Judit y Holofernes (2). La infancia de Holofernes
Entre los miembros del Consejo Real, Holofernes, el general en jefe del ejército caldeo, ocupaba un sitial preferente. Provenía de una de las más antiguas familias de Babilonia, siempre vinculada a las ansias de independencia del pueblo caldeo. Su padre, Farnasúpal, había sido la mano derecha de Nabopolasar, el padre de Nabucodonosor, en las guerras de liberación contra los asirios, los opresores de Babilonia desde hacía casi cinco siglos. Farnasúpal no sólo fue el principal organizador de los ejércitos caldeos y el más fiel y audaz de los guerreros del Éufrates, sino que a sus habilidades bélicas sumaba una fina inteligencia estratégica y grandes dosis de prudencia y empatía. Al poco tiempo de que Nabopolasar accediera al trono, Farnasúpal, con sólo veinticuatro años, encabezó una legación de amistad a Ecbatana, para lograr la alianza del rey de los medos, Ciáxares. Haciendo gala de sus dotes diplomáticas, consiguió enseguida encandilar a toda la nobleza meda y muy en especial a la hermana menor del rey, la bellísima Kyrias. Que el amor entre ambos jóvenes resultara muy conveniente a los intereses de sus respectivos estados no debe hacernos pensar que no fuera tan sincero y apasionado como cuentan las leyendas. Tan es así que, apenas a escasos meses de su llegada, Ecbatana toda se engalanó para acoger la principesca boda y fueron muchos los días durante los que los medos y los numerosos visitantes babilonios se regocijaron en fiestas interminables que celebraban la alianza política simbolizada en la unión marital de tan hermosos jóvenes. Permaneció más tiempo de lo previsto Farnasúpal en la capital de los medos pues no era aconsejable arriesgar el embarazo de su reciente esposa en el largo viaje hasta Babilonia. De tal modo, algunos meses después de la boda (las malas lenguas dicen que no llegaron a nueve), la embajada caldea inició el regreso con un recién nacido, a quien se impuso el sonoro nombre de Holofernes.

Pero los años de la felicidad se acercaban a su fin. Desde su acceso al trono, Nabopolosar había recurrido a diversas campañas defensivas, de limitada importancia para consolidar su posición. Pero, pasada una década, el rey y su fiel amigo Farnasúpal, conocedores del progresivo debilitamiento del imperio asirio, consideraron que era momento de atacar. Se decretó la primera movilización general en los territorios de Babilonia y al frente de un gran ejército Nabopolosar y Farnasúpal remontaron el Tigris hasta llegar a Assur, decididos a sitiarla hasta su rendición. Sin embargo, los refuerzos aportados por los egipcios posibilitaron que las tropas de Sinsharishkun rechazaran a los caldeos que hubieron de retirarse con cuantiosas bajas. Las noticias de la derrota volaron hasta Babilonia, de modo que cuando llegó el ejército la ciudad mostraba ya los dolorosos signos del luto. Nabucodonosor se sumió en intensos arrebatos de ira y vergüenza, como si se le hubiera humillado personalmente, y con agresiva impetuosidad exigía a su padre sumarse al ejército para llevar a cabo una inmediata campaña de venganza. Antes de adoptar cualquier decisión, siguiendo la tradición, la familia real y sus más cercanos allegados, se desplazaron a Uruk, la antiquísima ciudad de Gilgamesh, para acogerse a la protección de Ishtar y consultar los augurios de sus astrónomos.

En Assur, pues, se encontraron medos y caldeos. Kyrias, rompiendo todo protocolo, se abalanzó a los brazos de su hermano a quien no veía desde hacía doce años. También el apretado abrazo entre Farnasúpal y Ciáxares reflejó meridianamente que el cariño entre esos hombres no se había mitigado con el paso del tiempo. Además, el rey medo quedó prendado de su bello sobrino y durante esas jornadas lo reclamaría casi diariamente para juntos cabalgar a solas por la ribera del Tigris. Poco se conoce de Ciáxares quien, sin embargo, fue un hombre extraordinario, pero no es éste el momento de contar su historia. Baste decir que logró convertir las quisquillosas tribus de los

A comienzos del siglo VI antes de Cristo, época en la que transcurre este post, la historia ya la hacían (o ya la destrozaban) tipos como Nabopolosar y Ciáxares, los "señores de la guerra" de entonces, antecesores de tantos más que han jalonado la evolución de nuestra especie durante los siguientes veinticinco siglos. A ellos les dedicó Dylan esta canción de 1963 que, en ese mismo año, grabó Judy Collins en su tercer album, aunque yo no la descubrí hasta hace poco tiempo en el recopilatorio "Forever: an anthology" (1997).
Aclaro que este cuento que estoy contando es ficción, como lo son casi todas las historias de la Biblia. No obstante, este post en concreto se desarrolla entre personajes, sucesos y territorios reales; digamos que es (eso espero) históricamente verosímil. Babilonia, Uruk, Assur y Nínive existieron y se localizaban en el amplio valle del Tigris y el Éufrates, en el castigado Iraq actual; Ecbatana, la capital de los medos, estaba en Irán, en una zona bastante más montañosa. En próximos capítulos me moveré al oeste, hacia las tierras de Canaán
Aclaro que este cuento que estoy contando es ficción, como lo son casi todas las historias de la Biblia. No obstante, este post en concreto se desarrolla entre personajes, sucesos y territorios reales; digamos que es (eso espero) históricamente verosímil. Babilonia, Uruk, Assur y Nínive existieron y se localizaban en el amplio valle del Tigris y el Éufrates, en el castigado Iraq actual; Ecbatana, la capital de los medos, estaba en Irán, en una zona bastante más montañosa. En próximos capítulos me moveré al oeste, hacia las tierras de Canaán
CATEGORÍA: Ficciones