domingo, 3 de abril de 2016

Dylan en romance (10)

El catalán –incluyendo sus variantes– lo hablan unos once millones y medio de personas; el idioma español o castellano, en cambio, alrededor de quinientos sesenta millones. Es decir, hay casi cincuenta castellano-parlantes por cada hablante catalán. Ante tamaña desproporción demográfica a favor del español, habría que esperar que hubiera muchísimas más versiones de canciones de Dylan en este idioma que en catalán. Pues no, es justamente al revés, al menos basándome en lo que he podido investigar y en las muestras de mi propia colección. Así que ante este hecho estadístico, contrario a lo que cabría esperar, hay que encontrar alguna explicación y ésta puede que radique en que el catalán, en aquellos años del “segundo franquismo” en los que palpitaban ansias de cambio y libertad, era un idioma prohibido. Por tanto, emplearlo era requisito obligado de coherencia.

  
Politics de raçó - Enric Barbat (Els Setze Jutges-Audiencia Publica, 2009)
  
Los aires o climas de una época se convierten en acontecimientos a través de personas concretas, hijos de su tiempo –como todos– que actúan. Como es bastante sabido, a finales de los cincuenta, una vez pasados los años más duros de la represión de posguerra, quienes llevaban años trabajando por la democracia y el catalanismo animaron a gente joven e inquieta (y con mucho talento) a que compusieran e interpretaran canciones en catalán. Por esa época, al amparo de la abadía de Montserrat, se publicaba una revista catalanista y en catalán llamada Germinàbit; en el número de enero de 1959, Lluís Serrahima (1931), uno de los más influyentes intelectuales catalanistas del momento publicó el artículo Ens calen cançons d’ara (Se necesitan canciones actuales) que se considera el hito fundacional de la nova cançó. El resultado más inmediato fue la formación en 1961 del colectivo –mítico en la cultura catalana– de Els Setze Jutges, la mayoría de ellos aficionados por entonces, que comenzaron a componer y cantar canciones, muy influidos por la chanson francesa y los “trovadores” de entonces, muy en especial Brassens (repetidamente adaptado al catalán). Aquellos dieciséis jueces lo fueron al cabo de unos cuantos años, a medida que se iban sumando músicos jóvenes a los cuatro fundadores (Miquel Porter, Remei Margarit, Josep Maria Espinàs y Delfí Abella). Si consideramos que el décimosexto juez –nada menos que Lluis Llach– se incorpora hacia 1967 y el grupo se disuelve en el 69, se ve que fue, sobre todo, un semillero y catalizador de la música popular catalana. Acabada la “década prodigiosa”, algunos de sus integrantes abandonarían la canción para dedicarse a sus profesiones (todos eran universitarios de buenas familias burguesas); otros en cambio se profesionalizarían (Pi de la Serra, Guillermina Motta, Serrat, María del Mar Bonet, Lluis Llach). Els setze jutges no fueron una banda unitaria sino un paraguas que, bajo unos presupuestos ideológico-musicales comunes, amparó a relevantes personalidades individuales. En 1967 grabaron un disco compuesto por varias canciones, cada una de cada uno de los “jueces” (de ese disco, reeditado en 2009, provienen los dos temas que subo a este post).

  
Minyó que no et vols casar - Francesc Pi de la Serra (Els Setze Jutges-Audiencia Publica, 2009)

