que me he vuelto más tolerante con la edad) evocaba aquella noche barranquina, de la prehistoria de internet. No me ha costado ningún esfuerzo enterarme de que la composición de Godspell, obra de un estudiante de la Carnegie Mellon University de Pittsburgh, Stephen Schwartz, es de 1970, mientras que Lloyd-Weber y Rice escribieron su opera-rock en 1969. Así que parece que mi amigo Carlos, a quien no veo desde hace un cuarto de siglo, estaba equivocado, pero no creo que merezca la pena decírselo. Porque lo cierto es que es más que probable, dada la casi exacta contemporaneidad de los dos musicales y la lejanía geográfica de sus respectivos autores en los momentos de la composición, que no haya habido influencias mutuas. Simplemente, ante un caldo de cultivo común entre cuyos ingredientes se contaban el rock, el movimiento hippy, un interés juvenil hacia la figura de Jesucristo, distintas personas elaboraron productos con razonables similitudes. Nada más.
By my side - Jacquie-Ann Carr & Verity-Anne Meldrum (Godspell, 1971)
Tiene música bonita, pero yo Ópera-Rock lo veo como una contradicción en sus propios términos más que como un género musical
ResponderEliminarLa música no está mal, tiene 'números' muy pegadizos. Y desde el punto de vista religioso es perfectamente inane, no sé qué pudo escandalizar tanto a algunos cristianos. Yo hacía COU en un colegio de curas, ese año, creo recordar; y nos la recomendaron calurosamente. Creo, incluso, que un par de años después un grupo animoso de alumnos la hizo en teatro, play back, supongo, con el entusiasta patrocinio del Colegio. Personalmente no entiendo tanta pasión, ni en contra ni a favor.
ResponderEliminarHablo de "Jesucrito en su pedestal", como la llamábamos. Godspell no llegué ni a oirla.
Yo vi las dos en aquellos años, estaría en sexto de bachillerato. Estando en un colegio religioso como estaba, no me parecieron nada escandalosas. De Jesucristo Superstar vi la película, no me gustó demasiado, ni la música ni el que fuera en inglés, en aquella época no tenía ni idea de este idioma. En cuanto a Gospell lo vi en el teatro Falla de Cádiz, si no recuerdo mal protagonizada por Nicolás Romero el payaso "Poquito" de la tele. Esta obra de teatro me encantó, por la versión alegre que daba y por sus canciones como esa de "Un nuevo sitio disponed para un amigo más, un poquitín que os estrechéis y se podrá sentar". Un saludo.
ResponderEliminarRecuerdo ver el disco en mi casa cuando era pequeño. Unos años después, en el instituto, pusieron la película de Norman Jewison en la tele y me pareció que las bailarinas estaban bastante buenas aunque la película dejaba mucho que desear. Pero me gusta mucho "Heaven On Their Minds", especialmente la versión de Carl Anderson. (En la versión española de la obra la cantó el mismísimo Teddy Bautista.)
ResponderEliminarLansky: No voy a defender la etiqueta "ópera-rock", que como cualquier otra, a cada uno puede parecerle más o menos correcta. En el fondo, me parce, no es más que una cuestión terminológica, y lo único relevante es que al usarlo nos entendamos, sepamos de qué tipo de música estamos hablando. En todo caso, la Ópera no es otra cosa que una representación teatral que cuenta una historia mediante la música y el canto. Durante toda la historia del género (más de tres siglos) siempre han existido "desviaciones" a las que se les negaba la etiqueta por los puristas y habían de denominarse con otro nombre, por más que también fueran representaciones cantadas de alguna historia. En gran medida esa defensa del término "ópera" frente a las contaminaciones de las variaciones heterodoxas suele haberse vinculado a posiciones elitistas, de los nobles "cultos" indignados ante las composiciones que la vulgarizaban, para hacerla más accesible al público popular: la opereta (sufijo peyorativo), la zarzuela, el vaudevil, el musical anglo-americano ...
ResponderEliminarEn todo caso, no termino de ver por qué te parecen "ópera" y "rock" términos contradictorios, salvo que acotes el alcance semántico de "ópera" a unos precisos géneros musicales del que el rock está excluido (¿y el jazz, que tanto se cuela en la "ópera" de los tres centavos, que desde luego difícilmente puede llamarse así?) o que decidas que acabó con Wagner, por ejemplo. Pero, en fin, a la espera de que cuaje otro término mejor, pienso que es efectivo el de ópera-rock para saber que nos referimos a obras como las de este post, o Tommy de los Who, o The Wall de Pink Floyd , por citar otras dos paradigmáticas del "género".
Vanbrugh: Es que eres un año mayor que yo. Estoy de acuerdo en que es bastante "inane" religiosamente hablando, peo como bien sabes, ello no impidió que fuera piedra de escándalo y objeto de broncas varias en aquellos tiempos. A diferencia tuya, yo sí entiendo las pasiones en contra (las a favor no eran tanto religiosas como musicales, pienso): basta con recordar el uso malévolo de la religión como "martillo de herejes".
ResponderEliminarBúcaro: Parece que somos de la misma quinta. En cambio a mí el Jesucristo me gustó (y me gusta) bastante más que Godspell. Aunque ambas las escuché en discos y vi las pelis, nunca asistí a ninguna de las representaciones teatrales. Por cierto, en España la versión teatral de Godspell fue anterior a la del Jesucristo.
Antonio: Tú, en cambio, eres más joven, así que difícilmente fuiste testigo del absurdo escándalo inicial de la peli. Coincido contigo en que "Heaven on their minds" es de los mejores temas de la obra (no diré "ópera rock"), aunque la que he puesto en el post, que tampoco está nada mal, no es la de Carl Anderson (película) sino la del musical londinense previo. También tengo el disco de la versión española, con Camilo Sesto y Ángela Carrasco, además del "controvertido" Teddy.
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ResponderEliminarvaya... a mi en cambio, no me dejaron entrar al cine palafox (tendria yo 13 años). la pelicula era "para mayores de 18 y 14 acompañados" (una de esas perlas inventadas en aquellos años) y cuando aparecimos dos amigos y yo acompañados de un señor que se ofrecio a decir que veniamos con el, el portero insistio en que no entrabamos porque la butacas estaban separadas. terminamos vendiendo las entradas a alguien que hacia cola y por fin la pelicula en el cine alcala de alcala de henares, donde no eran nada rigurosos con las edades, el dia de los santos de 1975,aprovechando una visita a casa de mi abuela.
ResponderEliminarvaya... a mi en cambio, no me dejaron entrar al cine palafox (tendria yo 13 años). la pelicula era "para mayores de 18 y 14 acompañados" (una de esas perlas inventadas en aquellos años) y cuando aparecimos dos amigos y yo acompañados de un señor que se ofrecio a decir que veniamos con el, el portero insistio en que no entrabamos porque la butacas estaban separadas. terminamos vendiendo las entradas a alguien que hacia cola y por fin la pelicula en el cine alcala de alcala de henares, donde no eran nada rigurosos con las edades, el dia de los santos de 1975,aprovechando una visita a casa de mi abuela.
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