jueves, 31 de diciembre de 2009

¿Se acaba 2009?

En cada uno de los tres pasados treinta y unos de diciembre he escrito un post, motivo suficiente para obligarme a teclear unas cuantas frases antes de que las doce campanadas den por clausurado este 2009. A diferencia de los años anteriores, no tengo ninguna gana. De hecho, esta nochevieja me cae muy inoportunamente; no me vendría nada mal que el año nuevo esperase para nacer en otro momento.

Para empezar, estoy escribiendo en la oficina, aprovechando que he terminado de corregir las unidades de actuación de uno de los núcleos del municipio en cuyo Plan General ando embarcado desde hace veinte meses. Me encanta el trabajo que estamos haciendo pero el Ayuntamiento nos ha sometido a una presión asfixiante que se concreta en unos plazos draconianos cuyo cumplimiento (si lo logramos) no tiene, al menos que yo conozca, precedentes. El 31 de enero hemos de tener montada en el ordenador (el Plan lo estamos configurando como un GIS) la ordenación pormenorizada completa de todo el municipio, a fin de dedicar todo el mes de febrero a innumerables reuniones de revisión y corrección con los concejales, asociaciones de vecinos y propietarios de suelo más relevantes. Para llegar a esa fecha con la tarea realizada necesitamos currar a un ritmo endiablado y las prisas, ya se sabe, no hacen muy buenas migas con la calidad. Meteremos la pata mucho más de lo debido, máxime cuando este municipio es especialmente grande y complejo.

Los que nos ocupamos de la dirección y coordinación de los trabajos hemos dedicado la semana pasada a programar muy detalladamente las distintas tareas y los plazos en que cada una debe estar acabada. Hemos hecho un calendario de barritas enlazadas por tareas y personas encargadas de cada una (hay unos treinta profesionales implicados) que, para que se cumpla, exige montar un zafarrancho de producción similar al de una fábrica automatizada; algo así como la genial escena de Charlot en Tiempos Modernos. Mi papel durante todo el próximo mes será estar resolviendo las infinitas dudas que plantearán todos los "productores" y tomando las decisiones pertinentes a toda velocidad y sin tiempo para reflexionar. Para colmo, como hemos tenido que reforzar el equipo con la oficina de Madrid, los viernes y sábados los pasaré allá y el resto de la semana en La Laguna.

Lo contado da una mínima idea del nivel de estrés en el que estoy y aclara por qué no tengo en absoluto la sensación de que hoy acabe nada.

De otra parte, si tuviera tiempo para hacer balance del año que se va, y aunque puede que exagere debido a mi estado de ánimo, seguramente lo calificaría negativamente. En lo laboral ha resultado demasiado duro y, consiguientemente, agotador. Eso me ha pasado factura y no sólo a mí. Lo malo es que no parece que el 2010, por lo menos hasta el verano o algún mes después, se presente más relajado. Pero confío en que hacia el otoño pueda reorganizar mi ritmo de vida, porque así no hay quien viva. Aunque me gusta mucho lo que hago, no con esta presión; y, además, me gustan también muchas otras cosas que estoy dejando de hacer. Por tanto, propósito de año nuevo (aunque no sea a plazo inmediato): recuperar el control de mi tiempo.

En lo afectivo este fin de año me llega en un momento muy triste. Paradójicamente, a este respecto hasta me viene bien tener tanto trabajo, que evita que mis penas de amor me revuelvan todavía más de lo que ya lo hacen. En todo caso, quizá sea bueno un paréntesis triste que nos ayude a entendernos. Si pudiera, me gustaría ordenar mis sentimientos y mis dolores, ser capaz de examinarme con el mayor desapego posible; lo malo, ya lo he dicho, es que no tengo tiempo. Aún así, no paran de revolotearme en la cabeza, muy desordenadamente, ideas, sentimientos, penas, recuerdos ...

Así estoy, a punto de que empiece el quincuagésimo segundo año de mi existencia, y con un ánimo comatoso. En un par de horas me iré a mi casa, cenaré cualquier cosa y me comeré las doce uvas, porque me han dicho que las cosas siempre pueden ir a peor. Y es verdad, porque, siendo mínimamente equilibrado, he de reconocer que soy bastante afortunado. Omitiendo los inevitables y nimios achaques propios de la edad y de una sensibilidad algo hipocondríaca, estoy bien de salud. Económicamente me va más que bien y, desde luego, a mí no me ha tocado la crisis (aunque con dinero no se compra tiempo). Tengo muchas personas a las que quiero y me quieren. Disfruto como un enano con cualquier cosa y la vida no para de darme motivos de asombro y diversión. Por eso no me hagan demasiado caso, que es que hoy estoy un poco de bajón.

Acabo, como no puede ser de otra forma, deseando a todos (salvo a los "bichos" de mala fe) el mejor año nuevo posible; que el 2010 nos traiga cuanta felicidad seamos capaces de aguantar y que seamos capaces de aguantar la máxima posible.


PS: Esta mujer es uno de mis últimos descubrimientos; se llama Pietra Montecorvino y es napolitana. El tema que aquí canta se llama Canzone per te y, obviamente, es para ti.

CATEGORÍA: Irrelevantes peripecias cotidianas

domingo, 27 de diciembre de 2009

Cuento triste de Navidad

Me hago vieja, ya no puedo tanto como hacía antes. Mis seis hijos, ¿para qué haberlo dado todo por ellos? Así me lo agradecen; no me quieren. O sí me quieren, supongo, pero no cómo yo quisiera, no se comportan como habrían de hacerlo unos hijos con su madre. Mi hijo mayor, tanto que esperábamos de él y nunca nos soportó; no podemos hablar, qué decirnos si siempre acabamos discutiendo. ¿Cómo un hijo le puede decir a su madre lo que debe hacer? Sólo tendría que decirme que me quiere, eso le dije, y va y me contesta que cuándo se lo he dicho yo. ¿Me echa en cara que nunca, cuando era niño, le di muestras de mi amor? Pero le di todos mis esfuerzos, mis cuidados, a él y a sus hermanos.

Mi hija mayor, pobre desgraciada, vino a vivir conmigo tras su divorcio, pocos meses después de la muerte de mi marido. Me ha hecho un favor, supongo que piensa, y sólo me ha dado preocupaciones, verla aquí sin un futuro, sin hijos que ya no tendrá, escapándosele el tiempo de trabajo tonto en trabajo tonto. Hace unos meses conoció a un hombre divorciado y quiere irse a vivir con él. El otro día, por su cumpleaños, se empeñó en presentármelo; agradable, sí, pero mediocre como ella. Luego me preguntó que qué me había parecido. A mí qué me importa, debería haberme contado lo que yo le he parecido a él.

