lunes, 3 de febrero de 2014

La Virgen de Candelaria (1)

El libro de Fray Alonso
Ayer, 2 de febrero, fue la fiesta de la Virgen de la Candelaria, patrona de Tenerife y del entero archipiélago desde 1599, aunque en 1914 la del Pino fue ascendida a patrona de la provincia oriental (también existe el pleito insular en las devociones marianas). Hoy lunes, por tanto, no es laborable en esta isla para que los tinerfeños descansen y puedan agradecer a la madre de Cristo las tantas bendiciones con que ha colmado este rinconcito atlántico. Yo, por mi parte, en desagravio por no haber peregrinado a la Basílica de Candelaria como ordena la tradición, he aprovechado para releer la primera narración del milagroso aparecimiento de Nuestra Señora en la Isla, que es obra del dominico Fray Alonso de Espinosa, alcalaíno misionero en Guatemala que, instalado después en Canarias, investigó la piadosa leyenda y publicó su historia a finales del siglo XVI en Sevilla. He de confesar que desde siempre me ha admirado la pródiga actividad viajera de la Virgen, que cualquiera diría que se aburre en el Cielo y necesita a cada momento aparecerse en cualquier lugar y de las formas más inusitadas. Qué duda cabe de que sus presentaciones han sido uno de los más eficaces recursos para propagar la fe verdadera y además, como contribución menor pero nada desdeñable, ha permitido disponer de un amplísimo surtido de nombres propios para bautizar a las niñas (Pilar, Guadalupe, Inmaculada, Concepción, Fátima, Paz, Lourdes, Rosario, Mercedes, Montserrat, Caridad, Socorro, Ángeles, Aránzazu, Begoña, Covadonga, Almudena ... y podría seguir sin llegar nunca a estar seguro de haber agotado el elenco). Lógicamente, en Tenerife hay muchas Candelarias, 3.640 según el INE, el 36% de todas las que residen en España; sin embargo, debido a la creciente irreligiosidad, cada vez hay menos Candes en Tenerife y mientras en los años 50 y 60 era el nombre más común para las recién nacidas en esta provincia, desde la década de los ochenta ha desaparecido del ranking de los veinte más frecuentes.

Cruz de tea en el Llano de la Virgen
Pero volvamos a la aparición de la Virgen en esta isla según nos la cuenta el bueno de fray Alonso. Lo hizo hacia finales del siglo XIV (aunque hay quienes datan el suceso a principios de esa centuria) en forma de estatua, una talla gótica de un metro de altura aproximadamente contando la peana en que apoyaba los pies. María estaba de pie, con la cabeza recta y mirada –algo perdida– al frente, en el brazo derecho sostenía a un desnudito Niño Jesús (prácticamente levitando en su mano) que aprisionaba entre sus manitas un pajarillo, y con la mano izquierda aferraba una vela verde. La imagen era polícroma: la peana encarnada, la túnica dorada, el manto azul salpicado de estrellas doradas, los cabellos de madre y niño rubios, y las pieles de ambos sonrosadas, y no morena como se la conoce en la actualidad. La señora se posó erguida sobre una roca a la orilla del mar, " junto a una playa de arena que tendrá una legua de largo, a la boca de un barranco". Ese barranco es el de Chinguaro, que hoy marca el límite sur del área urbanizada del polígono industrial del Valle de Güímar y desemboca en el caserío de El Socorro, famoso por la romería popular de todos los septiembres. El lugar exacto de la aparición es el llamado Llano de la Virgen, una explanada situada en la "trasplaya" inmediata a la playa de Chimisay, en el que se dispuso un sencillo humilladero coronado por una cruz de tea para conmemorar la milagrosa aparición. Casi al lado existe el brocal de un pozo de agua salobre que según la tradición ya era usado por los pastores guanches. Todo ese entorno está declarado como Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico, mediante Decreto del Gobierno de Canarias de 5 de mayo de 2009.

Anónimo del XVIII (Icod)
Quienes por primera vez avistaron la sagrada imagen fueron dos pastores (oficio que es muy del gusto de Nuestra Señora) que probablemente llevaban sus cabras a abrevar al pozo de Chimisay. Parece que los animales se les arremolinaron inquietos al ver la estatua y uno de los pastores, "creyendo que su ganado se espantaba porque sentía gente, y pensando que fuesen algunos naturales que les querían robar y saltear su ganado, como lo tenían por costumbre de hurtarse unos a otros, para certificarse pasó adelante, y mirando hacia aquella parte del barranco, vido la Santa Imagen que estaba en pie sobre una peña. Y como persona que de semejantes visiones estaba desusada, no sin pavor, se la puso a considerar, y parecióle (porque tenía un niño en brazos) ser mujer, aunque extrañó el traje y color". Entre los guanches estaba prohibido hablar con una mujer a solas y en lugar apartado, así que ambos pastores se pusieron desde lejos a hacerle aspavientos para que se apartara; pero, qué va, la extraña mujer permanecía impasible, mirándoles fijamente pero sin darse por enterada. Poco a poco se irían amohinando (preciosa palabra que usa Fray Alonso) estos tipos, cuyos nombres no han merecido la gloria de la posteridad, hasta el punto de que uno de ellos decidió lanzarle a la orgullosa dama unas pedradas de advertencia, a ver si así reaccionaba. Pero en cuanto alzó el brazo para hacerlo, éste se le quedó yerto en una especie de proto-saludo comunista, sin que pudiera moverlo de esa ridícula posición. Este fue el primer milagro de la Virgen en tierras canarias, un simple acto de autodefensa no demasiado espectacular. Supongo que pensarían que había hecho un mal jeito (voz canaria proveniente del portugués) y no se impresionarían demasiado, porque el compañero decidió atreverse a comprobar qué es lo que pasaba y "llegándose cerca con más miedo que vergüenza, tomó una tabona, que es una piedra prieta y lisa como azabache que, herida una con otra, se hace en rajas y queda con filo como navaja, con que sangran y sajan; tomando, pues, esta piedra, se llegó a la Santa Imagen para quererle cortar un dedo de la mano, por satisfacer a su ignorancia y ver si sentía; y poniendo el dedo de la imagen sobre el suyo, y comenzando a cortar sobre él hallóse el necio burlado, porque la herida se daba a sí propio en sus dedos, sin hacer daño a la mano de la Santa Imagen. Y siendo aún porfiado y pertinaz (porque era necio), probó otra vez, mas caíale a cuestas, porque sus dedos estaban corriendo sangre de las heridas que él propio si querer se daba, y los de la Santa Imagen quedaron libres y sanos, sin señal alguna". Segundo milagro, pues, este también meramente defensivo aunque de algo más de gravedad (es que estos guanches no escarmientan, pensaría la Virgen).

