Accidente
El domingo pasado, poco antes de las 11 de la noche, tuve un accidente gordo con el coche. Quiero ponerlo por escrito despacio, entre otras cosas, para terminar de serenarme. Volvía a mi casa, dando por cerrado el día. Entré a la ciudad por la glorieta en la que acaba la autopista norte. No había nada de tráfico. Di la vuelta a la glorieta y cogí el inicio de mi calle, una avenida ancha en pendiente ascendente y con un bulevar central que separa los dos sentidos de circulación. Conducía relajado, por la ruta que hago habitualmente, anticipando mentalmente lo poco que me faltaba para llegar. A algo menos de 200 metros de la glorieta de entrada, mi calle se cruza con La Rambla, la vía principal de la ciudad, siempre con un tráfico bastante intenso. Por supuesto, el cruce está regulado por los correspondientes semáforos. Mi semáforo (1, en el planito adjunto) estaba en verde, con lo cual cruce La Rambla sin parar. Casi inmediatamente hay otro semáforo (2) que se abre antes que el (1) para dejar pasar a los coches que vienen de la autopista por la Rambla y quieren girar para subir por mi calle. Por supuesto el semáforo (2) también estaba en verde (si el 1 está en verde siempre lo está el 2). También enseguida, a unos 35 metros del (2) está el semáforo (3) que, al igual que el (2) siempre está en verde cuando el (1) está en verde y cuya única finalidad es dar paso a los coches que vienen de una callecita lateral que sale en Y de La Rambla. En síntesis, los semáforos (2) y (3) siempre están en verde cuando el (1) está en verde; y se ponen en rojo un buen ratito después de que el (1) se haya puesto en rojo.
El caso es que cruzo La Rambla en verde (semáforos 1 y 2) y en el momento en que estoy llegando al cruce con la pequeña calle lateral, con el semáforo 3 obviamente en verde, aparece en medio de mi calle un coche pequeño que ha salido de aquélla a toda velocidad. No sé ni cómo ocurrió; desde luego no lo vi salir, y eso que hay suficiente visibilidad (yo podría haberlo visto a él y él a mí). El caso es que, en un instante me vi encima de ese coche. Supongo que eché instintivamente el pie al freno, pero me empotré contra la puerta del conductor. Saltó el airbag y apenas sufría daños. Traté de abrir la puerta y no podía; finalmente, con un empujón fuerte, lo logré. Me acerqué al otro coche y vi a un chico sentado inmóvil y ensangrentado. Pensé que estaba muerto y un golpe de angustia me machacó todo. Enseguida oí que una chica le llamaba (era su novia que iba con él, pero ya había salido del coche, ilesa). Enseguida empezaron a aparecer muchas personas, varias amigas de estos chicos. No estaba muerto, estaba consciente y se quejaba del costado. Le quitaron el cinturón y salió fuera.
Llegaron varios policías municipales y al poco una ambulancia. Se llevaron al chico a la Residencia de la SS. A mí me pasaron a la furgona de atestados y me tomaron declaración. Estaba muy nervioso, sólo pensaba en lo que le podía ocurrir al chico. El policía trató de calmarme (y algo consiguió en ese sentido). Luego salí afuera. Apareció un tipo que comenzó a increparme a gritos, a decir que me había saltado los tres semáforos a más de 100 por hora, que iba a hacer que me metieran en la cárcel. Poco a poco, una vez que las grúas retiraron los coches y se fue la ambulancia, la gente empezó a desaparecer. No sé de donde salieron, ni como es posible que hubiera tantos “amigos” del chico. Desde luego, por mi calle no había tráfico; desde que entré por la glorieta iba circulando solo por el carril central de la misma.
Al poco rato apareció K (la había llamado por el móvil) que aguardó conmigo a que llegara la grúa del seguro. Luego fuimos a mi casa, a apenas 400 metros del lugar de la colisión. Menos mal que vino K, sin ella lo habría pasado mucho peor. Nos acostamos y traté de dormir pero, pese a la pastilla, no lo pude hacer en toda la noche. A las 2 de la madrugada me llamó el policía municipal que, atendiendo a mi ruego, me informó que la vida del chaval no estaba en riesgo, pero que parecía tener fracturada la cadera. Al día siguiente supe a través de la mujer de un compañero que es médico en la Residencia que estaba en observación en la UCI porque parece que también tiene afectado el bazo. Cuando me levanté ayer lunes mi idea fija era subir a la Residencia para interesarme por su estado. Sin embargo, todos con quienes hablé me lo desaconsejaron. Luego, esta médico me confirmó (a través de su marido) que los familiares y amigos que allí permanecían estaban indignados conmigo, diciendo que me había abalanzado sobre el coche del chico que estaba tranquilamente con su novia. No entiendo nada, salvo que hayan montado la versión de que estaba estacionado (¿en el centro de una arteria principal?) y yo había enfilado hacia ellos para empotrarme.
