domingo, 25 de noviembre de 2018

Etapa 17: Las Portelas - Erjos

La vuelta a la Isla lleva cuatro fines de semanas interrumpida: tiempo muy lluvioso y un viaje de Jorge a Berlín. Hoy nos tocaría la décimo sexta etapa, la que va desde la Punta de Teno hasta el núcleo rural de Las Portelas, en el corazón del macizo de Teno. En su primer tramo se trata de un sendero muy empinado, la única conexión que existía antes de la carretera con la planicie de Teno Bajo, que sube casi 800 metros en menos de seis kilómetros. Entre que el terreno está muy mojado y nosotros hemos perdido la forma, decidimos saltárnosla; ya la haremos más adelante. De modo que quedamos a las 8:30 en Erjos, un núcleo rural del municipio del Tanque, situado casi en el cambio entre las vertientes Norte y Sur de la Isla. El día está frío y con niebla. Jorge aparca su coche y pasa al mío. Para ir en coche desde Erjos a Las Portelas, distantes cuatro kilómetros en línea recta, hay dos opciones: bajar hasta Santiago del Teide y atravesar el Parque Rural por Masca o bien seguir hasta El Tanque, bajar a Los Silos y de ahí a Buenavista y la carretera del valle del Palmar. Optamos por la segunda ruta porque, aunque es más larga (24 frente a 19 kms) tiene habitualmente menos tráfico; ya heremos la otra al regreso. El recorrido, por una carretera con infinitas curvas (sobre todo el tramo del Camino Real de Las Arenas) nos toma tres cuartos de hora, así que, entre una cosa y otra, empezamos la caminata pasadas las nueve y media de la mañana.

Aparcamos mi coche justo en el inicio del sendero de Monte del Agua, en el cruce con la carretera TF-436. En realidad, más que un sendero se trata de una pista, transitable por todoterrenos (aunque una vez avanzado un trecho comprobamos que hay una cadena para impedir el paso de vehículos). Durante los primeros dos kilómetros, el camino asciende entre un paisaje de monte bajo, hasta llegar a una curva cerrada desde la que se abre una fantástica panorámica sobre el valle del Palmar y las cumbres que lo enmarcan por poniente separándolo de la Isla Baja. A partir de ahí, el sendero, ya más estrecho, se introduce en el bosque de laurisilva propio de este espacio natural. La caminata es relajada, siempre en subida pero con pendiente suave. Cuando, hacia la izquierda, se abren las vistas contemplamos lomas interminables cubiertas de arbustos y bañadas por la húmeda niebla. Tras una hora y media caminando llegamos al punto en el que desemboca el sendero que sube desde Los Silos pasando por los caseríos de las Moradas (la Alta y la Baja). Mientras Jorge descansa un rato al pie de las señales, desciendo unos metros para descubrir una panorámica espectacular de colinas verdes en primer plano, cumbres de roca desnuda más atrás y, al fondo, la Isla Baja y el mar fundido con el cielo.


Reemprendemos la marcha y tras algo menos de una hora llegamos a un mirador que, mediante un puente de madera, se mete entre los árboles hacia el Oeste. Justo en este punto acaba (o empieza) el sendero accesible habilitado por el Cabildo hace unos pocos años; se trata de una actuación muy bien realizada, con un kilómetros y medio de longitud y una pendiente muy suave. A los quinientos metros se sale del bosque y ciento cincuenta metros más adelante aparecen unas antenas gigantescas, repetidores de televisión y móvil. En ese punto, el sendero “oficial” gira hacia el Sur, pero nosotros seguimos en dirección Este, una ruta bastante más directa hacia Erjos, un camino de tierra apisonada en bajada con travesaños de madera a modo de escalones. En unos diez minutos –la distancia no llega a 600 metros– estamos frente a la iglesita de Erjos y de ahí a la carretera, donde aparcó Jorge su coche. Como aún es temprano (las doce y media, más o menos), nos metemos en el bar Criseli a tomar unos cafés y unos dulces. Luego el regreso hasta Las Portelas, esta vez por la carretera de Masca, llena de turistas, lo que obliga a una velocidad de tortuga. La etapa ha sido corta, tanto en distancia (10,7 kms) como en tiempo (poco más de dos horas y media) y fácil, pero hay que sumar otra hora y media de desplazamiento en coche entre los dos puntos extremos más otras dos horas desde y hasta casa. En fin, que hemos echado toda la mañana.

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