Twitteros antisemitas
Hace tres días, el 18 de mayo, el Maccabi de Tel Aviv ganó al Real Madrid la final de la Euroliga de baloncesto. Me entero ahora de que, durante el partido y sobre todo al consumarse la derrota, mogollón de aficionados se dedicaron a escribir airados mensajes en twitter insultando a los judíos, y el hashtag #putos judíos fue trending topic en España con un alcance aproximado de 17.692 usuarios. A resultas de estos vergonzosos comportamientos una serie de asociaciones pro-semitas de Cataluña han presentado ante la fiscalía una denuncia, pidiendo la imputación individual de cinco twitteros (todos chavales que andan por los veinte años) y que el ministerio público investigue los hechos para proceder al enjuiciamiento de éstos y otros sin identificar. Argumentan que estos descerebrados han incurrido en delitos de injurias graves con publicidad (artículos 208 y 209 del Código Penal), contra las libertades públicas e incitación al odio (artículo 510) y de enaltecimiento del terrorismo (artículo 548). Los comentarios que he podido leer de estos descerebrados no brillan desde luego por su originalidad: muchos "judíos a la cámara de gas", "con Hitler esto no pasaba" y similares referencias al holocausto nazi. A raíz del incidente, Uriel Benguigui, presidente de la Comunidad Israelí en Barcelona, ha declarado que España es el tercer país más antisemita del mundo, según unos presuntos estudios internacionales.
Yo no estoy nada convencido de que España sea tan antisemita como dice este señor avalado por sus estudios internacionales. Sí tengo la impresión de que en nuestro país debe haber una significativa corriente de anti-israelismo que no es lo mismo, aunque a veces pareciera que no pocos grupos sionistas pretenden hacer equivalente. Pero, incluso aunque sea verdad que hay numerosos ciudadanos que no simpatizan con Israel (y ese Estado ha dado sobrados motivos para no resultar simpático), en mi opinión la avalancha de twitters no demuestra en absoluto que seamos antisemitas, sino simplemente gilipollas. Que los protagonistas de este bochorno sean mayoritariamente chavalillos, para colmo fanáticos madridistas para quienes ver un partido no tiene por objeto disfrutar del espectáculo sino autoestimularse las bajas pasiones, me lleva a concluir que desde su absoluta incultura no han hecho otra cosa que recurrir al tópico nazi para descargar su deleznable resentimiento. En esos momentos de rabia porque su equipo pierde buscan, sin apenas imaginación, el insulto obvio. Lo habrían tenido mucho más difícil si el vencedor del Madrid hubiese sido cualquier otro, no digamos, por ejemplo, Bulgaria. ¿De qué fuente iban a sacar estos críos insultos a los búlgaros? Pero no tengo ninguna duda de que la rabia contra ellos sería la misma, pero habrían de limitarse a llamarles "búlgaros cabrones hijos de puta" u otras joyas por el estilo, sin que probablemente hubiese pasado nada ni nuestro brillante ministro del interior (el mismo que justificó en el Congreso lo de disparar pelotas de goma contra negros que estaban en el mar intentando llegar a la costa melillense) habría dicho que "es necesaria la actuación policial para erradicar de la red todos los comentarios que inciten al odio y a la xenofobia".
Veremos adónde lleva esta denuncia. De entrada, no veo el delito de injuria porque ésta existe cuando, mediante acción o expresión, se lesiona la dignidad de otra persona. La injuria es un delito "contra el honor" y el honor (que es patrimonio del alma, será por eso que yo no termino de entenderlo del todo) compete a los individuos. Admitir que se puede injuriar a un pueblo o etnia –los judíos en este caso– llevaría a reconocer que estos colectivos tienen honor, tesis que sin duda a muchos hoy no les parecerá ridícula, pero que a mí sí y, además, me pone los pelos de punta porque ya son más que conocidos los derroteros por los que se transita con esa forma de pensar (entre otros, paradójicamente, los de los propios nazis). Más pertinente parece el artículo 510.1 del Código Penal que castiga a "los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros ..." Claro que cabe preguntarse si a alguien los comentarios de estos niñatos imbéciles pueden inducirle a sentir odio contra los judíos (yo diría que casi generan lo contrario). Además, aún admitiendo que esos cretinos querían (que no es igual a que lo lograran) provocar odio y violencia contra los judíos, habría que demostrar que sus motivos eran antisemitas. Y apuesto cualquier cosa a que la mayor parte de ellos carece en condiciones normales de todo sentimiento antisemita o, dicho de otra forma, es tan antisemita como habría sido antibúlgaro si el equipo que ganaba a su Madrid hubiese tenido esa nacionalidad. Por último, me parece muy traído por los pelos acusar a estos subnormales de enaltecimiento o justificación del terrorismo (que, por cierto, es el artículo 578 y no el 548 como escriben en la denuncia). En resumen que, desde mi ignorancia jurídica, tiendo a pensar que difícilmente pueda siquiera juzgarse a estos cretinos.
