lunes, 15 de diciembre de 2014

Instrucciones para el uso del teléfono

Sosthenes Behn saludando al ministro
La Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) se fundó en 1924, con todos sus accionistas españoles, pese a que en realidad la nueva empresa estaba controlada por la americana ITT; eran tiempos de incipientes nacionalismos por lo que no convenía que se notara en demasía que eran los yanquis quienes estaban detrás. Para entonces, Sosthenes Behn y sus hombres llevaban ya algún tiempo haciendo "amigos importantes" en España que apoyaran su intención de unificar los dispersos (y desastrosos) servicios telefónicos del país mediante un monopolio por concesión estatal. Nada más constituida, la CTNE entrega al gobierno de Primo de Rivera una ambiciosa oferta para instalar un sistema telefónico nacional. El 11 de mayo de 1924, el Gobierno promulga una Real Orden que crea una comisión técnica para que estudie las propuestas presentadas por "importantes compañías" (el plural era para disimular las negociaciones que se estaban realizando con la CTNE) y proponga la solución más conveniente. En muy breve plazo se desató una intensa lucha de ITT con otras tres compañías que aspiraban a quedarse con el monopolio, la alemana Siemens&Halske, la belga New Antwerp Telephone y sobre todo la sueca Ericsson. El 25 de agosto de 1924, Alfonso XIII firmaba el Real Decreto por el que se autorizaba el contrato con la Compañía Telefónica Nacional de España. La adjudicación no sólo se produjo sin los requisitos legales de subasta o concurso públicos sino que el contrato quedó blindado por el Directorio Militar garantizando a la multinacional norteamericana que no podría ser afectado en el futuro por ninguna ley o disposición estatal, añadiéndose incluso que "ni la misma Constitución de la nación española podría aplicarse en cuanto significase una modificación, una innovación o una contradicción a las Bases de este Contrato". El régimen contractual –una absoluta cesión de la soberanía pública– concedía a la compañía privada una excepcional autonomía. A poco de firmarse el contrato, se produjo una espectacular ampliación de capital de la CTNE de 114 millones de pesetas (el capital inicial era de un ridículo milloncejo), adquiriendo la ITT la casi totalidad de las acciones ordinarias (se emitieron cien mil acciones "preferentes" que fueron dirigidas a los directivos, empleados y amigos de la CTNE, una táctica que ya practicaba el gran coloso de la telefonía norteamericana, la ATT).

Ya desde su nacimiento, Telefónica es uno de los mejores ejemplos patrios de sumisión de los representantes del poder público a los intereses del capital internacional. También, dicho sea de paso, de cómo el capital consigue que el Estado se haga cargo de sus déficits –incluso a costa de la nacionalización– para devolverle los activos con mayor potencialidad de generar rendimientos. Revisar los avatares de la historia de esta compañía muestra con claridad qué poco transparente es el "libre mercado" y cuánta suciedad y corrupción hay en los grandes negocios multimillonarios. Pero no pretendo con este post contar esa historia, aunque aseguro que tiene mucho interés. Fisgoneando por la Red he encontrado unas "instrucciones para el uso del teléfono automático" (es decir, el aparato que permitía comunicar directamente con el interlocutor sin necesidad de operadora) que se publicaron en la revista de la CTNE en 1926. Al ver la detallada explicación, uno no puede dejar de sonreírse imaginando el estupor de aquellos españolitos de los años veinte maravillados ante el invento y aprendiendo a discar el número de otro abonado. Hay que aclarar que, para esas fechas, eran muy pocos –y obviamente muy ricos– los que disponían de un aparato así en sus hogares. En fin, que las instrucciones tienen su gracia; ahí van (hagan un clik sobre la imagen para verla en grande).


El "automatismo" funcionaba sólo para las redes urbanas; si se quería llamar a otra ciudad era necesario "pedir conferencia", dificultad que seguía existiendo durante mi niñez, lo que es síntoma del escaso avance tecnológico de la España franquista. Las 12 imágenes anteriores las he recortado y compuesto unitariamente, pero en la revista van intercaladas entre el texto, que dice así: Marque una por una las cifras del número a que desea llamar, de acuerdo con el ejemplo siguiente: supongamos que se trata del número 5 3 3 8 2. Descuelgue el microteléfono del gancho o la horquilla y aplíquelo al oído. Es imposible marcar el número sin haber descolgado antes. Escuche hasta percibir la señal para marcar, que es un zumbido continuo, e indica que la Central automática está dispuesta para transmitir la llamada. NO empiece a marcar el número hasta que oiga esta señal. Si no la oye después de unos momentos, cuelgue el microteléfono y espera unos instantes para probar de nuevo. Después de oída la señal para marcar, conservando el microteléfono descolgado, se introduce el dedo en el agujero correspondiente al número 5. Haga girar el disco hasta que el dedo tropiece con el tope de parada, y después suelte el disco. Cuando el disco haya vuelto a su primitiva posición, proceda del mismo modo para la cifra 3; después para el otro 3 siguiente; luego para la 8 y, por último, para la 2. Espere entonces a que el teléfono llamado responda. Después de haber marcado el número se oirá en el microteléfono una de estas dos señales: A) SEÑAL DE LLAMADA: Esta señal se oirá unos instantes después de marcar la última cifra si el número llamado no está ocupado. Se distingue por una serie de zumbidos intermitentes y muy poco frecuentes. Es como si la operadora dijese «estoy llamando». Cuando se oye esta señal se espera hasta que el número llamado responda. B) SEÑAL DE OCUPADO. Esta señal se oirá unos instantes después de marcar la última cifra si el número llamado está ocupado. Se distingue por una serie de zumbidos intermitentes y muy frecuentes. Indica que el teléfono marcado comunica. Es como si la operadora dijese «está comunicando».

