domingo, 3 de abril de 2011

16 de junio de 1965 en el Estudio A de Columbia, 799 Séptima Avenida (1)

En la primavera de 1963, Bob Dylan dio dos conciertos en Chicago, por entonces la capital del blues eléctrico. Era un chaval a punto de cumplir los 22, a punto de que saliera al mercado su segundo disco, Freewhelin', y viniera la fama (Blowin' in the wind), nada más … O quizá sí, porque estaba muy seguro de que era la hostia, o de que iba a serlo, o de que quería serlo: Acertaría. Hay algunas fotos de los dos conciertos (el 25 de abril en The Bear y el 3 de mayo en el Stud Terkels Wax Museum): un muchacho en cazadora y vaqueros, con guitarra acústica y armónica. Cantó temas de Freewheelin', incluyendo el "Talkin' John Birch Paranoid Blues" que unos días después sería vetado en su actuación del Ed Sullivan Show y finalmente no se publicaría en el disco. Cantó con su voz nasal y sopló la armónica, mientras aporreaba la guitarra acústica.


Talkin' John Birch Paranoid Blues - Bob Dylan (The Bootleg series, Volume 1, 1991)

En Chicago vivía otro chaval, éste un par de años menor (tenía entonces diecinueve) proveniente de los barrios del norte de la ciudad, familia judía acomodada, quien desde su temprana adolescencia había quedado enamorado del blues llegado a la windy city desde el sur, a través de la Highway 61. Este, desde muy joven, se aventuraba en el South Side, se colaba en los antros de blues, y se ponía a escuchar y admirar a Muddy Waters, Howling Wolf, Magic Sam … El chiquillo les caía bien a los negratas consagrados y le dejaban enchufar su guitarra y tocar unos riffs en sesiones improvisadas, jammings; se veía que, aún siendo blanquito (pese al abundante peluco estilo afro), tenía una excelente técnica y alma de bluesman. Es que el blues viene del sufrimiento: los negros sufren exteriormente, pero los judíos lo hacemos por dentro, decía. Su nombre, el de ese chico, era Mike Bloomfield.

Por esa época Mike tocaba en algunos locales de blues, y tendría ya cierto nombre entre la fauna local, lo que explica que siendo tan crío le encargaran ocuparse de las veladas de los martes del Fickle Pickle, un café con música Folk, que era o llegaría a ser de los más prestigiosos de Chicago; baste, para hacerse una idea, saber que en junio de ese 1963 Bloomfield promovió un conciertazo con la participación de John Henry Barbe, Billy Boy Arnold, Johnny Jones, Blind James Brewer, Willie Dixon, Maxwell Street Jimmy y Big Joe Williams, un ramillete de vacas sagradas del blues acústico. Supongamos que fuera en ese garito de la calle Rush, donde se conocieron Bob y Mick, que al de Minnesota trasplantado al Village lo llevara John H. Hammond, su descubridor y productor de entonces, a la búsqueda de nuevos fichajes para Columbia. Mucho suponer, pero cierto es que hasta los atentos oídos neoyorkinos de Hammond habían llegado elogios del jovencísimo guitarrista y que voló a Chicago para escucharlo y, sobre la marcha, le hizo un contrato.


Going to the River - Johnny Jones & Billy Boy Arnold (Live at the Fickle Pickle, 1963)

Bonito, pero no. Encuentro en la red un extracto de una biografía reciente de Bloomfield ("If you love these blues", Jan Mark Wolkin y Hill Keenon, 2000) en donde se afirma (¿en boca de Dylan?) que Mike fue a uno de sus conciertos de Chicago (al primero, imagino) y que lo abordó al final. Se le presentó diciendo que tocaba la guitarra y que había escuchado el primer y único disco publicado de Dylan (probablemente en la Jazz Record Mart, la legendaria tienda de discos de Chicago donde trabajaba). ¿Y te gustó? Le preguntaría Dylan. No, tío, es una mierda. Joder, pero es que yo no soy un guitarrista, soy un poeta. Eso es lo que por ahí describen que fue el diálogo, pero no parece muy verosímil. Entre otras razones, porque lo que uno esperaría luego es que se liaran a trompazos, pero en cambio Dylan le pidió que demostrara lo que sabía hacer con la guitarra y Mike se puso a tocar (blues, claro). Toca bien el cabrón, seguro que pensó Bob, pero guitarra eléctrica, puajjj; o a lo mejor no, a lo mejor lo archivó ya desde entonces para más adelante, que todavía no era el momento. De hecho, ahí radica una de las diferencias entre ambos: saber lo que tocaba en cada momento. Y en el 63 Chicago no era el bajo Manhattan y allí privaba el folk politizado y acústico, por supuesto (aunque al otro lado del charco, por entonces, los británicos estaban apropiándose de los bluesmen para reinventar el rock).

