martes, 11 de diciembre de 2018

Dancing in the street

Marvin Gaye, palabras mayores, qué duda cabe. Y, sin embargo, lo descubrí tardíamente, debió ser hacia el 82 porque el primer disco suyo que escuché con atención –obviamente había oído canciones suyas antes– fue Midnight Love, el último que publicó en vida. Más o menos cuando yo nacía, Marvin, con veinte años, se instalaba en Detroit para, en poco tiempo, vincularse a la familia Gordy –se casó con Anna, diecisite años mayor que él– y fichar por la Motown. De nuevo palabras mayores: el sonido motown, en especial durante esa década prodigiosa de los sesenta (yo, claro, era demasiado niño y estaba demasiado lejos para enterarme de nada). Esa discográfica era una fábrica de éxitos, canciones que ya están para siempre en la historia de la música popular. La fórmula no era difícil: contar con unos excelentes compositores y unos excelentes músicos, sencillo, ¿verdad? En el otoño de 1964, cuando Gaye ya era una de las estrellas de la casa (y yo un chiquillo de cinco añitos), contribuye, junto a William "Mickey" Stevenson y Ivy Jo Hunter, en la composición de una cancioncilla alegre y pegadiza que había de interpretar el trío vocal Martha and the Vandellas. La canción es Dancing in the Street y a continuación pueden ver a las tres chicas interpretándola.


Tiene marcha, ¿a que sí? Aunque las tres muchachas se mueven muy recatadamente, quizá para no escandalizar a los televidentes de la época. Pero eso no impidió que alcanzaran un éito tremendo, creo que el mayor de su carrera. La letra no es que fuera muy profunda; se limitaba a gritar a todo el mundo –con menciones específicas a ciudades concretas de los USA– que había que salir a bailar a las calles, sin importar nada, solo bailar, reír y cantar. No está mal la propuesta en años de guerra fría y conflictos raciales en Estados Unidos. En fin, quizá no en las calles, pero desde luego los yanquis bailaron el tema hasta la saciedad. Enseguida cruzó el charco y también triunfó en otros países, entre ellos el Reino Unido, donde se situó en el cuarto puesto de las listas. Y aquí aparece otra banda mítica que deciden hacer un cover en su segundo LP. Me refiero a The Kinks y el álbum es el Kinda Kinks, publicado en marzo de 1965. El grupo de los hermanos Davies ya tenía cierta fama gracias a su You really got me y formaba parte de la invasión británica (a los USA), siempre a la sombra, claro está, de los incuestionados Beatles.


Solo unos meses después de álbum de los Kinks, en noviembre de 1965, un trío de Los Ángeles sacó el primero de la que no iba a ser una larga carrera en el que incluyeron el Dancing in the Street. Me refiero a los Walker Brothers (que no eran hermanos) y de los cuales solo conocía el cover que hacen de la maravillosa Love minus zero / No limit de Dylan. No he podido encontrar ningún video en la que los chicos cantaran el tema (tampoco es que su versión aporte demasiado, la verdad) y, en vez de poner el audio a secas, he preferido poner una la grabación de un show televisivo en el que interpretan uno de los mayores éxitos de Wilson Pickett, The land of 1.000 dances con su inconfundible na nanananá nananá naná (tuve la tentación de incrustar la versión de la de Dylan pero la resistí).


Al año siguiente se nos ofrece la siguiente versión a cargo de otro grupo de culto, The Mamas and the Papas. El tema apareció en su segundo álbum de estudio, The Mamas and the Papas, publicado en septiembre de 1966. La interpretación no estuvo nada mal, con bastante más marcha de la habitual en el repertorio folkie del cuarteto neoyorkino. Una de las aportaciones del grupo a la composición original fue que mencionan unas cuantas ciudades más, entre ellas una canadiense, Halifax, donde había nacido Denny Doherty. La última vez que cantaron el tema en vivo fue nada menos que en el célebre festival de Monterey de junio de 1967; el video que pongo a continuación recoge esa actuación.


Más o menos por la misma época en que los chicos de Mama Cassidy bailaban en la calle, uno de los grandes grupos de la psicodelia gringa incluyeron comenzaron a interpretar la canción en sus conciertos. Me refiero a los locos de Grateful Dead que eran más famosos por sus actuaciones en vivo que por su discografía de estudio. De hecho, este tema no lo grabaron hasta 1977 en su álbum Terrapin Station. No obstante, para ser fiel al espíritu de la banda y aunque imagen y sonido dejan mucho que desear, he preferido poner una grabación de un concierto en el parque Golden Gate de San Francisco, en septiembre de 1967. La ciudad del Norte de California vivía en esos días su apogeo como capital de la contracultura hippy y los Dead eran unos de sus mejores exponentes musicales. La guitarra de García era, desde luego, una verdadera maravilla: sonido rock del bueno.