En 1967 aparece en Barcelona otro colectivo que se bautiza como el Grup de Folk. Se trataba de un grupo de chavales algo más jóvenes que los de Els setze jutges, también la mayoría hijos de familias de la alta burguesía catalana, también con ganas de impulsar la nova cançó, pero más gamberros y rebeldes que aquéllos y, además, no tan obnubilados por los cantautores franceses sino, en cambio, mirando más hacia el folk anglosajón y, más en concreto, a las canciones izquierdosas de Woody Guthrie y Pete Seeger o, claro está, del primer Bob Dylan. Serán estos chicos los primeros que adaptarán el repertorio dylaniano al catalán. El primer caso del que tengo noticia es bastante curioso y, de hecho, anterior incluso a la fundación del Grup de Folk. En 1964, tres adolescentes barceloneses, dos hermanos y un primo, forman un grupo claramente influido por el folk-rock norteamericano, al que llamaron Els 3 tambors, en referencia a una canción tradicional catalana. En 1966, el primo (Xavier Triadó) se va y entran dos nuevos. Así, el definitivo cuarteto queda constituido por Jordi Batiste (voz) y Albert Batiste (bajo), Gabriel Jaraba (batería) y Josep María Farrán (guitarra); quédense con estos nombres (especialmente con el primero), porque son importantes en el dylanismo en catalán. En 1966, Belter –sello especializado en el flamenquismo oficial del régimen; las cosas algo estaban cambiando– les publica un EP con cuatro canciones. Tres son compuestas por ellos y, entre ellas, la Cançó del noi dels cabells llargs uno de los temas de los sesenta que trascendería aquella generación. Pero la que aquí nos interesa es la que abría la cara A, el Romanço del fill de vídua que, sobre la música del Tombstone blues de Dylan habían montado un magnífico texto del poeta Pere Quart. La letra de la canción de Dylan poco o nada tiene que ver con el poema de Joan Oliver, aunque la mordaz ironía del mismo ("cuando no hay visitas hablo siempre en catalán") seguro que habría encantado a Bobby. No he conseguido el texto original del poema ni su fecha de publicación (supongo que será de finales de los cincuenta o principios de los sesenta), aunque la versión que hacen los tres tamborileros es una adaptación más breve, ya que hay otra que graba la Trinca en 1971 bastante más larga y musicalmente muy distinta. Me gustaría saber si estos chavales se pusieron en contacto con el poeta –un venerable sesentón por esas fechas– y también si a éste, cuando la escuchara, le gustó la canción. A mí sí, desde luego, y aunque en rigor no podemos decir que se trate de una adaptación al catalán de un tema de Dylan, vemos que en fecha tan temprana ya había en Barcelona algunos chicos que seguían al de Minnesota (recuérdese que el Highway 61 Revisited es de 1965, el año anterior).

  
Romanço del fill de la vidua - Els 3 tambors (EP, 1966)
   
Fijémonos ahora en otros tres chicos barceloneses que, durante el bachillerato se integran en el movimiento scout catalán que, después de una primera etapa represiva por el franquismo, estaba empezando a emerger. Dos de ellos son hermanos, Xesco y Joan Boix, el otro, el más joven, se llama Eduard Estivill (en la actualidad uno de los especialistas más reconocidos en los trastornos del sueño). Al finalizar sus estudios secundarios, los mandan a pasar una temporada en los Estados Unidos y allí se encuentran con un ambiente de plena efervescencia: la contracultura juvenil, el antimilitarismo, la psicodelia, los hippies … Musicalmente, se sienten atraídos por el folk (o, mejor, por el folk-rock) y van a escuchar a gente como los Beach Boys, Peter, Paul and Mary, Joan Báez y, por supuesto, al propio Dylan. De vuelta en Barcelona, serán de los impulsores del Grup de folk. Xesco, el mayor de los tres, y Jaume Arnella, otro de los nombres que en esos años integrará el colectivo, graban en 1967 el EP Espirituals negres con tres temas traducidos al catalán. Los otros dos, con Amadeu Bernadet, montan a principios del 68 el grupo Falsterbó 3 que, con cambios de componentes, se mantendrá hasta el 75 y después, a partir del 82, vendrá una posterior resurrección y hasta la fecha. Pero antes de Falsterbo, en 1967, Joan graba con Ramon Casajoana dos canciones de Dylan que éste había traducido al catalán. Se trata de Blowin' in the wind (cómo no) y When the ship comes in. Que yo sepa son las dos primeras versiones de las letras de Bobby en catalán.

  
Escolta-ho en el vent - Joan Boix-Ramon casajoana (EP, 1967)

  
El dia que el vaixell vindrà - Joan Boix-Ramon casajoana (EP, 1967)

Pero el nombre clave, creo yo, es el de Pau Riba, uno de esos inclasificables que ha hecho de todo (y casi todo interesante) y a sus sesenta y cinco tacos sigue dando guerra. Según la crónica oficial, en el 67 pide ser admitido entre los Setze Jutges pero éstos lo rechazan, parece que por divergencias estilístico-musicales: en vez de adorar a Brel o Brassens, se decantaba por Dylan (y no le hacía ascos a la guitarra eléctrica). El Pau, entonces, llama a un grupo de amiguetes (los que he citado en los dos párrafos precedentes y alguno más como el loco de Jaume Sisa u Oriol Tramvía) y forma el Grup de Folk, un colectivo más abierto que el de los jueces y también másw combativo aunque, eso sí, desde el ámbito de la música popular en catalán. En mayo del 68, todos estos muchachos ofrecen un concierto en el parque de la Ciudadela que ha pasado a convertirse en la referencia seminal del cambio generacional en Barcelona, enlazando esta ciudad con los movimientos similares que se vivían en Europa (empezando, claro, por París). El acto se denominó Festival Folk y tuvo una duración de siete horas con la asistencia de 9.000 personas, algo inusitado para la época. Al año siguiente repitieron el reto y hasta ahí, porque en el 70 han desaparecido de hecho (aunque algunos de ellos resucitan el nombre del colectivo para el Canet Rock del 75). De esos dos años proviene la versión de Girl from the North Country que adaptó al catalán Pau Riba y cantó Jordi Batista, que se puede escuchar a continuación y coincidirán conmigo en que no está nada mal.

