lunes, 7 de abril de 2008

Nullitatis Matrimonii, una historia calabresa (II)

Interrogatorio a Rachele
Depositio actricis (5 de enero de 1939)

1.- Decid vuestro nombre, apellido, filiación, edad, religión y domicilio.

Rachele Marincola, hija de Ernesto y de Anna Marincola, nacida en Catanzaro el 2 de agosto de 1907, católica, domiciliada en Roma, calle Antonelli, 50, Parroquia del Inmaculado Corazón de María (presenta el carné de identidad).

2.- El Tribunal que debe juzgar en la causa que habéis iniciado está constituido por los siguientes miembros (se lee el decreto). ¿Tenéis alguna reserva sobre cualquiera de sus componentes?

No tengo nada que objetar.

3.- ¿Cuándo y cómo conocisteis al profesor Renato Caligiuri?

Tenía unos catorce años cuando mis progenitores me dijeron que se había presentado una propuesta de boda muy ventajosa para mí. Me puse a reír, porque era todavía una niña que estaba muy lejos de pensar en esas cosas. Pero un día, mis padres me llevaron a casa de mi tía, Concetta Marincola, hermana de mi madre, donde me dijeron que iba a conocer al joven con el que debería casarme. Se trataba del profesor Caligiuri, un joven escuálido, de aspecto enfermizo, diez u once años mayor que yo, el cual, nada más verle, suscitó en mí un sentimiento de aversión y casi de repugnancia.

4.- ¿Cuándo y a través de quién os llega la propuesta de matrimonio con él?
5.- ¿Hubo un periodo de noviazgo oficial y, en ese caso, cuánto duró? ¿Cómo os comportasteis durante ese periodo?

Después del primer encuentro, de vuelta en mi casa paterna, se me hizo entender que la breve reunión en la casa de mi tía debía considerarse como el inicio de mi noviazgo. Me enteré también entonces que mis padres y los de Caligiuri habían acordado que el joven vendría una vez por semana a mi casa. Comencé a recibir cartas del novio pero, no sabiendo responderlas y no teniendo ningún sentimiento afectuoso por aquel joven, le escribía bajo los dictados de mi padre.

6.- ¿Alimentasteis afecto hacia el novio? En caso contrario, ¿Cuál es la razón por la cual no le amasteis?
7.- ¿Manifestasteis vuestros sentimientos de entonces a alguien? ¿A quién y cuándo?

Nunca alimenté afecto hacia el novio. Muy pronto hice presente mi contrariedad a mi padre; pero él me dijo que mis palabras no contaban. Me hacía notar que mi único hermano estaba enfermo de tuberculosis y que mi permanencia en esa casa podía ser peligrosa para mi salud. Me hacía también comprender la debacle económica a la que nos había conducido la larga enfermedad y luego me decía que me echaría de casa abandonándome a mis propios medios, porque los hijos deben hacer la voluntad de sus padres ya que no tienen capacidad para conocer su propio bien.

8.- ¿Qué pensaban vuestros progenitores del partido que os había sido presentado? ¿Qué os decían? ¿Qué carácter tenían?

Mi padre tenía un carácter duro, autoritario, casi violento y ninguno en casa se atrevía a enfrentársele, ni siquiera mi madre.

9.- ¿Es verdad que muchas veces hicisteis comprender y les dijisteis claramente a vuestros progenitores que no deseabais casaros con Caligiuri?
10.- ¿Es verdad que fuisteis forzada a aceptar el partido presentado por las coacciones continuas de vuestros progenitores?
11.- ¿En qué consistían las amenazas a las que habéis hecho referencia en el libello introductorio?
12.- ¿No os podíais resistir a esas coacciones?

Las escenas entre mi padre y yo se repitieron frecuentemente durante todo el año que duró el noviazgo, debido a que mi aversión al desposorio se mantuvo inmutable.
Mi padre empleó muchas veces palabras ásperas en presencia de mi madre y también de mi tía y de mis primos Suriani. Llegó incluso a racionarme los alimentos, y mi madre estaba aliada con él en esas constantes coacciones, dejándome sin ninguna defensa.
La víspera de la boda ocurrió una escena más clamorosa que las habituales. Yo, no sabiendo ya a qué argumentos recurrir, me encerré en el baño y me puse a gritar: «¡No le quiero, no le quiero!» Cuando salí fuera, mi padre me cogió por las orejas y luego me abofeteó repetidamente. Me quedé aterrorizada porque era la primera vez que me ponía la mano encima.