Dejamos los sesenta –no he encontrado más versiones en esa década– y pasamos a los setenta para toparnos con que esta canción aparece en The King of Rock and Roll, el disco que en 1971 publicó nada menos que Little Richard. Merece la pena disfrutar de la entrega vocal del señor Penniman y entender por qué había enamorado a los Beatles y a los Stones. Lamentablemente no parece haber videos en los que este pionero del rock interprete el bailando en la calle, y es una pena porque era fantástico sobre un escenario. Así que, imagínenselo mientras oyen el single de Reprise Recordings. Desde luego, a diferencia de las versiones anteriores, ésta es la primera en que el cantante se apropia de la canción, la llena con su personalidad dándole un plus inimitable.


En este recorrido por los intérpretes de Dancing in the Street aparece en 1974 una banda que había olvidado hace más de cuarenta años: los Black Oak Arkansas, unos locos contraculturales de rock sureño, cuyo primer LP –en vinilo, desde luego– era uno de los que tenía en mi escasa discoteca a los dieciséis años (se trataba del homónimo Black Oak Arkansas, de 1971). Pero creo que no he escuchado ningún otro y ahora descubro no solo que grabaron el tema que nos ocupa en 1974 en el álbum Street Party (la canción encaja bien con ese título, sin duda), sino que los tíos siguen en activo. Jim “Dandy” Mangrum, el cantante y líder del grupo, ahora un viejete de 70 tacos, sigue subiéndose a los escenarios con la chupa de cuero abierta sobre una camiseta que no disimula la barriga cervecera y la melena rubia de sus comienzos; no me queda claro si es patético o admirable (o ambas cosas). En todo caso, la versión de Dancing in the Street, con la voz rasposa de Dandy, el ritmo más acelerado de lo normal y las guitarras envolventes y un poquito enervantes típicas del rock sureño (aunque no sean las de Duane Allman) tiene no poco interés.


Dejemos los setenta (mi década preferida en lo musical) y pasemos a los ochenta. En 1982 Van Halen saca su quinto álbum, Diver Down, planteado inicialmente como un disco de descanso con versiones de canciones populares (la más famosa, Pretty Woman de Roy Orbison). Van Halen no es precisamente de mis favoritos pese a lo cual reconozco que tienen temas de muy buena calidad y que la guitarra de Eddie es fantástica. De hecho, en su versión, Dancing in the Street casi pierde el aire motown original para vestirse con los sonidos del heavy y he de confesar que no me disgusta para nada. Pongo un video de una actuación en vivo en 1983 en el que la imagen es bastante defectuosa, pero es lo que hay.


Y llegamos al 85, año en el que yo –como muchos, supongo–descubrí Dancing in the Street gracias a la versión que hicieron dos de mis cantantes favoritos: Mick Jagger y David Bowie. El plan original era interpretarla en vivo en el famoso megaconcierto Live Aide organizado por Bob Gedolf contra el hambre en Etiopía, cantando Bowie desde el estadio de Wembley en Londres y Jagger desde el JF Kennedy en Filadelfia. No obstante, hubo que abandonar la atrevida idea porque la conexión vía satélite impedía la perfecta sincronización (¿se acuerdan de ese concierto? ¿De la rutilante presencia de Freddy Mercury? ¿Del We are the world final? ¿De McCartney, Dylan y tantos otros músicos e primea línea? Fue un momento clave en la historia el rock). Descartada la grabación en vivo, los dos genios la hicieron en junio en los estudio londinenses de Abbey Road y la publicaron en un single (el disco tenía tres versiones distintas); años después (en 2002), la versión se incluiría en el doble CD recopilatorio Best of Bowie. La interpretación fue un éxito mundial y llegó al número uno en casi todas las listas (incluyendo España). Aun reconociendo que no soy objetivo –me trae muy buenos recuerdos– ésta es desde luego mi favorita. Ahí va el video oficial.


Y hasta aquí quería llegar; mostrar las versiones de una estupenda canción durante veinte años. A estas alturas han pasado treinta más y revisándolos encuentro algunas más, pero no tantas y, sobre todo, no tan relevantes como las que he reseñado en el post. La única que salvo es la de Phil Collins de su disco Going Back (2010), en el que pretendía hacer un homenaje al sonido Motown, de modo que viene muy bien para cerrar el post (el círculo) con una vuelta a los orígenes. Pues nada, a bailar en la calle porque all we need is music, sweet music.

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