En fin, todos (incluyendo la compañía de seguros) dicen que debo tranquilizarme y esperar. Y ya lo sé, pero no puedo evitar que me vengan las ideas más negras a la cabeza. Ayer, entre eso y que no había dormido, lo pasé muy mal. Ya esta noche pasada, con otra pastillita, pude dormir y estoy más tranquilo. También hoy he empezado a notar dolor en el cuello, supongo que del impacto, aunque estoy seguro que no es más que la tensión muscular. De otra parte, comienzo a pensar con más serenidad. Este jueves tenía un viaje a Madrid y, tras pensarlo, he decidido que lo voy a mantener; ahora especialmente necesito tomarme un par de días de desconexión. Por supuesto, no estaré tranquilo hasta que sepa que el chaval está totalmente fuera de peligro.
En fin, uno se queda pensando cómo en el instante más inesperado ocurre algo que te puede cambiar la vida. Todos lo sabemos, pero sólo nos hacemos conscientes de verdad cuando nos pasa. Hace 20 años le dejé que condujera mi coche a una amiga. Se saltó un stop y salió a una avenida muy importante, con la mala suerte de que en ese momento pasaba a toda velocidad un coche de gran tamaño (el mío era un R5) que se empotró contra la puerta del conductor. Mi amiga murió en el acto, yo perdí la conciencia y me desperté en urgencias de la Clínica Puerta de Hierro encharcado en sangre y con un ataque de ansiedad por saber qué le había pasado a ella. Al del otro coche no le pasó nada. Estuve casi un mes en el hospital: parece ser que tenía tocados algunos órganos pero finalmente se “recompusieron” solitos. La clavícula hubieron de operármela y todavía hoy tengo el hombro izquierdo con bastante menos movilidad y fuerza que el derecho ... Pero sobre todo pasé varios meses absolutamente hundido por la muerte de aquella chica de 22 años.
Este domingo pareciera que la historia se imita a sí misma, pero a mí me asigna otro papel. Como entonces, dos chavales jóvenes invaden una vía principal por la que, como entonces, circula un coche bastante más pesado que el suyo que se empotra contra la puerta del conductor. Sólo que ahora soy yo el que va en el coche pesado ... Y, afortunadamente, la intensidad del accidente y sus consecuencias han sido mucho menores. Sé que no ha sido culpa mía, pero no puedo evitar inculparme. Sé que ha sido mala suerte, sé que no puedo impedir que ocurra lo que ocurre ... Pero, ¡hay que joderse con la puta mala suerte!
El caso es que cruzo La Rambla en verde (semáforos 1 y 2) y en el momento en que estoy llegando al cruce con la pequeña calle lateral, con el semáforo 3 obviamente en verde, aparece en medio de mi calle un coche pequeño que ha salido de aquélla a toda velocidad. No sé ni cómo ocurrió; desde luego no lo vi salir, y eso que hay suficiente visibilidad (yo podría haberlo visto a él y él a mí). El caso es que, en un instante me vi encima de ese coche. Supongo que eché instintivamente el pie al freno, pero me empotré contra la puerta del conductor. Saltó el airbag y apenas sufría daños. Traté de abrir la puerta y no podía; finalmente, con un empujón fuerte, lo logré. Me acerqué al otro coche y vi a un chico sentado inmóvil y ensangrentado. Pensé que estaba muerto y un golpe de angustia me machacó todo. Enseguida oí que una chica le llamaba (era su novia que iba con él, pero ya había salido del coche, ilesa). Enseguida empezaron a aparecer muchas personas, varias amigas de estos chicos. No estaba muerto, estaba consciente y se quejaba del costado. Le quitaron el cinturón y salió fuera.
Llegaron varios policías municipales y al poco una ambulancia. Se llevaron al chico a la Residencia de la SS. A mí me pasaron a la furgona de atestados y me tomaron declaración. Estaba muy nervioso, sólo pensaba en lo que le podía ocurrir al chico. El policía trató de calmarme (y algo consiguió en ese sentido). Luego salí afuera. Apareció un tipo que comenzó a increparme a gritos, a decir que me había saltado los tres semáforos a más de 100 por hora, que iba a hacer que me metieran en la cárcel. Poco a poco, una vez que las grúas retiraron los coches y se fue la ambulancia, la gente empezó a desaparecer. No sé de donde salieron, ni como es posible que hubiera tantos “amigos” del chico. Desde luego, por mi calle no había tráfico; desde que entré por la glorieta iba circulando solo por el carril central de la misma.
