miércoles, 13 de junio de 2018

Màxim, el mínim

Dicen algunos medios que Màxim Huerta, el titular de Cultura y Deportes que acaba de dimitir, ha sido el ministro más breve de la historia de España. Me pregunto si quienes lo afirman han verificado las duraciones en el cargo de todos los ministros que nuestro país ha tenido. Porque la primera duda, nada fácil de resolver, es desde cuándo entendemos que hay ministros en España. Aunque no tuvieran ese nombre, los Austrias ya contaban con personas que se ocupaban de parcelas del gobierno y que, aún con poco rigor, solemos llamar ministros. Con la nueva dinastía de los Borbones, desde el reinado de Felipe V, la figura del ministro (tampoco con ese nombre) empieza a parecerse a la actual, y mucho más a partir de la constitución en 1787 de la Junta Suprema de Estado que algunos consideran el primer Consejo de Ministros de nuestra historia. Pero, en todo caso, ha de admitirse que como poco debemos contar ministros desde principios del XIX. Y en más de doscientos años, con todos los ministros que habrá habido, ¿ninguno ha estado menos de seis días en la poltrona? No digo que el récord no sea cierto, pero me gustaría una confirmación un poco documentada. Lo que sí parece incuestionable es que, como dicen otros medios más prudentes, Màxim ha sido el ministro más breve de este último periodo democrático.

En todo caso, con marca absoluta o parcial, el hombre merece pasar al Guinness. Máximo se queda en mínimo y declama con Gracián aquello tan tonto de que lo bueno, si breve, dos veces bueno; pero es que me temo que no ha llegado ni a paladear el sabor del ministerio. Bueno, me corrijo, porque le ha dado tiempo a ver nada menos que una final de Roland Garros, que con sus fobias declaradas al deporte no sé si la habrá disfrutado mucho. El caso es que se ha ido porque se hizo público que entre 2006 y 2008 creó una sociedad interpuesta que cobraba sus altos ingresos a fin de pagar menos impuestos. Más o menos lo que hizo Monedero, y que obligó al fundador de Podemos a dimitir de sus cargos en el Partido. Por aquellas fechas Pedro Sánchez dijo algo así como que si se enteraba de que un miembro de su ejecutiva tenía una sociedad interpuesta para pagar menos impuestos, lo echaba inmediatamente. Por la boca muere el pez.

El montaje de Huerta cayó en una inspección fiscal. Lo que hacía era entonces bastante habitual entre muchos profesionales autónomos con altos ingresos: te conviertes en empleado de tu propia empresa porque éstas tienen un tratamiento fiscal más ventajoso que las personas físicas (más posibilidades de desgravaciones de gastos y tipos impositivos menores). Parece ser que en determinado momento, Hacienda decidió hacer limpia con estas prácticas y muchos tuvieron que pagar unas sustanciosas multas. Ahora bien, Huerta como tantos otros más, no dejaba de declarar ningún ingreso, todo estaba a la vista de Hacienda. Me parece que, aunque lo llamemos defraudador, es un comportamiento muy distinto de quien oculta dinero al Estado. Por otra parte, démonos cuenta de que el propio sistema legal de los impuestos fomenta este tipo de prácticas porque, al fin y al cabo, es legítimo buscar los mecanismos contemplados en la legislación para pagar lo menos posible. De hecho, por más que Hacienda diga lo que diga (incluso aunque lo avalen los Tribunales) hay margen de discusión sobre la legalidad de esas sociedades. Y es que, en el fondo, lo que a mí me parece escandaloso es que las rentas del capital tributen a tipos inferiores que las del trabajo. En otras palabras: si los tipos de las sociedades fueran iguales o superiores a los del trabajo personal se estaría quitando una tentación que ofrece el propio sistema jurídico.

En fin, lo han pillado y no le ha quedado otra que irse. En mi opinión, asunto cerrado y no creo que le convenga al PP cebarse demasiado y mucho menos tratar de hacer este caso equivalente a los varios que acumula de metidas de mano en las arcas públicas. Pero sí cabe sacar una lección (sobre todo para quienes les toca nombrar cargos públicos): investigar a fondo al que se va a designar, asegurarse de que nada hay en su pasado susceptible de salpicar mierda. Y es que Pedro Sánchez, pobre, no tuvo tiempo de hacer la tarea.

PS: Me acaba de llamar Pedro Sánchez; ha leído este post y quería hacerme algunas aclaraciones. Me dice que ya antes de nombrarlo conocía los asuntillos de Màxim con Hacienda; el propio Huerta se lo había dicho (no hacerlo habría sido una flagrante deslealtad). Aún así, decidió nombrarlo, consciente de que habría de dimitirlo a los pocos días. ¿Razones? La primera: lograba un impacto mediático al anunciar el gobiero que le convenía; además, esas críticas revertirían en elogios de mayor calado con un sucesor de corte mucho más profesional (por supuesto, ya tenía decidido que entraría José Guirao). Pero la segunda y fundamental razón era que incorporarlo al equipo para destituirlo permitía al flamante presidente demostrar su intransigencia ante cualquier comportamiento deshonesto, marcar enseguida diferencias de estilo con el PP. Naturalmente, se trata de la estrategia interna del Partido que no conviene que se haga pública.

3 comentarios:

  1. Algunos lo han resumido del siguiente modo: lo legal no es lo mismo que lo ético. A mí también me parece escandaloso, como indicas.

    Me ha encantado la broma del final. Porque es una broma, ¿no? ;-)

    P.D: Aún así y todo, Màxim Huerta ha durado mucho más como ministro que la república catalana. (En Twitter han hecho el cálculo, sale una cifra bastante alta).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una broma, claro.

      Y, por cierto, la República catalana nunca fue declarada, luego nunca existió.

      Eliminar
  2. ¿Ministro de Hacienda yo? Más fácil es que de a luz mellizos. Además, ya se me pasó el arroz.

    ResponderEliminar