domingo, 23 de enero de 2022

Nobody sings Dylan like Dylan: You angel you

Entre los incontables frikys dylanólogos he descubierto a un tal Jay Ess (no sé si es seudónimo o nombre real) que se ha dedicado a recopilar versiones de temas de Dylan cantados por otros intérpretes. En 2011 abrió un blog y allí, en solo siete entradas a lo largo de una década, ha ido dejando constancia de las versiones que agrupa en volúmenes (supongo que pensados como cedés). Si no me he equivocado al contar, Jay Ess relaciona un total de 668 versiones agrupadas en 41 volúmenes, creo que prácticamente todas interpretadas en conciertos. 

Parecido trabajo recopilatorio lo llevaba haciendo David Plentus, cuyas webs sí había visitado en diversas ocasiones. Pero Plentus murió repentinamente la noche del 13 al 14 de enero de 2011 mientras dormía en su casa de East Taunton, Massachussets (su localidad natal) a causa de un incendio. Tenía 54 años y pocas horas antes había escrito la que sería la última entrada de su blog en la que reseñaba el álbum con canciones de Dylan que acababan de publicar los Jacksons Garden, una banda danesa. Ese blog sigue accesible pero la web en la que mostraba su base de datos de versiones dylanescas ya no. Una pena que su trabajo no haya tenido continuidad pero, por lo que he curioseado, parece que Plentus era un hombre solitario. 


En fin, el caso es que hace unos días –por motivos que no vienen al caso– estuve recordando una canción de Dylan que no es demasiado conocida; me refiero a You angel you, incluida en Planet Waves, álbum publicado en enero de 1974 con el acompañamiento de The Band. Se trata de un tema sencillito, bastante pop, lo que probablemente sea el motivo de que los dylanólogos más rigurosos lo exilien al rincón de las obras menores (leo en alguna parte que ni el propio Dylan le cogió cariño). Sin embargo a mí me gusta, puede que porque Planet Waves fuera de los primeros discos que escuché del genio de Duluth, cuando todavía era muy joven y sin prejuicios. Después de escucharla un par de veces, se me ocurrió buscar covers de otros cantantes y con esa idea revisé los posts de Jay Ess.

Pero en su blog solo menciona la versión de los Alpha Band del 6 de diciembre de 1976 en el Paul's Mall de Boston.  No conocía a este grupo ni por supuesto había escuchado nada de ellos. Me entero ahora que se formó en 1976 con músicos que habían participado en la mítica gira de Dylan Rolling Thunder Revue y que aguantaron juntos al menos hasta 1978, publicando tres elepés. El You angel you lo grabaron en su segundo álbum (Spark in the Dark, 1977) y es una versión más acelerada y rítmica que la original, un poco excesiva para mi gusto. Creo que la voz principal es la de T-Bone Burnett, quien fue guitarrista de Dylan durante los setenta. Y la enérgica batería corresponde nada menos que a Ringo Starr.


Aunque Jay Ess no haya aportado más versiones de este tema, las hay; basta buscar en Youtube o Spotify. Seguramente la más conocida (dentro de lo poco conocidas que son todas) es la que hizo la banda británica Manfred Mann's Earth Band en Angel Station, álbum de 1978. La versión, se amolda al estilo progresivo de la banda pero sigue manteniendo un aire optimista y pop; el resultado es cuando menos simpático. Aprovecho para señalar que en la discografía de los Manfred Mann aparecen no pocos temas de Dylan.


Anterior a las dos versiones citadas –de hecho, cronológicamente es la primera que he encontrado– es la que grabaron los New Riders of the Purple Sage en su quinto disco de estudio, Brujo, de 1974, el mismo año de Planet Waves. Este grupo fue uno de los muchos que surgen en el San Francisco psicodélico de finales de los sesenta (Jerry García, el mítico líder de los Grateful Dead, llegó a estar entre sus miembros) y alcanzó cierta notoriedad en el country-rock; una banda interesante que merece escucharse. Su You angel you es bastante fiel al tema original, aunque la voz no es la de Dylan, claro. 


