jueves, 15 de enero de 2015

Yo no soy Charlie Hebdo, dice el tío

El pasado sábado 10, Juan Manuel de Prada publicó un artículo en el ABC con el provocador título "Yo no soy Charlie Hebdo", en el que califica de culminación del dislate que entre las reacciones derivadas de los recientes asesinatos de París se haya defendido un sedicente derecho a la blasfemia. Con su habitual altanería insultante, tilda varias de estas posiciones como "paparruchas hijas de la debilidad mental", "antivalores pestilentes" y alguna que otra muestra más de su excelente educación. Sostiene el escritor –citando un discurso de Benedicto XVI en Ratisbona– que el laicismo, entendido como "expresión demente de la razón que pretende confinar la fe en lo subjetivo", es condenable. Que ha sido el laicismo lo que ha empujado a la civilización occidental a la decadencia. Son las religiones, dice Prada, las que fundan las civilizaciones y por tanto, cuando una sociedad apostata de la propia está condenada a muerte. Por eso, siguiendo su propia lógica, predice que al haber Occidente abandonado la religión (o haberla confinado al ámbito de lo privado permitiéndose su escarnio público), será el Islam el que se erija sobre Europa en este siglo XXI.

De más está decir que ninguna de sus premisas es mínimamente rigurosa. ¿Todas las civilizaciones han sido fundadas por alguna religión? Admitamos que en la construcción de la occidental (hasta el XVII, más o menos) y en la de la islámica, las respectivas religiones tuvieron un peso muy relevante (no exclusivo, desde luego), pero de ahí a hacer una ley universal. ¿Que la decadencia de las civilizaciones obedece al abandono de la religión? Habrá que saber qué entiende Prada por decadencia, aunque parece que se refiere a los "valores éticos". Si es así, me permito disentir sobre la presunta correlación –al menos en Occidente– entre bondad ética de la sociedad y religiosidad; más bien, me atrevería a sostener lo contrario. En todo caso, llama la atención que los dos únicos "valores pestilentes" que cita el autor como ejemplos de la decadencia de nuestra civilización sean el multiculturalismo y el pansexualismo; en fin, no estaría mal que nos los explicara un poquito a quienes tanto distamos de su nivel intelectual y cultural.

Aceptando, como dice Prada, que el laicismo es confinar la fe al ámbito de lo subjetivo, me declaro desde luego laicista y no me cabe en la cabeza que se pueda defender racionalmente lo contrario. Lo contrario son, justamente, los actuales estados islamistas que imponen a sus sociedades las normas religiosas; lo que, por cierto, ocurrió en casi todo Occidente hasta hace no mucho en términos históricos. Hay que deducir de este artículo que lo que se propone es que volvamos a supeditar las normas civiles a los principios de la ética cristiana, empezando por la obligatoriedad de que todos creamos en Dios. No, señor Prada, desvincular la religión de la ordenación de la sociedad no es decadencia sino progreso. Progreso en el sentido de que hace al ser humano, al individuo, más libre, más completo, más inteligente y también –estoy convencido– más bueno (éticamente mejor).

De otra parte, no se trata de prohibir a nadie que crea lo que quiera, sino simplemente de impedir que esas creencias se impongan sobre quien no las tiene. La predicción de Prada –que el islam se erigirá sobre Europa en este siglo– implica suponer que una sociedad con creencias religiosas fuertes ha de imponerse sobre otra que no las tiene. Esta hipótesis –que no digo que no pueda ser cierta– presupone implícitamente que el fanatismo se impone sobre la razón. A partir de ahí –vuelvo a la lógica del autor– contra el fanatismo sólo sería eficaz otro fanatismo. Es decir, frente a los peligros (?) de que los islamistas impongan a los europeos su religión (y organicen nuestras sociedades en base a la ley coránica) lo que hemos de hacer es recuperar los valores cristianos como base de nuestra organización social. En cierto modo, Prada está reclamando una vuelta al espíritu de intolerancia del siglo XVI (y de paso, una reedición de las glorias de la España imperial). Quizá para él ese clima "ético" de guerra de religión sea el ideal de la civilización; para mí, en cambio, es uno de los escenarios históricos más terrible, felizmente superado (aunque en él hay que buscar muchos de los males de este malhadado país).

