Viandante
Esta mañana me he despertado con la palabra viandante centelleando en mi cerebro a modo de rótulo fluorescente que se apagaba y encendía con fría luminosidad de neón. No sé a cuento de qué, qué estaría soñando para amanecer con ese término. Viandante es quien viaja a pie; la etimología es bastante obvia: el que anda por la vía. Andar y vía, ambos, del latín. Andar viene de ambulare, que se traduce como pasear; andar, en español, es desplazarse dando pasos; el paso es el movimiento alternativo de los pies. Es decir, todo el rato lo mismo: moverse a pie.
En latín hay dos verbos muy similares: ambulare y deambulare; ambos con sus equivalentes castellanos. Ambular existe en el DRAE como sinónimo de andar, si bien no creo haberlo oído nunca. Eso sí, da origen a palabras más usuales, como ambulante, ambulancia, y a algunas otras que desconocía como ambulativo (dícese de la persona a quien le gusta cambiar frecuentemente de morada). En todo caso, andar resulta de una evolución (¿degeneración?) romance de ambulare. No es el caso de deambulare que encuentra su acomodo directo en nuestra lengua.
El significado de deambular, en todo caso, cubre sólo una parte del más amplio de andar; deambula quien anda (ambula) sin rumbo preciso. No sé si entre los dos términos latinos originarios existía esta misma diferencia semántica (estoy consultando diccionarios de internet muy elementales). Si así fuera, me pregunto si hay alguna correlación entre la especificidad semántica de un término y la complejidad de su evolución etimológica. Desde mi ignorancia se me ocurre la hipótesis de que cuanto más acotado es el significado de una palabra en el idioma originario (latín, en este caso) menor evolución (o distorsión) morfológica sufre al incorporarse al lenguaje derivado. Parece razonable que las palabras de uso más frecuente al referirse a conceptos genéricos sean más susceptibles a cambios, tanto por distorsiones en el habla como por influencias externas.
Sea como sea, hay una forma precisa de desplazarse a pie que merece vocablos propios en nuestra lengua y es la de ir sin dirección determinada. Deambular, vagar, errar, pasear ... En realidad, cada uno de ellos cuenta con un matiz semántico propio, implícito en su etimología, aunque lamentablemente el uso actual tienda a descuidarlos. Por ejemplo, errar parece connotar un modo de deambular equivocado, mientras que el ir sin rumbo de quien pasea sería debido al placer, a la distracción ociosa. En cambio, ¿cuáles palabras expresan la acción de desplazarse con rumbo fijo?
La más inmediata es ir. Uno va siempre a un sitio. Lo que pasa es que ir no implica que el movimiento sea a pie. Dirigirse, encaminarse, llegarse ... otros verbos (por cierto, todos reflexivos) que también aluden a un desplazamiento con dirección predeterminada. Me quedo con encaminarse, familiar cercano de caminar. Parece que camino llega al latín desde el celta, quizás prestado de los habitantes de Iberia (cuestión a investigar). Caminar es, desde luego, andar por una vía; por tanto, siguiendo el rumbo que ésta determina. Etimológicamente pues quien camina no deambularía y quien se encamina estaría moviéndose a pie con una dirección precisa. Asunto resuelto, si no fuese porque caminar se ha inflado semánticamente y, casi casi, se ha convertido en sinónimo de andar; de tal modo que no nos suena incongruente decir que hemos estado caminando sin rumbo. Pero, aunque se pueda caminar fuera del camino, siempre hay que hacerlo a pie, salvo metafóricamente (este coche no camina). Encaminarse, en cambio, ha mantenido el sentido de direccionalidad pero ha perdido su origen peatonal. Así que, de momento, no se me ocurre ningún término que signifique inequívocamente andar con un rumbo fijo.
Y vuelvo a mi palabra soñada: viandante. Etimológicamente debería ser un sinónimo casi exacto de caminante: quien se desplaza a pie por un camino o por una vía. Compruebo en el DRAE que, efectivamente, ambos significan los mismo, pero ese significado común prescinde del soporte físico (la vía, el camino) que les da origen y, un pasito más evolutivo, prescinde también de la acepción de direccionalidad. Así que tanto el viandante como el caminante pueden deambular o andar con un destino preciso. Los matices diferenciales no están ahí, sino más bien (en mi opinión) en cómo caracterizamos a la persona destinataria del término. Para mí, caminante sería simplemente quien camina, siéndolo mientras hace la acción y, por tanto, dejándolo de ser; se es caminante por temporadas. Viandante, en cambio, me suena más a algo más permanente, más vinculado a la esencia del sujeto que a su estado coyuntural, como una forma de vida. De hecho, la tercera acepción del DRAE es algo así (persona que pasa la mayor parte del tiempo por los caminos, vagabundo).
Al margen del diccionario (o mejor, dentro de los flexibles límites del diccionario), cada uno colorea las palabras con sus propios matices significantes. Así, para mí, viandante se va más hacia vagabundo que hacia caminante y, por tanto, más hacia andar errante que hacia una meta. Curioso que la segunda acepción de vagabundo sea descaradamente peyorativa (holgazán u ocioso que anda de un lugar a otro, sin tener oficio ni domicilio determinado), revelando la poca consideración que socialmente siempre han tenido quienes carecían de metas o no dirigían sus actos por caminos definidos. Negarse a transitar las vías establecidas siempre ha sido muy perturbador para la estabilidad social, mucho más que abrir nuevos caminos.
