jueves, 11 de julio de 2024

VOX y los MENAs

La normativa legal sobre extranjería (Ley Orgánica 4/2000 y su Reglamento) establece que cuando se identifique a un menor de edad no acompañado (MENA), éste será inscrito en un Registro y la delegación o subdelegación del Gobierno del territorio en el cual se halle el menor llevará a cabo el procedimiento para su repatriación al país donde se encontrasen sus familiares. Entre tanto se resuelve dicho procedimiento, la tutela del menor corresponde a la Comunidad Autónoma bajo cuya custodia se encuentre el menor. Si se acredita la imposibilidad de retorno del menor con su familia o a su país de origen, se le otorga una autorización de residencia. 
 
En su último programa electoral VOX proponía que todos los menores extranjeros no acompañados deben ser repatriados a sus países de origen de forma inmediata y, hasta que se implanten los protocolos y mecanismos suficientes, los centros de acogida de los mismos han de ubicarse alejados de núcleos urbanos para impedir conductas delicitivas que atentan contra la convivencia en nuestros barrios”. Lo de que se devuelvan “de forma inmediata” no deja de ser una expresión demagógica porque es evidente que no se puede detener a un MENA y expulsarlo hasta no saber a dónde; es necesario seguir un procedimiento que, entre otras cosas, garantice la salvaguarda de los derechos del menor, en cumplimiento de los acuerdos internacionales al respecto suscritos por España. De hecho, VOX mismo lo reconoce implícitamente cuando admite que ello debe hacerse en base a protocolos y mecanismos suficientes. Por tanto, por mucho cacareo contra la inmigración dirigido a captar votos, VOX no adopta una posición contraria al planteamiento básico de la vigente normativa legal. 
 
Según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, a 31 de diciembre de 2023 había en España algo más de 15.000 menores no acompañados, las tres cuartas partes de ellos de origen marroquí. No he conseguido encontrar datos completos sobre repatriaciones pero, en base a algunas informaciones parciales, cabe concluir que el número de los que se devuelven a sus países de origen es mínimo, inferior al 1%. El procedimiento administrativo de repatriación debe durar (según el Reglamento) un máximo de seis meses y lo resuelve el Delegado o Subdelegado del Gobierno, de acuerdo con el principio de interés superior del menor. La decisión ha de ser la devolución del menor a su país de origen o donde se encuentren sus familiares o que permanezca en España. Tampoco he encontrado datos sobre cuántos expedientes de repatriación se incoan y cuántos se resuelven y en qué sentido. Conociendo cómo funciona nuestra administración, supongo que solo sobre una pequeña parte de los menores se incoará y terminará el procedimiento; también supongo que, en los casos en que se lleve a término, la mayoría de las resoluciones serán de permanencia en España porque no estará garantizado el interés del menor en su país de origen. Estas suposiciones mías explicarían que la gran mayoría de los menores que llegan a España se queden en nuestro país y obtengan la autorización de residencia. 
 
Imagino que VOX querría modificar este procedimiento para lograr expulsar con mayor prontitud (“de forma inmediata”) al mayor número posible de los MENAs que entran en España. Ello implicaría reducir notablemente las garantías de defensión y, sobre todo, devaluar el principio del interés superior del menor, que es una de las piedras angulares de la convención internacional de los derechos del niño, suscrita por España. En mi opinión, ese camino no solo es éticamente rechazable, sino que en la práctica resulta inviable en un Estado de Derecho. Es decir, en el supuesto de que VOX llegara al gobierno de la Nación, estoy casi seguro de que no podría modificar la normativa legal para lograr su objetivo programático. De hecho, no he oído ni leído ninguna propuesta concreta de ese partido político en tal sentido. Sería muy interesante que las hiciera para poder discutir sobre su viabilidad real, lo que probablemente dejaría claro que las manifestaciones de VOX no tienen otra intención que exacerbar las bajas pasiones de sus simpatizantes. 
 
En cualquier caso, lo que es indiscutible es que un menor no acompañado que entra en España debe ser atendido por las autoridades, le guste o no a algunos y cueste lo que cueste. A mi modo de ver, le llegada de estos chicos a un país como el nuestro, en clara recesión demográfica, es un fantástico regalo que sería de tontos desaprovechar. La estrategia, por tanto, debería ser conseguir su integración en la sociedad española, formarlos y “hacerlos” españoles productivos, lo que contribuirá sin duda en beneficio del país, a un coste bastante menor del que conlleva el de un hijo de españoles. Los supuestos problemas de inseguridad que generan (con datos que intencionadamente se exageran) no son sino consecuencia, precisamente, de las deficiencias en las políticas de integración de estos chicos. Insistir en ello como hace VOX solo sirve para boicotear la integración, generando rechazo de los españoles de origen y, por tanto, al dificultar la integración, contribuir a agravar el problema que justamente denuncian. Abascal y su gente se convierten así en fieles seguidores de la máxima leninista de “cuanto peor, mejor” que, como es sabido, resulta muy útil a todos los que pretenden sacar provecho del río revuelto agravando los conflictos en vez de resolverlos. 
 