Pero es que, sobre todo, defender que la fe debe confinarse a la esfera de lo privado y no inmiscuirse en la vida social me parece una postura ética de enorme valor en sí misma. Reconozco la tremenda fuerza de quienes creen lo contrario, que les impulsa a hacer las barbaridades que en estos tiempos hacen los islamistas (y en otros hicieron los cristianos). Por eso, aunque estuviéramos condenados a sucumbir ante el fanatismo religioso, me niego a enfrentarlo con fanatismo de otra religión (y cuando digo fanatismo, incluyo la imposición de cualquier moral religiosa sobre la sociedad). La única vía que admito como legítima es la de intentar aminorar los factores que hacen que las gentes quieran imponer su religión. Y, dicho sea de paso, no se dedican precisamente a eso los gobiernos occidentales cuando tanto hablan del peligro islámico; más bien, tengo fundadas sospechas de que, por el contrario, alimentan a escondidas ese proceso que en público condenan. Al fin y al cabo, siempre es necesario tener un enemigo que justifique lo que queremos hacer. Y ahora viene Prada, desde su desmesura interesada, a hacerles el juego, a reclamar el rearme cristiano ante esta nueva guerra.

Unas pocas líneas, por último, sobre las blasfemias. Desde luego, blasfemando se está ofendiendo los sentimientos religiosos de un creyente. Ahora bien, si admitimos –como laicistas que somos– que la fe forma parte del ámbito de lo privado, ¿por qué habríamos de considerar la ofensa a los sentimientos religiosos mayor que la que se hace contra cualesquiera otros, también privados? No pocos españoles consideran más sagrado su equipo de fútbol que el dogma de la Santísima Trinidad, y no se nos ocurre condenar a alguien que injurie al Real Madrid, por ejemplo, aunque bastantes madridistas podrían ofenderse más que con la portada blasfema de Charlie Hebdo a propósito del matrimonio homosexual (para que se vea que esos dibujantes no sólo se metían con los musulmanes). A mí no me provoca ningún placer ofender a nadie y, por tanto, no me son precisamente agradables las provocaciones o burlas de los sentimientos, opiniones o creencias de ningún colectivo (bueno, miento, se me ocurren algunos colectivos que sí me parece bien que se les ofenda). Ahora bien, muy distinto es que haya que limitar el derecho de expresión para evitar ofender. Como es sabido, no se ofende quien no quiere; y en el caso de la religión, es justamente en las sociedades "fanatizadas" donde abundan los que se ofenden. No hay más que comprobar que la portada que adjunto (mucho más fuerte que la mayoría en las que los de Charlie Hebdo se burlaban de Mahoma) causó en Francia y el resto del mundo bastante menor ofensa que las que iban contra el Islam.

 
Losing my religion - R.E.M. (Out of Time, 1991)

P.S: Frente a la invocación al papa Benedicto XVI a que recurre Prada, transcribo una cita que leo en Facebook del actual Pontífice: "No es necesario creer en Dios para ser una buena persona. En cierta forma, la idea tradicional de Dios no está actualizada. Uno puede ser espiritual pero no religioso. No es necesario ir a la iglesia y dar dinero. Para muchos, la naturaleza puede ser una iglesia. Algunas de las mejores personas en la historia no creían en Dios, mientras que muchos de los peores actos se hicieron en su nombre".

15 comentarios:

  1. No tengo por menos que manifestarme del todo de acuerdo con este post, cons u claridad expositiva, que es habitual en ti, Miroslav, punto por punto, párrafo por párrafo.

    En cuanto al inefable Prada, qué decir: este personaje decidió hace tiempo no ser una persona cabal, ni siquiera un literato, desde aquel 'Coños' juvenil, pretendidamente rompedor, pero plagiario del Senos de Gómez de la Serna, solo que en tosco. Solamente ver como se reclina en su butaca en las tertulias de la tele e imita impostando a una suerte de Umbral con sobrepeso ya da una idea de eso, de que es un fingidor, alguien no auténtico, no una persona en su sentido cabal sino un personaje construido con la intención de ocupar un 'nicho ecológico' en la derechona que le permita 'lampar'. Y lo malo es que lo consigue, mira si no este post que le has dedicado. Entre otras muchas cosas, echo de menos en este país gentes de derechas o conservadoras auténticas, cultas y no eruditamente exhibicionistas con los que se pueda debatir con sensatez; no sé, como Herrero de Miñón o en su caso Delibes, o foráneos como Churchill, en lugar de —y o es insulto, sino descripción sintética— majaderos provocadores como el interfecto al que tan modélicamente has desmantelado.

    La cita del papa... pensé por un momento que la había escrito yo, modestia aparte.

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    1. Creo que yo lo único que he leído de Prada es su primera novela (Las máscaras del héroe) que recuerdo que me interesó. El "Coños" que citas empecé a leerlo, pero me aburrí enseguida con ese ejercicio pretendidamente provocador. En todo caso, más que como escritor parece que su fama la ha ido consolidando como pedante vanidoso derechón, al menos por las pocas veces que lo he visto o leído artículos suyos. Y sí, tienes razó, se echa en falta personas conversadoras cultas (ya puestos, también de izquierdas, pero menos).