Mi segunda hija, con la que más unida estoy. Se casó joven, supongo que para escapar de casa (y no fue la única) y por supuesto se equivocó. Divorcio y arrejuntamiento con un buen hombre, tonto pero bueno, que le dio tres hijas. Mis tres nietas tampoco me soportan. Me dice mi hija que nunca me he comportado como una abuela, que cuando las veo sólo sé mandarles cosas. Pero si ella no ha sabido educarlas, si nunca está con ellas; sólo trabajando y más desde que murió el padre de las niñas, que así se han criado. Porque la actual pareja, por muy buena persona que sea, nunca podrá ser el padre. Yo he querido ayudarla, arreglarle la casa; cuántas palizas me he metido cambiándole las habitaciones, eligiéndole los muebles, para que me lo agradezcan así …

Mi segundo hijo que, contra mis deseos, se casó con la hija de la que fue mi mejor amiga del colegio; un divorcio traumático, ella rebosante de rencor, usando los tres niños como arma contra él. Mi tercer hijo, casado con una chica sudamericana, algo aindiada la pobrecita, enfermiza. No me gustó nada al principio pero le he ido cogiendo cariño y más desde que ha tenido a mi nietecita, tan rubiecita y tan mona. Y mi hija pequeña, la que últimamente más me hace sufrir. Vive en Francia, casada con un tipo odioso y con tres hijos. Ha llegado a prohibirme que critique a su marido y sé que él no quiere venir a mi casa, que pretende alejarla de mí.

Esta navidad habrá veinticinco personas en casa. Vendrán todos a cenar y sé que no les apetece a casi ninguno. Tampoco a mí me apetece, será mucho trabajo y tensiones continuas. Me gustaría que pudiéramos sentirnos contentos, demostrarnos que nos queremos como debe quererse una familia. Pero los veo, a cada uno de ellos, y no me gusta lo que hacen, me molesta que no sean, que no se comporten como debieran. Y no pudo evitar manifestar ese disgusto. ¿Cómo no se dan cuenta? ¿Cómo no entienden que ahora que soy vieja han de agradecerme lo que he hecho por ellos, han de preocuparse por mí, darme gusto? ¿Por qué las cosas no son como tienen que ser?

Ya tiene que ser el día veinticuatro; he de levantarme para prepararlo todo, para hacer que pasemos el mal trago. Pero éste no parece mi cuarto, lo veo todo borroso, me siento sin fuerzas. Esas figuras que se mueven casi como fantasmas en torno a este lecho … Parecen mis hijos, parecen tristes, alguno llora. Me hacen sentir incómoda moviéndose alrededor en vez de estar haciendo algo útil. Si no empiezo pronto a organizar las cosas no habrá cena y, por más que no me apetezca, menos quiero que no se haga lo que debe hacerse. Que algo tan simple no sean capaz de entenderlo ...


CATEGORÍA: Ficciones

martes, 22 de diciembre de 2009

Menos mal que la Virgen no abortó

En apenas dos días celebramos el nacimiento de Cristo. Ya sé que no nació un 24 de diciembre sino que la Iglesia primitiva se apropió de la fiesta pagana del solsticio. Tampoco fue hace 2009 años, sino que probablemente (no hay acuerdo absoluto) Jesús nació dos años antes de Cristo. Pero, evidentemente, todas estas precisiones son irrelevantes pues, como ya he dicho, de lo que se trata es de celebrar la encarnación del Hijo de Dios, acontecimiento trascendental desde la fe cristiana y que, sin duda, reviste una importancia fundamental en la historia de la cultura occidental.

Precisamente en este marco, lo que sí resulta muy significativo es el anuncio que recientemente (el pasado 14 de diciembre) nos ha transmitido uno de los grandes pensadores del panorama intelectual. Se trata, ni más ni menos, que de Chuck Norris, quien a través de sus libros y artículos consigue iluminar nuestras mentes y conciencias en estos tiempos confusos. Norris dedica su artículo del pasado 14 de diciembre en el WorldNetDaily (medio en el que escribe con regularidad semanal) a arramblar contra las pretensiones del Partido Demócrata de incluir la financiación pública del aborto (no sé en qué supuestos) dentro de la reforma sanitaria que está impulsando la administración Obama.

Desconozco los extremos de este debate así como su alcance, pero debe ser de proporciones mayúsculas cuando nuestro admirado filósofo nos asegura que la Virgen María habría abortado si hubiese contado con un sistema sanitario como el que propugna Obama. Norris nos hace notar que una adolescente pobre, sin seguro privado y preñada al margen del matrimonio, ¿cómo no iba a recurrir a las ayudas públicas para evitar el ridículo, el ostracismo, la persecución y hasta un posible lapidamiento? Gracias a Dios que el imperio romano no facilitaba el aborto a las hebreas pobres de esa época.

¿Podemos siquiera imaginar qué sería de nosotros si María, presumiblemente deseosa de librarse de ese embarazo, hubiera abortado? Como certeramente recalca Norris, ¿qué civilización tendríamos carente de los valores cristianos que nos sostienen? ¿Cuántas almas grandes habrían simplemente no existido privándonos de sus benéficas influencias? Y yendo más al fondo del asunto, ¿cómo sería una humanidad no redimida y privada por tanto de la esperanza de la salvación? Pues tan catastrófico e inconcebible panorama es el que tendríamos si la manera de pensar de los actuales legisladores norteamericanos hubiera prevalecido en los tiempos de Cristo.

Que afortunadamente no haya sido así no debe engañarnos sobre la gravedad de las diabólicas intenciones de Obama y sus secuaces. Si éstas se confirman estarán, estaremos todos, matando a Cristo, convirtiéndonos en deicidas; estaremos negando (no importa que sea a posteriori) nuestra civilización, nuestras más nobles herencias, la misma redención divina. En estas fechas, ¿cómo podríamos celebrar las fiestas? ¿Cómo puede atreverse Obama, Herodes redivivo, a felicitar la Navidad a los norteamericanos? Ciertamente hacía falta que uno de los más preclaros intelectuales de nuestros días dijera nuevamente otras de sus verdades como puños.


Hasta aquí mi comentario a un artículo que ha tenido amplia resonancia en todo el mundo y que me vale como excusa para felicitar las navidades (o el solsticio de invierno o las vacaciones o lo que sea) a todos los que por aquí pasan. La banda sonora es el Adeste Fideles en versión inglesa interpretada por Bob Dylan: sencillamente abominable (y lo de menos es su pronunciación del latín). He de confesar que, debido a mi mitomanía, me he comprado (no lo he pirateado) el CD navideño que el genio de Minnesota ha sacado recientemente, dando una vez más muestra de que le importa un bledo lo que opine el mundo. El disco es malo, malísimo, pero ya me lo temía de antemano y aún así me lo compré. Y amenazo que, si escribo algún otro post durante estas fiestas, subiré el tamborilero (porrompompón). Lo dicho, felices fiestas.