Finalmente, en referencia al debate reciente sobre el traslado de menores desde Canarias a otras Comunidades Autónomas, he de decir que me parece una vergüenza la posición de VOX (a la que hay que sumar la de JUNTS según las declaraciones de su portavoz en el Congreso, Miriam Nogueras). El archipiélago acoge en la actualidad a más de 5.500 MENAs. Es de sentido común que el total de menores inmigrantes que España se ve en la obligación de acoger debe distribuirse equitativamente entre todas las CCAA, por ejemplo, en proporción a sus respectivas poblaciones. En mi opinión, ni siquiera se trata de solidaridad, no es un asunto de voluntariedad de cada territorio. La inmigración y las consiguientes consecuencias en cuanto a acogida y residencia son un tema estatal (el menor entra en España, independientemente de cuál sea la Comunidad en que lo haga) y, por tanto, no es aceptable que las CCAA tengan derecho a decidir cuántos acogen, sin perjuicio de que deban ser escuchadas. Puedo entender (que no compartir) que VOX quiera que se expulse a los MENAs, pero entre tanto se resuelven sus expedientes, lo que no es admisible es que se niegue a la distribución de los mismos en todo el territorio (aparte de que ello es contrario a sus repetidos cacareos sobre la unidad nacional). Solo puede explicarse, de nuevo, por la estrategia de esa formación política a agravar el problema, fomentando crisis humanitarias que hagan la situación insostenible (en este caso, en Canarias).

miércoles, 29 de mayo de 2024

Tres microrrelatos

Atascos 

Tú no viviste los atascos de esta Isla. La veinteañera miró al viejo de al lado. ¿Atascos? Sí, colas infinitas, más de dos horas del Puerto a Santa Cruz, cualquiera cogía su coche, miles en el asfalto, una locura. Fue en el veinticuatro. Primero, carriles exclusivos para guaguas en la mayoría de las carreteras; después, restricciones al uso del vehículo privado. Vaya bronca se montó, pero la presidenta aguantó el tirón y mira ahora: una maravilla. 

El viejo despertó de su ensoñación. Ahí seguía, en una guagua atrapada en el enjambre inmóvil de la autopista del norte. 

 

Mi rostro 

Milenios guardan mis huesos. Nací junto a los lagos ya agostados de lo que hoy llamáis Botsuana. Durante largos siglos he recorrido el ancho mundo, que siempre me fue ajeno. He vivido amores y odios, guerras y festejos, alegrías y penas. He conocido las obras más excelsas del ingenio humano y también sus actos más atroces. Los persistentes dedos de Cronos han modelado mis rasgos, archivos orgánicos de la historia de los hombres. 

Ahora, cuando el fin de mi peregrinar es inminente, me miro en el espejo: un óvalo liso y vacío, borrado por la indiferencia del olvido.

 

Glioblastoma multiforme 

Nunca supe si lo supo. La biopsia del tumor cerebral se llevó su voz, mas también los rejos de malhumor y orgullo. Fueron nueve meses duros –muy duros–, pero plenos de amor. Como nunca lo admití, tampoco quise que ella lo pensara. Solo en una ocasión, con lengua de trapo, trató de pedirme que cuidara de su hija, pero no la dejé acabar; vas a ponerte bien, la interrumpí. Me miró con ojos brillantes y sonrió. 

Durante estos años tristes, con frecuencia me siento junto al magnolio y más de una vez se lo he preguntado: ¿Lo sabías, mi amor? ¿Qué pensabas? ¿Qué sentías? Pero nunca me contesta, desde las raíces del árbol, bajo tierra. 


sábado, 27 de abril de 2024

El amago de Pedro Sánchez

Como sabe toda España y parte del mundo mundial, el pasado miércoles Pedro Sánchez, en una carta a la ciudadanía difundida a través de su cuenta oficial en X, anunció que a raíz de la denuncia presentada contra su esposa (a modo de gota que rebosa el vaso) dijo que necesitaba “parar y reflexionar” si le merece la pena continuar al frente del Gobierno o dimitir, anunciando que daría a conocer su decisión el próximo lunes 29 de abril. Como es natural, el revuelo que ha causado esta misiva pública ha sido mayúsculo y hay reacciones y opiniones para todos los gustos. 
 