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  2. De todas las numerosas estupideces que gran número de católicos se creen no solo en el derecho, sino hasta en el deber de proclamar como si formaran parte del mensaje del evangelio, esta de que "el laicismo es el enemigo" es una de las que más me irrita y más estúpida e injustificable me parece. Yo creo que el laicismo es una condición ineludible de una sociedad civilizada, que no solo cualquier demócrata debe desear y defender, sea o no creyente, sino que incluso debería ser también defendida por cualquier creyentes, fuera o no demócrata, en estricto interés de sus creencias. El esquema creyentes versus laicistas me parece absolutamente estúpido, amén de falso. Yo al menos no solo soy ferviente partidario del laicismo por ser demócrata, lo soy también como consecuencia de mi fe religiosa, para la que no puedo desear nada mejor que su independencia de cualquier otra instancia, y la garantía institucional de que no será ni privilegiada ni estorbada. Eso es el laicismo.

    (Es un alivio que este Papa diga esas cosas, después de haber escuchado cómo el anterior decía que nuestro país era "una viña devastada por los jabalíes del laicismo", lo que prueba que no debía de ser tan listo como decían...)

    Que el memo de Prada y sus corifeos ultracatólicos salga por ahí no me sorprende. Más me ha sorprendido escuchar, estos últimos días, virtuosas condenas de la blasfemia a gentes que se declaran de izquierda y hasta de ultraizquierda, que, tras comenzar aclarando que, naturalmente,. condenaban el brutal atentado, y todo lo demás, se apresuraban a meter el "pero" de que claro, ofender los sentimientos... las bromas repugnantes y de mal gusto... De repente hasta parecían ofenderles las blasfemias contra el cristianismo. En fin, que la estupidez de "Je ne suis pas Charlie" no ha sido privativa de los meapilas de un lado, han coincidido en ella meapilas de los pelajes más diversos.

    Personalmente creo que cuando alguien se carga a doce personas para intentar frenar la libertad de expresión, cualquier matiz que se le añada a la evidente condena huele un tanto a complicidad vergonzante con los asesinos. No me gustan las blasfemias -aunque confieso que me molestan más desde el punto de vista estético que desde ningún otro, ni a mí me ofenden como creyente ni creo que ofendan a Dios, que es bastante más listo que eso- pero creo que también las blasfemias están amparadas por la libertad de expresión. Y que escandalizarse por ellas con ocasión de que se acabe de asesinar al blasfemo viene a ser como recordar, en el funeral de una mujer maltratada y asesinada, que la difunta era un poco alzada de cascos.

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    1. Amén. Y, sí, desde luego a Dios es metafísicamente imposible que le ofendan las blasfemias (como verás asumo que el Dios en que crees no es el que se describe en el Antiguo Testamento).

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  3. Habran notado la asombrosa regularidad con que la estupidez y la brutalidad se multiplican y reproducen. Asi como la violencia que engendra violencia. Quizas haya una ley que exprese esto.
    Este gordito no es Charlie. Es amigote de los asesinos.

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    1. Te recomiendo el fantástico librito de Carlo Cipolla sobre Las leyes fundamentales de la estupidez humana. Y aunque el Prada me es insoportable, me parece excesivo llamarlo amigo de los asesinos.

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  4. Vanbrugh ¿Te molestan las blasefemias desde el punto de vista estético? puede que sean feas la mayoría, pero depende del contexto, un bramado "¡Me cago en Dios!" puede resultar si no bonito sí ajustado a.. ¿derecho?, digamos apropiado al momento y por tanto a menudo no disonante estéticamente. Y las hay muy barrocos para quién guste de lo alambicado, como "¡Me cago en la puta madre del lobo que no se comió a Dios cuando era cordero!" (aunque eso del cordero puede resultar confuso)

    Más en serio, el Papa parece que ha ihecho una declaración ayer camino a Filipinas (Telediario del emdio día de TV1 de hoy) que incurre justamente en lo que Vanbrugh comenta:"cualquier matiz que se le añada a la evidente condena huele un tanto a complicidad vergonzante con los asesinos.". Pues bien, ha dicho que burlarse de la religión e una provocación, lo cual es bien cierto, pero en el contexto de su declaración parece justamente como cierta exculpación parcial de los asesinos. Me ha sorprendido, sobraba

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    1. Yo en cambio –y no es por defender al Papa– no sostendría que "cualquier matiz que se añada a la evidente condena huele un tanto a complicidad vergonzante". Habrá que valorar cuál es el matiz concreto y, sobre todo, la intención de quien lo dice. También habremos de procurar no condenar inmediatamente a quien matiza, pero bien es verdad que, sabiendo que a la gente le encanta radicalizarse, no es demasiado inteligente dar pie a que te digan que eres tibio en la condena.

