Un artículo del Financial Times sobre Podemos
En el Financial Times del pasado domingo 23 de noviembre, uno de sus redactores más prolíficos (que tiene el cargo de editor asociado), especializado en la economía de la Unión Europea, el alemán Wolfgang Münchau, publicó un artículo con el revelador título "La izquierda radical acierta en cuanto a la deuda de Europa". Adjunto a continuación una traducción propia de ese texto, pero antes déjenme que señale algunas impresiones personales sobre el mismo.
En primer lugar, la conclusión más obvia. Una firma autorizada de un periódico que desde siempre está claramente alineado con el "mercado capitalista" plantea como un hecho irrefutable en términos lógicos que la deuda de los países europeos es insostenible. Dicho de otro modo, sí o sí, la actual situación llevará inevitablemente a una quiebra en el pago de ésta. Sin embargo, los partidos del "sistema" siguen actuando como si ese futuro seguro no fuera con ellos, como si se pudiera continuar haciendo ver que no pasa nada. Seguir con las reglas impuestas del pago de la deuda equivale a aumentar las vías de agua del endeble barco de la economía europea y todos lo están viendo. Durante los casi tres años de gobierno del PP, con todas sus medidas de "austeridad necesaria", sólo la deuda pública ha pasado de 737.406 millones de euros a algo más de un billón en el último dato, y se prevé que se sitúe en una cantidad igual al PIB español a final de año (en torno a un billón cincuenta mil millones de euros). Para que se entienda: durante estos años de gobierno del PP la deuda pública española ha aumentado cada día una media de unos 285 millones de euros al día. Pero lo que hay que hacer es seguir pagándola sin discutir nada, aunque es más que evidente que en breve no se va a poder. (Habría que proponer una "derrama patriótica" para liquidar la deuda de una vez: que cada españolito pague unos 22.000 euros y ya está).
Pero lo que más me llama la atención del artículo es el "desconcierto" del autor ante el hecho –para él sorprendente– de que sean los partidos de la "izquierda radical" quienes propongan las medidas de actuación que dicta el sentido común para salvar la economía capitalista europea. Münchau da por sentado que Podemos es un partido de ultraizquierda (como los otros europeos con los que lo asocia); ahora bien, se supone que un partido de izquierda radical se define por unas propuestas dirigidas a acabar con el capitalismo, no a salvar el sistema económico. Para el redactor, las medidas que proponen los chicos de Pablo Iglesias son las que deberían de asumir los partidos del sistema, los que no son de ultraizquierda. Entonces, ¿por qué califica como tal a Podemos? Pues simplemente porque el adjetivo se ha convertido en una "verdad oficial", una especie de dogma que se acepta a priori sin necesidad de cuestionarlo. Subyace también en Münchau el temor –no soportado en ningún indicio razonable hasta el momento– de que, como estos chicos son de ultraizquierda, aunque digan que van a llevar a cabo los programas correctos, una vez en el Poder –los hagan o no– irán más lejos y nos conducirán a regímenes totalitarios de corte comunista. De ahí su casi desesperada reclamación a que sean los partidos tradicionales quienes, cambiando su sometimiento a las suicidas imposiciones del capital financiero, asuman estas medidas necesarias; no sólo para salvar la economía sino para evitar que lleguen al poder estos peligrosos radicales.
Lo anterior me recuerda una anécdota que le escuché hace pocos días a Alberto Garzón. Contaba el diputado de Izquierda Unida que un amigo suyo le había confesado que hace treinta años sus ideas en política económica le colocaban en una posición centrista o, como mucho, socialdemócrata, mientras que ahora le dicen que es un izquierdista radical, un peligroso comunista. Y sin embargo, le aseguraba esa persona mis ideas no han cambiado. Mucho de eso está pasando, lo que se ha movido, lo que se ha desplazado exageradamente hacia la derecha (por seguir usando una terminología tradicional) es la ideología dominante, el entorno político oficial, el que se impone para que sea asumido como dogma incuestionable; y es este entorno el que califica de "izquierdistas radicales" propuestas que no hace demasiados años eran sostenidas por sus antecesores. Sin más comentarios por mi parte, ahí va el artículo en cuestión.
Lo anterior me recuerda una anécdota que le escuché hace pocos días a Alberto Garzón. Contaba el diputado de Izquierda Unida que un amigo suyo le había confesado que hace treinta años sus ideas en política económica le colocaban en una posición centrista o, como mucho, socialdemócrata, mientras que ahora le dicen que es un izquierdista radical, un peligroso comunista. Y sin embargo, le aseguraba esa persona mis ideas no han cambiado. Mucho de eso está pasando, lo que se ha movido, lo que se ha desplazado exageradamente hacia la derecha (por seguir usando una terminología tradicional) es la ideología dominante, el entorno político oficial, el que se impone para que sea asumido como dogma incuestionable; y es este entorno el que califica de "izquierdistas radicales" propuestas que no hace demasiados años eran sostenidas por sus antecesores. Sin más comentarios por mi parte, ahí va el artículo en cuestión.