Me cuesta mucho creer que la carta sea sincera. No digo que Sánchez no esté seriamente afectado por los ataques a su mujer, pero, aunque sea verdad, no tiene sentido amagar con la renuncia porque, una vez abiertas las diligencias previas, el procedimiento judicial seguirá su curso dimita o no. Si de verdad piensa que su mujer es inocente (o, al menos, que no hay pruebas suficientes para abrir juicio, que es la impresión que yo tengo), dejando el cargo no gana nada. Es más, es bastante probable que el archivo de este asunto desactive futuros ataque a Begoña Gómez. Y si, en cambio, cree que “hay caso judicial” tampoco alivia en nada el sufrimiento familiar estando fuera de la Moncloa. Al contrario, dará la impresión de que dimite porque algo hay de verdad en la acusación de tráfico de influencias a su mujer. 
 
Así que mi conclusión a este respecto es que la carta de Sánchez no obedece en absoluto a la denuncia presentada el juzgado madrileño porque, simplemente, no hay ninguna concatenación entre la dimisión y evitar el daño a Begoña, que es lo que supuestamente pretendería lograr. A este argumento de pura lógica hay que sumar que no casa para nada con el carácter del presidente arrugarse frente a los ataques, por muy enamorado que esté. Por tanto, en mi opinión, la carta no la ha publicado a causa de la denuncia contra su mujer. Ésta es solo una excusa (bastante inconsistente, por cierto) para publicarla. Pero el verdadero motivo o motivos has de ser otros. ¿Cuáles? 
 
El primero que se me ocurre es el de fortalecer su imagen y popularidad, sobre todo ahora, en vísperas de dos citas electorales (catalanas y europeas). Presentarse ante la ciudadanía como un marido enamorado y dolido ante ataques a su familia que sobrepasan los límites de la decencia (mensaje repetidamente difundido), genera sin duda corrientes de simpatía. De hecho, en estos días se han ido viendo muchas muestras de empatía hacia el Presidente, más allá de las esperadas manifestaciones de apoyo de los socialistas. Ciertamente, esa estrategia no cuaja entre los numerosos “haters” de Sánchez, pero eso ya lo daría por descontado. Tampoco, lógicamente, vale para los dirigentes de VOX o del PP, aunque es probable que sus declaraciones (carentes de cualquier muestra de comprensión hacia el lado humano) les pasen factura si el asunto judicial se resuelve favorablemente para Begoña Gómez. 
 
Ahí podría radicar un segundo motivo de la carta. Si Pedro Sánchez confía en el archivo de la causa (como opinan bastantes juristas ante la indigencia probatoria de la acusación), la oposición quedará retratada como personas sin escrúpulos dispuestas a recurrir a acusaciones indecentes y carentes de la más elemental sensibilidad humana y decencia. Es decir, mediante una iniciativa insólita (que, no lo olvidemos, es la marca de Sánchez), buscaría tanto reforzar su popularidad como perjudicar la de la oposición. 
 
Por supuesto, en congruencia con esta interpretación, apuesto por que no va a dimitir. Tampoco creo, como he escuchado a algunos analistas, que haya de anunciar algo extraordinario el lunes. Una vez que ha hecho algo tan explosivo, necesariamente, dicen algunos, tendrá que resolver la crisis con una medida de calado equivalente, aunque no sea la dimisión. Yo no lo veo así, aunque tampoco lo descarto. Podría limitarse simplemente a dar un discurso en el que explique que, tras reflexionar con su mujer, escuchar a sus cercanos y sentir el apoyo de la ciudadanía, ha decidido seguir en el cargo y, superado el momento de debilidad humana, continuar defendiendo las políticas progresivas y no permitir el triunfo de la “máquina del fango”. 
 
Pero, aunque creo que no dimitirá, todo es posible. Ahora bien, no me cabe duda de que si dimite es porque tiene ya decidida otra estrategia. No es ahora el momento de elucubrar sobre ésta (algunas ideas se me ocurren); mejor esperamos a ver qué ocurre el lunes. En todo caso, dimita o no, poco o nada tendrá que ver la decisión con el asunto de su mujer, aunque una gran mayoría de los españoles pensarán que sí, que es lo que Pedro Sánchez quiere. Aprovecho para decir que no me parece legítima esta actuación del Presidente, pero, al mismo tiempo, hay que reconocer que es audaz y sabe cómo movilizar a la ciudadanía.