viernes, 16 de julio de 2010

Prohibamos los anuncios de contactos

El Departamento de Doña Bibiana está estudiando (lleva ya tiempo) el modo de suprimir los anuncios de contactos de la prensa. Muy tajante al respecto fue ayer Don José Luís Rodríguez que, en contestación al portavoz de UPN durante el debate del Estado de la Nación, aseguró que esos anuncios deben eliminarse porque contribuyen a la trata de blancas. Hace unos días, la secretaria general de Políticas de Igualdad sugirió que dichos avisos podrían considerarse publicidad ilícita por (a) vulnerar los principios general de publicidad, (b) contribuir a fomentar una imagen estereotipada de las mujeres y (c) fomentar la violencia por razón de sexo. Pareciera pues que la línea en la que está trabajando el gobierno con vistas a tan (¿loable?) propósito es la de producir algún precepto normativo que encontrara su sustento jurídico en la Ley General de Publicidad.

Ciertamente, los anuncios de contactos responden de lleno a la definición legal de publicidad ya que tienen por objeto promover la contratación de unos servicios que se ejercen como actividad profesional. Quiero suponer, aunque la Ley no lo contempla expresamente entre sus supuestos, que es ilícita la publicidad de bienes o servicios ilegales; digo yo que será ilícito que un coffee-shop holandés anuncie en España la venta de marihuana, ¿o no? Ejercer la prostitución, pese al debate viejísimo sobre su regularización, no es ilegal; si lo fuera, sería muy sencillo prohibir los famosos anuncios y no necesitaría el Ministerio tanto asesoramiento jurídico como están requiriendo. En principio, convengamos que una persona (no sólo una mujer) puede ejercer la actividad económica consistente en dar servicios sexuales a clientes a cambio de dinero (algo no demasiado distinto, si prescindimos de las connotaciones culturales del sexo en nuestra sociedad, de lo que hacen, por ejemplo, los masajistas). La actividad, en sí misma, es (o debería ser) tan legal como cualquier otra; cuestión distinta es que quien la ejerce lo haga bajo algún tipo de coacción. En este supuesto habrá que impedir tal forma de violencia, como hay que hacerlo con cualquier otra. El problema está cuando se asimila una forma rechazable de ejercer una actividad con la propia actividad, incluso aunque tal forma sea la mayoritaria (de lo que no estoy muy convencido), y se generalizan las medidas punitivas contra ese proceder a cualquier otra manifestación del ejercicio de, en este caso, la prostitución.

Más o menos tal ha sido el sofisma que ha sugerido Zapatero en el "debate" de ayer. Como hay que luchar contra la trata de blancas (indiscutible) prohibamos uno de los instrumentos a través de los cuales fomentan su negocio. Lo que habría que hacer, si se fuera consecuente, es impedir que se anunciaran servicios sexuales de prostitutas explotadas por estas organizaciones delictivas y, en cambio, permitir los de aquéllas que ejercen la profesión libremente. Pero, claro, eso es imposible, así que como daño colateral (muy loable moralmente) que las segundas vean limitadas sus posibilidades de ejercicio profesional. Porque, además, tienen que ser muy pocas, poquísimas, las que ejerzan libremente un oficio que es tan vejatorio para la dignidad de la mujer y la única explicación es que lo hacen porque están explotadas, sea por mafias o por un sistema cultural opresivo. Puede que sea verdad por más que se me antoje una simplificación excesiva de un fenómeno que existe desde siempre; lo que no cabe duda (y como última muestra me remito a los unánimes aplausos del congreso a las citadas palabras del presidente) es que es el planteamiento políticamente correcto.

