Cantautrici italiane (3): Verasani e Civello
Grazia Verasani
Boloñesa del 64. En 1995 se presentó al Premio Recanati, un concurso para nuevos cantautores que comenzó en esa pequeña ciudad de Las Marcas y desde el 2005 se celebra en Macerata, la capital de la provincia, en un espectacular teatro-auditorio de principios del XIX que, según leo que opinan los más famosos cantantes líricos, es el edificio con mejor acústica de Italia (Calatrava debería estudiarlo). Pero basta de digresiones y digamos que Grazia ganó el premio con la canción Devi morire, un texto descarnado, duro, sobre los sentimientos autodestructivos cuando una relación acaba; parece que hasta escandalizó a algunos (tampoco es para tanto). Se hace moderadamente conocida y al año siguiente publica su primer disco, Nata Mai, todos los temas propios. Me gusta; me gustan las músicas y sobre todo los textos que, como no los he conseguido en la red, pretendo ir traduciendo poco a poco. Poco después casi desaparecerá del panorama musical (antes actúa de telonera en una gira de Jethro Tull; el querido Ian Anderson negando la primera parte de su famoso album: too old to rock'n'roll but too young to die) y no volverá a sacar un disco hasta el 2010. Este tan reciente se llama Sotto un cielo blu diluvio y no lo he escuchado, pero he leído muy buenas críticas. Así que se trata de una cantautrice de muy escasa producción y, desde luego, nada conocida entre nosotros. Es que la chica (bueno, no tanto) tiene otras y variadas ocupaciones: actriz teatral y cinematográfica, dobladora y locutora y, sobre todo, escritora. En 1999 publica L'amore è un bar sempre aperto (que los que quieran leer en italiano pueden descargar gratuitamente aquí), al que siguen unas cuantas obras más. Entre ellas hay tres del género negro, con una detective privada como protagonista, que tienen bastante éxito (adaptación para la tele, traducciones a otras lenguas, pero no a la nuestra). O sea, que no ha estado ociosa, pese a prodigarse poco en su faceta cantante, limitada hasta el último disco a ocasionales apariciones, entre ellas un dueto con Nada (sí, la del anterior post de esta serie) en el Premio Recanati del 2000, del que para mi desolación no logró encontrar ningún víceo en internet. Pero, desde luego, me habría gustado que hubiese tenido mayor producción musical (también ha compuesto para otras cantantes, me olvidaba). Quizá debería esperar a agenciarme su último disco para que esta reseña fuera más completa; no, basta con lo dicho y con la audición de uno de sus temas para dar por cumplida mi intención de llamar la atención sobre esta cantautrice.
Come una star - Grazia Verasani (Nata Mai, 1996)
Chiara Civello
Romana del 75. Desde pequeñita le apasiona la música, aprende a tocar el viejo piano de su abuela, prueba con una guitarra acústica que rompe y finalmente se anima a dedicarse al canto. Adolescente descubre el jazz y, a escondidas de todos, a los dieciséis, se presenta a unas audiencias del Berklee College of Music y gana una beca. Así que, con 19 añitos cruza el Atlántico para estudiar y, sobre todo, para empaparse de música. Se sumerge en el jazz vocal (le tiran las variantes más latinas, bossa nova y satélites) y en los estándares americanos, pero también descubre a Dylan, Joni Mitchell, Waits, James Taylor (toca el piano y hace las voces de fondo en el tercer tema de su disco October Road, de 2002) … Para esas fechas ya había compuesto su primera canción, Parole incerte, cuya maqueta le trae un contrato nada menos que con Verve Records, uno de los más legendarios sellos de jazz (Charlie Parker, Count Basie, Dizzy Gillespie, Lionel Hampton y muchos otros gigantes figuran en su catálogo). Publica en el 2005 su primer album, Last Quarter Moon, doce canciones (siete en inglés, tres en italiano y dos en portugués; diez de los temas de su autoría y los dos restantes, uno de Suzanne Vega y el otro del prolífico Burt Bacharach, que la llamó a Los Angeles para componerlo juntos). Luego, en 2007, aparece su segundo disco, The Space Between, de ambiente más íntimo porque, según Chiara, es un disco sobre el silencio, sobre el espacio entre las notas, entre las palabras, entre tú y yo, entre el presente y el pasado o el futuro; esos espacios en los cuales nos encontramos a nosotros mismos. Son trece temas, sólo tres de composición ajena y sólo dos en italiano (el resto en inglés, aunque en varios los ritmos son brasileros). Su tercer y último album hasta la fecha es del año pasado y tiene un curioso título: 7752, que son los kilómetros entre Nueva York y Rio de Janeiro, la ciudad que en 2008, dice ella, cambió su vida. En este disco, la italiana colabora estrechamente con Ana Carolina, una de las más populares cantantes brasileñas (también muy recomendable, pero este post va de italianas). En fin, que esta chica me interesa a pesar de su inclinación a las melodías tristes y aunque su encaje aquí sea un poco forzado ya que vive en Nueva York, que yo sepa, y canta y compone mayoritariamente en inglés, idioma en el que, para mi gusto, le salen mejores temas que en italiano (muy en la línea clásica del jazz vocal y con cierto parecido a Norah Jones, algo más jovencita que Chiara).
