lunes, 5 de abril de 2021

Nullitatis Matrimonii, una historia calabresa (VII)

Hace justamente trece años, en abril de 2008, escribí en este blog seis posts sobre un proceso de nulidad matrimonial desarrollado entre 1938 y 1943 ante el Tribunal eclesiástico de Catanzaro, capital de la región italiana de Calabria. En la primera de aquellas entradas dije que quien solicitó la nulidad fue la abuela una buena amiga que me había facilitado las 168 páginas que conformaban el sumario del proceso. Ahora ya puedo decir que esa "buena amiga" no era otra que Luisa, mi amadísima mujer a quien recientemente he perdido. Paso gran parte del tiempo de estos tristísimos días leyendo y escribiendo sobre ella, con ella instalada permanentemente en mi pensamiento. Y así, he vuelto a toparme con esas hojas amarillentas y deterioradas y me he dicho que por qué no seguir aquella historia que no llegué a acabar, sobre todo porque la Nonna fue una mujer fundamental en la vida de Luisa. Sigo pues donde me quedé, de modo que recomiendo a quienes le interese visitar sucesos de hace un siglo que lean antes de éste los posts que lo precede; los correspondientes enlaces son los que siguen: I, II, III, Paréntesis, IV, V y VI. (Por cierto, en los comentarios a cada artículo siempre interviene Zafferano, que era el seudónimo bloguero de Luisa; nótese su inteligente sentido del humor).

En el sexto post transcribí las ocho cartas escritas por Renato a Rachele y presentadas y leídas ante el Tribunal el 8 de febrero de 1940. Una semana antes (aunque en el legajo del sumario se consigna después), en el Tribunal se vieron dos cartas de Rachele a Renato escritas durante el noviazgo. Obviamente estas cartas las había aportado el marido que, como ya se ha ido viendo, parecía querer sostener que su mujer lo amaba y se casó con él de buena gana. Ciertamente, en ellas la adolescente insiste en que lo ama, en frontal contradicción con lo que repetidamente había asegurado ante el Tribunal: que Caligiuri le producía rechazo y que se casó forzada. No obstante, en la declaración que hace Rachele antes de la lectura de esas dos cartas suyas, asegura que el padre estaba detrás de esas redacciones y pide que Renato presente otras cartas suyas en las que le decía claramente que no quería casarse con él. Pero sobran mis comentarios; paso a transcribir mi traducción de este capítulo del sumario.
 
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45 – Depositio altera actricis 
(1 febr. 1940)
 
R.– Las dos cartas que me han sido presentadas, la primera fechada el 13 de diciembre de 1921 en Catanzaro, la segunda del 12 de julio de 1922 también en Catanzaro, las reconozco como escritas por mí. Antes de que lea el contenido de las mismas, tengo que hacer la siguiente declaración: En aquella época yo cursaba quinto elemental (si bien tenía ya catorce años), en la Escuela de las Hermanas de la Caridad, conocida como “Instituto del Carmelo”. Mis estudios no habían sido regulares; de hecho, los tuve que descuidar porque, siendo mi padre funcionario público, tuve que seguirlo en sus diversos destinos. Recuerdo bien que en ese momento no podía escribir una carta sin errores. Por eso declaro con toda seguridad que las dos cartas las escribí bajo la supervisión de mi padre. La carta del 12 de diciembre de 1921 está ciertamente escrita a dictado de mi padre. La otra fue compuesta y escrita por mí; pero hago observar que en aquellas fechas tan cercanas a la boda toda mi correspondencia era escrupulosa y rigurosamente censurada por mi padre. 
 
P.- ¿Cómo explica lo que ha declarado anteriormente: “no me contenté con hacérselo entender, sino que se lo dije expresamente más de una vez antes de la boda, de viva voz y por escrito”? 
 
R.- Las cartas en las cuales le decía claramente que no quería casarme con él porque no le amaba las escribí a escondidas de mi padre, y se las entregué en mano, siempre sin que mis padres se percatasen. Pido a mi marido que presente esas cartas, porque las que le escribí durante el noviazgo no son solo estas dos que ha presentado sino que debe haber por lo menos seis o siete más. 
 
P.– ¿Cómo explica la expresión de su carta del 12 de julio de 1922: “escríbeme cada día como te escribo yo”? 
 
R.– Esas palabras “cada día” se refieren solo al breve periodo que mi prometido se trasladó a Nápoles para comprar los muebles, que fueron tres o cuatro días. 
 
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1 
Catanzaro, 13 de diciembre de 1921 
Mi adorado Renato: 
 
    Me perdonarás que te escriba pocas palabras. No puedes imaginar lo disgustada que estoy porque esta tarde no podamos hablar como las otras tardes. Entre tanto, como sabes, ayer por la tarde Totò no se sentía bien y por eso tuvo que quedarse en la cama. No sabes la felicidad que sentí la otra tarde cuando me escribiste que te habías convencido de que te amo. Pero en la carta que me escribiste ayer por la tarde me dices: tú me amas, lo sé, pero ¿cuándo me amarás tanto como te amo yo? ¿Por qué dices esto? Todavía no sé explicártelo bien, pero mi te quiero es más profundo que el tuyo, Renato. Esta mañana te he esperado desde las once hasta que has llegado, pero de buena gana te habría esperado la mañana entera. Renato mío, quizás no quieres comprender cuánto te amo. Yo te amo, Renato, y tú en cada carta me dices que no te quiero, que no me crees, que no sé amar. ¿Y por qué no sé amar? ¿Por qué no crees que te quiero? Pero no es verdad, Renato, tú lo crees y lo haces aposta para hacerme sufrir, para hacerme llorar. Dejo de escribir porque es tarde y mamá me llama. Escríbeme cada día, siempre, siempre, siempre, ¿has entendido? Piensa en mí siempre y sueña conmigo; y recibe un beso de tu 
Lina.
 
    No dejes de enviarme tu fotografía. Yo te he dado la mía; es pequeña, sí, pero la tienes. 
 
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2 
Catanzaro, 12 de julio de 1922 
Renato mío: 
 
    Ayer recibí tu telegrama y no puedes imaginar con cuanto placer lo leí. Estoy muy contenta de que hayas tenido un buen viaje y muy feliz al escuchar que siempre piensas en mí. Yo también, ¿sabes? Siempre, siempre. El de ayer fue un día aburrido; tenía tantas cosas que hacer y sin embargo no tenía ganas de hacer nada. No ha llegado ninguna carta tuya; esperaba recibirla hoy, pero todavía nada. La espero con tanto anhelo … Escríbeme cada día, como yo te escribo. Hoy habrás recibido mi carta. Tengo poco que contarte, como sabes. Esta mañana papá ha querido enseñar tu telegrama al tío Mico. Yo no quería, pero me ha insistido tanto que al final he condescendido a dárselo, en la seguridad de que a ti no te molestaría. 
 
    Muchos recuerdos de papá y para ti muchos muchos besos. Piensa siempre en mí, siempre, ¿entendido? Como yo lo hago. De nuevo muchos besos y, pensando en ti, siempre tuya 
Racheluzza.

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