viernes, 7 de mayo de 2021

El nacimiento de Luisa

Luisa, hija de Amparo Estévez y Guido Catizone, nació en Roma el 16 de enero de 1959. Los Catizone ya tenían un hijo, Gianni, que había nacido año y medio antes, en junio del 57, en la casa familiar de la madre en Santa María de Guía, en la isla de Gran Canaria. Amparo había querido dar a luz a su primogénito asistida por su tío médico y por eso, diez meses después de la boda, habían regresado a la Isla. Pero poco después del parto ya habían regresado a Roma y ahí nacerían las siguientes cuatro hijas del matrimonio: Luisa, Paola, Patrizia y Adriana. 
(Foto de la derecha: Amparo y Guido con Gianni regresando en barco a Italia en el verano de 1957).
 
Durante la estancia de los Catizone en Roma, a pesar de que cambiaron de vivienda muchas veces, salvo una excepción, todos sus domicilios se situaron en la misma zona: el extremo Norte del quartiere Trieste, casi junto a la Tangenziale Est (vía de circunvalación) y muy cerca del parque de Villa Chigi. A finales de los cincuenta, la zona en que se asentaron era de muy reciente urbanización y construcción. Los edificios, bloques de ladrillo alineados a las calles, de unas seis plantas con balcones corridos, son muestra de las viviendas sociales de la época, resultado probablemente de promociones públicas o cooperativas.¿Por qué eligió Guido esa zona de la ciudad? Me barrunto que por estar cerca de su madre, Rachele, que vivía por entonces en la zona Villa Albani y cerca de Villa Borguese, en el quartiere Salario, lindante con el de Trieste. También la nonna, a pesar de sus varias mudanzas romanas desde que llegó a la capital en 1930, había vivido siempre en ese entorno que, por tanto, era el de la infancia de Guido. Sin embargo, supongo que esos barrios serían prohibitivos para un joven recién casado que trataba de ganarse la vida. De modo que buscaría domicilios más accesibles y, por tanto, hacia la periferia, pero en la misma banda radial de su madre (la estructura urbana de Roma es marcadamente radiocéntrica), definida por las vías Salaria y Nomentana. La posterior larga fidelidad de Guido al barrio obedecería luego –pienso yo– a que en esa zona habría ido articulando sus intereses comerciales, que empezaron con un negocio de compraventa de coches.
(En el plano de Roma adjunto, el círculo rojo la zona de los Catizone y el azul la de la nonna).
 
Luisa nació en una clínica privada, la Casa di Cura “Villa Mafalda”, apenas a ochocientos metros de donde vivían sus padres. La cercanía al domicilio explica sobradamente que allí fuera Amparo a dar a luz, aparte de que tenía prestigio (de hecho, allí nacerían también las siguientes tres hermanas). No obstante, teniendo en cuenta que por entonces la situación económica de los Catizone no era boyante, sorprende que acudieran a un establecimiento privado que, al menos en los últimos años, tiene precios muy caros (de hecho, he encontrado algunas noticias denunciando lo escandaloso de sus tarifas). Supuse que tal vez hubiera sido la nonna Rachele quien asumiera la factura, primer acto de generosidad de los muchos que vendrían luego hacia la que iba a ser su nieta preferida; pero no, pagaron los padres de Amparo. 
 
Por cierto –y entre paréntesis– me ha llamado la atención el nombre de la clínica y, aunque he buscado un buen rato, no he logrado confirmar a qué obedece. En todo caso, decir Mafalda en Italia remite inmediatamente a la segunda hija del rey Víctor Manuel III, una princesa cuya vida y muerte (en el campo de concentración de Buchenwald, prisionera de los nazis) es ciertamente de novela. La clínica, además, se encuentra casi pegada al inmenso parque de Villa Ada que fue propiedad de los Saboya y en cuyo interior está Villa Polissena, que fue el hogar de Mafalda cuando se casó con el príncipe alemán Felipe de Hesse-Kassel. Cuando se inauguró el establecimiento sanitario –en 1954– la depuesta familia real todavía era la dueña de esa enorme finca; a lo mejor –no lo sé– la parcela en que construyó la clínica formaba parte de aquella. En fin, casi seguro que el nombre alude a la princesa Saboya, aunque no sé el porqué. 
 
Vuelvo al nacimiento de Luisa. Según me dice su madre, el embarazo transcurrió con normalidad, sin ningún problema. El parto, sin embargo, fue largo y dificultoso, tanto que las enfermeras le preguntaron si era primeriza. Diríase que la pobre niña se temía lo que le esperaba e intentaba retrasar la salida lo más posible. Pero al fin, entre las cuatro y medio y cinco de la madrugada, Luisa entró llorando en el mundo. Sol y Mercurio en Capricornio, la Luna en Aries, el ascendente en Sagitario, Venus en Acuario y Marte en Tauro, para quien tenga interés por la astrología. Pesó tres kilos y medio, valor algo superior a la media, un bebé gordito pero dentro de lo normal. No hubo ninguna complicación post parto de modo que madre e hija no tardaron en regresar al cercano domicilio familiar. Allí Luisa siguió llorando; era, por lo que me cuentan, muy llorona. No parece que se debiera a ninguna causa fisiológica; quizás, incluso recién nacidos, los niños son capaces de percibir el clima emocional de su hogar y, si es así, no me extraña que Luisa llorara, asustada por los gritos de su padre, constantemente enfadado. En todo caso, el llanto de la criatura exasperaba a Guido y durante sus primeros meses tuvieron que vivirse varias escenas desagradables, tanto como para que cuando Luisa rondaba el año, poco antes del nacimiento de Paola, la nonna Rachele se la llevara a vivir consigo y la tuviera casi dos años. Prefiero no comentar nada al respecto.

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