Sofà - Chiara Civello (7752, 2010)
Yo creo, ejem, que la música italiana ha bajado mucho de nivel desde Verdi hasta aquí, aunque me gusten -perversiones mías- un hortera chulo y redomado como Celentano (me hace mucha gracia) o un pretencioso con ínfulas como Battiato. Lo mismo le pasa al cine italiano despues de Rosellini y a los lideres después de Julio César. Italia lleva de capa caida siglos, pero aún no los hemos alcanzado aquí,en Hispania, por algo diseñaron la Vespa con la que el guapo Gregory Peck paseaba por Roma a la guapa Audrey Hepburn...En fin, bromas mías (La segunda de tus chicas, debería consultar con un modisto/a, porque parece competir en horterez con mi Celentano)
ResponderEliminarCelentano me gusta (Uno de sus discos de madurez, Io non so parlar d'amore es especialmente bueno). A Battiato siempre le he tenido cierta manía, precisamente por ese estilo pretencioso y grandilocuente en sus composiciones y forma de cantar; no obstante, en los últimos tiempos lo estoy revalorizando y cogiéndole el puntito. Pero, Lansky, hay una pléyade de cantautores de altísima calidad, muy en especial en los textos; es la tradición de los parolieri que ya habríamos querido que entre nosotros hubiera tantos y tan buenos. Ciertamente la mayoría son hombres; las chicas estuvieron tradicionalmente apartadas de las composición y destinadas a interpretar lo que escribían los hombres (¿machismo mediterráneo?), aunque siempre hubo excepciones y en los últimos años empiezan a abundar. Pero no son, ni mucho menos, tan conocidas como sus compañeros varones. De ahí esta serie de posts.
ResponderEliminarPD: La Civello, sobre todo cantando en inglés, intuyo que te gustaría.
A mí, que no sé nada prácticamente de música italiana desde Verdi, como dice Lansky (muy buena, por cierto, la observación sobre la calidad de los líderes italianos desde Cesar, gangster), me gustan también Calentano y Battiato. Y me gustan por lo que suelen gustarme las músicas: porque tienen unas melodías estupendas. En las letras me fijo menos y después, en general, y si están en italiano la verdad es que casi no me fijo (aunque a veces canturreo Azurro, il pomeriggio é troppo azurro e lungo per meee...) Y no conozco mucho más que estos dos. Recuerdo de mi remota infancia a una Gigliola Cinquetti que cantaba Non ho l'eta, y ya.
ResponderEliminarA mí, más que divulgarme, me vas a tener que alfabetizar.
Mi favorito es Paolo Conte, buen jazzman y lo opuesto a la pretenciosidad pedante de Battiato (que a su modo me gusta, si no ni lee mencionaría)...un gelatto al limon, un gelatto al limon, Azurroooo
ResponderEliminarY el más hortera de todos, perdón por la ortografia italinana, ya me conces, Jimmy Fontana: "La nottte de non partitto no habe dormido esperandote, habemos presentimento de un gran tormento dentro di me..."
Me gusta mucho esta Chiara para escuchar en la oficina...
ResponderEliminarVanbrugh: A ver si cuando nos tomemos unas cañas que pagará Lansky te llevo un CD con una selección de cantautores italianos (e italianas). En otro orden de cosas, la distinción entre melodía (o música) y letra en las canciones (a la que te has referido en algunas ocasiones) me resulta complicada. De hecho, la canción existe porque tiene letra, porque cuenta algo y ese algo es más agradable de oír (y, por tanto, más eficaz su transmisión) si se canta, se musica. Así debió nacer la canción, desde los griegos, pasando por los juglares medievales y las coplas de ciego de nuestro siglo de oro, hasta los cantautores contemporáneos (incluyendo aunque no del todo el para mí, inculto que soy, poco agradable fenómeno de la ópera). Tengo el pálpito de que en las canciones siempre han primado los textos y que las melodías que los mecían estaban a su servicio, casi en un segundo plano, normalmente de mucha menos complejidad musical que aquéllos. Hay, claro está, excepciones (por ejemplo, para tirar hacia la que es mi "cultura musical emocional", muchos temas rockeros en que prima el virtuosismo instrumental y en los que las letras parecen no ser más que leves excusas Y eso sin despreciar la voz humana en sí misma, que es un instrumento muy agradable de escuchar acompañado de música (o a capella). Por seguir en el ámbito de mis preferencias, piensa en la simplicidad melódica (hasta machacona a veces) de los acordes del blues que, sin embargo, tan bien se amoldaban a las desgarradoras (y simples también) letras de esos negros sureños que escapaban hacia Chicago. O todo el movimiento del folk norteamericano de los sesenta, de melodías que con frecuencia hay que calificar de tostones y, sin embargo, de nuevo el medio perfecto para contar esas historias protestonas. El propio Brassens que tanto te gusta es mucho más grande en la composición de los textos que de las músicas. En fin, que sin duda nos puede gustar una melodía pero la letra ahí está, dándole su rasgo más distintivo a cualquier canción.