En cierto sentido, estas obvias instrucciones me recuerdan las mucho más sugerentes que escribiría años después Julio Cortázar (por ejemplo, las relativas a subir una escalera o dar cuerda a un reloj). Lo que es innegable es que no se escribirían hoy, pues las generaciones actuales tienen fobia a leer cualquier manual previamente a empezar a usar el correspondiente artefacto (que, desde luego, es mucho más complejo que esos teléfonos de los años veinte). Por cierto, ¿qué me dicen del look de la modelo de las fotos?

   
Telephone blues - Angela Strehli (The Women of Kerryville, 2014)

7 comentarios:

  1. ¿Y no será que el libre mercado está libre de competencia LEAL?

    En realidad, sí hay manuales, pero multimedia, aparte de que el propio aparato introduce sus propias instrucciones. No es raro ver que, cuando seleccionas el nuevo paso, aparece un cartelito que te dice qué hacer con gran detalle.

    Vista en la miniatura de la entrada, la modelo parece que lleve como una bata de laboratorio.

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  2. Encantador. Y además de las instrucciones de Cotazar, me recuerda las de Tip y Coll para llenar un vaso de agua desde una jarra en un francésmacarrónico

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  3. Muy buena tu entrada. Pero puedo decirte que en los años ochenta se automatizaron los últimos pueblos de la provincia de Córdoba. Entonces todo el mundo tenía ya teléfono. Pues bien, en todos los pueblos fue necesario no sólo entregar folletos a cada abonado para explicarles cómo marcar, sino que hubo que a muchos hubo que enseñarles personalmente. Yo trabajaba entonces en Telefónica y doy fe de ello, pues yo mismo tuve que explicarle a más de uno cómo se hacía. No entendían que al descolgar el teléfono no saliera la señorita de turno, que conocían de toda la vida, diciéndoles con quien querían hablar.

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  4. No tenía ni idea. Vaya con los americanos. Mi madre fue telefonista y todavía llegó a trabajar con centralita de clavijas. Le encantaba. Dice que a veces aún sueña que cambia de sitio y clava en los agujeros del panel. Saludos.

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  5. De lo que se entera una...me encanta lo del microteléfono y lo de aplíquelo al oído.
    Un abrazo,

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  6. Ozanu: El libre mercado de lo que quiere estar lo más libre posible es de reglas; y lo va consiguiendo. En todo caso, es una guerra larga; el post esboza una de las batallitas de la misma de hace 90 años.

    Ya sé que hay manuales, pero también he comprobado la "aversión psicológica" de la gente joven a leérlos, y muchísimo menos, de forma ordenada.

    La foto tienes que ampliarla para verla mejor. Y no, no es una bata de laboratorio, sino un vestido, supongo que a la moda de los veinte del pasado siglo.

    Lansky: Sí, las geniales de cómo llenar un vaso de agua en cersión bilingüe. Sin duda, si se hiciera una antología de los mejores sketchs del humor español, éste estaría entre los top ten. Ahora, no descartaría que la inspiración de Tip y Coll proviniera justamente de Cortázar. Y, por cierto, me acuerdo ahora de otra muestra similar: la famosa Cantata Laxatón de Les Luthiers; la compusieron hacia el 65 y el cuento de Julio se publicó en el 62.

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  7. Molón: Me acuerdo de unas vacaciones en un pueblo de Ciudad Real hacia finales de los sesenta con su centralita telefónica en la planta baja del Ayuntamiento. No sólo todos los teléfonos particulares conectaban con ella, sino que, como había muy pocos que tuvieran aparato, la mayoría de la gente si quería telefonear había de desplazarse al locutorio. Teniendo en cuenta que a mediados de los veinte ya estaban automatizadas muchas redes urbanas, llama la atención lo mucho que se tardó en hacerlo para el conjunto del país (otro de los efectos del retardo teconológico que supuso el frranquismo).

    SBP: ¿No sabías que "nuestra" Telefónica fue gringa en su origen? Después de la guerra civil, los dirigentes franquistas iniciaron un largo proceso para "nacionalizar" la compañía que culminó con un acuerdo en 1945 por el que el Estado español compró el 80% de las acciones (todas las de la ITT). Medio siglo después, el mismo Estado español (con otro gobierno, claro), "devolvería" la compañía al capital privado.

    Seguro que tu madre conoce historias "sabrosas" sobre su periodo de "operadora con clavijas". Aunque estaban obligadas a guardar "secreto de confesión" sobre lo que ecuchaban.

    Babe: Es que a veces nos pensamos que las cosas son como son ahora, y todas tienen su historia. La de la compañía telefónica, además, tiene especial importancia en la historia económica de la España contemporánea.

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