Sobre Casandra (2)
En el Canto XIII de la Iliada, se nos cuenta la tremenda batalla que se desata junto a las naves aqueas, con la participación de Zeus y Poseidón, a favor de troyanos y griegos, respectivamente. Idomeneo, rey de Creta, destaca entre los aqueos matando troyanos a diestro y siniestro. El primero que se carga es un tal Otrioneo de quien Homero nos informa lo siguiente: “Éste había acudido de Cabeso a Ilio cuando tuvo noticia de la guerra y pedido en matrimonio a Casandra, la más hermosa de las hijas de Príamo, sin obligación de dotarla; pero ofreciendo una gran cosa: que echaría de Troya a los aqueos. El anciano Príamo accedió y consintió en dársela; y el héroe combatía, confiando en la promesa”. Cabeso, dicho sea entre paréntesis, era una pequeña ciudad de la Troade, la región en la que se situaba Troya. No es extraño pues que los vecinos de esa localidad acudieran a defender a Ilio de los invasores lejanos (al menos, del otro lado del Egeo), pero por lo que parece no se sentían obligados. Si Otrioneo acude a la guerra es porque estaba enamorado de Casandra y quería casarse con ella. Homero, en la primera mención que hace de nuestro personaje, nos asegura que era la más hermosa de las hijas de Príamo; o sea, nos informa de su filiación y de su belleza, nada más por el momento. Añade, eso sí, que el rey accede a dársela como esposa. Naturalmente, por muy bella y valiosa que fuera para las estrategias matrimoniales de Príamo, el precio que ofrecía pagar el joven pretendiente era más que suficiente. Lamentablemente, como ya hemos visto, Idomeneo, “aunque ya semicano”, acabó con las esperanzas del chaval clavándole la lanza en el vientre. De Otrioneo nada más sabemos; el personaje no ha inspirado a posteriores autores. Puestos a ello, nada nos impide fantasear con las breves horas, o quizá días, que pasaría en Troya a su llegada de Cabeso. ¿Venía atraído por la fama de la belleza de Casandra y al verla se enamoró perdidamente de nuestra protagonista? Cuando se conocieron, ¿hubo algo entre ellos, algo más que las simples presentaciones formales?
Obertura - Wolfgang Amadeus Mozart (Idomeneo, Re di Creta, 1781)
El segundo y último párrafo de la Iliada en el que se menciona a Casandra se encuentra en el Canto XXIV, donde se nos cuenta cómo Príamo, destrozado por el dolor, se llega hasta la tienda de Aquiles para suplicar al cruel héroe griego que le entregue el cadáver de Héctor. El viejo rey logra su objetivo y torna en la madrugada hacia Troya. La aurora estaba esparciendo su azafranado velo por la tierra cuando Casandra, “subiendo a Pérgamo, distinguió el carro y en él a su padre y al heraldo, pregonero de la ciudad, y vio detrás a Héctor, tendido en un lecho que las mulas conducían”. Pérgamo, en el interior de Troya, era la ciudadela sagrada que obviamente estaba en lo más alto para desde ahí poder otear el panorama al exterior de las imponentes murallas que circundaban la ciudad. Este Pérgamo de la Iliada no es la ciudad del mismo nombre (está a algo más de 200 kilómetros por carretera hacia el Sur) pero, según la Leyenda, fue fundada por uno de los hijos que Andrómaca, la mujer de Héctor, tuvo con Neoptólemo, el hijo de Aquiles, a quien fue concedida como botín de guerra. Pero lo que nos importa es que en este segundo pasaje Casandra adquiere voz, en cierto modo Homero nos la presenta viva, actuando. Su actuación consiste en prorrumpir en sollozos y clamar por toda la ciudad convocando a los troyanos a que se junten para recibir el cadáver de Héctor. No es un papel muy vistoso, ni tampoco nos aporta gran cosa sobre el personaje. Una hermana destrozada por la tristeza que grita a sus vecinos, nada más; no hay alusión a sus vaticinios, a sus dotes proféticas. ¿O sí? Leyendo ese párrafo podríamos preguntarnos por qué precisamente ella es la única que advierte la llegada de Príamo, ¿acaso había anticipado esa escena? ¿Bastó tan breve presentación del personaje para que posteriormente se la caracterizara como profetisa? Quizá aventuro demasiado, condicionado desde el conocimiento; lo cierto es que de la sola lectura de la Iliada no obtenemos una imagen definida de Casandra, tan solo la mera noticia de su existencia: hija de Príamo y hermana de Héctor, joven y muy bella.