ResponderEliminarLa ambigua etiqueta de cantautor surge, creo yo, para definir a unos tipos que no sólo componen las canciones que cantan sino que pretenden, bastante consciente y a veces hasta presuntuosamente, revalorizar sobre todo las letras. Lo que no quiere decir que olviden las músicas, incluso que, como es lógico, a medida que maduren mejoren más en la composición melódica que en la letrística. A este respecto para mí el ejemplo perfecto es Dylan y el proceso que inició al pasarse al rock eléctrico, para decepción de sus monotemáticos admiradores de la primera época (y Dylan no ha parado de renovarse musicalmente, lo que no le ha impedido componer en cada unas de sus etapas textos en algunos casos de alta calidad poética). Pero hay de todo, como en botica. En el ámbito italiano está, por ejemplo, el caso de Paolo Conte, que tanto gusta a Lansky, que logra unos textos en ocasiones sublimes (si bien muchos son compuestos con ayuda de parolieri) con una musicación de fortísima presencia (pero es que el jazz ... eso sí es música compleja). Por cierto, es poco sabido que el Azzurro que citas, grabado en su versión original Celentano, fue compuesto (la música) por el propio Paolo Conte allá por los sesenta, cuando todavía él no había sacado ningún disco propio.
Lansky: A Zaffe le va a encantar tu italiano. Jimmy Fontana no es de mis preferidos y sí, como dices, me parece un poco horterilla (empezando por su pseudónimo). Recuerdo que en mi niñez era bastante popular en España, pero muy en la onda de la comercialoide "canzone leggera" italiana, lo que no quita para qué varios de sus temas, como Il Mondo, el más popular, fueran bastante redondos, con todos los ingredientes para ser éxitos masivos y magníficos representantes de ese estilo italiano que tan exportable les viene siendo desde los sesenta. Ahora bien, ¿sabías que Fontana en sus años mozos era un apasionado del jazz? Pero descubriría que tenía más futuro en otro estilo.
Sin duda son bastante ciertas todas tus consideraciones más o menos históricas sobre el origen de la canción, y los valores relativos que en ella han tenido y tienen el texto y la música, Miroslav. Y prueban que a la mayoría de la gente le pasa lo contrario que a mí, y le importa más la letra de una canción que su música. Pero en absoluto niegan que ambas cosas, letra y música, sean netamente distintas ni que, por tanto, sea sencillísimo -no entiendo qué complicación puedes verle- distinguir entre una y otra. Si algo me resulta complicado a mí, en ocasiones, es lo contrario, considerar ambas a la vez y por igual: hay muchas canciones que me encantan exclusivamente por su música y en cuya letra jamás me he parado a pensar, la desconozco por completo o, directamente, me parece una estupidez de muy deseable olvido u omisión. Y hasta en las canciones cuya letra me interesa, como las de Brassens que citas, no me habría fijado jamás como tales canciones -serían para mí meros poemas- si no tuvieran una buena música: las melodías de Brassens son muy sencillas, en general, pero su sencillez no está reñida, sino al contrario, con una estupenda calidad musical.
ResponderEliminarY mi distinción, en realidad, iba más allá que la que centra tu comentario entre letra y música. Lo que yo distingo en las canciones de Calentano y Battiato, y por lo que me gustan, es la melodía, como categoría distinta que, dentro de la más amplia de música, se distingue de otros elementos también musicales, como la armonía, por ejemplo, o el timbre de la voz. Quiero decir que aunque en esas canciones hay cuestiones musicales que no me entusiasman -los arreglos orquestales, por ejemplo, o el personal modo de cantar de Battiato, sin ir más lejos- lo que hace que, en conjunto sigan gustándome es que lo que estrictamente se llama la melodia, separada de cómo se acompañe y de cómo y quién la cante, me parece, en general, muy buena.
Para echar más leña a la caldera de la discusiíón entre M. y V., hay un paleontólogo humano (o paleoantropólogo) que sostiene que la canción fue anterior incluso a las parrafadas sin música, la mera habla, pero es una posición poco aceptada (Steven Mithen: "Los neandertales cantaban rap", en cualquier caso una novedosa visión 'biologicista sobre los orígenes de la música). Modestamente, yo sostengo que algunos perros ladran con rutmo y otros no tienen ningún oído para ladrar, mi Jara, por ejemplo.