Lámina del XIX de la cueva de Chinguaro
A este punto, los dos pastores espantados se habían convencido de que asistían a un prodigio y se apresuraron a ir a contárselo al Mencey de Güímar, su señor natural, que era Acaymo, segundo hijo del gran Tinerfe que, a la muerte de éste y división de la Isla, le tocó reinar sobre la actual comarca del Valle de Güímar (no confundirlo con su sobrino homónimo, que sería mencey de Tacoronte y uno de los más encarnizados resistentes a los conquistadores castellanos, al contrario que los señores de la vertiente suroriental). La residencia estival de Acaymo era una cueva-palacio situada a unos dos kilómetros remontando el barranco, uno de los puntos de mayor interés arqueológico de la Isla que ha sido casi destruido recientemente por obra y gracia de nuestra Santa Iglesia Católica, con la loable intención de realzar la devoción mariana (pero de esta triste historia ya hablaré otro día). Oídas las nuevas, el mencey convoca ahí mismo al Tagoror –la asamblea de notables– y deciden bajar a ver a esa mujer estática y milagrosa, poniendo en práctica la primera romería del Socorro, mucho antes de que ésta se institucionalizara. La Virgen seguía en su sitio, por supuesto, y según nos cuenta el buen fraile todos se admiraron de la majestad que irradiaba. Acaymo decide que hay que llevarla a Chinguaro pero ninguno se atreve a ponerle la mano encima, no fueran a quedarse mancos. Ordena entonces que sean los dos pastores quienes lo hagan porque pensaría, digo yo, que total ya estaban lisiados. Y hete aquí que "llegan los dos pastores, el uno manco de los dedos de la mano y el otro del brazo, y, en poniendo sus manos y tocando la Santa Reliquia para verla de alzar (cosa milagrosa), quedan el uno y el otro de sus lesiones sanos y buenos, con grande admiración de los presentes, que con voces y silbos aplaudían el hecho, y gratificaban y agradecían el beneficio recibido". Perdido el miedo, el propio mencey, ayudado de sus nobles, quiere ser quien cargue con la imagen, convencido a esas alturas de que se trataba de la diosa madre del panteón guanche, Chaxiraxi. Naturalmente, que la gran diosa se hubiese materializado, por más que solo en efigie, en su territorio le planteaba a Acaymo delicados problemas políticos. Ha de recordarse que, a unos cien años de la conquista de Tenerife, la isla había quedado dividido en nueve reinos tras la muerte del gran Tinerfe, mencey único desde su corte en Adeje. Cuando a la Virgen le dio por presentarse, los nueve hijos de Tinerfe mantenían sus dominios no libres de tensiones, y atentos cada uno a lo que hacían los demás. Por eso es lógico que Acaymo los convocara para decidir entre todos el destino de tan singular extranjera. Pero ya seguiré la historieta en un próximo capítulo.

4 comentarios:

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  2. “Entre los guanches estaba prohibido hablar con una mujer a solas y en lugar apartado” Me ha llamado la atención esta frase mucho más que la enésima historia de la aparición de la Virgen a pastores, todo un clásico repetido hasta la saciedad, aunque esta versión añada la original truculencia de los intentos de mutilación digital. Y me ha llamado la atención porque pensaba que esa proscripción es más musulmana que bereber, que es lo que yo creía que eran los guanches.

    Amohinando…, me encanta. Mohíno además de triste o disgustado es el nombre de un bonito córvido más conocido como rabilargo

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  3. Mucha virgen y poca contestación a mis tres correos. ¿ O es que no los recibiste ?
    C.C.

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  4. R. Montblanc: La Candelaria no sólo es la patrona de Tenerife sino que es de Tenerife. Todas las demás devociones a esta Virgen (muy popular en América, por ejemplo) provienen de su aparición en las playas de la vertiente sureste de esta Isla. Por cierto, ¿eres catalana?

    Lansky: Eso dice Fray Alonso en su libro, lo que desde luego no es autoridad suficiente. Tendré que investigarlo antes de tener una mínima seguridad.

    Las hipótesis más aceptadas sobre el origen de los guanches es, en efecto, el bereber. En todo caso, cuando llegaron a este archipiélago no existían los musulmanes y poco contacto (si es que alguno) tuvieron con los creyentes en Alá desde Mahoma en adelante.

    No sabía que Mohíno es el nombre de un córvido, ¿es que tiene cara de enfado? Coincidimos en todo caso en que es una palabra preciosa, habrá que procurar usarla.

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