Pero, si de verdad eso es lo que creemos, si estamos convencidos de que la prostitución es mala y su ejercicio es vejatorio, indigno y poco menos que anticonstitucional, ¿por qué no, simplemente, se tipifica como delito? Pues porque no está tan claro, porque lo vejatorio, indigno y anticonstitucional es forzar (en cualquier modo) a alguien a prostituirse pero no hacerlo libremente. Y también porque, incluso los que piensan que la propia actividad en sí misma lo es, saben que, como ha de seguir existiendo, lo único que se ganaría penalizándola es agravar el problema y no contribuir un ápice a la solución que les gustaría: que no hubiese prostitución. Así que, como en todo viaje para el que sobran las alforjas, volvemos a la casilla de salida que no es otra que asumir que hay putas y puteros, pero hacer como que no nos los vemos. Creo que esa actitud subyace en muchas acaloradas protestas contra cualquier intento de regularizar esta actividad profesional (recientemente expresadas por algunas congresistas, por ejemplo), aunque lo sostengan (sin argumentos) porque así se favorece a los explotadores de mujeres y niños. Los anuncios, que han proliferado en la prensa generalista, resultan obstáculos a ese deseo de discreción, con su descarada exhibición de reclamos, tanto en los textos como en las imágenes. Hay pues que suprimirlos (por las mafias, se entiende).

Volvamos a los argumentos con los que el Gobierno explora declararlos como publicidad ilícita. El primero es que vulnerarían los principios general de publicidad. Ahí me han pillado, porque no sé cuáles son tales principios; de hecho, la Ley no los menciona y, la verdad, no se me ocurre contra cuáles podría atentar una persona que anunciase las excelencias de sus servicios sexuales. Pendiente de que alguien me lo explique, me quedo con la sospecha de que este primer motivo de ilicitud no deja de ser una declaración hueca que son tan del gusto de nuestros políticos.

Poco más precisa es la segunda razón; a saber, que los anuncios de contactos contribuyen a fomentar una imagen estereotipada de las mujeres. Estereotipado se refiere a algo que se repite sin variación y que, aunque este añadido no lo traiga el DRAE, es una simplificación despectiva y falsa. Ahora bien, que una prostituta anuncie sus servicios sexuales no entiendo muy bien qué imagen estereotipada de la mujer está contribuyendo a fomentar. ¿Que las mujeres son todas putas? ¿Que ser puta es consustancial con ser mujer? De otra parte, ¿acaso asume la secretaria general del Ministerio que alguna de ésas es una imagen estereotipada de la mujer? No negaré que habrá unos cuantos gilipollas que la tengan, pero la argumentación propuesta está al nivel mental de tales cenutrios: Prohibamos la publicidad de las prostitutas para que nadie pueda decir: fíjate qué cantidad de putas hay, si es que toda mujer ... Ya puestos a desbarrar, ¿por qué no fomentar los anuncios de "prostitutos" a ver si se compensa y desmontamos esa generalización machista? Me parece un insulto a la inteligencia que se afirme una chorrada como la anterior pero reconozcamos que no es nada raro este tipo de frases en las bocas de los políticos (y políticas).

Vayamos finalmente a la tercera presunta casa de ilicitud de los anuncios de contactos: que fomentan la violencia por razón de sexo. Vuelvo a quedarme ojiplático porque yo pensaba que lo que esos anuncios quieren fomentar es que el lector sienta ganas de contratar los servicios de la profesional correspondiente. Para lograrlo entiendo que se les pueda acusar de fomentar la lujuria y de hecho compruebo que la mayoría de ellos es tal pulsión la que buscan provocar. Pero, ¿cómo fomentan la violencia? Cuando una, según sus palabras, mulata tetona con descomunal culazo acompaña a la provocativa foto de su anatomía la relación de las prácticas que ofrece "con máxima implicación" no me surgen afanes violentos, y no me parece que sea muy rarito en tal aspecto. Claro que puede que la secretaria general se esté refiriendo a que el acto sexual mediante pago (que es efectivamente el que quieren fomentar esos anuncios) es per se una forma de violencia del hombre sobre la mujer (por razón de sexo). Sin molestarme en discutirlo (entre otras cosas porque es un terreno tan pantanoso que no hay por dónde moverse), cabe decir que si así fuera lo que habría que hacer, nuevamente, es prohibir no los anuncios sino la prostitución. Y es que en el fondo los dos argumentos caen en el error común de atribuir a los anuncios vicios que no son de ellos sino de lo que anuncian. Los anuncios sólo fomentan el consumo del servicio anunciado; el fomento de la imagen estereotipada de la mujer o de la violencia por razón de sexo, de ser verdad (que no lo es) radicaría en el ejercicio de la prostitución. Luego, señora secretaria, no prohíba los anuncios (al menos, no por esos motivos tan nimios), sino la prostitución.

