Entrevista a Aznar en El Mundo de ayer
Cuestionar la Constitución es cuestionar la convivencia democrática y libre.
De lo que se deriva que, según Aznar, no hay otra forma de convivencia democrática y libre que no sea la de la Constitución. Es decir, si cuestiono, por ejemplo, que la forma del Estado sea la Monarquía y propugno una República estoy cuestionando la convivencia democrática y libre. Y así podríamos seguir hasta el infinito …
(La Constitución) Lleva tiempo en peligro, desde que el PSOE mutó su posición y cambió de sujeto constituyente, con los pactos del Tinell (2003).
El Pacto del Tinell fue suscrito entre el PSC (Maragall), ERC (Carod-Rovira) e Iniciativa per Catalunya Verds (Joan Saura) para formar el denostado (por el PP) tripartito que gobernó en la Generalitat de 2003 a 2006. El pacto comprendía el establecimiento de un nuevo marco legal donde se reconozca y se desarrolle el carácter plurinacional, pluricultural y plurilingüístico del Estado. ¿Eso equivale a “cambiar de sujeto constituyente”? Una exageración, por supuesto. El pacto del Tinell tan solo suponía crear el marco legal para reconocer y desarrollar el carácter plurinacional del Estado. Si ese marco era incompatible con la Constitución, implicaría modificarla (lo que, por cierto, ni siquiera se intentó). Pero propugnar la reforma constitucional no es en absoluto cambiar de sujeto constituyente; siempre el sujeto sería el conjunto del pueblo español, tanto indirectamente (a través de sus representantes) como directamente (mediante el preceptivo referéndum).
Recordemos que los catalanistas reclamaban que se reconociera el carácter plurinacional de España desde siempre (ahora ya no, ahora son independentistas). El PSOE, por su parte, ha defendido desde su origen una organización federal del Estado y, al menos desde el 28 Congreso en 1979, reconoce “la realidad plurinacional y plural del Estado español”. Bien es verdad que a este respecto el partido ha mantenido una calculada ambigüedad durante el periodo democrático hasta que en el Congreso de 2017 (ya con Pedro Sánchez) se aprobó promover una reforma constitucional que “perfeccione el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado”. No me parece que haya ninguna conspiración secreta. Tampoco creo que reconocer el carácter plurinacional del Estado sea “romper España”.
Ahora lo que se ha abierto es un proceso de deconstrucción constitucional, de desconstitucionalización de España. Y eso es mucho más grave. … Se está haciendo una política justamente para acabar con la Constitución, para sustituir la Constitución.
Hay algo que debe quedar muy claro: cualquier iniciativa del Ejecutivo ha de estar dentro del marco constitucional. Acabar con la Constitución (o mejor, degradar el sistema democrático y el Estado de Derecho) es actuar incumpliéndola y sin que ese incumplimiento se corrija. Ahora bien, no es acabar con la Constitución propiciar su reforma para que, por ejemplo, España sea un estado plurinacional. Siempre, claro, que dicha reforma se haga mediante las propias reglas constitucionales.
Si vamos hacia una España plurinacional, será porque la Constitución ya no existe.
No, será porque la Constitución se ha reformado (lo cual parece muy difícil a corto plazo).
Una España plurinacional sólo se puede organizar en una confederación de republiquitas. Sería absurdo y llevaría otra vez al país a la confrontación.
La única forma de organizar un estado plurinacional no es la confederación, también podría ser una federación. En todo caso, despreciar otras formas de Estado distintas de la unitaria (que, en realidad, no es la que le corresponde a España con la actual Constitución) me parece una estupidez. ¿Suiza (confederación) es absurda? ¿Alemania o Estados Unidos (federaciones) son absurdos?
En cuanto a la confrontación, si se refiere a la Guerra Civil, las tensiones nacionalistas o separatistas no estuvieron entre sus causas relevantes. Si, por el contrario, miramos hacia atrás, los conflictos armados de los catalanes con intenciones separatistas a partir de los Austrias siempre derivaron de pretensiones unificadoras del Estado.
La preservación histórica de la nación española es fundamental, y por eso la política que se debería practicar en España tiene que estar basada y centrada en la recuperación de la nación …
Asume Aznar que existe un algo histórico que es la nación española. Sin duda, un algo llamado España existe desde los romanos (incluyendo a Portugal, por cierto). Que ese algo sea una nación es ya mucho más discutible en términos históricos. Menos lo es que ese algo es desde hace bastante tiempo un Estado, entendiendo este término como sinónimo de unidad política: incipiente durante los Austrias (XVI-XVII) y conformándose durante el XVIII, para consolidarse a partir del XIX sostenido sobre la engañosa equivalencia entre Estado y Nación. Pero esa equivalencia lleva 200 años siendo conflictiva.