Pero es que creo que tampoco sería bueno que eso ocurriera. No sé si España es un país antisemita (ya he dicho que no lo creo, si bien tal vez me equivoque), pero si lo fuera nada se conseguirá penalizando la expresión de ese sentimiento; más bien se animará a extenderlo e intensificarlo. Ya puestos, he oído –y leído en la red– con mucha mayor frecuencia comentarios que reflejan un descarado sentimiento anticatalán, sin que de momento el molt honorable senyor Mas haya ordenado a los servicios jurídicos de la Generalitat presentar las denuncias equivalentes (considerando que las asociaciones denunciantes radican en Cataluña, se echa en falta que su sionismo esté matizado por el seny local). Además, he de reconocer que me preocupan las palabras de nuestro ministro, a quien estoy seguro de que los judíos le importan un ardite, pero puede venirle muy bien el incidente para justificar medidas destinadas a "erradicar de la red ... " ¡lo que moleste al Poder! Que unos niñatos apenas salidos de la adolescencia escriban obscenidades soeces de pésimo gusto no va a ningún lado. Que legitimemos al Poder para cercenar y hasta condenar con cárcel lo que se dice, por muy perturbador que pueda resultar, sí que me parece muy peligroso. Porque la gran potencialidad de internet a la que sin duda tienen miedo los dueños del chiringuito y sus serviles lameculos es su altísima capacidad de difusión. No pueden permitir que se use eficazmente para que la ciudadanía se movilice contra el sistema. De hecho, en vez de perder tiempo discutiendo si es de aplicación el delito de injurias contra el pueblo judío, deberíamos preocuparnos por lo fácil que puede resultarles desactivar la rebeldía cívica a través de internet recurriendo a los artículos del Código Penal sobre la sedición (544 y siguientes).
Nota: Las fotos que acompañan este post son las de cuatro de los muchachitos denunciados a título individual, brillantes gemas de nuestra elogiada juventud. Confío en que sus papás les hayan echado una bronca o que ellos solitos se hayan dado cuenta de lo bajo que se cae cuando uno se pone a teclear en el móvil gilipolleces para descargar sus rabietas infantiles y de paso aborregarse.
Esta historia rezuma desmesura, gilipollez y oportunismo.
ResponderEliminarInteresada en esos estudios internacionales donde dicen que España es el tercer país más antisemita del mundo, para tener ese récord los españoles deberían saber primero el significado de antisemita y sospecho que muchos no están interesados, ni siquiera, en conocerlo.
No creo en la existencia del llamado 'delito' de opinión..Como no creo en el pecado de pensamiento ni de palabra, solo de obra.
ResponderEliminarDicho esto, los ‘twiteros’ estos más que antisemitas son gilipollas por partida doble: primero, por sus lamentables opiniones; y segundo, por soltarlas en esa plaza pública de las redes sociales (que cada vez tengo más motivos para contemplar con sumo recelo y para mantenerlas a distancia de mís hábitos)
Supongo que todo dependerá de opiniones, pero yo habré visto incluso en tebeos simplemente humorísticos el término "judío" como sinónimo de "avaro" o "usurero". Personalmente, yo creo que lo que vemos es la falta de censura: en España lo políticamente correcto es realmente muy reciente, cuando en otros países el miedo a decir según qué términos estaba más que instalado.
ResponderEliminarA ver si va a ser eso.
Babe: Totalmente de acuerdo (habría que darles a leer a Hannah Arendt). Y sí, también yo estoy interesado en conocer esos "estudios internacionales"; a lo mejor se lo pido al señor de la asociación judía de Barcelona que lo afirmó.