CATEGORÍA: Personas y personajes

domingo, 20 de diciembre de 2009

Soneto cursi y comentario crítico

Náyade por mis sueños evocada,
el agua de tus ojos me envenena
inundando con la más triste pena
esta pobre alma mía desahuciada.

ansío tus esencias en mi almohada,
recreo tu figura en cada escena,
me ahogo por no ahogarme en tu melena,
te lloro una plegaria anonadada.

No basta contra la melancolía
oponer el cansancio cotidiano
si no cesa el recuerdo en su porfía.

Quisiera desvelar el gran arcano
de un amor que por siempre dé alegría,
aunque sepa que todo esfuerzo es vano.

El autor invoca (y evoca) a su amada bajo el apelativo de náyade, descarada perífrasis mitológica con la que pretende, con vana pedantería, ceñir su lenguaje al culteranismo. El agua del segundo verso enlaza burdamente la naturaleza hídrica de la ninfa con el llanto que su abandono le ha provocado. Esas lágrimas inundan, en infeliz y fácil hipérbole, el alma del poeta (mucho decir), que quiere cerrar así, en iterativo círculo, lo espiritual y lo físico. No es difícil avistar que con esos flujos entre la náyade y el amante se intenta sugerir una fusión de almas y cuerpos, mas la pobreza expresiva de tan endebles recursos ofrece un resultado confuso.

El segundo cuarteto insiste en la queja pusilánime dedicando cada verso a un motivo doloroso de los muchos otros que (hay que suponer) le provoca la pérdida de su amada. Nótese que el autor sigue fiel a la dicotomía corporal / inmaterial, alternando los versos entre estos dos ámbitos. Aunque la idea no sea en nada original, habría sido de agradecer que eludiese refugios tan transitados. Hasta patéticas parecen las elecciones léxicas que desvelan una indudable pacatería acomplejada. Ya puestos, casi hubiese sido preferible que en vez de las referencias mojigatas a los encuentros sexuales encontráramos imágenes crudas; si el primer verso, por ejemplo, rezara "añoro que en tu vaina esté mi espada", la comicidad soez no empeoraría el soneto. Y no digamos nada de la lastimosa imitación teresiana del "me ahogo por no ahogarme" del tercer verso. Los dos versos pares que se mueven en el etéreo universo espiritual no elevan el nivel de los otros. Es más, en éstos, si cabe, la conexión alterna que también funciona con los ya comentados (léanse separadas ambas parejas: 1-3 y 2-4), deja al doliente autor en un ridículo lamentable: "recreo tu figura en cada escena (y) te lloro una plegaria anonadada". ¿Ve a su náyade porque está alucinado, lo que explicaría esa anonadada tan cacofónico? ¿O se anonada de la impresión de verla? En cualquier caso, no es muy lucida la presentación de su amor.

En los tercetos se ha optado por la rima más clásica (CDC DCD), otra muestra más de lo artificioso, en este caso, del sometimiento formal. En el primero, el autor declara que trata de mitigar su pena de amor volcándose en una intensa actividad laboral, pero sin éxito. Si bien sus resonancias anacrónicas descubren una intención espuria (proclamar su pretendida filiación barroca), hemos de reconocer que el término porfía resulta acertadamente preciso para describir la obstinada insistencia con la que la añoranza por la amada revuelve los pensamientos del amante.

Acaba este malhadado ejercicio con la confesión de su impotencia erótica (que no es la única): quisiera ... pero todo esfuerzo es vano. Cabe sin embargo preguntarse si el poeta admite la imposibilidad absoluta de un amor como el que desea (que por siempre dé alegría) o, por el contrario, sigue tercamente aferrado a su esperanza utópica. Pese a tal ambigüedad, parece lícito aventurar que en dicha dicotomía podría radicar el conflicto doloroso al que se dedica este lastimero y lastimoso soneto.

No merece la pena gastar más palabras en este patético divertimento; no basta sufrir de amor para hacer poesía. Sólo se nos ocurre ofrecer al desventurado autor la lectura de buenos poemas que puedan contribuir, poco probable, a mejorar su estilo. Valga, por ejemplo, este soneto del gran Antonio Machado.

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Desierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!


CATEGORÍA: Canciones y otras líricas

lunes, 14 de diciembre de 2009

Educación Sexual 1973

No había asignatura de educación sexual en los primeros setenta. El chaval de un post anterior tenía catorce años y pocos meses (algo más joven de como aparece en la foto) y cursaba quinto de bachillerato en un colegio del Opus. La educación sexual formaba parte, si acaso, de la asignatura de religión, con sus lecturas obligatorias de los folletos de Mundo Cristiano. El sexo, por supuesto, sólo era lícito en el matrimonio y siempre con el placer como subproducto, nunca finalidad. Para esos muchachos sólo cabía la ignorancia y la castidad, las únicas salidas que ofrecían a las revueltas hormonas púberes. Naturalmente, por amor a Dios, en mínima correspondencia a inmenso que Él les prodigaba.

Los curas de "la Obra" estaban muy bien formados y su dominio de las artes oratorias era sumamente eficaz en el adoctrinamiento de esos niños. Recuerdo a aquel chaval sumamente angustiado con el pecado mortal y con la consecuente condenación eterna. Un niño que no podía evitar pajearse diariamente por más que le abrumaran los remordimientos y el miedo. Y es que, según les inculcaban, no había pecado más atroz que cometer actos impuros, convirtiéndolos en unos miserables que mancillaban el templo del espíritu. No sólo no aprendió nada de sexo (la curiosidad era una tentación del diablo que habíamos de reprimir) sino que le jodieron la adolescencia.

Supongo que no todos los de esa generación sufrieron igual tan particular educación sexual; imagino que a muchos les resbalarían las admoniciones o no les habrán caído en suerte profesores tan eficaces. En todo caso, esa pedagogía era la general en la España de esos años. Para que se vea cómo han cambiado los tiempos; que cada cual haga sus propios juicios de valor.

Lo que sigue son extractos de un trabajo de quinto de bachillerato. Se trata del comentario de ese chaval al folleto nº 98 de Mundo Cristiano que versaba sobre el Sexto Mandamiento. Supongo que le pondrían buena nota, porque al final de curso consiguió matrícula de honor en religión.

El hombre, como animal, ha de reproducirse y ello ha de hacerlo mediante sus órganos específicos. Pero Dios nos ha mandado que utilicemos esa facultad generativa dentro del matrimonio. Es ahí donde realmente se ha de emplear y con los fines para los cuales existe. No ha de buscarse el placer, pero tampoco rechazarlo, ya que el placer es algo puesto por Dios. Pero si lo que hacemos es buscar el placer y no lo que realmente se debe buscar estaremos rompiendo el plan de Dios, y por lo tanto pecando.

