Una mala médico
Después de más de un año con la sospecha de que tenía hongos en las uñas de los dedos tercero y cuarto del pie derecho (deformadas, quebradizas y blanquecinas) y tras una mala experiencia con una podóloga, solicité una consulta dermatológica en uno de los centros médicos de esta ciudad asociado con el seguro privado de Adeslas. El día 2 de octubre me atendió la dermatóloga, llamémosla Estela García, quien, al examinarme el pie, me dijo que en su opinión las uñas no tenían hongos. En cambio, la uña del dedo gordo de ese mismo pie derecho sí le pareció que estaba afectada por onicomicosis, a pesar de que le dije que si estaba muy amoratada era debido a un golpe reciente contra una roca mientras hacía senderismo. El caso es que me raspó esa uña del dedo gordo para tomar una muestra a fin de que se hiciera un estudio micológico en laboratorio.
Los resultados de ese cultivo fueron, como ya preveía, negativos. El viernes 24 de noviembre, en mi segunda consulta con la doctora García, le enseñé la analítica y le insistí en que yo seguía pensando que los que tenían hongos eran los otros dos dedos (tercero y cuarto) del mismo pie. Ella me repitió que pensaba que no (aunque ahora menos tajantemente) pero accedió a tomarme muestras de una de esas uñas para que, según dijo, me quedara más tranquilo. A principios de enero de este año el Laboratorio me entregó los resultados de este nuevo cultivo: presencia de numerosas hifas hialinas y septadas, con conidióforos cortos y ramificados que terminan en grupo de 2 a 4 células anélidas en forma de botella con la base truncada y rugosas. El hongo aislado es el Scopulariopsis brevicaulis.
El 9 de enero tengo la tercera consulta con doña Estela. Al ver la analítica, reconoce que no había oído hablar nunca de ese hongo y me dice que necesita unos días para estudiar a fin de saber qué tratamiento ponerme. En todo caso, me explica, casi todos los tratamientos antifúgicos con pastillas pueden ser dañinos para los órganos internos, así que me pide que me haga un análisis de sangre. Como además yo había de hacer un viaje, quedamos en que pida cita para un mes después; me la dan para el día 6 de febrero. Sin embargo, pocos días antes de esa fecha me llaman del hospital para informarme de que la doctora ha suspendido mi consulta sin dar ninguna justificación. Me citan para el mes de junio (¡!) y, cuando les cuento mi situación, me sugieren que me acerque a la consulta antes de que inicie su horario (martes y miércoles a las 16:00) para hablar directamente con su enfermera o con ella.
Durante el mes de febrero estuve muy liado. Hoy finalmente, nada más salir del trabajo y sin almorzar, bajo caminando hasta el centro sanitario. Llego a las cuatro menos veinte; la médico aún no ha aparecido. Le cuento mi situación a la enfermera que me dice que espere y que en cuanto llegue la doctora García le informará para que pueda hablar con ella. A las cuatro menos diez llega ella y entra directamente en su consulta con la enfermera. Al cabo de unos minutos, sale ésta y me dice que la doctora no puede atenderme hoy, que baje a recepción y pida cita. Le insisto en que tan solo quiero dejarle los resultados del análisis para que, cuando pueda, me diga el tratamiento que tenía que haberme puesto en la consulta que me suspendió sin explicación. La enfermera vuelve a entrar y, cuando sale, me devuelve la analítica diciéndome que doña Estela se niega a recibirla y que pida cita en recepción. Indignado, bajo a recepción y le cuento lo que me ha ocurrido a una amabilísima chica quien, a su vez, trata de ponerme en contacto sin conseguirlo con la supervisora. Me da cita con otro dermatólogo para el próximo mes (me niego a que me siga atendiendo la misma médico) y me promete que le contará lo ocurrido a la supervisora, quien seguro me llamará. Le digo que quiero presentar una reclamación.
En fin, que me ha tocado alguien que no solo es mala médico (lo cual excusaba) sino una persona maleducada e irrespetuosa. Supongo que habré de tomármelo como un mero incidente de mala suerte. Menos mal que estos hongos –que según he leído son bastante puñeteros de erradicar– no causan daños peores que los estéticos, porque si hubiera sufrido algo grave habría andado aviado con esta señora. Mientras vuelvo caminando hacia mi caso y se me va pasando la indignación, me acuerdo de que mi padre, que se licenció en medicina y tuvo como uno de sus profesores en Madrid a Gregorio Marañón, me contaba que éste siempre repetía que la primera obligación de un médico era tratar bien al paciente, ganarse su confianza. A doña Estela, desde luego, la habría suspendido.
Espero que que acabes solucionando el problema. También tengo ciertos problemas en algunas de las uñas del pie y seguramente acabe yendo, aunque en mi caso espero que sea público. Desde luego, encima de que es privado, se hace aún más inaccesible...
ResponderEliminarAyer me llamaron de la administración del cetro para disculparse y ofrecerme cita la semana que viene con la misma doctora. Pero me negué. Tengo consulta en abril con otro dermatólogo.