En La Odisea sólo una vez puede leerse el nombre de Casandra. Es en el terrible Canto XI, en el que Ulises y sus compañeros arriban a los confines del Océano, al sitio indicado por Circe, y convocan las almas de los muertos. Después de que se le aparecieran y le hablaran Elpénor, su madre Anticlea, Tiresias y numerosas mujeres, lo hace el angustiado espíritu de Agamenón, derramando copiosas lágrimas. Ulises le pregunta cómo ha muerto y el átrida contesta: “Egisto fue quien me preparó la muerte y el hado, pues, de acuerdo con mi funesta esposa, me llamó a su casa, me dio de comer y me quitó la vida como se mata a un buey junto a un pesebre. Morí de este modo, padeciendo deplorable muerte; y a mi alrededor fueron asesinados mis compañeros, unos en pos de otros, como en la casa de un hombre rico y poderosísimo son degollados los puercos de albos dientes para una comida de bodas, un festín a escote, o un banquete espléndido. …. Oí la misérrima voz de Casandra, hija de Príamo, a la cual estaba matando, junto a mi, la dolosa Clitemnestra; y yo, en tierra y moribundo, alzaba los brazos para asirle la espada. Mas la descarada fuese luego, sin que se dignara bajarme los párpados ni cerrarme la boca, aunque me veía descender a la morada de Hades”. O sea, que Homero nos informa de que Agamenón había regresado a Micenas con Casandra, aunque no nos dice que de ésta se había apoderado como botín de guerra, si bien es fácil deducirlo. También nos hace saber que ambos fueron asesinados muerto por Egisto y Clitemnestra, conjurados, aunque no se extiende en explicarnos lo que había pasado ni lo que pasaría a continuación (habrá que esperar a Esquilo y luego a Eurípides para saber de Ifigenia y de Orestes, entre muchos otros personajes). Así pues, tampoco en la Odisea Homero aporta apenas noticias sobre Casandra, salvo las nada menores de su vínculo (en principio forzado) con Agamenón y su muerte en Micenas.
Tan escasa información en las dos grandes epopeyas griegas, las más antiguas que nos han llegado, no hace sino confirmar que el carácter y avatares de Casandra, como los de los demás personajes de la mitología helena, eran suficientemente conocidos por los contemporáneos, el público que acudía a escuchar los cantos de los aedos. Estos griegos del siglo VIII aC, cuando escuchaban embelesados en la Iliada el nombre de Casandra, sabían de sobra que esa mujer era una adivina, sacerdotisa de Apolo, y que advertiría a sus conciudadanos de los peligros del gran caballo de madera que habían dejado los aqueos, aunque ninguna de estas historias las narrara Homero. Del mismo modo, cuando oían los lamentos de Agamenón por su traicionera muerta, pensarían en la compleja conjura micénica, en el posterior asesinato de Clitemnestra, etc, etc. Las dos grandes obras homéricas no eran los únicos poemas que circulaban en aquella época arcaica. Se conocen los nombres de otros autores (Estasino de Chipre, Arctino de Mileto, Eumelo de Corinto, Lesques de Lesbos, Agias de Trezén, Pisandro de Camiros, Eugamón de Cirene) que escribieron poemas, cuyo conjunto se ha dado en denominar el ciclo troyano. Todos ellos se han perdido pero contamos con los resúmenes que de varias de esas obras hace Procio en su Crestomanía (no está claro si este Procio fue un importante filósofo neoplatónico del siglo V dC o un gramático del siglo II dC). Yo, la verdad, no he leído ninguno de estos resúmenes, en concreto de seis obras, y me he conformado con revisar los resúmenes de los resúmenes que se pueden encontrar en varias páginas de internet. En ellos he indagado en busca de Casandra, para completar el más antiguo estrato de sus orígenes literarios (si dispusiéramos de grabaciones, podríamos irnos más hacia atrás en el tiempo, siguiendo la tradición oral).
