miércoles, 20 de julio de 2016

¿Pacto con los que quieren romper España?

Ayer martes se constituyó la Mesa del Congreso. Primero salió elegida como presidenta a Ana Pastor, del PP. Luego se votaron los cuatro vicepresidentes que resultaron, en este orden, Prendes de Ciudadanos, Navarro del PSOE, Romero del PP y Elizo de Unidos Podemos. Finalmente, los cuatro secretarios fueron Sánchez Camacho del PP, Gordo del PSOE, Expósito de Unidos Podemos y Reyes Rivera de Ciudadanos. Como se sabía antes del acto, el PP había alcanzado un acuerdo con Ciudadanos para conseguir la Presidencia a cambio de que los de Rivera obtuvieran la primera vicepresidencia. Esto suponía que Albertito, que tanto presume de congruente, se desdecía de lo que sostuvo en la pasada breve legislatura, eso de que era deseable para la democracia que la Mesa estuviera presidida por un partido distinto del que fuera a gobernar, así como de paso de su pacto de entonces con el PSOE. Pero, aunque he escuchado algunas menciones a este cambio de postura de Ciudadanos, han sido pocas y desde luego han quedado apagadas por el asunto que a tantos ha sorprendido y escandalizado (incluyendo –manda narices– a los propios de Ciudadanos): el apoyo de los nacionalistas, esos que quieren romper España, al PP. Así, en casi todos los medios parece darse por hecho que ha habido también un pacto de Rajoy con los nacionalistas (que estaría prefigurando la inminente investidura). Yo, en cambio, no lo creo; supongo que lo que voy a contar en este post alguien lo habrá contado en algún medio de comunicación, pero yo no me he enterado.

La primera votación, la del presidente de la Mesa, dejó meridianamente claro que había un pacto PP-C’s ya que en ambas rondas Ana Pastor obtuvo 169 votos, la suma exacta de los escaños del Partido Popular (137) y Ciudadanos (32). Es evidente que el PP necesitaba la alianza con C’s para obtener la presidencia; si éstos se hubieran abstenido (no ya pactado con el PSOE como en la anterior legislatura), en la segunda ronda Patxi López habría sacado 155 votos (los mismos que sacó ayer, por el apoyo de Unidos Podemos) y el PP se habría quedado solo con sus 137. El pago que recibieron los de Rivera fue la primera vicepresidencia, cuando la que les habría tocado sin acuerdo habría sido la cuarta. Yo diría que la transacción fue claramente beneficiosa para los populares: vale mucho más la presidencia que pasar de vicepresidente cuarto a primero. Dicho de otra forma: los de Ciudadanos no sólo cambian de opinión, sino que lo hacen a bajo precio.

En cuanto a los vicepresidentes, con los escaños de las distintas fuerzas políticas, era obligatorio que cada una de las cuatro principales obtuviera una silla. Si no hubiera habido acuerdos y cada partido votara a su candidato, los vicepresidentes se ordenarían según el número de escaños de cada uno. Si, como ocurrió, el PP y C’s pactaban que estos últimos ocuparan la primera vicepresidencia, lo que había que hacer era que 54 diputados del PP votaran a Prendes para que, sumándose a los 32 votos de Ciudadanos, llegar a 86, uno más que los escaños del PSOE. Bien es verdad que, conociendo ese pacto, alguno o algunos de Unidos Podemos podría haber votado a Micalea Navarro (la candidata del PSOE) para darle la primera vicepresidencia y joder a los de C’s (no les habría supuesto ningún perjuicio: habrían seguido manteniendo la cuarta vicepresidencia). Pero bueno, parece que los paperos y revistas supusieron acertadamente que los de Iglesias no se iban a dar cuenta de que podían estropearles su jugada. Naturalmente, se contaba con que los 25 diputados restantes, los que no tenían ninguna opción a ocupar la Mesa, se abstendrían, como así ocurrió en la segunda ronda de la elección de la presidenta.