13.- ¿Hicisteis comprender también a Caligiuri que no deseabais casaros?
14.- ¿Cómo reaccionó él ante vuestra declaración?
15.- ¿Recurrió a los buenos oficios de alguna persona para induciros a casaros con él?

Desde el principio, con mi comportamiento le mostré claramente a Caligiuri la aversión que sentía hacia él. A continuación, durante el noviazgo, no me contenté sólo con hacérselo notar, sino que se lo dije expresamente más de una vez, hablando y por escrito, hasta la misma víspera de la boda. Ello se revela claramente a través de algunas cartas que he entregado al abogado de la causa. Cuando le trataba especialmente mal, su padre venía a quejarse a los míos, y contaba que a su hijo le habían dado incluso convulsiones. Eran estas visitas las que provocaban los mayores ataques de rabia de mi padre contra mí.

16.- ¿Fuisteis libremente hasta el altar u os tuvieron que forzar a ello? ¿Cuál era vuestro estado de ánimo cuando os encontrasteis a los pies del altar?
17.- ¿Disteis espontáneamente el «sí», con la intención de contraer un auténtico vínculo matrimonial con Caligiuri?

No fui, en absoluto, libremente al altar; por el contrario, fui porque estaba coaccionada por mi padre, por sus amenazas y sus maltratos.
Recuerdo que tres días antes de la boda salí de casa con un pretexto y fui a la de mi tía para suplicarle que se interpusiese a fin de que el matrimonio no llegara a celebrarse. Mi tía le dijo algo a mi padre, pero éste no cedió, incluso se inquietó más todavía.
Pronuncié mi «sí» con esfuerzo, sólo bajo la actuación vejatoria de mis progenitores.

18.- ¿El matrimonio se celebró con pompa? ¿Cómo os mostrasteis durante la fiesta nupcial?

La boda tuvo lugar el 21 de diciembre de 1921, a las ocho y media de la tarde, en mi casa, y fue celebrada bajo el ministerio de S.E. Monseñor Fiorentini, Arzobispo de Catanzaro. Había muchos invitados, dada la notoriedad de mi familia.
Yo no estaba alegre y serena, sino deshecha y casi fuera de mí, tanto que el arzobispo debió esperar más de lo habitual a que yo diese el «sí». Esta actitud mía de triste contención fue advertida claramente por muchos de los invitados, los cuales me dirigían palabras compasivas y de consuelo. Hago notar que yo contaba entonces con quince años y cuatro meses de edad.
Siguió una recepción, en la cual estuve hasta las diez y media; después, con mi esposo y los progenitores de ambos, nos marchamos a la casa nupcial.

19.- Tras la celebración del matrimonio, ¿os acomodasteis libremente al nuevo estado de hecho, diciéndoos que ya no había remedio y habíais de considerar finalmente a Caligiuri como vuestro esposo?
20.- ¿Fuisteis voluntariamente a la casa de vuestro esposo y permanecisteis junto a él sin dificultad?

Incluso después del matrimonio, aunque tenía la buena voluntad de resignarme, no logré llevarla a la práctica. Toda la vida conyugal se desarrolló entre peleas y amarguras continuas. Permanecimos juntos seis años y medio, periodo tras el cual le dejé y me volví a casa de mis padres, con quienes todavía me encuentro.

21.- ¿Consumasteis con naturalidad la cópula conyugal? ¿Cuántas veces?

Las relaciones íntimas acaecían raramente y con mucha dificultad; yo me rebelaba, tanto que debido a las peleas que suponía, mi marido no lograba culminar el acto. Sin embargo, quedé encinta en los primerísimos tiempos de la vida conyugal, pero en el momento del parto fui encontrada virgen y hube de ser desflorada quirúrgicamente por el doctor Rao, ya difunto. En el parto estuvieron presentes mi madre y la matrona, cuyo nombre no recuerdo. Nació una niña que vive con el padre; no pude llevarla conmigo porque mi marido me lo prohibió.

