domingo, 12 de abril de 2015

Lonnie Donegan y Cliff Richard & The Shadows

Alexis Korner
La música, y específicamente el rock, constituyó a partir de mis trece-catorce años, uno de los elementos fundamentales de mi propia construcción personal. Nada original, desde luego; sencillamente, esos pocos vinilos –por comparación con la abundantísima disponibilidad actual gracias a la digitalización– que nos prestábamos, grabábamos en cassette y escuchábamos hasta la saciedad (pero sin saciarnos) se convertían en claves de nuestra identificación grupal adolescente, entendida a veces casi como una militancia. Quince años antes, un muchacho de Ealing, como de cualquier otro entorno urbano de Inglaterra, encontraría en la música parecidos efectos aunque, naturalmente, no escucharía los mismos discos. Entre otros motivos, porque ese chico y otros británicos de su generación iban a ser los que en pocos años grabarían las piezas que a mí me encandilarían (y hasta la fecha). Hablo, claro está, de esa camada de chavales nacidos a lo largo de los cuarenta que llevarían el rock todavía balbuceante que venía de los Estados Unidos al inicio de su madurez. Más en concreto, me estoy refiriendo a lo que se llamó el rhytm&blues británico (ése que algunos sostienen que nació en el Ealing Jazz Club) y que yo prefiero denominar blues-rock. De más está decir que para nada es un invento de las Islas, sino de la electrificación del viejo Blues del Delta en el Chicago de los cincuenta gracias a unos cuantos negros que emigraron del Sur (el gran Muddy Waters y otros). Tampoco los chavales que a mí me epataron de crío fueron los primeros en tocarlo en Gran Bretaña; ese título se le suele reservar a Alexis Korner y a su lado habría que poner a John Mayall, que aparecerá en esta película. Pero fueron ellos los que lo consolidaron, los que –como ya he dicho– lograron que a partir del blues el rock se hiciera adulto (gracias, además de a su innegable calidad, al éxito comercial consiguiente). Así que me pregunto qué es lo que escuchaban John y sus amigos en el Ealing de los cincuenta.

Después de la guerra, la influencia de las modas culturales norteamericanas entre los británicos se intensificó, en gran parte debido al estacionamiento permanente de numerosas bases militares. Así que, ciertamente, las radios comerciales de la época empezarían a emitir las canciones de ritmos acelerados de esos nuevos ídolos juveniles, casi todos blanquitos, como Bill Haley (Rock around the clock), Elvis Presley (That’s allright) o Carl Perkins (Blue Suede shoes). Sin embargo, en tiempos previos a nuestra omnipresente globalización, para lograr que la nueva música calara de verdad entre los chavales hacían falta ídolos del país. Así, en la segunda mitad de los cincuenta, se ofrecen dos opciones principales a los inglesitos ansiosos de adoptar músicas identificatorias; personalizándolas en sus representantes más populares fueron Lonnie Donegan, primero, y Cliff Richard y los Shadows, después.



Lonnie Donegan
Donegan, un escocés nacido en 1931, se fue muy jovencito a Londres para dedicarse a tocar la guitarra y el banjo e interpretar country y blues en los clubs de jazz de la capital. Aunque estaba en una banda de jazz, parece que a Lonnie –que, por cierto, no era su verdadero nombre– le gustaba el viejo folk americano y le atraía el skiffle de las jug-bands de los treinta, así que en las pausas de las actuaciones, con otros dos colegas, se ponían a tocar temas de Leadbelly o de Woody Guthrie (el mítico ídolo del jovencito Dylan recién llegado al Greewich neoyorkino) armados de una tabla de lavar, un rudimentario bajo con una caja de té y una barata guitarra española. La tontería tuvo su gancho y Donegan grabó un sencillo de temas folkies que le permitió independizarse como solista. De pronto, entre el 56 y el 57, el skiffle se convirtió en un estilo muy popular en Gran Bretaña y muchos chavales, con ganas de hacerse músicos, lo tomaron como su referencia básica. Fue el caso, por ejemplo, de un grupito de Liverpool, The Quarrymen, formado en 1957 por un tal John Lennon, entonces de dieciséis años. En los últimos cincuenta se desencadenó una verdadera fiebre de skiffle en el Reino Unido, estimándose que había entre 30 y 50.000 grupos dedicados a este estilo (me parece una barbaridad, pero ahí queda el dato). Músicos que en pocos años se convertirían en grandes estrellas del rock empezaron versionando viejos temas folk: Van Morrison, Mick Jagger (aunque luego diría que no le gustaba el estilo), Roger Daltrey (que sería el cantante de los Who), Jimmy Page (futuro líder de Led Zeppelin), David Gilmour (que haría Pink Floyd), Ronnie Wood (Faces), Ritchie Blackmore (Deep Purple), por citar a los más relevantes. En todo caso, el skiffle de Lonegan y sus imitadores no tuvo larga vida en el Reino Unido; la primera oleada de nuevos grupos surgidos a principios de los sesenta, con los Beatles a la cabeza, se ocuparon de pasarlo a una situación marginal.