Al poco rato apareció K (la había llamado por el móvil) que aguardó conmigo a que llegara la grúa del seguro. Luego fuimos a mi casa, a apenas 400 metros del lugar de la colisión. Menos mal que vino K, sin ella lo habría pasado mucho peor. Nos acostamos y traté de dormir pero, pese a la pastilla, no lo pude hacer en toda la noche. A las 2 de la madrugada me llamó el policía municipal que, atendiendo a mi ruego, me informó que la vida del chaval no estaba en riesgo, pero que parecía tener fracturada la cadera. Al día siguiente supe a través de la mujer de un compañero que es médico en la Residencia que estaba en observación en la UCI porque parece que también tiene afectado el bazo. Cuando me levanté ayer lunes mi idea fija era subir a la Residencia para interesarme por su estado. Sin embargo, todos con quienes hablé me lo desaconsejaron. Luego, esta médico me confirmó (a través de su marido) que los familiares y amigos que allí permanecían estaban indignados conmigo, diciendo que me había abalanzado sobre el coche del chico que estaba tranquilamente con su novia. No entiendo nada, salvo que hayan montado la versión de que estaba estacionado (¿en el centro de una arteria principal?) y yo había enfilado hacia ellos para empotrarme.
En fin, todos (incluyendo la compañía de seguros) dicen que debo tranquilizarme y esperar. Y ya lo sé, pero no puedo evitar que me vengan las ideas más negras a la cabeza. Ayer, entre eso y que no había dormido, lo pasé muy mal. Ya esta noche pasada, con otra pastillita, pude dormir y estoy más tranquilo. También hoy he empezado a notar dolor en el cuello, supongo que del impacto, aunque estoy seguro que no es más que la tensión muscular. De otra parte, comienzo a pensar con más serenidad. Este jueves tenía un viaje a Madrid y, tras pensarlo, he decidido que lo voy a mantener; ahora especialmente necesito tomarme un par de días de desconexión. Por supuesto, no estaré tranquilo hasta que sepa que el chaval está totalmente fuera de peligro.
En fin, uno se queda pensando cómo en el instante más inesperado ocurre algo que te puede cambiar la vida. Todos lo sabemos, pero sólo nos hacemos conscientes de verdad cuando nos pasa. Hace 20 años le dejé que condujera mi coche a una amiga. Se saltó un stop y salió a una avenida muy importante, con la mala suerte de que en ese momento pasaba a toda velocidad un coche de gran tamaño (el mío era un R5) que se empotró contra la puerta del conductor. Mi amiga murió en el acto, yo perdí la conciencia y me desperté en urgencias de la Clínica Puerta de Hierro encharcado en sangre y con un ataque de ansiedad por saber qué le había pasado a ella. Al del otro coche no le pasó nada. Estuve casi un mes en el hospital: parece ser que tenía tocados algunos órganos pero finalmente se “recompusieron” solitos. La clavícula hubieron de operármela y todavía hoy tengo el hombro izquierdo con bastante menos movilidad y fuerza que el derecho ... Pero sobre todo pasé varios meses absolutamente hundido por la muerte de aquella chica de 22 años.
Este domingo pareciera que la historia se imita a sí misma, pero a mí me asigna otro papel. Como entonces, dos chavales jóvenes invaden una vía principal por la que, como entonces, circula un coche bastante más pesado que el suyo que se empotra contra la puerta del conductor. Sólo que ahora soy yo el que va en el coche pesado ... Y, afortunadamente, la intensidad del accidente y sus consecuencias han sido mucho menores. Sé que no ha sido culpa mía, pero no puedo evitar inculparme. Sé que ha sido mala suerte, sé que no puedo impedir que ocurra lo que ocurre ... Pero, ¡hay que joderse con la puta mala suerte!
CATEGORÍA: Irrelevantes peripecias cotidianas
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Vaya mierda!
ResponderEliminarAl menos el chico está bien, tu estás bien y eso es lo importante. Aunque el susto no te lo quita nadie.
Menos mal que tenías a K porque estos sustos solos son todavía peores.
Cuídate ese cuello y si te sigue doliendo no te hagas el duro y vete al médido ok? (es mi vena maternal, no lo puedo evitar)
Muchos besos y si necesitas... sabes donde encontrarme.
Comentado originalmente el 17 de octubre 2006 a las 19:06
Yo tambien he tenido una experiencia de atestado de trafico compleja, acusaron a mi conyuge de un atropello que nunca cometió, desgraciadamente alrededor de cualquier accidente surgen expectativas de cobro de indemnizaciones, nosotros nos pusimos en manos de la compañia de seguros y ella lo gestiono todo. Espero que todo te salga bien y los mas importante, por supuesto, que el joven afectado se recupere sin problemas.
ResponderEliminarComentado originalmente el Martes, 17 Octubre 2006 19:08
Eihhhh tranquilizate, es increible que la gente no sepa aceptar la verdad de lo que hace y pretenda meter en lios a los demás. Solo te puedo enviar mi abrazo más fuerte y tranquilo, no puedes hacer nada más que lo que hiciste, frenar a tiempo. El chaval te debe la vida, algún dia será capaz de reconocerlo.
ResponderEliminarComntado originalmente el Martes, 17 Octubre 2006 19:54
recien descubro tu blog... y me ha gustado...seguire leyendolo..
ResponderEliminarespero lo del accidente no haya sido nada mas que un contratiempo ...
seguro se solucionara todo...
un beso...
Comentaado originalmente el Viernes, 20 Octubre 2006 19:17 (Correo) (Web)