La última versión que he encontrado es también la más reciente. Interpretada por una cantante de jazz que desconocía, Eryn Shewell (nacida en 1984), está grabada en un disco homenaje que le hizo a Dylan la ciudad de Philadelphia con motivo de su septuagésimo cumpleaños (Dylan 70: Philadelphia pays tribute to a legend, 2011) y en su álbum de 2012 Children at play. Es una versión muy melódica, algo "vintage" y con una presencia muy fuerte de la guitarra acústica. Pero no está nada mal.


Y acabo este ramillete de versiones con una del propio Dylan en un concierto londinense en 1990. Hay quienes opinan que quien más cambia las canciones de Dylan es el propio Dylan en sus actuaciones y no me parece un afirmación desencaminada (aunque los resultados de estas variaciones no sean muy afortunados en la mayoría de la ocasiones). Leo en la propia página de Youtube que You angel you solo ha sido interpretada en vivo por Dylan en dos ocasiones; la otra ese mismo año de 1990 en Pennsylvania. Como dije al principio, no parece que sea de sus temas apreciados.

domingo, 9 de enero de 2022

Hijos predilectos de Madrid

En 1961, durante la alcaldía de José Finat y Escrivá de Romanía, conde de Mayalde –personaje muy representativo de los vencedores en la Guerra Civil–, el Ayuntamiento de Madrid aprobó su Reglamento para la concesión de distinciones honoríficas. Los dos títulos más importantes que otorga la capital son el de Hijo Predilecto e Hijo Adoptivo; lo único que los diferencia es haber nacido o no en la Villa y Corte. Reza el artículo 4 que estas distinciones sólo podrán recaer en quienes por sus destacadas cualidades personales o méritos señalados, y singularmente por sus servicios de beneficio, mejora u honor de Madrid, hayan alcanzado alto prestigio y consideración general indiscutible.
 
No he logrado encontrar el listado oficial de quienes han recibido estas distinciones. Hace unos días eldiario.es publicó una relación de estos nombres pero advirtiendo que podría no estar completa. Solo hay en esa relación cinco Hijos Predilectos: Rafael de Penagos, Beltrán Osorio, Duque de Alburquerque, Plácido Domingo, Julio Iglesias y Arturo Soria. Ahora va a añadirse Almudena Grandes, a pesar de que el alcalde cree que no merece este reconocimiento de su ciudad natal. Todos los hijos predilectos han sido nombrados por ayuntamientos del PP; los títulos que han concedido los gobiernos de izquierda han sido a hijos adoptivos. 
 
A Rafael de Penagos (1924 – 2010) lo distinguieron en 1994 –el alcalde era Álvarez del Manzano– cuando tenía 70 años. Fue un escritor (premio nacional de Literatura en 1964) y prolífico actor de doblaje. Yo, la verdad, nunca hasta ahora supe de su existencia: no leído nada de él y desconocía que las voces de no pocos actores que he escuchado eran la suya. Ignoro también qué servicios ofreció a Madrid, aunque me permito dudar de que tuviera una consideración general indiscutible, pues no creo que tanta gente lo conociera. 
 
Beltrán Osorio, duque de Alburquerque (1918-1994) fue un aristócrata, jefe de la Casa de don Juan de Borbón y apasionado de la hípica. También lo condecoró el gobierno municipal de Manzano en 1994. Y, al margen de que Jaime de Peñafiel lo calificara como “el último caballero español”, tampoco tengo conocimiento de cuáles son los méritos que justifican la concesión de tan importante honor; los que fueran no serían, desde luego, de reconocimiento general.
 
Plácido Domingo (1941) sí es bien conocido. Lo premió la alcaldesa Ana Botella en 2013, debido a su gran prestigio lírico (indiscutible) pero, sobre todo, por su fidelidad y “pasión infinita” por Madrid. Desconocía que el tenor sintiera tan grande pasión y no sé en qué actos de su carrera profesional la ha manifestado, salvo precisamente en la época en que se le concedió la distinción, muy vinculada a las ansias de la alcaldesa de traer las Olimpiadas a la capital (de hecho, quería que fuera abanderado de éstas). Pero bueno, admitamos que este hombre pudo en su día haber estado al servicio de Madrid, aunque desde luego nadie diría que ésa sea una nota que lo define. 
 