Cliff Richard
Cliff Richard era bastante más joven que Donegan; de hecho, nació en el 40 –como Lennon, por ejemplo– y, por tanto, puede considerársele entre los mayores de esa revolucionaria (musicalmente hablando) generación británica. De hecho, también como Lennon, empezó interesándose por el skiffle y en el 57 cantaba y tocaba la guitarra con el Dick Teague Skiffle Group. Pero ya los promotores musicales ingleses andaban pensando en la conveniencia de grupos juveniles basados en los modelos americanos –el referente mayor eran los Crickets de Buddy Holly– y un avispado productor decidió impulsar la carrera de los Drifters, la banda en la que Richard con dos guitarristas y un batería habían empezado a emular a los primeros rockeros de USA (por esas fechas Cliff Richard, que en realidad se llamaba Harry Webb, cambia su nombre como homenaje a Little Richard, embelesado por su popular Tutti fruti). En su primer single graban una canción propia, Move it, que alcanza el número 2 en las listas británicas: los ingleses ya tenían su propio Elvis. Pero aunque la popularidad de Richard fue tremenda en aquellos años finales de los cincuenta, su banda (que hubo de pasar a llamarse The Shadows por coincidir el primitivo nombre con el del grupo estadounidense The Drifters) adquirió personalidad y éxito independiente. De hecho, no pocos de los futuros blues-rockers británicos, especialmente los que nacieron en la segunda mitad de los cuarenta y, por tanto, andaban entre los trece y quince años hacia finales de los cincuenta, más que en Cliff Richard, preferían fijarse en Hank Marvin (los que querían ser guitarristas como Jimmy Page, Eric Clapton o Jeff Beck) o en Jet Harris los que ensayaban con el bajo eléctrico. Tal fue el caso de John, nuestro chaval de Ealing, quien enloqueció de alegría cuando con 14 años su padre le regaló un Fender rosa, el mismo bajo que tocaba Harris; se metía en su habitación a practicar delante del espejo imaginándose que se había convertido en su ídolo de los Shadows. Llegaría a hacerlo bastante bien, tanto para ganarse una cierta familla local, tanto para que su nombre le llegara a alguien que necesitaba un bajo para su banda … Pero habían de pasar todavía algunos años.

6 comentarios:

  1. Me encanta la canción Move it, y la de Apache me recuerda a mi padre, es una canción que ha puesto como música de fondo en varias cintas de super 8 de nuestra infancia. Un abrazo, :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Están bien, un poco elementales, muy en la onda de los sesenta. Pero siempre es interesante ir a los precursores.

      Eliminar
  2. Lonnie Donnegan se parece en la foto a Robert de Niro

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un cierto aire se da, sí. Habrá que crear una sección de "parecidos razonables".

      Eliminar
  3. Curiosamente, también asocio "Apache" con mi señor padre, ya que era una de sus canciones favoritas. Allá por los años noventa, cuando yo tendría veinte y él cincuenta, se compró un CD de los Shadows y no paraba de escucharla.
    Hace poco vi un documental sobre Madness, y un seguidor del grupo hacía un chiste sobre Cliff Richard que mostraba que al viejo rockero hoy lo ven allá como una especie de Julio Iglesias, cuando a finales de los cincuenta su popularidad y la edad del público que lo escuchaba debían de ser las mismas que las del público que en los ochenta escuchaba a Madness. Su "Move it" es un clásico del primer rock and roll británico, y esta versión en directo me parece mejor aún que la original:
    https://www.youtube.com/watch?v=r4IA7DR1jK0

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sé que a Cliff Richards lo ningunean no pocos británicos; sin embargo, la comparación con Julito es injusta, porque el nuestro no puede considerarse precursor de nada. Está bien el video (por cierto, está mal porque dice los Shadows y entonces eran todavía Los Drifters); siempre es gracioso ver qué atildaditos iban a principios de los sesenta, con sus trajes y corbatitas.

      Eliminar