“Recuperar la nación” implica para Aznar (y para el PP) que solo hay una nación (la española). Al final es una cuestión semántica. Por ejemplo, en el XVI la palabra nación se entendía referida a la patria chica, la comarca en la que se había nacido. A mí siempre me ha gustado la definición de Renan, que hace hincapié en la voluntad de los ciudadanos de constituir una comunidad política. Lo cierto es que en España hay varios sentimientos de pertenencia nacional, no necesariamente excluyentes. Que llamemos a Cataluña nación no implica que España deje de serlo. En todo caso, es probable que, en términos históricos, estemos asistiendo al fin de la ideología de los estados-nación.
Tampoco cabe la amnistía. Pero si se empieza a decir que la Constitución dice lo que no dice, puede pasar cualquier cosa. El Tribunal Constitucional no tiene derecho a erigirse en poder constituyente y hacer decir a la Constitución lo que la Constitución no dice. La Constitución se aprobó rechazando la amnistía. El Constitucional tiene que medir muy bien, y estoy seguro de que lo hará. También puede guardar el tema en un cajón… (Si hay una sentencia favorable a la constitucionalidad de la amnistía) se habrá liquidado de facto la Constitución.
Aznar da lecciones al Tribunal Constitucional. No es verdad que la Constitución se aprobara rechazando la amnistía. Lo que se rechazó (primero en la ponencia y luego en el debate de enmiendas) fue incluir la figura de la amnistía en la Constitución; es decir, ni regularla ni prohibirla. No hay ningún pronunciamiento durante la elaboración de la Constitución en el sentido de que la figura de la amnistía quede fuera del ordenamiento jurídico español. No voy a entrar en el debate sobre la constitucionalidad de la amnistía (de esta o de cualquier otra); basta repasar todo lo que se ha escrito durante los últimos meses (incluyendo la exposición de motivos bastante exhaustiva de la proposición de Ley) para concluir que no es en absoluto evidente que la amnistía es inconstitucional.
Pero lo que me parece más grave es la deslegitimación que hace el expresidente del Tribunal Constitucional si su futura sentencia es favorable a la constitucionalidad de la amnistía. ¿No es esta declaración una descarada injerencia en el Poder Judicial? Nos guste o no, el único autorizado para resolver sobre la constitucionalidad de la amnistía es el TC. Podremos no estar de acuerdo con su fallo, pero será el que valga. En todo caso, es recomendable que, antes de formarnos opinión, leamos la futura sentencia porque, a lo mejor, los argumentos de los altos magistrados nos convencen. Pero me temo que es pedir demasiado. Entre tanto, gente como Aznar contribuye a exacerbar los ánimos, a llevar el país a la confrontación.
De lo que se deriva que, según Aznar, no hay otra forma de convivencia democrática y libre que no sea la de la Constitución. Es decir, si cuestiono, por ejemplo, que la forma del Estado sea la Monarquía y propugno una República estoy cuestionando la convivencia democrática y libre. Y así podríamos seguir hasta el infinito …
(La Constitución) Lleva tiempo en peligro, desde que el PSOE mutó su posición y cambió de sujeto constituyente, con los pactos del Tinell (2003).
El Pacto del Tinell fue suscrito entre el PSC (Maragall), ERC (Carod-Rovira) e Iniciativa per Catalunya Verds (Joan Saura) para formar el denostado (por el PP) tripartito que gobernó en la Generalitat de 2003 a 2006. El pacto comprendía el establecimiento de un nuevo marco legal donde se reconozca y se desarrolle el carácter plurinacional, pluricultural y plurilingüístico del Estado. ¿Eso equivale a “cambiar de sujeto constituyente”? Una exageración, por supuesto. El pacto del Tinell tan solo suponía crear el marco legal para reconocer y desarrollar el carácter plurinacional del Estado. Si ese marco era incompatible con la Constitución, implicaría modificarla (lo que, por cierto, ni siquiera se intentó). Pero propugnar la reforma constitucional no es en absoluto cambiar de sujeto constituyente; siempre el sujeto sería el conjunto del pueblo español, tanto indirectamente (a través de sus representantes) como directamente (mediante el preceptivo referéndum).
Recordemos que los catalanistas reclamaban que se reconociera el carácter plurinacional de España desde siempre (ahora ya no, ahora son independentistas). El PSOE, por su parte, ha defendido desde su origen una organización federal del Estado y, al menos desde el 28 Congreso en 1979, reconoce “la realidad plurinacional y plural del Estado español”. Bien es verdad que a este respecto el partido ha mantenido una calculada ambigüedad durante el periodo democrático hasta que en el Congreso de 2017 (ya con Pedro Sánchez) se aprobó promover una reforma constitucional que “perfeccione el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado”. No me parece que haya ninguna conspiración secreta. Tampoco creo que reconocer el carácter plurinacional del Estado sea “romper España”.
Ahora lo que se ha abierto es un proceso de deconstrucción constitucional, de desconstitucionalización de España. Y eso es mucho más grave. … Se está haciendo una política justamente para acabar con la Constitución, para sustituir la Constitución.