Hay que aclarar que, aunque improcedentes, los dos motivos citados por la proba secretaria general no están escogidos al azar sino que tienen su referencia en la Ley General de Publicidad, cuyo artículo 3 dice, efectivamente, que se entenderán como publicidad ilícita los anuncios que presenten a las mujeres de forma vejatoria ... o su imagen estereotipada ... coadyuvando a generar la violencia. Ahora bien, con una técnica conocida desde los sofistas griegos, esta señora saca de contexto el precepto legal y amplía su ámbito de aplicación mucho más allá de lo regulado. Porque la Ley se refiere al uso vejatorio o discriminatorio de la mujer cuando se usa su cuerpo como mero objeto desvinculado del producto que se pretende promocionar. No es el caso porque en los anuncios de contactos es precisamente el cuerpo de la mujer (o del hombre, si se tratara de un prostituto) lo que ella quiere promocionar. De otra parte, cuando la norma se refiere a la "imagen estereotipada" de la mujer, para nada está aludiendo a su consideración como puta, sino a esos anuncios en los que se presentaban a las amas de casa tontas cuyo horizonte mental no pasaba de las excelencias del lavavajillas. Son esos y similares "comportamientos estereotipados" los que prohíbe usar la Ley como reclamo en la medida en que pueden coadyuvar a generar la violencia contemplada en la Ley Orgánica 1/2004 y que no es otra que la (mal) llamada violencia de género. Ahora bien, la violencia de género es la que ejercen sobre las mujeres los hombres que están o han estado relacionados afectivamente con ellas. No parece que venga muy a cuento con el asunto de la prostitución.

En conclusión que si por esos derroteros van las exploraciones jurídicas del Ministerio de Igualdad para declarar como publicidad ilícita los anuncios de contactos, poco futuro les veo. Aunque nunca se sabe, porque sería demasiado ingenuo de mi parte confiar en que los preceptos normativos para promulgarse hayan de insertarse coherentemente en el propio marco legal previo. A lo mejor (por el bien de la coherencia lógica del sistema jurídico) los responsables de esta santa cruzada laica, vuelven a sus primeros intentos de convencer a los editores de prensa para que se "autorregulen", compensándoles con cargo al Estado en crisis, discretamente eso sí, de los sustanciosos ingresos que dejarían de cobrar (que tampoco me extrañaría demasiado que sacaran la norma prohibiendo los anuncios y, además, les compensaran). La solución en breve, que Zapatero ha empeñado su palabra en eliminar los dichosos anuncios.

CATEGORÍA: Política y Sociedad

6 comentarios:

  1. Me hiciste acordar una nota que leí hace pocos días, en la cual la titular del Sindicato de Trabajadoras Sexuales, diferencia las víctimas de la trata de blancas (nombre antiguo,¿no sería ya hora de cambiarlo) de las que "ejercemos el trabajo sexual".