La izquierda radical acierta sobre la deuda de Europa
Supongamos que usted comparte el consenso generalizado sobre lo que debe hacerse en la eurozona. Específicamente, más inversión pública y una reestructuración de la deuda. Ahora hágase la siguiente pregunta como ciudadano europeo: ¿a qué partido político ha de votar para que eso ocurra? Se sorprenderá al comprobar que no hay demasiadas opciones. En Alemania, el único que se acerca a un programa así es Die Linke, los antiguos comunistas, en Grecia sería Syriza y en España Podemos, que ha salido de la nada y está ya liderando las encuestas de opinión. Puede que a usted no le guste la izquierda radical, pero si vive en la eurozona y apoya esas políticas, es su única opción.
¿Qué pasa con los partidos de centro-izquierda de Europa, los socialdemócratas y los socialistas? ¿Es que no defienden esta línea de actuación? Suelen hacerlo cuando están en la oposición, pero una vez en el gobierno sienten la necesidad de convertirse en respetables, descubren que llevan el mercado en sus genes. Por ejemplo, François Hollande, presidente de Francia, ha justificado el cambio de orientación de su política económica política argumentando que la oferta crea la demanda.
Entre los partidos radicales que han surgido recientemente, uno a seguir con atención es Podemos. Todavía es joven, con un programa en construcción. Por lo que he leído hasta ahora, puede ser el que más se aproxime de todos los de la zona euro a un enfoque coherente de la gestión económica posterior a la crisis. En una reciente entrevista, Nacho Alvarez, miembro del equipo económico del partido, expuso su programa con una claridad refrescante. Este profesor de economía de 37 años de edad, asegura que la carga de la deuda española, tanto pública como privada, es insostenible y debe ser reducida; ello podría suponer alguna combinación de renegociación de las tasas de interés, períodos de gracia, reprogramación de los pagos y una quita. También dijo que el objetivo de Podemos no era salir de la zona euro, pero que el partido no admitiría la pertenencia a toda costa. El objetivo es el bienestar económico del país. A un observador extranjero, le parecería una posición equilibrada. No es así en España. El establishment teme que estas medidas conviertan al país en una versión europea de Venezuela. Sin embargo, es absolutamente cierto que si la deuda es insostenible se necesita reestructurarla; o que si el euro trae sufrimiento, es perfectamente legítimo cuestionar las políticas e instituciones de la eurozona.
Los partidos de centro-izquierda y centro-derecha están permitiendo que Europa se dirija hacia el equivalente económico de un invierno nuclear. La posición de Podemos reconoce una verdad elemental sobre la eurozona de finales de 2014: es un absurdo lógico para la moneda única entrar en un estancamiento y no reestructurar la deuda. Como no se hace nada para evitar lo primero, hay una probabilidad cercana al 100% de que ocurra lo último. Sin embargo, todavía hoy los gobiernos europeos siguen en el mismo juego de "prorrogar y fingir". A dónde conduce una estrategia tan miope lo muestra Grecia. Después de seis años de depresión económica, el gobierno se encuentra en una gravísima crisis política. Syriza lidera las encuestas, con bastantes oportunidades de llegar al poder en las próximas elecciones generales, probablemente en 2015. España todavía no está en esa coyuntura, pero Podemos podría impedir la mayoría absoluta de los dos mayores partidos (el Popular del primer ministro Mariano Rajoy, y el Socialista ahora en la oposición); podría obligarlos a formar una gran coalición al estilo alemán, convirtiendo al nuevo partido en la principal oposición. La situación en Italia es distinta, pero no menos grave. Si el primer ministro Matteo Renzi no consigue generar una recuperación económica en los tres años que le quedan de gobierno, el opositor Movimiento Cinco Estrellas se colocaría en la pole position de la carrera electoral; a diferencia de Podemos, éste sí es un partido verdaderamente radical, un firme defensor de la salida del euro. También lo son el Frente Nacional en Francia y Alternativa für Deutschland en Alemania.
Lo que Podemos todavía tiene que hacer es ofrecer una visión coherente de la vida después de una reestructuración de la deuda. Sería una buena idea que el partido se organizara a nivel de la zona euro más allá de su alianza con Syriza en el Parlamento Europeo, ya que es allí donde se toman las decisiones de política pertinentes. Una resolución de la deuda para España, por necesario que sea, sólo puede ser el inicio de un cambio más amplio de política económica. La tragedia actual de la eurozona es esa sensación de resignación de los partidos de centro-derecha y centro-izquierda, que permiten pasivamente que Europa derive hacia el naufragio. Y es especialmente trágico que sean los partidos de la extrema izquierda los únicos que apoyan políticas sensatas, como la reestructuración de la deuda. El crecimiento de Podemos muestra que hay demanda de políticas alternativas. A menos que los partidos del establishment cambien sus planteamientos, se ampliarán cada vez más las oportunidades reales para los del tipo de Podemos y Syriza.
Canción para naufragios- Patricio Rey y sus redonditos de ricota (Oktubre, 1986)