De Julio Iglesias (1943) no hace falta explicar quién es; sin duda es el más famoso de los hijos predilectos. Fue condecorado en 2015, también por Ana Botella en razón de su brillante y meritoria carrera artística (adjetivos ambos que a yo no suscribiría, pero para gustos) así como por su condición de madrileño y español universal. De nuevo me pregunto en qué habrá consistido su contribución al engrandecimiento de la capital, pero parece que esa cuestión –por más que así lo diga el Reglamento– no ha sido demasiado relevante para las propuestas peperas. 
 
Y el último hasta ahora es Arturo Soria (1844-1920), nombre que muchos solo identificarán con la correspondiente avenida madrileña. Ingeniero de profesión, Arturo Soria es una de las más grandes figuras del urbanismo español y su actividad en ese campo estuvo volcada muy especialmente en Madrid, sobre todo con su sueño de la Ciudad Lineal, como modelo alternativo de urbanización. Aprovechando el centenario de su muerte, el Pleno del Ayuntamiento presidido por Almeida, a propuesta de la Junta Municipal de Ciudad Lineal, en enero del año pasado, lo nombró hijo predilecto de la ciudad. Me parece evidente que, a diferencia de los anteriores, sus méritos lo hacen merecedor incuestionable de la distinción y así lo entendieron todos los concejales que lo votaron por unanimidad (lo que no ocurrió con los otros). 
 
La propuesta para ahijar a Almudena Grandes partió de los concejales de Recuperar Madrid, grupo escindido de Mas Madrid. Almeida necesita sus votos para poder aprobar los presupuestos de este nuevo año y los antiguos colaboradores de Manuela Carmena le han puesto como condición, entre otras, que la escritora recientemente fallecida recibiera este honor póstumo (ya lo habían intentado en noviembre sin éxito al votar en contra PP, C's y Vox). El alcalde ha aceptado, si bien a regañadientes y afirmando que, en su opinión, Almudena no lo merece. Naturalmente, el alcalde piensa eso porque es contrario a la ideología de la novelista, una roja confesa. Sin embargo, toda la trayectoria de la Grandes ha estado coloreada por su pasión por Madrid que ha volcado apasionadamente en sus libros. Y esos libros, además, han sido muy leídos tanto en España como fuera de ella. Así que pienso que hay motivos de sobra para que forme parte de los hijos predilectos de la Villa, como parece que así ocurrirá en breve plazo.
 
Es lamentable que hasta para reconocer los méritos se usen baremos ideológicos. Podrá no caerte bien Almudena, incluso podrás detestarla, como le ocurre a muchos que conozco. Pero es difícil negar que ha sido una de las grandes literatas de nuestro tiempo y que Madrid fue una constante en su obra. Imagínense lo ejemplar que sería que los partidos de la derecha municipal lo admitieran y votaran a favor (el PP lo hará por obligación). Pero que no parezca que solo me parecen miserables éstos; estoy convencido de que, si el propuesto fuera alguien de ideología contraria, los partidos de la izquierda se comportarían exactamente igual. En cualquier caso, en mi condición de lector de Almudena y antiguo residente madrileño, me alegro de que la escritora vaya a ser hija predilecta de la ciudad. No me cabe duda de que fue una madrileña ilustre que, en la estela de Galdós –uno de sus referentes señeros– ha contribuido a que conozcamos y amemos más a Madrid.

jueves, 6 de enero de 2022

Periodismo infame

A Juanma, periodista que no es infame
 
El problema viene de lejos y está ya tan extendido que casi todos hemos sido abducidos en sus fauces. Me refiero a la omnipresencia impune de la mentira y la desinformación, practicada con malévolo entusiasmo por la mayoría de quienes se califican de periodistas aunque no pasen de ser repugnantes proxenetas de la verdad, a la que prostituyen sin el menor escrúpulo, despreciando los más elementales principios de su profesión, si es el que alguna vez los conocieron. En el ámbito político, nos venden como noticias lo que solo son manipulaciones interesadas de los hechos, sacándolos fuera de contexto, omitiendo los que no conviene, falseándolos y, por supuesto, exagerando y distorsionando las conclusiones que de ello extraen suplantando el razonamiento lógico por ejercicios sofistas y mendaces basados en juicios apriorísticos de intenciones (siempre condenatorios, claro está). A ello añádase la absoluta falta de respeto a las personas, los insultos y la incapacidad patológica de estos “profesionales de la comunicación” de rectificar sus miserables discursos cuando quedan en evidencia las falacias. 
 
