martes, 4 de septiembre de 2007

Desintoxicándome

Domingo 2 de septiembre hacia las diez y media de la noche: fumo el cigarrillo posterior a la cena. Me despido para ir a mi casa. No tengo tabaco; decido no comprar. Llegado a casa publico un post y curioseo un poco algunos blogs. Hora de acostarse, tengo ganas de fumar, pero no tengo cigarros: a dormir.

Paso buena noche, pero cuando me levanto, tras el café con leche, intensísimos deseos de fumar. Bebo agua, respiro hondo. Voy a trabajar con una sensación de mareo, como si estuviera ido. A media mañana la ansiedad es tremenda: ¡necesito fumar! Pero no lo hago. Me encierro en mi despacho y prácticamente no hago nada productivo: el cerebro es incapaz de concentrarse. Estoy en pleno síndrome de abstinencia.

A la hora de salida no me muevo. Sigo quieto en el despacho, leyendo casi sin enterarme expedientes y, cada cierto rato, conectándome a internet. Chupo caramelos de regaliz y hago muecas con la cara (menos mal que estoy solo). Siento palpitaciones en la cabeza, la vista se me desenfoca, la garganta seca. Apenas dieciocho horas sin fumar y todas las células de mi cuerpo me reclaman la dosis.

Las seis de la tarde: llego a mi casa y me pongo a prepararme un almuerzo-merienda-cena; comida abundante que devoro. Luego veo el eurobasket y como pipas y bebo agua y más agua. Suspiros frecuentes (inhalaciones profundas) que pautan la ansiedad. Me acuesto antes de lo habitual, leo un poco y me duermo.

A la una de la madrugada me despierto con sueños extraños; al poco vuelvo a dormirme. Así va a pasar toda la noche, despertándome con puñetera regularidad a las horas en punto (a las dos, a las tres, a las cuatro, a las cinco y a las seis) en medio de sueños muy raros y sensaciones de ansiedad. A las seis y cuarto salto de la cama, café con leche y ganas de echarme un cigarrito, pero me parece que la ansiedad es algo menor. Me visto y a las siete estoy en el gimnasio. A ver si machacándome durante hora y media calmo este nerviosismo nicotínico.

Dos reuniones seguidas. La primera con dos políticos; menos mal que en el centro de la mesa tiene pastitas: me las devoro (soy el único que las come; paso de lo que puedan pensar los otros). Segunda reunión para discutir la ordenación del futuro parque tecnológico. Oigo lo que me cuentan (sólo problemas) y, aunque se me ocurren soluciones, prefiero pedir que me dejen los planos para “darles unas vueltas” y que ya les llamo en un par de días. Me cuesta mantener la compostura.

Treinta y seis horas –día y medio- sin fumar. Bajo con dos compañeros a comerme el bocata de media mañana. En la mesa de al lado, una chica enciende un pitillo; se me van los ojos. Logro participar en la conversación (sobre lo preocupado que está el Papa con el matrimonio homosexual, ya que “sin duda” afecta a la estabilidad del matrimonio “como debe ser”). Las chanzas y el sarcasmo tienen ligeras propiedades analgésicas. Volvemos al curre y soy capaz de echar un buen rato dibujando unas correcciones al plano del futuro parque tecnológico. Falta poco para que se acabe la jornada laboral; creo que, como ayer, me quedaré por aquí, entreteniéndome con cualquier cosa. Me pongo a escribir este post.

Se trata de hacer que pase el tiempo. Cada minuto que pasa el síndrome de abstinencia es un minuto menos intenso. Ya he dejado anteriormente de fumar en dos ocasiones. El primer periodo duró cuatro años; el segundo ocho meses. La primera vez lo dejé con homeopatía, la segunda fue en dos etapas, primero parches y luego ultrasonidos. Esta vez está siendo a pelo. Al fin y al cabo, me da la impresión de que se pasa igual de mal recurras a lo que recurras. Tres días muy muy jodido, casi físicamente inutilizado; una semana más con bastante ansiedad, manteniendo la dependencia física. Ese es mi caso; pasados diez días me ha desaparecido casi totalmente la “necesidad” orgánica de fumar. La “psicológica” no desaparece nunca.

Llevaba varios meses diciendo que tenía que (volver a) dejar de fumar. En los últimos días notaba especialmente el daño que me hacía el tabaco; era dolorosamente consciente de que el fumar es la principal causa de mis malestares físicos (y mejor no libero mi hipocondría). Pero aun así sigo, porque estoy colgado, soy un drogadicto. Es increíble lo que cuesta negarse a inhalar la nicotina; que esa mierda sea más fuerte que uno. Y, en el fondo, es muy sencillo: simplemente no encender un cigarro. Se pasa mal, pero ya lo sabes y también sabes que cada vez lo vas a pasar menos mal hasta empezar a pasarlo bien y, sobre todo, a sentirte mucho mejor. ¿Cómo es posible que uno no sea capaz de negarse a encender un cigarrillo?

Publico este post a las cuarenta horas aproximadas de abstinencia. Me siento como el heroinómano que encierran en una celda a pasar el mono en soledad. Y mejor que esté en soledad, porque no creo que mi estado de nervios, ansiedad y mala leche me conviertan en estos momentos en buena compañía. ¿Lograré limpiarme? De momento a ver si supero el fin de semana sin dar una calada; si eso ocurre empezaré a ser optimista.