EliminarSe puede ser mal médico por saber poco de la profesión, y ser, sin embargo, amable y comprensivo con los pacientes. Los malos médicos de esta clase no curan, pero confortan y acompañan, y eso siempre se agradece. Se puede también ser mal médico, y es igual de grave, si a pesar de ser un profesional competente, tratas mal a los pacientes, no les informas, ignoras sus derechos y les hablas poco y mal. Los malos médicos de este género curan lo curable, pero despiertan un cabreo y una hostilidad -por lo menos a mí- que, salvo que el problema sea realmente grave, hace que casi prefieras a los primeros. Tú has tenido mala suerte, te ha tocado una que entra, por lo visto, en las dos categorías. Demasiado has tardado en mandarla al cuerno.
ResponderEliminarAhora bien, en ambos casos yo creo que la primera condición para ser mal médico es ser varón. No veo el menor motivo por el que el honrado sustantivo "médico" no deba tener, como la mayoría de ellos, su correspondiente femenino "médica"; ni tampoco para que no sea este femenino el que se use al hablar de las mujeres profesionales de la medicina. En resumen, yo creo que lo que te ha tocado ha sido una mala médica, y me choca verdaderamente que tú parezcas creer otra cosa.
Francamente, que mientras hay quien feminiza a la fuerza y contra la gramática sustantivos, como "juez" o "concejal", que son invariables respecto del género y no admiten la desinencia femenina, haya en cambio quien no feminiza, pudiendo hacerlo sin violencia gramatical alguna, sustantivos como "médico", que admiten sin problemas la desinencia femenina, y yo creo que de hecho la requieren cuando se refieren a una mujer, me resulta un misterio insondable. Prefiero no saber lo que opinan al respecto las feministas, porque probablemente saberlo no haría más que complicarme más aún el enigma.
Tienes razón, Vanbrugh, lo correcto es decir médica si quien ejerce esa profesión es una mujer. Reconocido esto, paso a decirte que si hay un motivo, por muy menor que sea, para que haya usado el término “médico” aplicado a una mujer y es, sencillamente, que “médica” me suena mal. Motivo nimio, sin duda, pero no tanto para que tú “no lo veas” porque recuerdo que alguna vez has comentado que le das su importancia. No me estoy justificando porque creo que debería forzarme a decir “médica” y acabaría sonándome bien. En mi defensa (débil) te señalaré que el DRAE hace la salvedad de que solamente las cuatro tradicionales (de abogado, médico, ingeniero y arquitecto) «morfológicamente pueden usar la forma masculina para designar el femenino». Como dice la FUNDEU, una estupidez solo explicable por la costumbre (y ahora diríamos que con connotaciones machistas).
EliminarBueno. No "veía" cuál podía ser tu motivo porque no se me había ocurrido ese pero, una vez conocido, me parece desde luego respetabilísimo. Mucho más que cualquier posible construcción que tratara de defender teóricamente que es así como debe decirse. Me niego a aceptar que haya ningún argumento respetable para no usar el femenino de "médico", "ingeniero" o "arquitecto" cuando se habla de mujeres, pero en cambio me parece estupendo que se haga sin argumentos, solo con ese irrebatible motivo tuyo de que el femenino no te suena bien. Tanto que ni siquiera creo que debas forzarte a decir "la médica". Llámalas como te dé la gana, es mi consejo, aunque a mí la expresión "una médico" me sigue provocando un irremediable respingo, del mismo orden que el que me producen las presidentas, las concejalas y las juezas.
EliminarSolo se me ocurre un caso problemático para el uso del femenino, el de las mujeres que se dedican a la música. Por el obvio motivo de que llamarlas "músicas" en vez de "músicos" es francamente equívoco. Y aún en este caso creo que hay que aceptar la anfibología y convivir con ella como con tantas otras, confiando en que sea el contexto el que aclare los posibles equívocos.
Dos tres veces me he encontrado con médicos (y médicas, vale) que se irritan mucho cuando los pacientes han buscado por allí un diagnóstico o un remedio. Quizas ha sido esto lo que ha molestado a la señora de tu cuento.
ResponderEliminarQue se jodan, estos no han entendido el cambio en la difusión y uso del conocimiento que supone la red.
Leia el otro día que lo verdaderamente invalorable ha pasado a ser la pregunta, que no las respuestas. Y que una buena pregunta es la llave para entender más y, entre otras cosas, para tener mejores y fecundas repreguntas.
No, Chófer, yo no le dije a la médica que había buscado nada en Internet. Estuve siempre muy humilde y atento con ella, a pesar de sus flagrantes meteduras de pata.
EliminarEn mi opinión, su comportamiento maleducado e inaceptable no tenía nada que ver conmigo, no era "contra" mí, sino una actitud general, lo cual me parece más grave.
Sí, malos profesionales los hay en todas las mprofesiones. Y en unas es más grave que en otras (entre las primeras, las sanitarias, como es el caso que cuento). La cuestión es qué hacer con los malos profesionales; ¿sufrirlos resignadamente como azares malafortunados?
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