Lo grave es que este periodismo dominante tiene éxito y contribuye muy eficazmente a modelar nuestras opiniones; al fin y al cabo, de eso se trata. Sin duda, los alcahuetes de los medios lo saben y lo quieren –para eso les pagan–. Arropados en su soberbia, se convierten en los proclamadores autorizados de verdades tajantes, sin matices. Naturalmente, tan absolutas son las unas como las contrarias, lo que obliga a los lectores, oyentes y televidentes a tomar partido: unos mienten siempre y otros siempre son veraces. Naturalmente, cada uno concede fiabilidad a los que dicen lo que queremos pensar. No nos interesa contrastar las mal llamadas noticias (ir a las fuentes, por ejemplo), para qué, si lo único que buscamos es confirmar nuestros prejuicios. Y así esos prejuicios los vamos extremando, engordando gracias al alimento contaminado con que nos intoxican los medios. No hay espacio más que para la exageración, no tiene cabida en este circo la reflexión, el debate inteligente, la crítica argumentada. La conclusión es evidente: cada vez somos más imbéciles y, además, imbéciles exaltados. Y un país de imbéciles exaltados tiene muy poco futuro. Por cierto, no me digan que los españoles no son tontos, como continuamente repiten políticos y periodistas, otra mentira para legitimar sus comportamientos deshonestos; si no fuéramos tan imbéciles éstas no prosperarían. 
 
Basta leer, escuchar o ver cualquier noticia para comprobar –si nos tomamos la molestia de escarbar mínimamente en ella– que se presenta casi siempre distorsionada, cuando no es claramente falsa. Tomemos, por ejemplo, una de las últimas: el tratamiento que ha dado un tal Antonio Naranjo –colaborador en varios programas de radio y televisión– a la entrevista que el periódico británico The Guardian hizo a Alberto Garzón, ministro español de Consumo. Ayer lo vi en el programa Todo es Mentira, de Cuatro, donde afirmó que “un ministro del gobierno de España se ha ido al extranjero a decir que en España un sector del que viven dos millones y medio de personas y que tiene un impacto laboral y económico decisivo en este país lo que hace es maltratar animales y exportar al extranjero carne en mal estado. La presentadora entonces apunta: “vamos a aclarar si ha dicho eso o no ha dicho eso” y Naranjo la interrumpe: “No, no, lo ha dicho, lo ha dicho”. Cuando le leen lo que ha dicho el ministro –que no es lo que él dice que ha dicho–, desdeñosamente dice “sí, si, yo también lo he leído. Garzón ha dicho lo que ha dicho”, sin que la evidencia de su mentira le sonroje lo más mínimo ni le impida seguir manteniéndola.
 
No saciado con su intervención televisiva de ayer, Naranjo publica hoy en un diario digital un artículo de opinión bajo el irrespetuoso título “Albertito Garzón”. Por supuesto, no hay ni una sola frase que merezca siquiera un aprobado raspado por su valía informativa. Dando por sentado, como si de un axioma se tratase, que el ministro dijo que España exporta carne en mal estado de animales maltratados, el artículo no es otra cosa que un rastrero ataque personal carente del más mínimo ingenio cuyo contenido es solo un encadenamiento de faltas de respeto e insultos a Garzón (y de paso a sus compañeros de Gabinete): “tonto de solemnidad”, “lechuguino”, que sufrió algún tipo de trauma infantil, que está loco, que no lo soportan ni sus socios. Como puede comprobarse, un escrito de excelso nivel intelectual.
 
