jueves, 26 de marzo de 2015

Sobre las elecciones andaluzas (2): bipartidismo

Otro de los mantras recurrentes en estos últimos meses es la necesidad de acabar con un reparto bipartidista del poder, que vendría a denunciar que en España el gobierno se ha alternado durante toda esta etapa democrática entre solo dos partidos, un poco al modo en que funcionó en tiempos pasados desde la Restauración canovista. Hay que recordar, de entrada, que en las dos primeras elecciones nacionales (1977 y 1979) el partido más votado fue la UCD de Suárez; luego se disolvió y el PP ocupó el lugar de pareja del PSOE –que estuvo desde el principio– en esto de la alternancia. Es verdad, en todo caso, que sólo dos partidos (admitamos que el PP hereda a UCD) han gobernado el país y, por tanto, es legítimo hablar de alternancia bipartidista. Ahora bien, ¿cuánto de bipartidista? Una manera clara de verlo es sumar el número de escaños en el Congreso de los dos primeros partidos en cada elección. Los resultados son bastante apabullantes ya que varían desde un mínimo de 282 diputados (1989) a un máximo de 323 (2008), lo que equivale a un intervalo entre el 80,57% y el 92,29% del total de escaños. Bien es verdad que los porcentajes de votos son bastante inferiores porque el sistema electoral prima a los partidos más votados, pero lo que importa es la proporción conjunta respecto al conjunto de la Cámara. Y parace bastante incuestionable que un Parlamento en el que solo dos grupos tienen estos pesos relativos debe calificarse de fuertemente bipartidista. Digamos que, para que no lo fuera, la suma de los dos partidos con más escaños no habría de superar los 2/3 de los escaños. Visto así, está claro que mucho vuelco tendría que dar el electorado para llegar a eso (conste que no me pronuncio si sería o no deseable).

En los parlamentos autonómicos hay más variedad: algunos muy bipartidistas y otros bastante menos. En Canarias, por ejemplo, –fomentado por un sistema electoral "singular"– el Parlamento es tripartidista: los tres partidos con más escaños suman 56 de los 60 escaños y los dos más votados 41, lo que equivale a un 68% de bipartidismo, rozando el límite para no serlo. El Parlamento catalán, con 7 grupos políticos, no es bipartidista, ya que los dos más votados apenas alcanzan el 53% del total de escaños (71 de 135). En el otro extremo, por ejemplo, el de Castilla-La Mancha, absolutamente bipartidista porque los 49 escaños se reparten solo entre el PP y el PSOE. Pero como estos apuntes vienen suscitados por las recientes elecciones andaluzas, veamos que ha pasado en ellas en relación a este asunto.

La evolución del Parlamento de Andalucía desde el primero de 1982 se ha caracterizado –hasta estas últimas elecciones– por un progresivo descenso del número de partidos políticos representados y también –aunque con altibajos– por el fortalecimiento del bipartidismo. En el 82 había cinco partidos, los tres que han seguido hasta la fecha (PSOE, IU entonces PC y PP entonces AP) más la UCD y el Partido Andalucista. UCD ya se había disuelto en el 86 por lo que, a partir de esa segunda cámara y hasta 2004 (séptima legislatura) se quedaron los cuatro restantes. A partir de 2008 desaparece el Partido Andalucista y durante los dos anteriores periodos ya sólo quedan los otros tres. Ahora a ellos se suman Podemos y Ciudadanos con lo cual se vuelve a la casilla de salida: 5 grupos parlamentarios. En términos de escaños, la suma de los dos partidos con más representación (PSOE y PP, salvo en la primera etapa en que el segundo era la UCD) hasta estas últimas elecciones siempre ha estado por encima del 75%, así que claramente puede calificarse de bipartidista. Aún así, el bipartidismo andaluz es algo inferior al del Congreso (en torno a dos puntos porcentuales de media) y, desde luego, dominado por el PSOE –con la única excepción de las anteriores elecciones– que obtiene en Andalucía, al menos desde la época de Felipe, su principal cosecha de votos. Los resultados de los comicios del domingo configuran el parlamento menos bipartidista de la democracia, ya que el porcentaje sumado de PSOE y PP baja hasta el 73,39%, casi tres puntos menos que el primero que se constituyó.

Ahora bien, ¿hemos de concluir de estos resultados que, como afirmó un portavoz de Podemos la misma noche electoral, ha quedado demostrado que estamos ante un proceso irreversible de desaparición del bipartidismo? Desde luego que no. El nuevo Parlamento andaluz será menos bipartidista que el anterior, pero seguirá siendo bipartidista y, de otra parte, el descenso es tan pequeño que no permite sostener ninguna tendencia sólida y mucho menos que la misma sea irreversible. Como ellos mismos han dicho (y también los de Ciudadanos) es un paso importante en esa intención de reducir el bipartidismo y diversificar la Cámara que hayan entrado en ella, pero nada más que eso, un paso. Un paso que perfectamente puede retrocederse en la siguiente cita electoral. Como en el asunto de la participación, estas elecciones andaluzas no parecen tampoco en esto del bipartidismo corresponderse con lo que cabría esperar del hartazgo e indignación de los votantes. Quizá las expectativas estén desinflándose.

7 comentarios:

  1. Muy buen contenido! Les dejo este video como recomendación https://www.youtube.com/watch?v=7bsrnc7jf1Y

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  2. Muy bien resumido. Podemos ha decidido presentar con demasiada facilidad su vena más próxima al discurso de la montaña. Un poco de mesura no les vendría mal.

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    1. Siento el triple mensaje, tuve un problema antes y no me cargaba la página cuando comentaba.

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    2. Más que mesura (que también), lo que ya les viene haciendo falta es presentar propuestas de gobierno congruentes.

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    3. Propuestas exigibles a podemos, sí... y a todos los demás partidos ¿o sólo a Podemos?

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    4. A todos, Lansky, a todos, por supuesto. Pero es que mi comentario no era tanto una exigencia personal, sino una hipótesis explicativa del cierto desinflamiento que vebgo observando del fenómeno Podemos. Su meteórico ascenso se explica por el hartazgo e indignación ciudadanos, pero el tiempo va pasando y los chicos no presentan propuestas de gobierno y eso, creo yo, les va restando credibilidad. También, ciertamente, les hace mella la agresiva campaña difamatoria a que los someten.

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    5. Yo creo que no, que la difamación que les hacen los partidos desprestigiados les hacen más bien que mal, yo creo que cada vez que el PP sale con lo de que son comunistas que van a abolir las libertades... los de Podemos ganan votos

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