En Ciprias, once libros que se atribuyen a Estásino de Chipre o a Hegesias de Salamis se narran los hechos anteriores a la Iliada, desde la boda de Peleo y Tetis (en la que aparecería Éride para arrojar la famosa manzana que causaría la disputa de las tres diosas y la perdición de Paris) hasta el cabreo de Aquiles y su apartamiento del bando aqueo, que es como comienza Homero (“Canta, oh diosa, la cólera del Pélida Aquiles …”). Parece que a propósito del viaje de Paris a Esparta (donde seducirá y raptará a Helena) se mencionan las dotes proféticas de Casandra. En La Etiópida se nos cuenta la llegada de las amazonas para luchar al lado de los troyanos (con poca fortuna porque enseguida Aquiles se carga a Pentesilea) y acaba con la muerte de Aquiles por Paris y la posterior disputa entre Odiseo y Ayax por sus armas; no parece que se aparezca Casandra. La llamada Pequeña Iliada –cuatro libros– se centra en los episodios finales de la guerra, desde donde la dejó Homero, que conducen a la victoria aquea: la muerte de Paris, la boda de Helena y Deífobo después de que Héleno no lo consiguiera, las últimas escaramuzas y, por fin, el protagonismo de Ulises, que entra como espía en la ciudad y por fin el caballo de madera. Aquí sí aparece Casandra, justamente advirtiendo a los troyanos que el caballo no es un regalo sino una trampa e intentando “destrozar todas aquellas maderas o prenderles ardiente fuego: para eso cogió de su hogar un tizón de pino todavía encendido... en la otra mano llevaba un hacha de doble filo.... Pero en un momento le quitaron de las manos el fuego y el hierro aniquilador.." La cuarta obra (en el orden cronológico del relato, no de su escritura) es La Iliupersis o el Saqueo de Ilión; en ella se debía narrar con detalle la violación de Casandra por Áyax y su posterior entrega a Agamenón como botín de guerra. Seguirían cinco libros atribuidos a Agías de Trezén o a Eumolpo que contaban los regresos de los principales caudillos aqueos (menos el de Odiseo, claro) y, entre ellos, la llegada de Agamenón a Micenas y su muerte a manos de Egisto y Clitemnestra; cabe suponer que también se informaría del asesinato de Casandra. La última obra del ciclo troyano es la Telegonía, que cuenta un nuevo viaje de Ulises que se va de Ítaca debido a la infidelidad de Penélope (sorpresa, sorpresa); pero Casandra no aparece, lo cual es lógico porque se supone que ya está muerta.
Concluyo: desde que acabó la supuesta guerra de Troya y durante cuatro siglos se fue construyendo a través de la tradición oral el gran relato mitológico en torno a ese acontecimiento. Con la adopción del alfabeto fenicio (que evolucionaría para convertirse en el griego) se pone por escrito esta epopeya en el periodo arcaico, entre los siglos VIII y VI aC. A nosotros sólo nos han llegado las dos grandes obras atribuidas a Homero, pero sabemos que había al menos seis más. Por tanto, hay que suponer que antes de la época clásica, los griegos contaban con el relato sobre Troya y asuntos relacionados completamente fijado por escrito. Los datos básicos sobre Casandra, uno de los personajes de la epopeya troyana, también estaban claros. Luego, a partir del siglo V aC, vendrán los Esquilo y compañía a enriquecer a nuestro personaje (y a los restantes). Y después los romanos, y así hasta nuestras fechas.