¿Volvieron a verse estos dos antes de que Dylan lo llamara para las históricas sesiones de grabación de Highway 61 revisited de junio de 1965? No me consta, pero sí sé que Mike, durante el 64 viajó unas cuantas veces a Nueva York. Pasado un año el chico era ya casi un profesional (con su amigo Charlie Musselwhite formaba la Big John's house band) y contaba con algunas grabaciones como acompañante de importantes bluesmen hechas para Delmark, el sello de la Jazz Record Mart. En el verano se encontró en la Gran manzana con un viejo amigo, John Hammond Jr. (hijo del cazatalentos de la Columbia antes citado), quien le pidió que participara tocando la guitarra en un proyecto colectivo de blues eléctrico. Mike aceptó, pero optó por el piano, intimidado por la calidad de un guitarrista canadiense de su misma edad, un tal Robbie Robertson, que unos añitos después fue la segunda y definitiva opción de Dylan para montar su propia banda, cuando Bloomfield le dio calabazas. No dejan de ser curiosas tantas coincidencias tontas, en este caso inseguridades, de las que derivan resultados magníficos (claro que no podemos compararlos con los que pudieron haber sido y no fueron). Lo digo porque en la famosa sesión del 16 de junio del siguiente año fue Al Kooper, llamado por Tom Wilson para tocar la guitarra, quien se asustó ante la maestría de Bloomfield y ese acojone sí que hay que agradecerlo. En cambio, no tengo tan claro que Robertson fuera mejor guitarrista que Bloomfield.


Rambling Blues - John Hammond Jr. (So Many Roads, 1965)

Dylan conocía a Hammond hijo (los dos vivían en el Greenwich). Además fue durante esa estancia en Nueva York que el manager de Bloomfield se acercó a las oficinas de la Columbia y le dio a escuchar unas demos del chaval; al ejecutivo le gustaron, fue a Chicago a oírlo tocar en vivo y le firmó un contrato hacia finales de ese año. O sea, que hay varias pistas para sospechar que esa incipiente amistad de la primavera del 63 se afianzara durante el 64 en Nueva York: conocidos comunes y hasta compartían el mismo productor. Si no, ¿cómo explicar que a su vuelta de Inglaterra, cuando se metió a grabar las canciones que había escrito en el Savoy londinense, Dylan tuviese claro que quería la guitarra eléctrica de Bloomfield? Para entonces Mike ya estaba con la Paul Butterfield Blues Band, pero aún no había salido el primer album (aunque sí se habían grabado las famosas sesiones "perdidas" de la Elektra). Quizá todavía no hubiera empezado con la heroína que lo mataría antes de cumplir los treinta y ocho, pero seguro que ya se metería algo. Por ejemplo, según la mitología del rock, esta maravilla de 1966 con la que concluyo el post fue inspirada por un viaje con LSD que duró toda una noche. ¡Cómo tocaba la guitarra el desdichado Mike!


East West - The Paul Butterfield Blues Band (East-West, 1966)

2 comentarios:

  1. ¿Chicago, la capital del blues eléctrico? Hay que ver que aficionados son estos yanquis a las etiquetas; demasiadas hasta para Chicago, La puerta del Oeste, La capital de la carne, la ciudad del viento (mi favorita)...

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  2. El desdichado Mike! Me ha encantado esta historia, muy inspiradora. Me quedo con Mike. él al menos no iba diciendo por ahí que era un poeta...

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