Pero no fue así. La candidatura de José Ignacio Prendes recibió 96 votos: los 32 de C’s, los 54 prestados del PP y 10 donaciones anónimas. Esa decenita no provenían del PSOE ni de UP, porque esos dos candidatos obtuvieron exactamente tantos votos como escaños tienen sus grupos parlamentarios; tampoco del PP, porque su candidata sacó 83 votos, exactamente el número de diputados del PP que no votaron a C’s. Provenían pues necesariamente de los 25 que en teoría debían de abstenerse. Los de Esquerra, por boca de Tardá, han negado indignados que alguno de sus 9 diputados haya votado a Prendes; de otra parte, no creo que sea muy aventurado suponer que tampoco los 2 de Bildu lo han hecho. Por tanto, hay que asumir que esos 10 votos proviene de los 14 diputados que suman los de la ex-Convergencia, PNV y Coalición Canaria; es más, necesariamente han de haber votado tanto vascos como catalanes (si alguno de esos dos grupos no hubiera dado ningún voto no llegarían a 10). Hasta aquí parece haber coincidencia en todos los análisis. Y ahora viene la conclusión de los portavoces (del PSOE, de Podemos e incluso de Ciudadanos): si vascos y catalanes han apoyado a Rajoy es que éste les ha dado algo a cambio. Pues que lo diga y no engañe a los españoles, dice Antonio Hernando (PSOE); pues si busca el apoyo de quienes quieren romper España, nosotros votaremos en contra en la investidura, dice Villegas (C’s).

Lo que no no parece darse cuenta Villegas es que los 10 votos sorpresa fueron a su candidato, no al del PP; fueron ellos los que recibieron el apoyo de los independentistas. Pero lo importante, y que a mi juicio contradice el que hubiera un pacto previo, es que fue un apoyo inútil: el resultado de la distribución de vicepresidentes hubiera sido exactamente el mismo si esos 10 votos nacionalistas hubiesen sido abstenciones. Si Rajoy hubiera hecho un pacto con catalanes, vascos y canarios habría acordado que esos 10 votos (o los 14 totales de esos grupos, que es lo lógico si hubiera habido pacto) fueran a Rosa Romero, de modo que la segunda vicepresidencia fuera para el PP. Hacer un pacto que no se traduce en nada es de idiotas que no saben sumar; y los del PP quizá no sean muy brillantes, pero suman perfectamente. También, por cierto, saben sumar magníficamente los demás, por lo que estoy bastante convencido de que todos ellos están haciendo teatro (y dando una muestra más de sus cinismos) cuando se hacen los escandalizados y tratan de engañar a los españolitos con un pacto secreto entre Rajoy y los rompe-patrias. No, no ha habido ningún pacto. Simplemente, en mi opinión, vascos y catalanes (a lo mejor también Ani Oramas, de Coalición Canaria) han querido dar un mensaje ambiguo, sabiendo que no tenía ningún efecto práctico (si no, habrían votado a la candidata del PP, insisto) y así animar un poco el paripé.

Y para paripé la tercera votación, la de secretarios de la Mesa, de la que se ha hablado poco. De esa si ha salido un orden de distribución que corresponde con el de escaños: Alicia Sánchez Camacho (PP), Juan Luis Gordo (PSOE), Marcelo Expósito (Podemos) y Patricia Reyes (C’s). Ahora bien, mientras PSOE y UP obtuvieron todos los votos de sus disputados (a Podemos le faltó uno, pero probablemente fue un error), 25 diputados del PP votaron a favor de la candidata de Ciudadanos para nada (siguió como cuarta, puesto que tenía asegurado aunque sólo la votaran sus compañeros). ¿Para qué lo hicieron? Y los 25 restantes, en esta tercera votación, se abstuvieron en bloque. No tiene mucho sentido y, desde luego, no apunta en absoluto a un pacto previo (salvo el de PP con Ciudadanos que, además, estaba mal concretado). En fin, dejemos que sus señorías se sigan divirtiendo con estos jueguitos, pero pidámosles que no nos cuenten milongas.

4 comentarios:

  1. Se te ha deslizado una errata "dura" en forma de falta de ortografía inédita en ti, en el primer párrafo: "a sorprendido". Chirría, ¿no?

    Por lo demás, de acuerdo, has recopilado en un solo momento político un rosario ejemplar de que en política una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace, y que hoy por hoy, con la omnipresencia de los mas media, lo que cuenta es... lo que se dice, en tanto que lo que se hace tiene pocas consecuencias ante el dictamen ciudadano. Y así nos va

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Recontrachirría, sin duda. Lo paso a corregir inmediatamente.

      Eliminar
  2. Dice Gustavo Bueno que en España tenemos un caso de teatrocracia porque gran parte de la cultura se define como productos audiovisuales, y me da que lo que cuentas le da mucha razón.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay que tener en cuenta que es mucho más atractivo para los medios presentar el hecho como un pacto secreto que como lo que realmente es (nada que tenga trascendencia). Hay que alimentar el estilo "thriller".

      Eliminar