ResponderEliminarOtro sí: Nooo! Miros, no sabía de los fundamentos jazzisticos de Fontana (que no se le notaban nada), pero en cambio te diré que uno de los primeros 45 RPM que me compré, que ya es decir, fue uno de este menda, con la cara A Il mondo, y la B...la nottte de non partito...tachán.
Más precisiones sobre el Mithen ese que cito arriba:
ResponderEliminarLa opinión general de la psicología evolutiva respecto a la música: que sólo es un efecto colateral del lenguaje y que apenas tiene relevancia en la evolución de nuestro cerebro y en nuestras relaciones con los demás. Mithen intenta replicar que esto no es cierto, que la música surgió como un protolenguaje, y que sus efectos en nuestras emociones pueden ser tan importantes como los que provocan las mismas palabras articuladas.
Y yo opino que en nuestras emociones, desde luego. También opino que alguna música (Bisbales y asimilados) no e sni siquiera un protolenguaje y que la única emoción que despierta en mí es las ganas de asesinar al cantante.
Si con todos estos datos no acabáis tirándoos el post este a la cabeza es que habeis leído a Séneca y su valoración de la vida serena y estóica.
Yo tiendo al estoicismo de por mí, sin haber leído a Séneca, que me cae gordo y del que creo que era un oportunista, así que no creo que vaya a tirar nada a la cabeza de nadie -salvo que se me pongan a tiro Bisbal, Bustamante o algún otro, y aún entonces lo haré sin ira, como acto de mera higiene.)
ResponderEliminarTampoco he leído a Mithen ni a ningún otro antropólogo, soy un frívolo inculto, pero sí sé que la música ha tenido, en la evolución de mi cerebro, un papel tan importante o más que el que haya podido tener el lenguaje articulado, hablado o escrito. Y que pocas palabra, muy pocas, consiguen hablar a mis emociones con la intensidad y la profundidad con que lo hacen, en cambio, muchas músicas, la mayoría de ellas instrumentales, sin letra ni voces humanas: solo melodías y armonías, que me parecen un "lenguaje" -bastante impreciso e incontrolable, pero infinitamente capaz de comunicación- sublime y construidísimo, sin ningún proto que añadirle.
Será tal vez mi gusto incondicional por todo lo italiano, lo cierto es que aprecio a sus cantantes de entonces y de ahora. Y eso que a veces me agotan los CANSAUTORES.
ResponderEliminarConozco a todos y todas los que has mencionado.
[Aprovecho tu blog para publicitar el mío, donde acabo de colgar un post.ecito sin ayuda y sin niguna filigrana con la que ayudar al texto.]
Grillo
Miento. Releo el post y no me suena la tal Chiara Civello - pero la chica está buenísima... en esa posturita fetal y con esas mallas...
ResponderEliminarWow!!
Grillo
Veo que, una vez más, llego tarde pero que muy tarde.
ResponderEliminarGracias, Miroslav, por dedicarme tu "Cimbrel" aunque aquí también estemos muy, muy "nah am Tabu".
Curiosamente, cuando empecé a leer este penúltimo post tuyo, buscando una similitud en otro idioma, me vino a la mente la " paire de cymbales",par de címbalos e, inmediatamente después, "My Ding-a-Ling-a-ling" que cantaba Chuck Berry.
Vale, Miroslav, lo de la dedicatoria es broma. Entendí perfectamente que nos dedicabas la canción. Gracias, hacía mucho que no la oía.
Miroslav, tengo una copia que me grabaron hace tiempo del “Rough Mix”, aunque hace tiempo que no lo escucho. Te agradezco el ofrecimiento. Me parece muy interesante lo que algunos músicos (por ejemplo Steve Marriott con Humble Pie) han hecho fuera de sus grupos iniciales, como si de alguna forma quisieran dar rienda suelta al bluesman que todo cantante de rock and roll lleva dentro.
ResponderEliminarA mí también me hace gracia Battiato, supongo que en gran parte por razones sentimentales (sonaba mucho cuando era pequeño, a mediados de la década de los ochenta), y Celentano me parece uno de los grandes del rock europeo, muy superior a Johnny Hallyday o a Eddie Mitchell (y ya no digamos a Miguel Ríos…) “Ciao ragazzi ciao” y “E voi balate” son dos de las mejores canciones de aquella época. Hay por ahí una interpretación de esta última en un programa de la RAI realmente impagable.
Bob Dylan es un caso aparte: quizá desde el primer Elvis, o desde Hank Williams, no ha habido otro músico que haya llegado tan lejos, y de alguna forma ha llevado a un lugar sin retorno todo lo que aquellos contribuyeron a crear.