El placer no es malo en sí; sin embargo es sólo accidental. No podemos limitarnos al placer y muchas veces el placer hace que pequemos porque no es lícito en ciertas circunstancias. La castidad trata de moderar el placer genital en esos momentos en que no es lícito. Además, ese placer nos va esclavizando poco a poco y por eso la misión de la castidad es templar los instintos humanos. No podemos permitir que nuestra parte material venza a la espiritual.

Hay tres grifos principales que se encargan de llenar nuestros órganos genitales para estar listos. El primer conducto es la imaginación, que nunca está quieta y que puede escaparse de nuestra soberanía y dedicarse a vagabundear por ahí haciendo que estos órganos se llenen. Por eso cuando nos dedicamos a dejar correr a esa loca e incluso nos deleitamos con sus bobadas estaremos siendo culpables de las consecuencias corporales. El segundo grifo es el biológico, totalmente independiente de nuestra voluntad. Por tanto, si el agua rebosa por su causa no debemos preocuparnos en absoluto; desde luego, no es pecado. El tercer conducto, finalmente, comprende todo aquel conjunto de acciones externas que hacen que el agua rebose. Por supuesto estas acciones son totalmente voluntarias y tienen toda la gravedad del pecado mortal.

Todos los pecados contra el sexto mandamiento son siempre graves. Cuando se realizan con total consentimiento no admiten parvedad de materia. Jesús dice que los limpios de corazón verán a Dios y San Pablo aclara que los impuros no entrarán en el reino de los cielos. ... La impureza supone despreciar nuestro cuerpo y hacer que pierda su fin divino. Nuestro cuerpo ha de ser para Dios; somos templo del Espíritu Santo y por eso hemos de vivir la castidad.

La curiosidad hace que una persona se tambalee hacia la impureza; aquél que da rienda suelta a su curiosidad, sin mortificarla, es muy fácil que caiga en pecados contra el sexto mandamiento. Por eso hay que mortificar la curiosidad porque hace que permitamos demasiado a nuestros sentidos.


CATEGORÍA: Sexo, erotismo y etcéteras

sábado, 12 de diciembre de 2009

Traian Radülescu

La última homilía de Fray Anónimo, además de los comentaristas más habituales, ha convocado a este blog a un tal Traian Radülescu, quien en su rumano natal (supongo) dice: Un alt gunoi împotriva Sanctităţii Sale, Papa. Es la primera vez que recibo aportaciones de la antigua Dacia, lo que me hinche de orgullo pues avala el progreso, lento pero inexorable, en la difusión de este blog, que se convertirá algún día en referencia indiscutible en el panorama internacional.

Como el rumano no se cuenta entre mis muchas habilidades linguales, hube de recurrir al traductor de Google, pentecostés permanente, y así me entero de lo que el señor Radülescu nos ha dicho: Otra basura contra Su Santidad, el Papa. No se trata, ciertamente, de un comentario amable aunque haya que agradecerle que no emplee insultos ni amenazas; no cabe pues calificarlo de troll. De otra parte, su tajante laconismo sólo me permite concluir que considera que el texto de Fray Anónimo agrede abyectamente la figura del Papa y que para él eso es despreciable.

Me sorprendió esta reacción, tanto que no pude evitar preguntarme si el bueno de Traian (nombre muy común en Rumanía que evoca al emperador hispano que romanizó el territorio) ha llegado realmente a leer y entender la homilía de Fray Anónimo. En caso afirmativo, resulta extraño que no haya escrito su comentario en español, lengua que obviamente dominaría. Puede en cambio que no haya sido capaz de comprender bien el texto y desde esas carencias haya intuido que atacaba al Papa, lo que le impulsó, con la audacia del ignorante que suele caracterizar a los fanáticos de toda laya, a calificarlo de basura. Si fuera así, declaro al señor Radülescu persona non grata y le ruego que confirme esta segunda hipótesis para proceder a suprimir eventuales comentarios que en el futuro aporte a este blog. Claro que, de ser cierta esta suposición, es más que probable que que mis palabras caigan en saco roto.

No me queda más remedio, por tanto, que imaginar que Traian entiende suficientemente nuestro idioma y que considera cabalmente que el sermón sobre los condones denigra el mensaje papal. Sin embargo, las palabras de Fray Anónimo se ajustan casi literalmente al magisterio de la Iglesia y muy especialmente a la encíclica Humanae Vitae, que sigue siendo el documento de referencia al respecto y que mi buen cura plagia sin ningún rubor en varias ocasiones a lo largo de su texto. Me atrevo a asegurar que ninguna autoridad católica tildaría de heterodoxa (y mucho menos de heréticas) una sola de sus frases. Lo único que ha hecho Fray Anónimo es expresar sin ambages la "postura oficial" de la Iglesia, algo que lo propios jerarcas suelen evitar, prefiriendo versiones edulcoradas ya que son conscientes de que resulta demasiado cruda en nuestros días.

Quizá nuestro visitante rumano haya pensado que exponer la doctrina con tanta crudeza sea una forma de sarcasmo burlón hacia el Papa que para él resulta ofensivo. Pese a lo inverosímil de atribuir tales intenciones a un personaje como Fray Anónimo, esta interpretación significaría que la difusión, sin alteraciones, del mensaje eclesiástico por alguien que presumiblemente no lo comparte equivale a denigrarlo. O sea, que si el Papa dice algo se trata de santas palabras, mientras que si lo repite un ateo con pecaminosas intenciones estamos ante basura. En mi opinión, eso dice muy poco de la calidad intelectual de quienes llegan a tales conclusiones. Y, por cierto, son bastante numerosos.

En fin, no deja de ser curioso que la doctrina eclesiástica parezca, en la práctica, tan refractaria a discusiones con un mínimo nivel intelectual. O se está de acuerdo o en contra, y entre ambos bandos apenas hay posiciones intermedias ni cauces de diálogo. Es deprimente darse un paseo por tantas webs "cristianas" y comprobar una especie embotamiento del raciocinio generalizado, condimentado de pánfilas autocomplacencias que se prodigan entre sí los que siguen el camino de Jesús y que se trocan en descalificaciones agresivas a los ocasionales visitantes ajenos al club (siempre percibidos como enemigos). Pero tampoco es mucho mejor el panorama entre los del otro bando, cuyas reacciones ante los mensajes papales y similares no suelen pasar de descalificaciones de escasísima solidez argumentativa y plagadas de tópicos políticamente correctos.

Salutări cordiale, domnul Traian Radülescu.