    En la nota dice: Según el documento emitido por Ammar, “la resistencia de muchos a considerarnos y respetarnos es que usamos como herramienta de trabajo nuestros genitales y eso, para quien considera la sexualidad como algo sagrado, es un pecado o una inmoralidad”. “¿Cuál es el problema de que usemos esa parte del cuerpo para trabajar? –pregunta Reynaga– ¿Por qué otras partes sí pero ésa no? Cuando se pide la despenalización del aborto, con la que estamos totalmente de acuerdo, se argumenta que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo. ¿Cuál es el problema si es mi cuerpo, mi decisión y mi manera de ganarme la vida y si, de vez en cuando, la paso bien?”

    http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-149519-2010-07-15.html

    Besos

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  2. "Si el sabio censura, malo; si el necio aplaude, peor", decía un versito escolar de mi infancia. A qué extremos de hueca imbecilidad no estará llegando el patético Zapatero, que sus medidas resultan ya del agrado... ¡de La Razón! No sé a qué coño está esperando para dimitir de una vez, la verdad. No creo que se pueda caer más bajo.

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  3. Si te fijas bien muchos de los argumentos que despliegas, Miroslav, le van como un guante a la movida que se está montando con los deseos de penalizar el vestido femenino islámico.

    Como alguien escribía el otro día: Prohibir el uso público del burka para evitar la discriminación de la mujer es como prohibir los moratones para erradicar el maltrato. O el otro día Savater: Llamar a esos procedimientos impositivos “libertad” o “dignidad” es utilizar un nuevo lenguaje similar al que George Orwell patentó en “1984″. Y más adelante: ¿Víctimas? Entonces ¿por qué no las salva? ¿No es humillante considerarlas a todas así, quieran o no? ¿No es una ofensa a su dignidad y a su libertad? ¿Por qué la ministra Aído no se decide ya a declararlas “enfermas” y tratarlas como a los homosexuales en esa clínica catalana que se ofrece a curarlos?

    Independientemente de la introxicación deliberada que supone el uso de la palabra burka, una prenda de la que no existe ni un solo caso de su uso en España, definitivamente el cretinismo de estos sociapollas comienza a ser preocupante.

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  4. La derecha hace políticas de derechas, sin complejos y sin vergüenza, y usa retóricas de derechas,aunque a veces se apropie oportunísticamente de retóricas de izquierdas, como el PP "defendiendo" ahora las pensiones...

    Pero la izquierda, ¡ay!,la autodenominada izquierda, también hace políticas de derechas, sumisa a lo que considera la ineludible ley de la gravedad econoómica y social (el dictado de los mercados, esto es, de los especuladores y el capitalismo cad día más descarado). Así que a esa izquierda sólo le queda la retórica, la palabra hueca, legislar buenas intenciones, a menudo, mira por donde, idiotas intenciones de las que el infierno (en este mundo) está empedrado de cabo a rabo.

    No estoy de acuerdo con vanbrugh en personalizar tanta estulticia en un sólo hombre por muy presidente de gobierno que sea, habiendo alcanzado obviamente su máxima cota de incompetencia. Lamentablemente, lo veo más grave: creo que es una crisis de prácticamente toda la autodenominada "izquierda" no sólola que alcanza el poder y se mantiene en él, sino la que hace ¿oposición?

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  5. Tampoco yo estoy de acuerdo conmigo mismo en personalizar la estulticia en un solo hombre. Fue un desahogo del que me arrepentí casi enseguida. Más quisiéramos que que el problema fuese mi amigo Zapatero, que casi no llega ni a síntoma...

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  6. En toda sociedad desarrollada como se supone que es la nuestra, cualquier ley,contraley, reforma y decreto que se toque y retoque crea controversias inevitables.
    ¿Cómo abarcar un tema secular, que atañe al ser humano en sus mas bajos instintos, siendo todo lo justos y concretos que se debería ser?
    ¿Cómo arrancar de raíz una costumbre que arrastra tanta bajeza, tanta avaricia y tantos daños colaterales?
    Muy difícilmente.
    Veremos a dónde nos lleva la decisión del Ministerio en cuestión. No sé yo...

    Un abrazo

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