Heces virtuales
¡Qué ilusión! Después de 16 meses de bloguear, por fin he recibido comentarios fuera de tono, de esos que pretenden ser ofensivos. ¿Son éstos los llamados trolls? Pues nada, ya he sido honrado con la visita de dos de ellos; aunque en realidad es sólo uno con dos comentarios inmediatamente consecutivos desde Venezuela.
A propósito de la historieta de mi amiga Gudrun, este troll califica de cerdas a las europeas, congratulándose del descenso de la natalidad que nos llevará a la extinción, lo que nos merecemos porque somos “una verdadera sarna”. Mostrando su audacia lúdica, mi visitante apuesta que desconozco quién es mi padre (mi padre ya no es). Pero con las europeas y conmigo no se le acaba la bilis y necesita un segundo comentario para calificar a las dos mujeres que me comentan previamente de “lacras” con quien nadie querrá casarse.
Me resulta bastante claro que ese individuo padece algún trastorno mental que, además de obturarle el raciocinio, infecta su espíritu y su verbo de malsanos miasmas. Quiere hacer daño, deseo que ya de por sí es sintomático de alguna patología, y vomita para ello la mierda que lleva dentro, revelando así, inequívocamente, su propia naturaleza. No me cabe duda de que este hombre ha tenido que pasarlo mal y sufre graves problemas que desconozco y que –imagino- le impiden la mínima paz consigo mismo. Uno sólo puede desear que encuentre la terapia adecuada, entre la que no creo que esté insistir en este reparto infantil de insultos.
Porque, sin mucha investigación, cabe suponer que este individuo es el mismo que insulta a Amaranta y, a partir de ella, a varios de los que la comentamos. Con tales antecedentes, qué puedo decir sino sentirme honrado por haber sido, aunque tardía y brevemente, sumado a dicha compañía. Me dice Pilar que borre estos dos comentarios; no voy a hacerlo. Imagino que es por vanidad, pero no me parece mal que mi blog cuente con dos caquitas sueltas. Ya se sabe que las vanguardias artísticas recurren cíclicamente a reclamos escatológicos, así que puede que estos exabruptos aislados contribuyan estéticamente al conjunto. Claro que la caca en su justa medida y procurando desodorarla (tal es la intención de este post); así que no borro estos primeros y únicos comentarios, pero sí cualesquiera próximos de este tenor.
Y como de todo se aprende (las heces son, sin duda, muy fructífera fuente de información) mi desconocido comentarista me ha hecho reparar en la palabra lacra, cuyo significado me he dado cuenta de que no conocía con la suficiente precisión. Es un sustantivo de origen incierto (como nuestro amigo), cuyas dos primeras acepciones son “secuela o señal de una enfermedad o achaque” y “vicio físico o moral que marca a quien lo tiene”. Es decir, las personas tienen lacras pero no son lacras y, si lo fueran, serían en sentido metafórico y respecto a alguien (una mujer, por ejemplo, que es el vicio de alguien marcado por esa obsesión morbosa, ummmm). Ahora bien, en Cuba, Uruguay y (atención) Venezuela, este término sí tiene un significado personal y se emplea para caracterizar a un depravado. Y depravado es alguien demasiado viciado en sus costumbres. Vaya, vaya ... Hay que reconocer que mi comentarista usa las palabras adecuadas a lo que quiere expresar. Pues felicidades y mis mejores deseos de una pronta recuperación.
A propósito de la historieta de mi amiga Gudrun, este troll califica de cerdas a las europeas, congratulándose del descenso de la natalidad que nos llevará a la extinción, lo que nos merecemos porque somos “una verdadera sarna”. Mostrando su audacia lúdica, mi visitante apuesta que desconozco quién es mi padre (mi padre ya no es). Pero con las europeas y conmigo no se le acaba la bilis y necesita un segundo comentario para calificar a las dos mujeres que me comentan previamente de “lacras” con quien nadie querrá casarse.
Me resulta bastante claro que ese individuo padece algún trastorno mental que, además de obturarle el raciocinio, infecta su espíritu y su verbo de malsanos miasmas. Quiere hacer daño, deseo que ya de por sí es sintomático de alguna patología, y vomita para ello la mierda que lleva dentro, revelando así, inequívocamente, su propia naturaleza. No me cabe duda de que este hombre ha tenido que pasarlo mal y sufre graves problemas que desconozco y que –imagino- le impiden la mínima paz consigo mismo. Uno sólo puede desear que encuentre la terapia adecuada, entre la que no creo que esté insistir en este reparto infantil de insultos.
Porque, sin mucha investigación, cabe suponer que este individuo es el mismo que insulta a Amaranta y, a partir de ella, a varios de los que la comentamos. Con tales antecedentes, qué puedo decir sino sentirme honrado por haber sido, aunque tardía y brevemente, sumado a dicha compañía. Me dice Pilar que borre estos dos comentarios; no voy a hacerlo. Imagino que es por vanidad, pero no me parece mal que mi blog cuente con dos caquitas sueltas. Ya se sabe que las vanguardias artísticas recurren cíclicamente a reclamos escatológicos, así que puede que estos exabruptos aislados contribuyan estéticamente al conjunto. Claro que la caca en su justa medida y procurando desodorarla (tal es la intención de este post); así que no borro estos primeros y únicos comentarios, pero sí cualesquiera próximos de este tenor.
