domingo, 13 de diciembre de 2020

La Cañada Verde 2: De Guamasa a Las Canteras

Nos encontramos en la carretera a Las Mercedes pocos metros después de pasar el cruce de Las Canteras con la que baja a Tegueste. Jorge me esperaba con Álvaro, el hijo de trece años de su socia y amiga común. Vamos los tres en mi coche hasta el punto de Guamasa donde acabamos la primera etapa. Iniciamos esta segunda a las 8:20 con llovizna intermitente que nos amenizará la primera mitad de la caminata. Avanzamos los doscientos cincuenta metros del tramo final del camino La Era para llegar al de Tabares, por el que doblamos hacia la derecha. Enseguida salimos a la calle Padilla Alta que sirve para definir el límite entre los municipios de La Laguna y de Tegueste: hacia el Sur la suave pendiente descendente de la zona de Guamasa llamada Suertes Largas; hacia el Norte, la ladera abrupta y boscosa que cae hacia el valle de El Socorro. Este camino estrecho y asfaltado, que pasa a llamarse luego del Nombre de Dios y de la Cordillera, bordea la urbanización de Guamasa en recorrido sinuoso de algo más de un kilómetro. Es una ruta muy transitada por paseos a caballo, como testifican abundantes recuerdos sobre el firme.
 
 
Llegamos al punto en que el camino de la Cordillera gira hacia el Oeste y, en vez de seguirlo, tomamos una vereda de tierra que sale hacia la izquierda, trazada sobre la vertiente de la ladera que mira a Tegueste. El camino es de agradable paseo, con mucha vehetación y amplios panoramas hacia el mar del norte que serían magníficos en un día sin la niebla de hoy. Aunque la mayor parte es de tierra apisonada (hay algún tramo con firme de hormigón), está bastante bien cuidado. Después de unos seiscientos metros de estar inmersos en frondosa vegetación, desembocamos en las primeras casas del Portezuelo Bajo, caserío de Tegueste junto al cauce del barranco del Rodeo. Este núcleo carece de interés, de modo que lo pasamos sin detenernos: entramos por la calle del castaño, cruzamos la carretera TF-154 y, nada más pasar el Centro Cultural del Portezuelo, seguimos por el camino de tierra de las Rosetas, que bordea más o menos a nivel, la falda de la montaña del Púlpito por el lado de Tegueste. Este tramo, con un recorrido aproximado de mil seiscientos metros, supone un desvío hacia el Norte del que en mi opinión debería ser el trazado correcto del camino, que es siguiendo la cumbrera de la montaña que, a su vez, coincide más o menos con el límite entre los dos municipos. He pasado un ratito estudiando la cartografía y fotos aéreas y me parece que quizá habría sido posible, en vez de tomar el camino de las Rosetas, seguir por el de las Escuelas hasta su final (en el cruce con el del Portezuelo) y ahí empezar a subir la montaña por el camino de Las Cañas hasta su fin y de ahí girar hacia el Este y seguir subiendo por el borde del bosquecillo hasta la cima (768 msnm); desde ésta hay un camino apisonado (por el que incluso pasan vehículos) que desciende hasta donde acaba el camino de las Rosetas, enlazando con la ruta que hemos hecho. Este tramo que propongo (y cuya viabilidad habré de comprobar) ahorra unos doscientos metros pero obviamente es bastante más rompe piernas. Pero, sobre todo, es un trazado que se corresponde más con la idea de ronda de lagunera de la Cañada Verde. En la imagen adjunto se ve sobre GoogleEarth la ruta que seguimos (amarillo) y la que propongo (naranja); en esta vista en relieve se aprecia bien que mi propuesta sigue la línea de cambio de vertientes.

 
Hacia las diez menos diez el camino de Las Rosetas nos desembocó en el del Púlpito, sobre la vertiente que mira a la Vega lagunera. Ese punto es una pequeña encrucijada, pues ahí acaba también  el camino del Tornero, otro de los ejes radiales de La Laguna. Seguimos hacia la izquierda (dirección noreste) y nos topamos enseguida con dos centros hípicos, uno al lado del otro. Aprovechamos que ha cesado de lloviznar para sentarnos al borde del camino y comernos los bocatas mirando, a través de la niebla que poco a poco se va disipando, aterrizar y despegar aviones. Un poco más adelante, hacia el lado de Tegueste, un grupo de caballos pastaban felices la hierba húmeda.
 

Empezamos a subir la montaña de la Atalaya por la senda embarrada. No es una cuesta demasiado empinada y, aunque algo más, tampoco lo es la bajada. Llegamos a una zona muy traqueteada por los moteros de trial, donde acaba el camino del Mulato. Ahí hemos de subir la empinada ladera del Lomo la Bandera. Caminamos unos metros por la cumbrera (en torno a los 760 msnm) y luego nos enfrentamos a la bajada por la falda noreste, que llega al camino de las Gavias. La pendiente es bastante pronunciada (del 60% en la primera parte para luego suavizarse hasta un 35%), pero lo que la hace peligrosa es el estado muy embarrado y resbaladizo de la estrechísima senda. Álvaro, sin experiencia caminera, lo pasa bastante mal. Como era previsible, se cae, sin más consecuencias que la nalgada en la tierra pero lo suficiente para que coja miedo y haya que animarle mucho para que llegue abajo. En la foto adjunta, tomada una vez pasado el camino de las Gavias, se aprecia la fuerte pendiente del primer tramo de la ladera del Lomo Banderas; piensen que era lodo y es fácil entender la dificultad del descenso. En fin, lo cierto es que cubrir los escasos seiscientos metros del Lomo la Bandera nos llevó cuarenta minutos. Eran ya las once cuando reanudábamos la caminata, viendo a nuestra derecha las urbanizaciones de la Vega lagunera y las montañas que la circundan, con la Mesa Mota en primer plano.