CATEGORÍA: Blogs e Internet

jueves, 10 de diciembre de 2009

Los preservativos y el sida (perversiones 3)

Como sabéis, queridos hijos, a raíz de las valientes y honestas palabras que el Santo Padre pronunció en Camerún el pasado marzo sobre el sida y los preservativos, los hipócritas voceros del hedonismo políticamente correcto han puesto el grito en el cielo (¿o debería decir en el infierno?) y se han apresurado a escupir las más blasfemas y venenosas descalificaciones, con lo que sólo ponen de manifiesto, ante las inteligencias avisadas, la podredumbre de sus almas y la miseria de sus mentes. Que los profilácticos no son un medio eficaz para protegerse de esa terrible enfermedad, a estas alturas, ya está más que probado científicamente, y negarlo equivale a apartar culposamente la mirada de tantos datos que nos ha dejado la experiencia de las dos última décadas a lo ancho de todo el mundo. No otra cosa que ocultarnos la verdad hacen todas esas campañas execrables fomentadas por nuestras satánicas autoridades civiles y por eso es nuestra obligación cristiana rasgar las tinieblas de tales silencios falsarios con la luz resplandeciente de los hechos auténticos. Debéis estar en condiciones de refutar, pacífica pero firmemente, las mentiras que machaconamente se propagan, con la pretensión de que, como aseguró el nazi Goebbels, el pueblo creerá cualquier cosa que hasta la saciedad se le repita. Pero, a pesar de los muchos medios de que dispone el maligno, nosotros tenemos la Verdad y ésta es una luz que nunca ha de extinguirse. Así que, hijos míos, os insto a que perseveréis en el apostolado de la verdad, en la transmisión constante y atenta a vuestros conocidos, uno a uno, sin desmayos, de las pruebas irrefutables de las que el Santo Padre se hizo eco, que disuelven en su nada esencial el falaz argumentario de la publicidad gubernativa. Estudiad, profundizad, cultivad vuestro pensamiento crítico, la más excelsa potencia con la que el Creador nos ha dotado para descubrir la Verdad y el Bien. Ya sabéis que están a vuestra disposición diversos documentos que pueden ayudaros en esta santa tarea.

No hace falta que gaste las palabras de esta homilía abundando en lo que ya os es harto conocido. Sobra hablaros de los fallos mecánicos de los condones, de sus poros, microscópicos pero más que holgados para los diminutos virus letales, o de las conductas ineficaces de la mayoría de los usuarios. Ni siquiera pretendo ahora recordaros los graves daños que derivan de su inconsciente fomento, al crear falsas seguridades en la población con los inevitables efectos contraproducentes en la prevención de los contagios. Si bien todas estas consideraciones son importantes para demostrar la falsedad de las campañas de promoción de los preservativos, limitarnos a ellas significaría olvidar el verdadero núcleo de su maldad intrínseca que no radica en motivaciones sanitarias (¿de qué le sirve al hombre salvar su cuerpo si condena su alma?) sino en el plano más elevado de la moralidad. El preservativo atenta contra los dos fines sagrados del sexo que son la procreación y el amor conyugal. Toda relación sexual condón mediante (perdonadme la ironía), incluso en el matrimonio, es un acto inmoral, es volverse contra la ética natural establecida por Dios. Así ha sido y así será siempre y por eso la doctrina de la Iglesia no debe ni puede cambiar a este respecto. Aunque no existiera el sida ni otras enfermedades de transmisión sexual, el condón sería inmoral y, por tanto, aunque fuera (que no lo es) eficaz contra esos males, habría que seguir declarando con valentía su maldad y oponernos a su promoción. Que os quede meridianamente claro: no estamos ante un problema de salud pública, como engañosamente nos pretenden embaucar los heraldos luciferinos. Esta batalla, la de los condones y el sida, se lucha en el escenario eterno de la guerra entre el Bien y el Mal. No desdeñemos ningún frente pero no perdamos nunca de vista dónde está el objetivo central del Maligno; no en la prevención de los contagios, sino en la destrucción de la moral sexual para precipitarnos hacia el abismo de la perversión.

Porque, dejémonos de subterfugios complacientes, hermanos: existe el Mal y existe el Bien, y son irreconciliables. No tonteemos con los facilones emplastos del relativismo moral, esa cortina de humo con la que Satán ciega al mundo. El actuar de los seres humanos tiene un sentido moral y, de hecho, es lo que diferencia el nuestro del comportamiento animal. Llevamos impresa en nuestra alma la conciencia del bien y del mal, por más que la perversa ideología de estos tiempos se esfuerce en apagarla. Y el acto sexual es, sin duda, uno de los más plenos de contenido ético, máxime cuando sólo así pasa de ser un repugnante apareamiento de bestias a una excelsa manifestación de nuestra humanidad, un camino hacia nuestra espiritualización, hacia nuestra salvación. ¿Cuándo es bueno el acto sexual? Pablo VI lo dejó claro hace ya más de cuarenta años en su encíclica Humanae Vitae: cuando alcanza plenamente sus dos significados indisolubles, el unitivo y el procreador. El sexo, ya lo decíamos el otro día, es una de las más supremas expresiones del amor entre los esposos y de ahí su función unitiva, ya que contribuye a soldar a los cónyuges. Una relación sexual buscada desde el placer, amén de insatisfactoria, es perversa justamente porque degrada nuestra humanidad. Pero, a la vez, esa expresión del amor conlleva la apertura a la transmisión de la vida. No cabe admitir lo uno sin lo otro, de modo que cualquier medio que, contradiciendo la naturaleza y con ella el designio de nuestro Creador, busque intencionadamente impedir la concepción es éticamente reprobable. Esta ha sido siempre la doctrina de la Iglesia y así seguirá siendo, por muchas presiones a las que se nos someta. Y nada tienen que ver las circunstancias cambiantes de la vida social, porque el Mal ha sido y será siempre el Mal, por más que las autoridades civiles pretendan cambiar la verdad mediante leyes.

No es lo mismo ponerse un condón que abortar, cierto. Pero se trata de cuestiones que se refieren a planos morales distintos. El vil crimen del aborto, aunque provenga de un acto sexual que en todos los casos habrá sido éticamente malo, se sitúa en el mismo saco que los restantes asesinatos. Llamarlo método de planificación familiar sólo es un cruel sarcasmo. Pero como tal es el lenguaje al que nos fuerzan, pareciera que la prioritaria defensa de los más inocentes nos lleva a olvidar otras obligaciones morales. Quizá por ello, algunos cristianos, bienintencionados pero no menos errados, reclaman "suavizar" el Magisterio de la Iglesia sobre las relaciones sexuales y el uso de métodos anticonceptivos artificiales, invocando el conocido argumento del mal menor. Porque, como ya lo dijo el Santo Padre que Dios tenga en su gloria en la encíclica que os he citado, puede ser lícito tolerar un mal menor para evitar otro mayor o para promover el bien, pero nunca hacer positivamente el mal. Idéntica respuesta hay que ofrecer a estos cristianos que ahora defienden el preservativo como el "mal menor" frente a otros mucho mayores, sean el aborto o el sida. ¿Es acaso preciso pervertir la sagrada esencia del amor para evitar la tentación de un crimen o un eventual contagio? Sobradamente sabemos que no.