ResponderEliminarLansky: También totalmente de acuerdo: no debería haber "delitos de opinión" y esos twitteros son, efectivamente, gilipollas (lo de antisemitas requeriría más pruebas que sus gilipolleces). Leí hace poco un artículo en la prensa local (o sea, tinerfeña) de un tipo que escribe muy bien y atesora sentido común, que venía a sostener que el twitter, excluyendo algunas perlas de ingenio, lo único que hace es fomentar la estupidez. A mí nunca me ha gustado y, de hecho, no tengo cuenta. En 140 caracteres tan sólo se pueden decir genialidades (que son un porcentaje absolutamente irrisorio) o gilipolleces. Pero es que es justamente su brevedad lo que anima a todos los gilipollas a usarlo, los que no son capaces de escribir una frase completa con mínima corrección gramatical y sentido.
Ozanu: Pues no, contigo no voy a estar de acuerdo. No creo que sea un problema de censura ni de que seamos poco "políticamente correctos". Justamente porque se sabe que decir esas cosas es "políticamente incorrecto" es por lo que recurren a ellas esos gilipollas. No se trata en absoluto de que nos censuremos lo que pensamos ni creo que esos chavales piensen de verdad lo que dicen. Ya puestos, peor sería que fuéramos realmente antisemitas y nos cuidáramos de expresarlo porque es incorrecto decirlo.
Copio y pego lo mismo que he puesto, ante una entrada similar en el blog Historias de Hispania
ResponderEliminarMi visión respecto a lo que sucede en twitter es un poco más sencilla. Pongamos que la proporción, tirando por lo bajo, de gilipollas (¿puedo decir gilipollas?) en este país es de uno a mil. Así a bote pronto nos salen unos 40000 (cuarenta mil), todos los cuales tienen twitter, porque hemos pasado, como se decía en mi época, del no hay parto sin dolor, ni hortera sin transistor al no hay mercado sin fruteros, ni gilipollas que no sea tuitero (Vale, el eslogan no es muy bueno pero a esta hora de la mañana no se me ocurría otro mejor)
Lo que sucede es que lo que antes decía el tonto del pueblo, no salía de la barra del bar y ahora... pues sucede lo mismo, salvo que la aldea, ahora sí, ya es global.
Mi solución: pues todo aquel que tenga un IQ superior al de un grillo que no tenga twitter, y que si lo tiene, se dé de baja inmediatamente por propia higiene mental.
Sigo dándole vueltas al asunto este de la existencia del delito de opinión, que para mi choca frontalmente con la libertad de expresión (aunque sea mal usada por esos tontainas que ni sabrán probablemente que implica ser antisemita). Pero a lo que quiero llegar es a la distinción entre ‘legal’ y ‘legítimo’: si es legal porque existe esa legislación o porque –peor aún- se crea ex profeso, aunque para mí es ilegítima, ¿qué ocurre con otros delitos de opinión (admitiendo ya su existencia) que no solo no son resultado de ignorancia, sino que encima se proponen engañar? Me refiero a las declaraciones de los políticos que afirman que no hay recortes sociales en España, cuando, por ejemplo, los recortes de sanidad matan gente y son en el fondo asesinatos de guante blanco. Si alguien afirma que no hay camas en los pasillos y listas de espera para enfermedades fulminantes, si se afirma que la sanidad no se ha visto afectada por los recortes está dando una opinión que es a sabiendas engañosa, y sin embrago, eso no se considera delito. ¿Acaso no habría que aplicar como delitos de opinión a esos engaños? ¿Metemos en la cárcel a todos los participantes en la campaña electoral de este gobierno?
ResponderEliminarPerdón por haberme salido del tema, pero a veces es útil relacionar cosas.
Números:Por esas prevenciones que mencionas yo no tengo twiter ni facebok, pero por reducción al absurdo tampoco habría que poner bancos en los parques ni columpios para que los vándalos no los puedan destrozar; no: la solución como todo está en la educación, una solución lenta pero más definitiva que cualquier prohibición
ResponderEliminarNo, si yo decía que, como no se censura tan fuertemente con otros países, es más fácil que salgan así. En EEUU ya estarían siendo juzgados. No digo que esté de acuerdo, digo que seguro que lo tendríamos en cada cadena y a todas horas.
