Facciamo finta che sia vero
En la postdata de la entrada anterior me referí al último disco de Celentano, sobre el que aprovecho para añadir ahora algunos comentarios. Celentano es, sin duda, una de las figuras públicas de más prestigio en Italia. Irreverente, divertido, activista caótico que peca, me parece, de cierta ingenuidad pero quizá ésta sea uno de los ingredientes de su fuerza, de su gancho. El tío tiene ya setenta y cuatro años pero está en plena forma. Desde luego, valorar su extensísima trayectoria musical (o incluso vital) a estas alturas sería el colmo de la redundancia. Temas como Il ragazzo della via Gluck o Azzurro, ambos de los sesenta, cimentaron su fama internacional desde muy joven, pero, aunque siempre me ha gustado, el Celentano maduro fue para mí todo un redescubrimiento, en concreto a partir del estupendo album Io non so parlar d'amore (1999).
Este último disco es, según él mismo, un grito de rabia contra la situación actual, contra el modelo económico que nos imponen y cuyos efectos en Italia, matizados por las particularidades de ese país, son muy similares a los que aquí sufrimos. Dice Celentano que se trata de su obra "más política" y, en efecto, de los nueve temas cuatro son proclamas activistas antisistema, algo panfletarias, claro, algo confusas e ingenuas también, pero no se trata de pedirle a un tipo del show-bussiness certeros diagnósticos sociopolíticos. El propio cantante confesó que sólo desde hace poco intenta comprender la economía y que todavía hay mucho que no entiende, pero sí se da cuenta de es una bomba sobre la que el mundo se ha sentado. Así que Adriano hace lo que puede y cree que debe hacer y, a mi juicio, eso le honra: aprovechar su fama, su autoridad moral ante sus aborregados paisanos, para reclamarles que despierten, que se movilicen contra las reglas de juego que nos conducen a la debacle, que dejen de aceptar resignadamente las mentiras que nos repiten hasta la saciedad los interesados siervos del poder.
No me sorprende demasiado que este disco casi no suene en España, porque ya me he acostumbrado a que apenas nos llegue música italiana de calidad (lo cual nunca he terminado de entender, porque bastantes similitudes hay entre nuestras culturas). En Italia, en cambio, ha sido un exitazo, no exento, desde luego, de polémica, amplificada con la presencia estelar de Celentano en el último festival de Sanremo en el cual, además de cantar, escenificó unas brillantes peroratas arremetiendo contra la prensa católica italiana, los trenes de alta velocidad, hablando de la pantomima en que se ha convertido la democracia, cómo se imposibilita el ejercicio de la soberanía popular ... dándose el gusto, en suma. Pero lo que sí echo en falta es que aquí se alcen personajes con similar relevancia pública y denuncien el expolio criminal al que nos están sometiendo, voces que, con el crédito de su popularidad y el prestigio de sus trayectorias, puedan acallar las siempre repetidas mismas mentiras con las que obsesivamente nos bombardean desde los medios papagayos vendidos al poder por cuatro perras.
Subo a este post tres de los temas "políticos" de este album, con sus traducciones correspondientes, en las que me he permitido ciertas licencias.
Supongamos que sea verdad
Supongamos que sea verdad lo que os digo, que verdad es que somos gobernados por la fuerza. Estamos en manos del peor estilo de vida, en manos de gobernantes insensatos que se turnan mientras navegamos sin rumbo a merced de la tempestad. Cuando era joven vi otros mundos, otra raza de seres humanos. Volaban cuerpos de arco iris en el cielo, estábamos bien. Despierta, despertémonos, durmientes de un sueño perenne. Los siervos del poder se venden por cuatro perras, papagayos amaestrados que repiten obsesivamente siempre las mismas mentiras. Tenemos que despertar ya las conciencias, ahora, quizás sea demasiado tarde.
Qué bella era Milán en los años sesenta bajo una luz dorada. Veía cuerpos de arco iris en el cielo. Milán bajo la luz, cuerpos de arco iris colaban en el cielo.
Facciamo finta che sia vero - Adriano Celentano (Facciamo finta che sia vero, 2011)
La cumbia de quien cambia
Si alguno quiere bailar, dé un paso alante, dé un paso alante.
Si alguno quiere cambiar, dé un paso alante, dé un paso alante.
Los funcionario del Estado italiano a menudo meten la mano, empiezan bien y terminan mal, con frecuencia los ves robar. Actúan en su propio beneficio, para disfrutar de privilegios desmedidos, sin ningún decoro, con completa impunidad.
Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia.
Nunca he sido un pasota de los que dicen que todos son iguales, no es mi modo de pensar. Admito que a veces los funcionarios del Estado italiano me han parecido personajes de escaparate: bajo los focos son bellos y atractivos pero cuando los rascas te das cuenta de que fingían.
Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia.
Siempre se dice que el pueblo se asemeja a su clase dirigente, una generalización para eludir la responsabilidad. La historia en cambio está llena de ejemplos contrarios, de gente valiente que ha inspirado a otra gente. Y justamente cuando todos piensan lo mismo más destaca una versión diferente.
Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia.
Yo no creo que todos los italianos entierren amianto en los campos, que enfanguen el nombre de los adversarios para quitárselos de enfrente, ni que compren los partidos a los árbitros. Pero en cuanto los árbitros se dejan comprar, en cuanto se miente sobre las desgracias ... La ocasión es la que hace criminal al hombre.
Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia.
Yo me inclino ante los valores de la resistencia, cada pueblo tiene su revolución. De los valores que se están desvaneciendo, el más prioritario es el de la innovación. Italia es un sigo de exclamación que se alarga desde el centro de Europa hasta el norte de África, somos el país que ha fundado un nuevo mundo, un gran puente entre el futuro y Amarcord.
Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia.
Si alguno se lo juega todo, dé un paso alante, dé un paso alante.
Si alguno quiere cambiar, dé un paso alante, dé un paso alante.
Declaro que no soy un idealista y que la política no me enternece. Pero a veces pienso que estaríamos todos mejor si nos esforzáramos por algo mejor. Nos estamos convirtiendo en un pueblo de apoltronados, en un pueblo de compulsivos. ¿Nos estamos convirtiendo o siempre lo hemos sido? Me pregunto si nos hemos resignado; personalmente, no tengo datos para saber cuántos no lo han hecho. Cada uno construye solo los cambios y no hay rayo al que no siga un trueno.
Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia.
Si alguno se lo juega todo, dé un paso alante, dé un paso alante.
Si alguno quiere cambiar, dé un paso alante, dé un paso alante.
Esta es la cumbia, la cumbia de quien cambia, la cumbia de quien cambia.
Yo me inclino ante los valores de la resistencia, cada país tiene su revolución.
Si alguno quiere bailar, dé un paso alante, dé un paso alante.
Si alguno quiere cambiar, dé un paso alante, dé un paso alante.
La cumbia di chi cambia - Adriano Celentano (Facciamo finta che sia vero, 2011)
El préstamo
Si no quieres una catástrofe de dimensiones internacionales deja ya de obstinarte en adquirir cosas sin dinero. Las deudas matan. Desconfía de los vendedores, sobre todo cuando dicen: no importa si ahora no puedes pagar, basta con una firmita en el préstamo y pasarás a ser el orgulloso propietario de nada. El estrés nos va a consumir. Esto no funciona, tenemos que parar. Sólo así se salvará Italia.
Se necesita coraje para empezar de nuevo, para devolverle el rostro a la ciudad. Barrios de artesanos sobre viejos adoquines donde el arte y la cultura enraízan, donde, si tenemos los zapatos agujereados, nos los reparan por poco dinero. Resurgirán los zapateros para reconstruir la magia violada por los delincuentes inmobiliarios. Y los carpinteros con alma de artista, lejos de esos nichos cuadrados de cemento, redescubrirán la Belleza, semilla de toda forma de vida. La soledad del ser humano habita en la podredumbre de los sobornos municipales que han infectado los barrios hasta lo más profundo.
Pero cambiar cuesta. Hasta cuándo seremos presa de una globalización que disfruta jugando con nuestras desgracias. Los Estados predican el crecimiento, pero la única vía contra la especulación, hacia una economía saludable, es el decrecimiento. Nada de reducir el sueldo de quien no llega a fin de mes; hay que renunciar a algo, pero primero los ricos porque, si no lo hacen, será inútil que vayan a China en busca de nuevos beneficios, pues sólo es cuestión de tiempo que incluso China colapse.
Después de la Segunda Guerra Mundial vino el gran boom económico, las ruinas congregaron a la gente como un solo cuerpo lleno de amor patrio. Hoy es un poco distinto: somos víctimas de una debacle económica mundial y el único boom que nos puede salvar es el boom de la belleza. Italia entonces será bella como lo fue, sin nadie que quiera dividirla, romperla, reclamar la secesión. La gente será feliz porque tendrá algo que amar, algo imbuido en el propio ADN: la Belleza. La belleza de una Italia unida, del entorno, de cómo están hechas las casas; la belleza de la gente que se encuentra en las plazas, en los bares, en los pequeños comercios; la belleza de las cosas hechas a la medida del hombre, donde la corrupción y la violencia no pueden arraigar porque estarían demasiado expuestas. Esta belleza la llevamos dentro de nosotros desde el nacimiento y nos mantiene firmemente unidos a la Verdad, porque nace de la Verdad y no nos permite hacer cosas de las cuales avergonzarnos. Porque la Belleza está en todos sitios: en los hombres, en las mujeres, en los viejos, en los niños, en las piedras. Incluso aunque los partidos y gobiernos ladrones de todo el mundo, tras el famoso boom económico, la hayan casi masacrado . Pero podemos recomenzar y hacer bien las cosas desde el principio. Porque ella está ahí y ahí nos espera desde los albores de los tiempos.
Il mutuo - Adriano Celentano (Facciamo finta che sia vero, 2011)