De ahí la incuestionable coherencia de la prédica del Papa enalteciendo la castidad, esa virtud convertida en energía espiritual que promueve el amor hacia su realización plena. Dios es amor, nos dice Juan, y por tanto todos estamos llamados al verdadero amor. Bajo esta luz sólo los ciegos pueden oponer sexo y castidad cuando, ciertamente, son dos aspectos del camino de salvación. Castidad, en los casados, significa fidelidad mutua y relaciones conyugales como manifestación suma de su amor unitivo y procreador. En los no casados la castidad implica abstenerse de relaciones sexuales para llegar íntegros al matrimonio. Tales son los presupuestos del camino hacia el amor, tanto hoy como ayer o mañana, existiera o no el sida. Por supuesto, como bien declara el Sumo Pontífice, no caben contagios ni otros males análogos en el ejercicio cristiano de la sexualidad. ¿Cómo habría de traernos la enfermedad o el crimen adecuarse al orden que Dios ha establecido para nuestra especie, perseverar en el camino de nuestra salvación? No hemos pues de ser castos para evitar contagios, sino porque sólo a través de la castidad las relaciones sexuales adquieren su pleno valor. Defender el uso de los preservativos, al margen de su probada ineficacia, equivale a degradar el sexo, a precipitarnos por la senda de la perversión, hacia la que desde siempre Satán se empeña en dirigirnos. No nos dejemos engañar por quienes aprovechan el terrible flagelo del sida para confundir la verdades fundamentales, por esos heraldos de la oscuridad que graznan hipócritas condenas frente las palabras del Papa.


CATEGORÍA: Sexo, erotismo y etcéteras

domingo, 6 de diciembre de 2009

Casitas, urbanismo, canciones y Víctor Jara

En los últimos fines de semana estoy viendo la serie norteamericana Weeds (pirateada, sí) que desarrolla una graciosa e irónica trama ambientada en una típica urbanización californiana (los suburbios, sin el matiz peyorativo que este término tiene en español). La protagonista es una joven viuda con dos hijos y un alocado cuñado que, bajo la apariencia de la normalidad burguesa, se dedica a vender marihuana para poder salir adelante. Desde la primera vez que la vi quedé muy gratamente sorprendido con la presentación. Comienza con una vista aérea animada en la que la trama viaria de la urbanización se va conformando en un anillo del que se ramifican calles en fondo de saco para, inmediatamente, llenarse las manzanas resultantes de hileras de casitas uniformemente distribuidas. Esas casas se ven a continuación en imagen real perfectamente alineadas y adosadas. Luego pasan cuatro todo terrenos blancos uno tras otro por delante de una pretenciosa fuente sobre la que se erige una pérgola. Enseguida, tres tipos vestidos con gorrita, camiseta blanca, pantalón corto y zapatillas de deporte, corren por la senda sinuosa de un parque flanqueado en su borde por las siluetas de las viviendas. Ahora dos breves planos de la urbanización y la fachada de un restaurante de alguna franquicia americana del que salen cinco ejecutivos en camisa blanca para que enseguida vayan entrando otros tantos. Sigue una vista de helicóptero de una calle curva con varias casas macizotas y llenas de cubiertitas inclinadas situadas en sus jardines privados no vallados (característico de los suburbios yanquis); de sus entradas de garaje van saliendo casi simultáneamente siete cochazos oscuros que, alcanzada la calle, circulan en una ordenada fila. Después aparecen varias chicas también corriendo, todas con gorrita blanca, camiseta verde de asillas, short negro y deportivas. En otras versiones de la presentación se intercalan otras escenas, como la del archiconocido autobús escolar del que van descendiendo uno a uno los niños, todos con la misma indumentaria o un plano frontal de cuatro niñas rubiecitas columpiándose con una sincronización casi perfecta en un área de juegos infantil. En total, apenas cincuenta segundos que sintetizan en breves cuadros los rasgos definitorios de la vida en los suburbios residenciales de la Norteamérica blanca y burguesa, cargando la tinta en su carácter uniformemente estereotipado; todos los elementos que constituyen cada vista son idénticos.


El tema que suena durante la intro de la serie, con aire de canción infantil, se llama Little Boxes (cajitas) y fue compuesta en 1962 por Malvina Reynolds (1900-1978), una cantautora del folk activista de la posguerra que tan popular llegó a ser durante los sesenta. Según cuenta su hija, la canción nació un día que Malvina viajaba con su marido desde San Francisco hacia La Honda, un pequeño pueblo de las montañas de Santa Cruz, donde había de cantar para una asociación pacifista. Me imagino a la pareja conduciendo hacia el sur por la autopista interestatal 280 (la Junípero Serra, aunque por entonces no la habían bautizado) y, nada más entrar en el vecino condado de San Mateo, encontrándose a la izquierda con una inmensa urbanización de casitas adosadas. Se trataba de Westlake, uno de los ejemplos más famosos y grandes del "urbanismo" residencial americano que se iría imponiendo al resto del mundo. Fue obra de Henry Doelger, un caso típico del self-made-man americano que, desde unos orígenes pobres, llega a convertirse en uno de los mayores promotores inmobiliarios. En el 45, compró a la compañía de aguas Spring Valley grandes extensiones de terrenos arenosos que todos consideraban demasiado apartados de la ciudad; sin embargo, contra la opinión unánime de todos sus colegas, Doelger estaba decidido a construir el nuevo entorno residencial de la clase media americana.

Estaba a punto de empezar el boom inmobiliario de la posguerra y Doelger, intuyéndolo o no, acertó al ofrecer a las crecientes oleadas de jóvenes parejas un nuevo modelo de hábitat. Concibió, en sus propias palabras, "una ciudad dentro de la ciudad", con casas, colegios, centros comerciales, oficinas, iglesias, equipamientos y parques; separada pero suficientemente cercana de la metrópoli; y, sobre todo, a costes asequibles para el ciudadano medio, a quien la publicidad se encargaría de bombardear con la imagen icónica de la vivienda unifamiliar en un entorno idílico para vivir y educar a los niños, entre gentes como ellos. Planificó el proceso de urbanización y construcción de las casas con criterios de eficiencia, economía y uniformidad. Se diseñaron unos pocos tipos de plantas de viviendas que se combinaban con fachadas en varios estilos y se implementaron métodos de prefabricación que abarataran costes. Probablemente, fue el primer caso de una eficiente planificación estrechamente vinculada a la construcción y comercialización, al menos sobre un área de tan grandes dimensiones. El desarrollo urbanístico-inmobiliario duró diecisiete años (desde el 47 al 64) y dio como resultado 7.500 casas y 3.000 apartamentos.