El siguiente kilómetro discurre más o menos a nivel por el paraje denominado Las Peñuelas. Es una zona de tierra y piedras, muy machacada por las motos. Cuesta identificar cuál sea el trazado de la Cañada en un laberinto de pistas embarradas. En algún momento debimos desviarnos (pitido del GPS advirtiéndonos) y para regresar hubimos de subir por lo que eran verdaderos toboganes de mazapé, canarismo que designa los suelos muy arcillosos, pesados y de baja permeabilidad. Luego el camino se convierte en una pista bien ejecutada por el Ayuntamiento para que los laguneros hagan ejercicio físico; estamos en la zona de la Cumbre del Rincón y del Corralete, pegados ya a las laderas de la Mesa Mota.
 

Salimos a la curva de la carretera que sube a la Mesa Mota desde Pozo Cabildo. Jorge insiste en que debemos seguirla hacia el Este, por la vertiente que cae hacia Tegueste. Sin embargo, tengo marcado el sendero por la otra cara de la montaña, pero no vemos ninguna entrada hacia esa ladera. Finalmente, descubrimos una mínima abertura entre el denso matorral que, además, es bastante empinada y, cómo no, está muy embarrada. Con dificultades logramos subir esos quince o veinte metros que enlazan con un mínimo sendero que, efectivamente, se corresponde con el trazado que había dibujado previamente. Eso sí, si se quiere que la Cañada Verde se convierta en un sendero transitable, será necesario hacer accesible esta entrada. Además, habrá también que limpiar y adaptar el recorrido de este tramo, de unos mil doscientos metros; discurre bastante a nivel (tan solo en la parte final tiene pendiente ascendente) con unas vistas espectaculares hacia la Vega lagunera, pero está muy colonizado por la vegetación silvestre, lo que dificulta el tránsito.A mitad del recorrido empezamos a ver en el terreno multitud de pequeños cachitos cerámicos negros; son los trozos de los platos que los tiradores rompían desde la instalaciones de la antigua Sociedad de Tiro de Pichón, que están justo por encima de nosotros. El edificio fue proyectado a principios de los cincuenta por Miguel Martín-Fernández de la Torre, uno de los arquitectos canarios más importantes del periodo republicano y del primer franquismo, y hermano de Néstor, el famoso pintor simbolista. Por lo visto, en su época, fue éste un club muy visitado: los aficionados a masacrar palomas venían a ejercer su afición y muchos otros a disfrutar del restaurante con excelentes vistas sobre la ciudad y una muy buena comida casera, según cuentan las crónicas. Afortunadamente, esas prácticas ya han desaparecido, creo que a principios de los setenta cerró la Sociedad. Lo cierto es que el edificio se abandonó hasta que en 2001 el Ayuntamiento de La Laguna anunció que iba a rehabilitarlo, aunque nunca estuvo muy claro para qué uso. Estuvo en obras durante dos o tres años hasta que éstas se paralizaron sin que hasta la fecha se sepa cuál va a ser su destino y cuándo estará en uso (mientras tanto sigue deteriorándose).

El sendero sale a la carretera de la Mesa Mota casi al lado del edificio. Vamos en sentido contrario por la carretera (en bajada) y a los pocos metros giramos a la derecha para internarnos en un bosquecillo. Empieza así el último tramo de la caminata de hoy que, por algo más de un kilómetro, discurre por la cumbrera que separa los municipios de La Laguna y Tegueste. El camino, pese a algunos desniveles rocosos, se mantiene más o menos a nivel. En gran parte de su longitud va junto al muro que de cierra la propiedad militar del Cuartel de Las Canteras, que el Ministerio de Defensa pretende habilitar para acoger inmigrantes (el otro es el de las Raíces, por el que pasamos el domingo anterior en la primera etapa de esta ruta circular). Debido a su trazado, las vistas desde este tramo se abren hacia Pedro Álvarez, en Tegueste, y no hacia La Laguna. Como a la media hora, entramos en el barrio de Las Canteras por la calle del Cine que desemboca prácticamente al lado de la pequeña glorieta en la que la carretera que viene de La Laguna se bifurca en el ramal a Tegueste y Tejina y en el que sigue al Monte de Las Mercedes. Ahí mismo había aparcado Jorge el coche; eran las 13:30: fin de la etapa.


2 comentarios:

  1. El pobre muchacho ha ido a acompañaros en una de las etapas más duras. :_)

    Por cierto, la fecha de la entrada es el1 3 de diciembre. ¿Es un error de mi notificador o la tenías escrita? Parece que Blogger lleva un tiempo haciendo cosas raras con las fechas.

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  2. No es un error. La publico más tarde, pero le pongo la fecha del día de la caminata. Feliz año

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