22.- ¿Revelasteis, inmediatamente después del matrimonio, a vuestros parientes o a cualquier conocido cuáles continuaban siendo vuestros sentimientos en relación a Caligiuri?

Tras el matrimonio yo seguí expresando a mi marido y a mis progenitores mi absoluta contrariedad.

23.- ¿Cómo transcurrieron con él los ocho años de matrimonio?

Ya he dicho que no permanecí ocho años con mi marido, sino menos de siete; y ya he expuesto cómo los pasé.

24.- ¿Por qué no sentisteis antes la necesidad de alejaros de su casa, si es verdad que la vida con él os era insoportable?

Varias veces me alejé de la casa conyugal, pero mi padre me obligaba siempre a volver junto a mi marido. Finalmente, transcurridos unos años, se convenció de que era inútil cualquier insistencia.

25.- ¿Qué motivos os empujaron a hacerlo?

Ya he respondido.

26.- ¿No consiguió el nacimiento de la niña mudar vuestros sentimientos hacia vuestro esposo?

El nacimiento de la niña no mejoró la situación sino que incluso la agravó, porque desde aquel día nos cambiamos a camas y habitaciones separadas y no volvimos a tener relaciones íntimas.

27.- ¿No renovasteis nunca vuestro consenso al matrimonio? ¿Ni siquiera en la circunstancia del nacimiento de la niña?

Mi aversión hacia mi marido y mi contrariedad por aquel matrimonio permanecieron invariables.

28.- ¿Hubo por alguna de las dos partes intentos de reconciliación? ¿Serían posibles todavía?

A través de persona interpuesta, mi marido hizo alguna tentativa de reconciliación, pero yo la rechacé, porque en tantos años mi aversión hacia él no sólo no se ha atenuado, sino que es mayor.
Es absolutamente imposible que yo vuelva a unirme a él.

29.- ¿Por qué habéis dejado pasar casi ocho años antes de instar la presente causa ante el Tribunal eclesiástico de Catanzaro? ¿Quién os ha aconsejado hacerlo?

He dejado pasar tantos años antes de iniciar esta causa, porque desconocía que se podía hacer. Me aconsejaron inoportunamente desplazarme a Hungría para allí divorciarme, pero no lo acepté porque sé que el divorcio no habría resuelto el sacramento matrimonial. Ultimamente he recibido consejos más sabios de S.E. Monseñor Borgongini Duca, Nuncio apostólico, y del abogado Lenti, que es letrado del Consistorio.

30.- ¿Tenéis algo que añadir, corregir o cambiar?

Nada.

CATEGORÍA: Personas y personajes

8 comentarios:

  1. Por fin una tocaya más tozuda y cabezota que yo.
    Para que luego me vengan a mí con que el roce hace el cariño... y un jamón!

    Un beso.

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  2. Mujer, Raquel, esta chica sentía todo lo contrario al enamoramiento por ese hombre, le producía repulsión ¿física? y eso no hay convivencia, ni roce que lo solucione.

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  3. miroslav, respuesta a la pregunta 21. No es "en cinta", sino "encinta"

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  4. Oído cocina, Lansky. Gracias por la corrección.

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  5. Yo tengo el proceso de nulidad de mis padres y se dicen barbaridades increíbles, mucho más duro que este porque además se dicen muchas mentiras en contra de mi madre que era quién no quería la nulidad.
    Menos mal que los tiempos avanzan porque, que duro debía ser antes ser mujer....

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  6. Mujer muy inteligente, me gusta.
    Qué curioso! embarazada y virgen. Esto me suena.

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  7. Estoy ya enganchadísima a esta historia y esperando impaciente la siguiente entrega. Saludos Miroslav

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  8. Me acabo de leer de un tirón los dos últimos posts, yo también me he quedado enganchada de esta historia :)

    Besos

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