Cuando Malvina Reynolds se asombró ante la urbanización, ésta ya tenía que estar prácticamente acabada. La canción que le inspiró ridiculiza la uniformidad de las casitas y su mala calidad constructiva. A este respecto incluso inventó una palabra (ticky-tacky) para referirse a los materiales de baja calidad con que se construían las viviendas estandarizadas. Sin embargo, lo cierto es que el resultado arquitectónico e incluso urbanístico no es nada desdeñable, como suele ocurrir con las primeras muestras de casi todo; luego, lamentablemente, los modelos se copian masivamente y se van vulgarizando y degradando. De hecho, Westlake ha sido considerado en varias publicaciones el mejor suburbio estadounidense y cuenta con ejemplos de muy dignas viviendas. Véase, por ejemplo, este adosado de 1953 en una parcela de poco más de 300 m2, con 130 m2 construidos; no está nada mal si lo comparamos con sus anodinos y cutres "herederos". Pues se está vendiendo en 460.000 €; o sea que la urbanización de casitas asequibles se ha convertido en un barrio de gente más pudiente que sus originales pobladores.

La preparación de este post me ha llevado a descubrir unos cuantos datos que ignoraba sobre los orígenes de modelos urbanísticos residenciales que ahora estamos hartos de ver en las periferias de nuestras ciudades. Es un asunto que profesionalmente me interesa y me ocupa y que, hace ya muchos años cuando ni de lejos era el fenómeno que hoy es, dio como resultado una canción que, por lo que me entero, ha servido para bautizar no sólo a las viviendas-cajita sino también a todo un modo de vida suburbano que se ha convertido en el hábitat arquetípico de los valores burgueses dominantes de la segunda mitad del siglo pasado (y ahí seguimos). Pero fue la canción lo que me motivó a escribir el post y, en concreto, el que, tras oírla durante varias capítulos con la certeza de que ya la conocía en otra versión y el molesto machaqueo mental de no poder poner nombre a mi recuerdo. Ayer, finalmente, me vino a la cabeza; se trataba del tema de Víctor Jara titulado las casitas del barrio alto, que me retrotraía a mis vivencias de finales de los setenta. Sólo entonces, contento de haber desvelado el misterio personal, busqué en internet y me enteré de quién era la compositora así como de la multitud de versiones que este tema ha tenido (en la segunda temporada de Weeds cada capítulo va introducido por una versión distinta de la canción). Antes que Jara, en 1970, el cantautor español Adolfo Celdrán hizo la primera adaptación al castellano, con una traducción bastante fiel al original (la imagen adjunta es un comic que ilustra la letra española), aunque no me gusta demasiado cómo la canta. El chileno se toma más libertades para que los textos se ajusten mejor a la realidad urbana y social de Santiago, cuya burguesía estaba subyugada (¿sigue estándolo?) por el american way of life. El tema aparece en su sexto disco, El derecho de vivir en paz (1971), que apenas dos años después los militares se encargarían de negarle.

Como la vida está llena de casualidades, justamente cuando ya tenía casi acabado este post descubro en El País de hoy un reportaje a doble página sobre "la muerte lenta de Víctor Jara". No me cuenta casi nada nuevo sobre esas fechas terribles, pero sí me entero de que se está juzgando su asesinato y de que, aprovechando la exhumación del cadáver para las investigaciones forenses del juicio, ayer se celebró en Santiago un funeral publico, en el que más de treinta y seis años después de su muerte y entierro casi clandestino, el cantante pudo recibir el homenaje emotivo de sus paisanos. Aunque ya pensaba poner su versión de Little Boxes, aprovecho la noticia para redoblar mi propio homenaje.


Notas: La foto de Malvina Reynolds está tomada del blog de su hija y el comic proviene de la página oficial de Adolfo Celdrán.

CATEGORÍA: Canciones y otras líricas

sábado, 5 de diciembre de 2009

Rectifico, que es de sabios

En el post anterior elucubré sobre las actividades inspectoras y censoras de una futura Comisión de Propiedad Intelectual que, al amparo de un nuevo marco legal, se dedicaría a supervisar las navegaciones internáuticas de los particulares para castigarnos cortándonos el acceso a la red si pirateábamos en exceso. Pues bien, resulta que, adormecida mi capacidad crítica por el escaso rigor informativo de los periódicos, incurrí en el para mí odioso error de llegar a conclusiones precipitadas sin corroborar mínimamente las fuentes. Así que, antes de que me saquen los colores, me veo obligado a rectificar (que es de sabios).

La nueva Ley de Economía Sostenible (que, también erróneamente, dije que ya estaba aprobada) modificaría el artículo 8 de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI) añadiendo la salvaguarda de los derechos de propiedad intelectual como uno de los principios cuya vulneración por un servicio de la sociedad de la información legitima que los órganos competentes adopten las medidas necesarias para interrumpir su prestación. Es decir, la LSSI (incluso con la modificación que pretende el Gobierno) ampara las acciones punitivas contra los prestadores de servicios, no contra los usuarios, consumidores o receptores de los mismos.

Para que quede suficientemente claro, la LSSI cuenta con un Anexo (que no había leído) en el cual define que los servicios de la sociedad de la información son todos aquéllos prestados a título oneroso a distancia por vía electrónica y a petición individual del destinatario, incluyendo también los que, aunque el usuario no pague, constituyan una actividad económica para el prestador. Ciertamente, las webs de enlaces (y, por supuesto, las que alojan contenidos descargables) caben en esta definición de servicios de la sociedad de la información (tienen publicidad que les da dinero). En cambio, entiendo yo, no sería aplicable a los programas P2P (emule, por ejemplo) que simplemente permiten el intercambio de ficheros entre ordenadores particulares, sin que haya actividad comercial. Y, desde luego, como ha difundido la SGAE, por una vez sin mentir, los usuarios que descargamos no estamos prestando servicios sin que por lo tanto pueda, al amparo de esta futura modificación legal, cortársenos internet por hacerlo.

Hecha la rectificación, me congratulo de que la iniciativa gubernamental no avance tanto como había temido en la construcción de un marco normativo tipo Gran Hermano. Pero el que no progrese demasiado en esa dirección no niega que lo esté haciendo, que esa sea la senda por la que están caminando. Se trata simplemente de una cuestión de grado: en vez de una zancada han dado un paso. Así que, el error cometido en mi anterior post no cambia en nada mis conclusiones respecto a que la excusa de la protección de los derechos de autor (más bien de los beneficios que producen) no justifica erosionar otros derechos que me parecen mucho más valiosos. Y tampoco muda mi convicción de que, además de injustas, este tipo de medidas legales son inútiles. Cuanto menos tarden sus defensores en darse cuenta antes afrontarán creativamente la realidad de que hay que olvidarse del viejo sistema y montar otro nuevo.

CATEGORÍA: Política y Sociedad

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Por fin legislamos contra la odiosa piratería en internet

Si mediante internet atentas o puedes atentar contra la salvaguarda de los derechos de propiedad intelectual, los órganos competentes podrán adoptar las medidas necesaria para que se interrumpa la prestación (o sea, cortarte el acceso a internet) o para retirar (de la red, se supone) los datos que vulneran el derecho de propiedad. Eso sí, estos órganos supervisores deberán respetar todas las garantías, normas y procedimientos para proteger los derechos individuales, entre ellos a la intimidad. No queda claro si es siempre necesario que el órgano supervisor, para adoptar tal medida, haya de contar con autorización judicial (aunque los periódicos dicen que sí).