En La Odisea sólo una vez puede leerse el nombre de Casandra. Es en el terrible Canto XI, en el que Ulises y sus compañeros arriban a los confines del Océano, al sitio indicado por Circe, y convocan las almas de los muertos. Después de que se le aparecieran y le hablaran Elpénor, su madre Anticlea, Tiresias y numerosas mujeres, lo hace el angustiado espíritu de Agamenón, derramando copiosas lágrimas. Ulises le pregunta cómo ha muerto y el átrida contesta: “Egisto fue quien me preparó la muerte y el hado, pues, de acuerdo con mi funesta esposa, me llamó a su casa, me dio de comer y me quitó la vida como se mata a un buey junto a un pesebre. Morí de este modo, padeciendo deplorable muerte; y a mi alrededor fueron asesinados mis compañeros, unos en pos de otros, como en la casa de un hombre rico y poderosísimo son degollados los puercos de albos dientes para una comida de bodas, un festín a escote, o un banquete espléndido. …. Oí la misérrima voz de Casandra, hija de Príamo, a la cual estaba matando, junto a mi, la dolosa Clitemnestra; y yo, en tierra y moribundo, alzaba los brazos para asirle la espada. Mas la descarada fuese luego, sin que se dignara bajarme los párpados ni cerrarme la boca, aunque me veía descender a la morada de Hades”. O sea, que Homero nos informa de que Agamenón había regresado a Micenas con Casandra, aunque no nos dice que de ésta se había apoderado como botín de guerra, si bien es fácil deducirlo. También nos hace saber que ambos fueron asesinados muerto por Egisto y Clitemnestra, conjurados, aunque no se extiende en explicarnos lo que había pasado ni lo que pasaría a continuación (habrá que esperar a Esquilo y luego a Eurípides para saber de Ifigenia y de Orestes, entre muchos otros personajes). Así pues, tampoco en la Odisea Homero aporta apenas noticias sobre Casandra, salvo las nada menores de su vínculo (en principio forzado) con Agamenón y su muerte en Micenas.
Tan escasa información en las dos grandes epopeyas griegas, las más antiguas que nos han llegado, no hace sino confirmar que el carácter y avatares de Casandra, como los de los demás personajes de la mitología helena, eran suficientemente conocidos por los contemporáneos, el público que acudía a escuchar los cantos de los aedos. Estos griegos del siglo VIII aC, cuando escuchaban embelesados en la Iliada el nombre de Casandra, sabían de sobra que esa mujer era una adivina, sacerdotisa de Apolo, y que advertiría a sus conciudadanos de los peligros del gran caballo de madera que habían dejado los aqueos, aunque ninguna de estas historias las narrara Homero. Del mismo modo, cuando oían los lamentos de Agamenón por su traicionera muerta, pensarían en la compleja conjura micénica, en el posterior asesinato de Clitemnestra, etc, etc. Las dos grandes obras homéricas no eran los únicos poemas que circulaban en aquella época arcaica. Se conocen los nombres de otros autores (Estasino de Chipre, Arctino de Mileto, Eumelo de Corinto, Lesques de Lesbos, Agias de Trezén, Pisandro de Camiros, Eugamón de Cirene) que escribieron poemas, cuyo conjunto se ha dado en denominar el ciclo troyano. Todos ellos se han perdido pero contamos con los resúmenes que de varias de esas obras hace Procio en su Crestomanía (no está claro si este Procio fue un importante filósofo neoplatónico del siglo V dC o un gramático del siglo II dC). Yo, la verdad, no he leído ninguno de estos resúmenes, en concreto de seis obras, y me he conformado con revisar los resúmenes de los resúmenes que se pueden encontrar en varias páginas de internet. En ellos he indagado en busca de Casandra, para completar el más antiguo estrato de sus orígenes literarios (si dispusiéramos de grabaciones, podríamos irnos más hacia atrás en el tiempo, siguiendo la tradición oral).