Por supuesto, Garzón –que no puede ser tan tonto ni tan loco como lo tildan– no dijo lo que Naranjo (y muchos otros “periodistas”) afirman contundentemente que dijo. Puede consultarse la entrevista de The Guardian en internet para verificarlo. Efectivamente cargó contra la mega granjas, señalando simplemente los graves efectos negativos de las mismas y, en especial, su insostenibilidad ambiental (no voy a extenderme sobre este asunto del que, por otra parte, hay abundante literatura). En la versión de internet, se cita “then they export this poor quality meat from these ill-treated animals” (luego exportan esta carne de baja calidad proveniente de esos animales maltratados). Según Garzón, lo que él dijo no fue exactamente eso y, para probarlo (aunque no es una prueba), ha publicado en twitter la transcripción de lo que contestó al periodista de The Guardian cuando le preguntó por el tema de la carne: “Es una carne de peor calidad, es un maltrato animal además lo que se produce y es un impacto ecológico descomunal y desproporcional”. En todo caso, tomemos cualquiera de las dos versiones, el ministro NO dijo que España exporta carne en mal estado. Por tanto, es incuestionable que Antonio Naranjo miente. 
 
Ahora bien, ¿le interesa a Naranjo que haya una discusión seria y serena sobre el asunto de las macrogranjas como él mismo afirmó con descarado cinismo ayer en Cuatro?. Por supuesto que no; al contrario, su actuación muestra a las claras que justamente lo que pretende es que tal debate no se produzca. Para ello utiliza prácticas que, no por viejas y recurrentes, son menos eficaces (no hace falta innovar demasiado las estafas intelectuales para que sigan funcionando) que se resumen en desviar la atención. Así, lo relevante no es conocer la calidad de la carne de las mega granjas o su impacto ambiental, asunto que revisten capital importancia. No, en lo que debemos fijarnos es en que el sector tiene un peso económico y laboral muy grande, en que el ministro está coaccionando la libertad de los españoles y en que denigra a España en el extranjero. Consideraciones todas ellas que no solo eluden la cuestión central sino que son de una debilidad argumentativa pasmosa.
 
En cuanto a los empleos, desconozco el dato, pero teniendo en cuenta que los trabajadores del sector primario no llegaron en 2020 a un millón, cabe concluir que 2,5 millones de empleos en las mega granjas es otra mentira más. En todo caso, sea cuál sea la contribución al empleo de este sector, no basta para defenderlo a capa y espada, sobre todo si se demuestra que es dañino; también el cultivo de la coca produce mucho empleo y riqueza en Colombia. Lo de coaccionar la libertad de los españoles inmiscuyéndose en sus hábitos alimentarios (esto no se lo he oído a Naranjo pero sí a Pablo Casado) es otra tontería. Recomendar hábitos saludables de consumo me parece que es justamente una de las funciones del Ministerio de Garzón y de hecho es lo que vienen haciendo desde hace tiempo los sucesivos gobiernos de España y del resto del mundo. Compárese la tibia sugerencia del ministro de que comamos menos carne con la política institucional contra el tabaco, que cada vez se aproxima más a la prohibición. El debate sobre hasta dónde puede el Estado intervenir sobre la libertad de consumo de los ciudadanos daría mucho juego (no es el momento), pero lo que no puede decirse es que las palabras de Garzón sean de los ejemplos más flagrantes de intervencionismo. Finalmente, lo de denigrar a España me parece la más chabacana y miserable de las burdas acusaciones. No comparto en absoluto ese concepto cerril de patriotismo que a lo único que conduce es a que nuestro país sea cada día más cutre. Los mejores patriotas que ha habido en nuestra historia han sido quienes han denunciado nuestros males y a causa de ello, en la inmensa mayoría de los casos, han sido insultados, marginados, exiliados y no pocas veces muertos.
 
Pero no voy a enrollarme más porque no es el objeto de este post discutir sobre la ganadería intensiva ni siquiera insistir demasiado en las obvias falacias de Antonio Naranjo. Al fin y al cabo, este señor no es más que uno entre tantísimos de los que hacen posible el infame periodismo dominante, uno entre tantísimos de los que contribuyen a idiotizar a los españoles (porque a los españoles nos gusta que nos idioticen); uno entre tantísimos de los que se dedican a avivar las pasiones y los odios –juego altamente peligroso pero al que tan aficionados somos los españoles–. Desde luego, lo apunto entre la muy abundante lista de desinformadores, de periodistas tendenciosos y carentes de fiabilidad. Pero Naranjo no es más que un minúsculo botón de muestra del pobre estado de nuestros medios de comunicación, que es el problema realmente grave y que a todos debería preocuparnos.