ResponderEliminarPues yo me he hecho tuitero y estoy fascinado. El, los gobiernos, lo que tienen es miedo del enorme poder de convocatoria e información de los nuevos medios de comunicación y sobre los cuales no tienen forma de controlar salvo el de la censura vía criminalización. Estoy de acuerdo con Lansky en que el delito de opinión no debería existir; si acaso el de amenazas y si éstas fueran reiteradas y serias, pero no veo al gobierno actuando contra la xenofobia o la homofobia, por poner un ejemplo, sino contra una cierta opinión pública que ellos consideran ofensiva o amenazante para ellos mismos.
ResponderEliminarPor cierto, el número de caracteres para expresarse en Twitter es ilimitado, solo que debes hacerlo en varios tuits. Y hay gente interesantísima y para todos los gustos. Yo os lo recomiendo.
Números: ¿Uno a mil la proporción de gilipolllas en España? ¡Cuánto optimismo! Pero sí, (casi) todo gilipollas está en twitter, de lo que se deduce que: (1) Si conoces alguien que no tiene twitter es bastante probable que no sea gilipollas (o, al menos, que no lo sea suficientemente); (2) Si no eres gilipollas y tienes twitter es bastante probable que te relaciones con un número bastante más alto de gilipollas que en otros ámbitos (sean reales o virtuales); y (3) Si no eres gilipollas y tienes twitter estás arriesgándote a agilipollarte. Esta última conclusión deriva de que la gilipollez es altamente contagiosa y además muy peligrosa porque el afectado no nota los síntomas, de lo cual deriva que puede que creas no ser gilipollas y serlo. La prueba de este último aserto es que la gran mayoría de los tantos gilipollas que hay en twitter piensan que no lo son. En resumen, que sí, que tu consejo parece muy recomendable por motivos de higiene mental.
ResponderEliminarLansky: No me parece para nada "impertinente" el que relaciones los delitos de opinión con los engaños de los políticos, de consecuencias mucho más reales y graves que las gilipolleces antisemitas de unos críos descerebrados. No obstante, ya se sabe que lo legal es lo que ampara al Poder y, si ya decía en el post lo difícil que con los artículos del código penal resulta imputar a estos muchachitos, imagínate cuanto más que un juez admita a trámite tus conclusiones. Comparto también tu distinción entre legal y legítimo, así como tu ateísmo respecto a los delitos de opinión (ya te lo dije) al que añado mi casi miedo con el uso que de esta categoría penal puede hacer el poder (ya lo he dicho en el post).
Ozanu: Intuyo que la cuantía de gilipolleces que escriben los twitteros yanquis será igual o mayor que la de los españoles. Y puede que los gilipollas de allí se censuren respecto de ciertas temas, no tanto porque se persigan penalmente sino porque la autocensura la tengan más "interiorizada". En lo que sí te doy la razón es que en lo del antisemitismo no se ha "interiorizado" entre los españoles la autocensura como en otros países (especialmente Alemania, por razones obvias), pero la tendremos en otros asuntos. De todos modos, sigo pensando que que no se digan las cosas por motivos de represión (sea externa o interna) no me parece buen método; incluso lo veo peor porque puede ser más "explosivo". Los gilipollas reprimidos siguen siéndolo. La única vía es, desde luego, fomentar la "funesta manía de pensar", en expresión tan acertada de los carcas ochocentistas. Y a eso, me temo, no parece que twitter contribuya, y sí la educación sobre la que insiste Lansky.
Atman: Admito la eficacia de twitter como medio de convocatoria cívica, no tanto de información, así como el miedo que el Poder tiene, pero para nada porque desde twitter se socave mínimamente sus bases ideológicas, sino porque se les agita a los gilipollas y son muchos. También te admito que en twitter ha de haber gente interesantísima, aunque me atrevo a aventurar que la proporción de éstos debe ser minoritaria. En ese sentido, puestos a conocer gente interesante en internet (en el sentido de que te aporten), estoy convencido de que hay muchas más probabilidades de encontrarla en otros ámbitos (foros, blogs, etc). En todo caso, por simple análisis de probabilidades, te aconsejaría que no te dejaras llevar por la "fascinación" esa que dices sentir.