jueves, 19 de noviembre de 2015

Tañidos de libertad destellando

Ayer, después de chutarme una dosis de actualidad depresiva, absorbida mayoritariamente bajo el imperio del odio y la sinrazón, de la venganza y las mentiras, del miedo y la maldad, quise descontaminar mínimamente mis pensamientos y me acosté un rato para oír música. Sonó enseguida –magia aleatoria– el Chimes of freedom, compuesto por Bob Dylan en 1964 y publicado por primera vez en su cuarto disco, Another Side. Por supuesto, he escuchado esta canción infinidad de veces y en varias versiones (acompaño unas cuantas a este post), pero fue anoche cuando su letra me golpeó con verdadera contundencia; de pronto, sentía que unos versos escritos hace más de medio siglo encajaban exactamente con las emociones y anhelos que me embargaban. Sorprendido, fui al ordenador a transcribir la letra e iniciar una dificultosa traducción que, siguiendo mi costumbre, fui adaptando según me lo pedía el cuerpo. Ahí va el resultado, para compartir mis sensaciones.

 
Chimes of freedom - Bob Dylan (Another Side, 1964)

Entre el ocaso y la medianoche, lejos, nos cobijamos bajo el portal. Retumbabaan truenos  mientras majestuosas campanas golpeaban con sombras los sonidos. Parecían tañidos de libertad destellando. Destellando por los guerreros cuya fuerza no es la violencia, destellando por los refugiados en caminos inermes, destellando por cada soldado desvalido en la noche. Contemplábamos los tañidos de libertad destellando.

 
Chimes of freedom - Bob Dylan (Live at Newport Folk Festival, 1964)

Lo vimos en el horno derretido de la ciudad, inesperadamente, con los rostros ocultos, mientras los muros se apretaban. El eco de tañidos nupciales previos al rugir del diluvio se disolvió en campanadas de relámpagos. Repicaban por el rebelde, repicaban por el libertino, repicaban por el desafortunado, repicaban por el abandonado y por el proscrito, por todos los que arden en las hogueras. Contemplábamos los tañidos de libertad destellando.

 
Chimes of freedom - The Byrds (Mr. Tambourine Man, 1965)

A través del místico martilleo enloquecido, del bárbaro granizo, el cielo escupió sus poemas en asombro desnudo. El murmullo de las mezquitas se acalló en la brisa y quedaron sólo las campanas de relámpagos y truenos. Doblando por el bondadoso, doblando por el amable, doblando por los guardianes y protectores del pensamiento, y por el desahuciado y por el que no encuentra su sitio. Contemplábamos los tañidos de la libertad destellando.

 
Chimes of freedom - Julie Felix (Flowers, 1967)

A lo largo de la noche, en el sanguinario templo, la lluvia fue descifrando las historias de las desnudas formas sin rostro. Las campanas tocaban por aquéllos a quienes habían expoliado su lugar, a quienes habían dejado sin lenguas para expresar sus pensamientos. Tocaban por quienes habían sido encarcelados en tópicos. Tocaban por el sordo, tocaban por el ciego, tocaban por el mudo. Tocaban por las madres maltratadas, por las mujeres mal tildadas de prostitutas. Contemplábamos los tañidos de libertad destellando.

 
Chimes of freedom - Bruce Springsteen (Stockholms Olympiastadion, 1988)

Incluso cuando la blanca cortina de una nube vibró en una esquina remota y las hipnóticas salpicaduras de bruma comenzaron lentamente a levantarse, todavía los rayos eléctricos herían como flechas. Destellando por aquellos a la deriva, destellando por los que buscan sin palabras, destellando por el amante de corazón solitario con su historia íntima y por cada alma inocente sin merecerlo castigada. Contemplábamos los tañidos de libertad destellando.

 
Chimes of freedom - Youssou N'dour (Guide, 1994)

Recuerdo que nos apresaron emocionados y sonrientes. Nos atraparon fuera del tiempo suspendidos, embelesados hasta el último tañido. Tañían por los sufrientes cuyas heridas no pueden ser curadas, tañían por los incontables confundidos, acusados, vejados, lapidados, mutilados, asesinados. Y por cada persona ahorcada en el universo entero. Contemplábamos los tañidos de libertad destellando.

 
Chimes of freedom - Hanne Boel (Beware of the Dog, 2002)

7 comentarios:

  1. Es, en efecto, el horror. Lo más siniestro es que algunos se han empeñado en usar la falacia del verdadero escocés para dar a entender que esto no tiene nada que ver con la religión... Hay otros factores, por supuesto, como el desarraigo, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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    1. Los musulmanes no son terroristas. Pero los terroristas de País eran musulmanes. Ya, es que no eran verdaderos musulmanes. ¿A algo así te refieres?

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    2. Sí, en efecto. Pura palabrería. Según esa lógica, tampoco fueron cosa del cristianismo las Cruzadas.

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  2. Además de “Chimes of Freedom”, ciertos detalles en la vida cotidiana parisina –el barrio de Montmartre completamente vacío, la presencia policial nada rutinaria en los puntos del metro más insospechados cubriendo tal o cual salida con una mirada totalmente nueva y llena de significado mientras los usuarios bajamos la vista al pasar frente a ellos, la ausencia de reservas para los próximos meses en el hotel donde trabajo y las constantes anulaciones de reservas hechas antes del día trece, el gesto de miedo que todavía no se le ha borrado de la cara al repartidor de la ropa limpia desde que la noche del viernes le tocó pasar cerca del Bataclan y oyó los disparos, la tristeza en el rostro de gentes con las que coincido cada día y la frivolidad y la despreocupación más absolutas por parte de otros, la descripción minuciosa en los informativos de la batalla campal en Saint Denis entre la policía y los terroristas, etc.–, me traen a la cabeza “A Hard Rain’s a-Gonna Fall”. Aunque si hablamos de Dylan, la mejor descripción del estado de cosas actual está en la canción “Señor (Tales Of Yankee Power)”: “son, this ain’t a dream no more, it’s the real thing”.

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    1. Me acordé de ti (también de algunos otros) cuando esos sucesos. Y sí, hay más canciones de Dylan que pueden evocarse a propósito, pero es que fue ésta la que me hizo escuchar el azar.

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  3. Por una vez mi propia selección musical para la ocasión no coincide con la tuya. Compartimos como sabes la devoción por el gran Zimmerman, pero en mi opinión para la ocasión de París prefiero al Lluis Llach de Campanades a morts, aunque fueran otros muertos los cantados. Por otra parte, en el último post de mi blog está mi versión de los hechos de la masacre.

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    1. Quizá yo tampoco la seleccionaría en primer lugar, pero es que no hay tal selección. Como digo en el primer párrafo, simplemente el azar hizo que la escuchara con un determinado estado de ánimo y, de pronto, me sacudió. Nada más.

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