La modificación introducida en la Ley de Propiedad Intelectual a través de la disposición final primera de la recientemente aprobada Ley de Economía Sostenible (me despeloto con el título) me genera demasiados interrogantes. ¿Quiénes serán esos órganos supervisores contra la piratería en internet? Pues por lo visto una llamada Sección Segunda (SS) de una flamante Comisión de Propiedad Intelectual (CPI), cuyas funciones y métodos no sabremos hasta el desarrollo reglamentario. Puedo imaginar a los SS-CPI, dotados de sus enormes aparatos, rastreando todo el tráfico de internet con origen en IPs españolas. De forma automatizada detectarán una (cientos de miles) IP colgada de un servidor de rapidshare y comprobarán que hay un flujo continuo de descarga de bytes hacia la misma. El enorme aparato activa un algoritmo mediante el que verifica que esos datos que están bajándose están protegidos por la sacrosanta propiedad intelectual. Pero, ¿cómo puede saberlo? Me estoy bajando una peli que son mogollón de archivos de 100 Mb cada uno. ¿Acaso se va haciendo una copia en el hiper-mega-super disco duro de los SS para luego unirlos todos e identificar -¿cómo?- que se trata de una película protegida? No creo; seguro que hay métodos menos engorrosos que, por cierto, me gustaría que nos detallasen.

En cualquier caso, los SS han de supervisar el tráfico e individualizar cada IP, aunque, en esa primera etapa de vigilancia, todavía sean meras cifras anónimas. ¿Por qué escandalizarnos? Es necesario para la seguridad, aunque sólo sea a este respecto la de la propiedad. Nos parece bueno, tanto como que se implanten sistemas automatizados de escucha de todas las conversaciones telefónicas para detectar posibles palabras que alerten de delitos. Se trata de prevenir, antes que de lamentar. Al fin y al cabo, si no haces nada reprensible tus movimientos en ese tráfico cuasi-infinito de bytes no llamará la atención (salvo, claro está, que tú seas ya objeto de atención, pero no caigamos en paranoias conspiratorias).

Como sea, el gran hordenador (GH) ha detectado un tráfico sospechoso que corresponde a tu IP y ha verificado que esa descarga atenta contra la propiedad intelectual. Por cierto, ¿ha pasado a ser delito en este país el copiarse un archivo sin ánimo de lucro? Supongo que no y que por eso se usa el bonito y ambiguo verbo "atentar". Así que tú, a través de la red, estás atentando y consiguientemente los SS pueden interrumpir tu acceso a la red. Ya puestos, de acuerdo a la Ley, basta que "puedas" atentar para que seas castigado. ¿Y qué pasa cuando han señalado tu IP como presuntamente culpable de un tráfico doloso? Pues que requieren a los operadores (y éstos no pueden negarse) que identifiquen al titular de esa IP. Ya saben tu nombre, muchacho. ¿Te cortarán internet? ¿Por cuánto tiempo? O a lo mejor te mandan una primera carta a tu nombre afeándote tu conducta y haciéndote notar su aliento en tu cogote, antes de sacarte la tarjeta roja. ¡Qué vergüenza! Y más cuando compruebes que los SS saben que te has bajado un video de porno gay.

Pero tranquilos, parece poco creíble que todos los piratas seamos castigados sin internet; hay demasiados. Además, ¿qué hacer con las wifi públicas o los cibercafés? Puestos a dar escarmientos ejemplarizantes, hay que golpear primero a los que más descargan. Para ello, el GH debería crear una inmensa base de datos de modo que asocien a cada IP los megas de descargas que vaya acumulando. Claro que está el problema de las IP variables que podría resolverse obligando a los operadores a que aporten continuamente un único código a cada IP, en tiempo real. Eso tendría la ventaja de que, cuando un código alcanzara una cantidad escandalosa de descargas, sería muy fácil pedir el nombre de ese código. La idea gusta, seguro, a los SS. Porque, aunque no se les corte el servicio a todos, sí queda ahí guardada el historial de navegación de todos los internautas, información que puede resultar muy útil para múltiples finalidades (siempre por el bien y la seguridad pública, claro).

Admito que se me va la olla y tiendo a ver fantasmas. No tenemos de qué preocuparnos. Como dice El País, "con esta modificación legislativa se prepara el terreno para un amplio conjunto de medidas que serán presentadas a mediados de este mes para el control de las descargas de archivos, y que no incluirán en ningún caso la desconexión de los internautas particulares, centrándose en la persecución de las web de enlaces". Así que lo que pretenden los SS es clausurar esas páginas (vagos.es, por ejemplo) que prestan su espacio para que particulares digan la dirección de un servidor al que han subido sus archivos (películas protegidas, por ejemplo) para que quien quiera se los baje. Esas webs atentan contra la propiedad intelectual porque permiten que particulares informen de dónde se pueden conseguir archivos que ellos mismos han colgado. Esas webs no alojan ningún archivo protegido. Y me pregunto si estoy también atentando contra la propiedad intelectual si en este blog se me ocurre dar una url de megaupload en la cual alguien ha alojado una canción, un libro o una peli.

Lo que pasa es que las SS no pueden clausurar los servidores en donde se aloja la gran mayoría de esos archivos que se descargan porque no son españolas. Y poco lograrán clausurando las páginas de enlaces españolas, salvo aumentar el tráfico de las extranjeras (taringa.net, por ejemplo). Además, están los buscadores sobre los servidores de alojamiento y muchas más herramientas de pirateo que yo apenas intuyo. De ahí que los SS saben que han de globalizarse, que el GH debe ser mundial. Nada de paraísos internáuticos locales, no podemos admitirlos porque desmontan el sistema, quiebran la eficacia de la lucha contra la piratería, socavan la seguridad pública.

Sin embargo, me temo, que por ese camino no llegarán a ningún sitio. Joderán, sin duda, y lograrán pírricas victorias. Pero mucho más ingeniosos y rápidos que los SS son los piratas. La lógica represiva de los primeros les obligará necesariamente a forzar cada vez más las cosas hasta límites que, confío, los gobernantes no sean capaces de dar. Al final, el afán de proteger la propiedad intelectual, al irrumpir en otros derechos mucho más sagrados, se volverá contra sus propios defensores. Mucho más inteligente sería que estos señores (y el gobierno también, por supuesto) buscaran otros caminos, asumiendo que los avances tecnológicos (digitalización y transmisión de datos) ha mandado al garete el sistema montado hasta entonces. Pero, como eso no va a ocurrir a corto plazo, estaremos atentos al amplio conjunto de medidas que, según nos anuncian, son inminentes.

CATEGORÍA: Política y Sociedad