En Ciprias, once libros que se atribuyen a Estásino de Chipre o a Hegesias de Salamis se narran los hechos anteriores a la Iliada, desde la boda de Peleo y Tetis (en la que aparecería Éride para arrojar la famosa manzana que causaría la disputa de las tres diosas y la perdición de Paris) hasta el cabreo de Aquiles y su apartamiento del bando aqueo, que es como comienza Homero (“Canta, oh diosa, la cólera del Pélida Aquiles …”). Parece que a propósito del viaje de Paris a Esparta (donde seducirá y raptará a Helena) se mencionan las dotes proféticas de Casandra. En La Etiópida se nos cuenta la llegada de las amazonas para luchar al lado de los troyanos (con poca fortuna porque enseguida Aquiles se carga a Pentesilea) y acaba con la muerte de Aquiles por Paris y la posterior disputa entre Odiseo y Ayax por sus armas; no parece que se aparezca Casandra. La llamada Pequeña Iliada –cuatro libros– se centra en los episodios finales de la guerra, desde donde la dejó Homero, que conducen a la victoria aquea: la muerte de Paris, la boda de Helena y Deífobo después de que Héleno no lo consiguiera, las últimas escaramuzas y, por fin, el protagonismo de Ulises, que entra como espía en la ciudad y por fin el caballo de madera. Aquí sí aparece Casandra, justamente advirtiendo a los troyanos que el caballo no es un regalo sino una trampa e intentando “destrozar todas aquellas maderas o prenderles ardiente fuego: para eso cogió de su hogar un tizón de pino todavía encendido... en la otra mano llevaba un hacha de doble filo.... Pero en un momento le quitaron de las manos el fuego y el hierro aniquilador.." La cuarta obra (en el orden cronológico del relato, no de su escritura) es La Iliupersis o el Saqueo de Ilión; en ella se debía narrar con detalle la violación de Casandra por Áyax y su posterior entrega a Agamenón como botín de guerra. Seguirían cinco libros atribuidos a Agías de Trezén o a Eumolpo que contaban los regresos de los principales caudillos aqueos (menos el de Odiseo, claro) y, entre ellos, la llegada de Agamenón a Micenas y su muerte a manos de Egisto y Clitemnestra; cabe suponer que también se informaría del asesinato de Casandra. La última obra del ciclo troyano es la Telegonía, que cuenta un nuevo viaje de Ulises que se va de Ítaca debido a la infidelidad de Penélope (sorpresa, sorpresa); pero Casandra no aparece, lo cual es lógico porque se supone que ya está muerta.
Concluyo: desde que acabó la supuesta guerra de Troya y durante cuatro siglos se fue construyendo a través de la tradición oral el gran relato mitológico en torno a ese acontecimiento. Con la adopción del alfabeto fenicio (que evolucionaría para convertirse en el griego) se pone por escrito esta epopeya en el periodo arcaico, entre los siglos VIII y VI aC. A nosotros sólo nos han llegado las dos grandes obras atribuidas a Homero, pero sabemos que había al menos seis más. Por tanto, hay que suponer que antes de la época clásica, los griegos contaban con el relato sobre Troya y asuntos relacionados completamente fijado por escrito. Los datos básicos sobre Casandra, uno de los personajes de la epopeya troyana, también estaban claros. Luego, a partir del siglo V aC, vendrán los Esquilo y compañía a enriquecer a nuestro personaje (y a los restantes). Y después los romanos, y así hasta nuestras fechas.
Otra posibilidad es que Casandra simplemente mostraba un gran dominio de una habilidad que era común en una sacerdotisa de Apolo. Este dios era el profético* desde la era arcaica, leo en la Wikipedia, y no es raro que una sacerdotisa suya sea profeta, pues. Y si esta sacerdotisa era la más bella de las hijas del rey de una ciudad que el arquero divino quiso defender con tanto ahínco... Pues parece inevitable.
ResponderEliminar*Es curioso decir que en la Odisea el dios identificado como Sol era todavía Helio. La mitología griega no era estática y algunos dioses se incorporaron después, como la fenicia Afrodita.
El Dios que personificaba al Sol en la época homérica y hasta en la clásica fue Helios, en efecto. Helios era hijo de uno de los Titanes y Zeus de otro, así que Helios vendría a ser un tío segundo de Apolo. En la Odisea, Apolo es nombrado muchísimas más veces que Helios y, a partir de ahí, fue ganando en importancia hasta arrebatarle a su tío la personificación del Sol (pero eso vendría a ser ya después de Alejandro Magno, mucho después de la época en la que estamos).
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