Hay algo que debe quedar muy claro: cualquier iniciativa del Ejecutivo ha de estar dentro del marco constitucional. Acabar con la Constitución (o mejor, degradar el sistema democrático y el Estado de Derecho) es actuar incumpliéndola y sin que ese incumplimiento se corrija. Ahora bien, no es acabar con la Constitución propiciar su reforma para que, por ejemplo, España sea un estado plurinacional. Siempre, claro, que dicha reforma se haga mediante las propias reglas constitucionales.
Si vamos hacia una España plurinacional, será porque la Constitución ya no existe.
No, será porque la Constitución se ha reformado (lo cual parece muy difícil a corto plazo).
Una España plurinacional sólo se puede organizar en una confederación de republiquitas. Sería absurdo y llevaría otra vez al país a la confrontación.
La única forma de organizar un estado plurinacional no es la confederación, también podría ser una federación. En todo caso, despreciar otras formas de Estado distintas de la unitaria (que, en realidad, no es la que le corresponde a España con la actual Constitución) me parece una estupidez. ¿Suiza (confederación) es absurda? ¿Alemania o Estados Unidos (federaciones) son absurdos?
En cuanto a la confrontación, si se refiere a la Guerra Civil, las tensiones nacionalistas o separatistas no estuvieron entre sus causas relevantes. Si, por el contrario, miramos hacia atrás, los conflictos armados de los catalanes con intenciones separatistas a partir de los Austrias siempre derivaron de pretensiones unificadoras del Estado.
La preservación histórica de la nación española es fundamental, y por eso la política que se debería practicar en España tiene que estar basada y centrada en la recuperación de la nación …
Asume Aznar que existe un algo histórico que es la nación española. Sin duda, un algo llamado España existe desde los romanos (incluyendo a Portugal, por cierto). Que ese algo sea una nación es ya mucho más discutible en términos históricos. Menos lo es que ese algo es desde hace bastante tiempo un Estado, entendiendo este término como sinónimo de unidad política: incipiente durante los Austrias (XVI-XVII) y conformándose durante el XVIII, para consolidarse a partir del XIX sostenido sobre la engañosa equivalencia entre Estado y Nación. Pero esa equivalencia lleva 200 años siendo conflictiva.
“Recuperar la nación” implica para Aznar (y para el PP) que solo hay una nación (la española). Al final es una cuestión semántica. Por ejemplo, en el XVI la palabra nación se entendía referida a la patria chica, la comarca en la que se había nacido. A mí siempre me ha gustado la definición de Renan, que hace hincapié en la voluntad de los ciudadanos de constituir una comunidad política. Lo cierto es que en España hay varios sentimientos de pertenencia nacional, no necesariamente excluyentes. Que llamemos a Cataluña nación no implica que España deje de serlo. En todo caso, es probable que, en términos históricos, estemos asistiendo al fin de la ideología de los estados-nación.
Tampoco cabe la amnistía. Pero si se empieza a decir que la Constitución dice lo que no dice, puede pasar cualquier cosa. El Tribunal Constitucional no tiene derecho a erigirse en poder constituyente y hacer decir a la Constitución lo que la Constitución no dice. La Constitución se aprobó rechazando la amnistía. El Constitucional tiene que medir muy bien, y estoy seguro de que lo hará. También puede guardar el tema en un cajón… (Si hay una sentencia favorable a la constitucionalidad de la amnistía) se habrá liquidado de facto la Constitución.
Aznar da lecciones al Tribunal Constitucional. No es verdad que la Constitución se aprobara rechazando la amnistía. Lo que se rechazó (primero en la ponencia y luego en el debate de enmiendas) fue incluir la figura de la amnistía en la Constitución; es decir, ni regularla ni prohibirla. No hay ningún pronunciamiento durante la elaboración de la Constitución en el sentido de que la figura de la amnistía quede fuera del ordenamiento jurídico español. No voy a entrar en el debate sobre la constitucionalidad de la amnistía (de esta o de cualquier otra); basta repasar todo lo que se ha escrito durante los últimos meses (incluyendo la exposición de motivos bastante exhaustiva de la proposición de Ley) para concluir que no es en absoluto evidente que la amnistía es inconstitucional.
Pero lo que me parece más grave es la deslegitimación que hace el expresidente del Tribunal Constitucional si su futura sentencia es favorable a la constitucionalidad de la amnistía. ¿No es esta declaración una descarada injerencia en el Poder Judicial? Nos guste o no, el único autorizado para resolver sobre la constitucionalidad de la amnistía es el TC. Podremos no estar de acuerdo con su fallo, pero será el que valga. En todo caso, es recomendable que, antes de formarnos opinión, leamos la futura sentencia porque, a lo mejor, los argumentos de los altos magistrados nos convencen. Pero me temo que es pedir demasiado. Entre tanto, gente como Aznar contribuye a exacerbar los ánimos, a llevar el país a la confrontación.
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