Y como de todo se aprende (las heces son, sin duda, muy fructífera fuente de información) mi desconocido comentarista me ha hecho reparar en la palabra lacra, cuyo significado me he dado cuenta de que no conocía con la suficiente precisión. Es un sustantivo de origen incierto (como nuestro amigo), cuyas dos primeras acepciones son “secuela o señal de una enfermedad o achaque” y “vicio físico o moral que marca a quien lo tiene”. Es decir, las personas tienen lacras pero no son lacras y, si lo fueran, serían en sentido metafórico y respecto a alguien (una mujer, por ejemplo, que es el vicio de alguien marcado por esa obsesión morbosa, ummmm). Ahora bien, en Cuba, Uruguay y (atención) Venezuela, este término sí tiene un significado personal y se emplea para caracterizar a un depravado. Y depravado es alguien demasiado viciado en sus costumbres. Vaya, vaya ... Hay que reconocer que mi comentarista usa las palabras adecuadas a lo que quiere expresar. Pues felicidades y mis mejores deseos de una pronta recuperación.
CATEGORÍA: Blogs e Internet
Ando algo desconectada, pero quise pasarme por aquí para dejar un par de besos.
ResponderEliminarMe entero, así, de lo de tu cutre-comentarista del post anterior. La verdad es que sus palabras, más que irritar, dan penita...
Enfin, espero que le joda, y mucho, saber que esta europea (casada y con más de un pretendiente en su historial) está a punto de reproducirse. Y, además, por segunda vez... jejeje... ;P
Tu comentarista no es otro que el que va insultándome a mi, vamos que el chico está un poco perjudicado, y es que las drogas ya se sabe, limpia las cabezas de cualquier neurona.
ResponderEliminarSi, en el fondo es una pena que haya gente así, pero....tiene que haber de todo, no?
ResponderEliminarYo no sabía que había alguien que se dedicaba a insultar a Amaranta...
En fin no hay que dedicarle ni una palabra más, creo yo
Son los resentidos con el mundo, reprimidos crónicos, acomplejados por un pene microscópico o ninguneados en el mundo real por no aportar nada útil con su triste existencia... que vienen al mundo virtual a gritar groserías como un niño de teta que tiene una pataleta cuando no consigue lo quiere.
ResponderEliminarHay que dejarlos... un día crecerán y se les pasará.
Y si no, siempre podremos reírnos de ellos y de la imagen tan patética que se desprende de sus comentarios.
Pues bienvenido al club.
ResponderEliminarjajajajajajajjaa! que arte tienes,Miroslav; y tus comentaristas igual...
ResponderEliminarDicen que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio,pero me hierve la sangre cuando en los blogs de los que considero "amigos blogueros" algún ser anodino, insulso,y gilipollas (se puede decir a estas horas, ¿verdad?) se dedica a insultar gratuitamente...
Os aseguro que tengo que contenerme para no hacerles un árbol genealógico con comentarios a pié de página...
Aunque en el fondo,me dan pena...deben tener unas vidas tan tristes, que su única satisfacción es echar su ponzoña sobre los demás...
En fín...
Mil besos!!!!
Si es que hay gente que se aburre mucho.
ResponderEliminarY es que cuando no se tiene nada en el cerebro puede ocurrir que se te llene de basura.
En fin, estoy contigo en que no tienes por qué quitar esos comentarios. Es más, si sigue insistiendo creo que lo mejor es la total indiferencia hacia esa persona, acabará cansándose.
Besos
habra que hacer un festeje no???
ResponderEliminarhabro el cava????
Yo sólo entro pa mandar besos.
ResponderEliminarPos eso, besotes.
Jajajaja!!! Si que tienes gracia, si!!!
ResponderEliminarBah! Ni caso. Si siempre son tan valientes esta genteque se ponen un anonimo o un nombre estúpido para que no les puedas contestar. Si fueran tan valientes te darían la direccion de su blog, pero es que entonces te enterarías de que son unos bastardos (busca eso, anda, anónimo), sin cultura y que estan solos en la vida.
Total, que a mi me entra la risa con ese tipo de comentarios.
Un besote!!!
De verdad que la gente está muy p´allá.
ResponderEliminarEn fín , enhorabuena, has subido en el escalafón bloguero, ya tienes tu propio "bicho"
besos
¿El primero? Soy incapaz de recordar cuántas veces me han escrito comentarios similares, personalizados (de puta para arriba), generalizados (de "todas las tías sois una zorras" para arriba) y hasta globalizados (de "arderéis en el infierno" para arriba.)
ResponderEliminarTe acabas acostumbrando...
JAJAJAJAJA ME SIENTO HONRADA MIROS...GRACIAS POR ESTE POST.
ResponderEliminarMIL BESOS