  
La noia del pais del Nord - Jordi Bautiste (1968)

Pues de momento, hasta aquí, nos quedamos en los sesenta. Ya han sido presentado los jóvenes contestatarios que se pondrían a cantar a Dylan en catalán, antes que nadie en el resto de aquella España Una, Grande y Libre. Pero esto no es más que el inicio; a partir de ellos (y ellos mismos) el de Minnesota seguirá siendo adaptado, abundantemente adaptado. Lo vemos (y escuchamos) en otros posts.

14 comentarios:

  1. Qué foto más fea la del pavo metiéndose el dedo en la nariz y tocándose los huevos

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    1. Representativa de una época y un lugar. Es un Pau Riba veinteañero; tú debes ser de su misma quinta, ¿o no?

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    2. Peor aún que el dedo en la nariz y la mano en los huevos me parece a mí esa camiseta imperdonable, por no hablar de la inefable cara de tonto que puso el gachó para la foto. Como tiendo a ser idealista, mi imagen de aquella época y lugar no se corresponde en absoluto con todo ello. Tiene mucho más que ver, por ejemplo, con la portada del Audiencia pública. Debe de ser que, como era previsible, me tira mucho más el elitismo burguesito, intelectual y afrancesado de los Setze Jutges que el rollo rockero y anglosajón del Riba y sus amigos. Aunque en su día me gustaba mucho Jaume Sisa, del que hace siglos que no oigo hablar.

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    3. La foto de Riba la he cortado para ponerla en el post. En la original está apoyado con otro tipo a su izquierda que no es otro que Jaume Sisa, gran amiguete de la época y también integrado en el grup de folk. Tengo algo de Sisa de principios de los setenta, creo, pero he escuchado más a Riba.

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    4. No hay manera de que tú y yo coincidamos en música, está visto. Por decirlo de un modo bonito, somos complementarios.

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    5. Hombre, Vanbrugh, si por coincidir entiendes (literalmente) que nos han de gustar los mismos y con la misma intensidad, pues no, no coincidimos, claro. Pero si con ese "complementarios" educado apuntas a que lo que a mí me gusta a ti no y lo que a ti te gusta a mí no, pues no, no estoy de acuerdo, al menos en la segunda parte. Sin ir más lejos, Jaume Sisa me gusta, aunque he escuchado más (y me gusta más) Pau Riba.

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    6. Me refiero a eso, sí, pero matizado. Digamos que si lo máximo que te puede gustar una música es 10, lo que te gusta a ti y lo que me gusta a mí sumarán siempre 10, o números cercanos. Puede haber cosas que a ambos nos gusten 5, cosas que a uno 4 y al otro 6, o 3 y 7... o 10 y 0. Pau Riba: Miroslav 7, Vanbrugh 3. Jaume Sisa: Miroslav 3, Vanbrugh 7. Bob Dylan: Miroslav 9, Vanbrugh 1. Los Chalchaleros: Miroslav 1, Vanbrugh 9. Por ejemplo. Algo así. Es una impresión, solo, pero la creo bastante aproximada, por lo que llevamos visto.

      Y no pasa nada. Somos complementarios, insisto. Nuestros perfiles musicales encajan, los salientes de uno con los entrantes del otro. A mí me parece una buena fórmula para una excelente amistad, también en lo musical.

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    7. Riba es un año más viejo que yo, pero muchoooo más feo

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    8. No todos podemos ser tan guapos como tú, qué se le va a hacer ...

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  2. ¡Pedazo tesis te estás currando!

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  3. ¡Menos mal que el Dylan auténtico cantaba en inglés, porque si no primarían las versiones en vascuence o en swahili...!

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    1. Este comentario parece un acertijo. De momento no lo he resuelto.

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