sábado, 27 de abril de 2024

El amago de Pedro Sánchez

Como sabe toda España y parte del mundo mundial, el pasado miércoles Pedro Sánchez, en una carta a la ciudadanía difundida a través de su cuenta oficial en X, anunció que a raíz de la denuncia presentada contra su esposa (a modo de gota que rebosa el vaso) dijo que necesitaba “parar y reflexionar” si le merece la pena continuar al frente del Gobierno o dimitir, anunciando que daría a conocer su decisión el próximo lunes 29 de abril. Como es natural, el revuelo que ha causado esta misiva pública ha sido mayúsculo y hay reacciones y opiniones para todos los gustos. 
 
Me cuesta mucho creer que la carta sea sincera. No digo que Sánchez no esté seriamente afectado por los ataques a su mujer, pero, aunque sea verdad, no tiene sentido amagar con la renuncia porque, una vez abiertas las diligencias previas, el procedimiento judicial seguirá su curso dimita o no. Si de verdad piensa que su mujer es inocente (o, al menos, que no hay pruebas suficientes para abrir juicio, que es la impresión que yo tengo), dejando el cargo no gana nada. Es más, es bastante probable que el archivo de este asunto desactive futuros ataque a Begoña Gómez. Y si, en cambio, cree que “hay caso judicial” tampoco alivia en nada el sufrimiento familiar estando fuera de la Moncloa. Al contrario, dará la impresión de que dimite porque algo hay de verdad en la acusación de tráfico de influencias a su mujer. 
 
Así que mi conclusión a este respecto es que la carta de Sánchez no obedece en absoluto a la denuncia presentada el juzgado madrileño porque, simplemente, no hay ninguna concatenación entre la dimisión y evitar el daño a Begoña, que es lo que supuestamente pretendería lograr. A este argumento de pura lógica hay que sumar que no casa para nada con el carácter del presidente arrugarse frente a los ataques, por muy enamorado que esté. Por tanto, en mi opinión, la carta no la ha publicado a causa de la denuncia contra su mujer. Ésta es solo una excusa (bastante inconsistente, por cierto) para publicarla. Pero el verdadero motivo o motivos has de ser otros. ¿Cuáles? 
 
El primero que se me ocurre es el de fortalecer su imagen y popularidad, sobre todo ahora, en vísperas de dos citas electorales (catalanas y europeas). Presentarse ante la ciudadanía como un marido enamorado y dolido ante ataques a su familia que sobrepasan los límites de la decencia (mensaje repetidamente difundido), genera sin duda corrientes de simpatía. De hecho, en estos días se han ido viendo muchas muestras de empatía hacia el Presidente, más allá de las esperadas manifestaciones de apoyo de los socialistas. Ciertamente, esa estrategia no cuaja entre los numerosos “haters” de Sánchez, pero eso ya lo daría por descontado. Tampoco, lógicamente, vale para los dirigentes de VOX o del PP, aunque es probable que sus declaraciones (carentes de cualquier muestra de comprensión hacia el lado humano) les pasen factura si el asunto judicial se resuelve favorablemente para Begoña Gómez. 
 
Ahí podría radicar un segundo motivo de la carta. Si Pedro Sánchez confía en el archivo de la causa (como opinan bastantes juristas ante la indigencia probatoria de la acusación), la oposición quedará retratada como personas sin escrúpulos dispuestas a recurrir a acusaciones indecentes y carentes de la más elemental sensibilidad humana y decencia. Es decir, mediante una iniciativa insólita (que, no lo olvidemos, es la marca de Sánchez), buscaría tanto reforzar su popularidad como perjudicar la de la oposición. 
 
Por supuesto, en congruencia con esta interpretación, apuesto por que no va a dimitir. Tampoco creo, como he escuchado a algunos analistas, que haya de anunciar algo extraordinario el lunes. Una vez que ha hecho algo tan explosivo, necesariamente, dicen algunos, tendrá que resolver la crisis con una medida de calado equivalente, aunque no sea la dimisión. Yo no lo veo así, aunque tampoco lo descarto. Podría limitarse simplemente a dar un discurso en el que explique que, tras reflexionar con su mujer, escuchar a sus cercanos y sentir el apoyo de la ciudadanía, ha decidido seguir en el cargo y, superado el momento de debilidad humana, continuar defendiendo las políticas progresivas y no permitir el triunfo de la “máquina del fango”. 
 
Pero, aunque creo que no dimitirá, todo es posible. Ahora bien, no me cabe duda de que si dimite es porque tiene ya decidida otra estrategia. No es ahora el momento de elucubrar sobre ésta (algunas ideas se me ocurren); mejor esperamos a ver qué ocurre el lunes. En todo caso, dimita o no, poco o nada tendrá que ver la decisión con el asunto de su mujer, aunque una gran mayoría de los españoles pensarán que sí, que es lo que Pedro Sánchez quiere. Aprovecho para decir que no me parece legítima esta actuación del Presidente, pero, al mismo tiempo, hay que reconocer que es audaz y sabe cómo movilizar a la ciudadanía.