PS: Publicar este post contribuye en cierta medida a sentirme más obligado. Si no soy capaz de pasar de la nicotina, habré de reconocerlo en público. Por el contrario, para aguantar sin fumar el haberlo contado se convierte en un estímulo. En esta ocasión ya no necesito concienciarme ni planificar nada; de hecho, he tomado la decisión sin pensarlo dos veces, harto de mi propia procastinación (vaya con el palabro). Otro día contaré (o mejor, no) historias terribles de lo malísimo que es el tabaco. Pues eso, que fumar mata; véase, por ejemplo, esta animación tan chorra (espero que durante este periodo no provoque similares catástrofes que el que en el video intenta dejar de fumar).

CATEGORÍA: Irrelevantes peripecias cotidianas

12 comentarios:

  1. Yo quiero dejarlo, pero yo necesito ayuda. Y no me refiero a ayuda profesional, sino a alguien que me motive, me rete y me pique constantemente para no volver a caer.

    Pero vamos, que después de leerte no sé si me apetece mucho, la verdad.

    Un beso.

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  2. Qué pesadilla!!! Pobre...
    Lo que no me ha quedado muy claro es qué pinta el Papa en todo esto.

    Besos...y pa'lante.

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  3. Creo que mi caso es un poco raro. He pasado 28 años fumando todo lo que me daba la gana, sin intentar dejarlo nunca (primero negro, después rubio). Y llevo varios años en los que fumo si quiero, y si no quiero puedo pasarme varios meses sin dar ni una calada sin la menor ansiedad o síndrome de abstinencia.

    Este verano no he fumado ni un cigarro durante 50 días, sin acordarme siquiera del tabaco. Después de esos 50 días he fumado durante una semana, a razón de 5 ó 6 cigarrillos diarios; después 15 días sin nada, y hoy 2 cigarrillos.

    ¿Cómo definir mi caso?

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  4. Raquel: Pues yo te animaría, pero creo que, en última instancia, sólo uno puede hacerlo. La verdad es que el mono es muy duro (aunque según las personas), pero tampoco nada que no se pueda vencer. Tendremos que demostrarnos que somos más fuertes que unas mierdillas de sustancias químicas. ¿No te parece?

    Zafferano: Seguro que tú tienes algún sistema para que la pesadilla no lo sea tanto. ¿Fumas? Y, en caso afirmativo, ¿qué fumas? Porque imagino que tus despistes en este aspecto pueden haber sido antológicos.

    Koti: ¡Qué envidia me das! Conozco una amiga que le ocurre algo parecido. Fumaba mucho y de pronto, sin esfuerzo aparente, dejó de fumar. Ahora fuma sólo cuando sale de marcha, pero luego lo deja. No me importaría poder fumar dos o tres cigarritos al día (esos que sí saben bien y rematan ciertas actividades); pero, lamentablemente, yo no soy de esos.

    Un beso a las tres.

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  5. Yo nunca fumé, pero quedé realmente preocupada por el video ;-) Te tomo la palabra de que lo vas a dejar. Suerte y ánimo.

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  6. Ahora me regodeo con mi fiera decisión de no fumar NUNCA JAMÁS en la vida :P Más motivos me has dado =) Ánimo y suerte!

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  7. Me alegra que el mañana se haya transformado en hoy. Te lo dice una que, misteriosamente, su fisiología no genera dependencia física del tabaco. Eso sí, la psicológica... regular.

    Besotes.

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  8. Fumo, fumo. Y no hace falta tener buena memoria para llevarse un cigarrillo a la boca, porque, por desgracia, ya es un acto reflejo.
    Mi no-pareja está dejando de fumar y yo, por mi bien y el suyo, intentaré subirme al carro y dejarlo también.
    Espero no olvidarlo...

    Besos, me voy a encender mi antepenúltimo cigarro.

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  9. Nunca he fumado, tomé esa decisión cuando vi morir a mi padre muy jovencita, por culpa del tabaco.

    Los minutos van pasando y las horas cayendo ;)

    Besos de una maia.

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  10. Yo fumo regularmente, pero poco. Entre uno y cinco al día, como mucho, normalmente dos o tres. Ahora tengo un período de apenas cuatro a la semana, un poco raro.

    Pero una vez dejé. Me acuerdo que lloraba por la calle de las ganas de fumar. En realidad, lloraba por otra cosa, pero si hubiera fumado, no hubiera llorado. Y me hiciste dar ganas de fumar, justo ahora, como cuando uno ve una película de Marlon Brando fumando y le sale el reflejo de prenderse un cigarrillo.

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  11. Yo también fumo y llevo muchos años y también quiero dejarlo; como tú opino que es increíble que estemos enganchados a esta "mier.." como lo llegamos a estar. Yo probé con ZYNTABAC y fatal (por que realmente es un anti-depresivo y tiene muchos efectos secundarios) pero ahora ha salido un medicamento nuevo CHAMPIX (vareniclina) y parece ser que está dando muy buenos resultados. Yo lo voy a probar...te contaré...primero me tengo que mentalizar un poquito más..
    Suerte!!!!

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  12. Yo dejé de fumar hará un par de años. Lo peor, para mí, no fue el mono físico quizás porque tampoco era una fumadora de dos paquetes diarios (ni de uno casi) pero lo que es la psicológica... bufff... Yo creo que aún no la he superado porque de vez en cuando siento deseos de coger un cigarrito. Pero, bueno, aquí estamos, dos años sin fumar. Ah, y a pelo lo hice.

    Besos

    (pues si te suena mi cara o me conoces o te recuerdo a alguien :D)

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