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  5. Hay que deducir de este artículo que lo que se propone es que volvamos a supeditar las normas civiles a los principios de la ética cristiana, empezando por la obligatoriedad de que todos creamos en Dios. No, señor Prada, desvincular la religión de la ordenación de la sociedad no es decadencia sino progreso

    Voy a dejar que te conteste alguien más listo que yo:

    Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle:

    - "Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?"

    Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo:

    - "Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo."

    Ellos le presentaron un denario. Y les dice:

    - "¿De quién es esta imagen y la inscripción?"

    Dícenle:

    - "Del César."

    Entonces les dice:
    - "Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios."
    (Mateo 22, 15-21)

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    1. Entiendo que la contestación que me da Jesucristo (según Mateo) me da la razón; ¿o no es así, Números?

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  6. Quizás China pueda valernos como ejemplo de civilización que no se ha fundado sobre una religión, porque lo hizo sobre varias al mismo tiempo. Autóctonas de la propia China son el confucianismo y el taoísmo, las cuales pueden ser llamadas filosofías o religiones dependiendo del practicante y de qué se proponga hacer con la vida*. Después llegó el budismo, que fue por lo general aceptado aunque perseguido en cierta época para impedir que los monjes ganaran demasiado poder. Además, hay otros movimientos menores. En general, la historia china carece de persecuciones "ideológicas", las rebeliones religiosas tuvieron como contexto épocas de escasez que aprovechaban el descontento popular.

    Así que Prada se equivoca.

    * Algunos taoístas buscaban la inmortalidad, con potingues que no le daría a beber ni a mi más odiado enemigo. Otro se limitaban a abogar por una independencia artística.

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    1. Prada se equivoca, sí, pero le da igual porque no le importa nada sustentar sus tesis, sino imponerlas y ay del que le contradiga, que nadie hay más culto y soberbio que él.

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  7. Evidentemente.

    La pregunta que realmente le estaban haciendo a Jesús era si los judíos debían someterse a leyes romanas y la respuesta no deja lugar a dudas. Civilmente los judíos deben someterse a Roma, pero en el ámbito de la Religión la situación es otra, estableciendo una separación clara entre Iglesia y Estado.

    Tengo para mi que el propio Jesús era un laico de libro

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  8. Es desesperante sostener constantemente las tesis de la libertad, cuando la libertad ya hace décadas que en teoría fue conquistada. Es como volver a debatir sobre la sexualidad, y ya puestos, la homosexualidad, o el derecho de la mujer a ser una ciudadana como los demás, defender a la prima vegetariana ante la jauría de carnívoros o protestar una vez más para la abolición de costumbres primitivas y crueles, como la ablación o la tortura de animales. Por eso la sátira, ridiculizar, es tan importante. Es el espejo exagerado en el que tal vez alguien se vea reflejado y reaccione, ya que dialogando no se produce ningún cambio. ¿O acaso se hace así para que los demás no nos aburramos? Ya se sabe que para evitar la ofensa se requiere un mínimo de inteligencia. ¿Acaso van a responder al humor los que no tienen sentido del humor?

    El verano pasado leí un número de Hebdo dedicado a la hipocresía moralista de la institución familiar, dados los porcentajes de abusos, maltratos y traumas de todo tipo. Los textos eran brutales y las ilustraciones, bestias y específicas. Pensé que una publicación así nunca vería el kiosko en España.

    La familia, la religión, el estado... No son más que corsés. Y el laicismo, para mucha gente, también lo es. Una estructura que dé sentido a las cosas, como la filosofía o la ciencia. En verdad, no hacemos más que reciclar sistemas para combatir a otros sistemas.

    No sé, pasan los días, y todo me sigue pareciendo tremendamente triste. Así que he estado viendo a Robin Williams y algunos de los antiguos shows de Stephen Fry y Hugh Laurie en el youtube. Ha sido genial volver a reír.

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    1. Creo que las libertades (de pensamiento, expresión y comportamiento) sólo en teoría han sido ya conquistadas y, aún así, según donde. Por eso quizá no sobre seguir insistiendo e incluso radicalizarse para mostrar con toda su crudeza sus límites. Y, en efecto, la sátira tiene a esos fines una función fundamental.

      También estoy de acuerdo con tu calificación de "corsés" a la familia, la religión, el estado, etc (yo los llamo "estructuras ideológicas"), cuya única función es "contarnos" las cosas, darle un sentido. Lo malo es que esos "sentidos inventados", siendo perfectamente legítimos para el uso personal (y necesarios en la medida de cada uno necesite encontrar "sentidos") tienden a imponerse a los demás. Por eso me parece muy saludable el tan denigrado "relativismo moral" o mejor: vive (y piensa) como quieras y deja que los demás también lo hagan, siempre que no hagas ni te hagan daño (pero objetivo).

      En todo caso, desde luego lo mejor es reír.

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