En fin, después de este divertimento con las palabras, me quedo preguntándome si el breve residuo de mi sueño nocturno está relacionado con mi situación vital, con mis dudas y desconciertos sobre caminos trillados que no me convencen, necesidad de fijarme rumbos, miedos a asumir el vagabundeo ... qué se yo. O a lo mejor, simplemente, me vino a la mente esa palabra porque la oí en algún momento reciente sin retenerla en la consciencia. Da igual la explicación; me ha servido para pasar un rato jugando con el diccionario, entretenido descubriendo asociaciones absurdas. Por ejemplo, de viandante pasé a vianda que no tiene nada que ver (viene del francés), y de ella a enterarme que ha existido un oficio (ujier de vianda) cuyo trabajo consistía en acompañar el cubierto y copa desde la panetería y cava, y después la comida desde la cocina. Pero meterse por ahí da para otro post.
En latín hay dos verbos muy similares: ambulare y deambulare; ambos con sus equivalentes castellanos. Ambular existe en el DRAE como sinónimo de andar, si bien no creo haberlo oído nunca. Eso sí, da origen a palabras más usuales, como ambulante, ambulancia, y a algunas otras que desconocía como ambulativo (dícese de la persona a quien le gusta cambiar frecuentemente de morada). En todo caso, andar resulta de una evolución (¿degeneración?) romance de ambulare. No es el caso de deambulare que encuentra su acomodo directo en nuestra lengua.
El significado de deambular, en todo caso, cubre sólo una parte del más amplio de andar; deambula quien anda (ambula) sin rumbo preciso. No sé si entre los dos términos latinos originarios existía esta misma diferencia semántica (estoy consultando diccionarios de internet muy elementales). Si así fuera, me pregunto si hay alguna correlación entre la especificidad semántica de un término y la complejidad de su evolución etimológica. Desde mi ignorancia se me ocurre la hipótesis de que cuanto más acotado es el significado de una palabra en el idioma originario (latín, en este caso) menor evolución (o distorsión) morfológica sufre al incorporarse al lenguaje derivado. Parece razonable que las palabras de uso más frecuente al referirse a conceptos genéricos sean más susceptibles a cambios, tanto por distorsiones en el habla como por influencias externas.
Sea como sea, hay una forma precisa de desplazarse a pie que merece vocablos propios en nuestra lengua y es la de ir sin dirección determinada. Deambular, vagar, errar, pasear ... En realidad, cada uno de ellos cuenta con un matiz semántico propio, implícito en su etimología, aunque lamentablemente el uso actual tienda a descuidarlos. Por ejemplo, errar parece connotar un modo de deambular equivocado, mientras que el ir sin rumbo de quien pasea sería debido al placer, a la distracción ociosa. En cambio, ¿cuáles palabras expresan la acción de desplazarse con rumbo fijo?
La más inmediata es ir. Uno va siempre a un sitio. Lo que pasa es que ir no implica que el movimiento sea a pie. Dirigirse, encaminarse, llegarse ... otros verbos (por cierto, todos reflexivos) que también aluden a un desplazamiento con dirección predeterminada. Me quedo con encaminarse, familiar cercano de caminar. Parece que camino llega al latín desde el celta, quizás prestado de los habitantes de Iberia (cuestión a investigar). Caminar es, desde luego, andar por una vía; por tanto, siguiendo el rumbo que ésta determina. Etimológicamente pues quien camina no deambularía y quien se encamina estaría moviéndose a pie con una dirección precisa. Asunto resuelto, si no fuese porque caminar se ha inflado semánticamente y, casi casi, se ha convertido en sinónimo de andar; de tal modo que no nos suena incongruente decir que hemos estado caminando sin rumbo. Pero, aunque se pueda caminar fuera del camino, siempre hay que hacerlo a pie, salvo metafóricamente (este coche no camina). Encaminarse, en cambio, ha mantenido el sentido de direccionalidad pero ha perdido su origen peatonal. Así que, de momento, no se me ocurre ningún término que signifique inequívocamente andar con un rumbo fijo.
Y vuelvo a mi palabra soñada: viandante. Etimológicamente debería ser un sinónimo casi exacto de caminante: quien se desplaza a pie por un camino o por una vía. Compruebo en el DRAE que, efectivamente, ambos significan los mismo, pero ese significado común prescinde del soporte físico (la vía, el camino) que les da origen y, un pasito más evolutivo, prescinde también de la acepción de direccionalidad. Así que tanto el viandante como el caminante pueden deambular o andar con un destino preciso. Los matices diferenciales no están ahí, sino más bien (en mi opinión) en cómo caracterizamos a la persona destinataria del término. Para mí, caminante sería simplemente quien camina, siéndolo mientras hace la acción y, por tanto, dejándolo de ser; se es caminante por temporadas. Viandante, en cambio, me suena más a algo más permanente, más vinculado a la esencia del sujeto que a su estado coyuntural, como una forma de vida. De hecho, la tercera acepción del DRAE es algo así (persona que pasa la mayor parte del tiempo por los caminos, vagabundo).
Al margen del diccionario (o mejor, dentro de los flexibles límites del diccionario), cada uno colorea las palabras con sus propios matices significantes. Así, para mí, viandante se va más hacia vagabundo que hacia caminante y, por tanto, más hacia andar errante que hacia una meta. Curioso que la segunda acepción de vagabundo sea descaradamente peyorativa (holgazán u ocioso que anda de un lugar a otro, sin tener oficio ni domicilio determinado), revelando la poca consideración que socialmente siempre han tenido quienes carecían de metas o no dirigían sus actos por caminos definidos. Negarse a transitar las vías establecidas siempre ha sido muy perturbador para la estabilidad social, mucho más que abrir nuevos caminos.
En fin, después de este divertimento con las palabras, me quedo preguntándome si el breve residuo de mi sueño nocturno está relacionado con mi situación vital, con mis dudas y desconciertos sobre caminos trillados que no me convencen, necesidad de fijarme rumbos, miedos a asumir el vagabundeo ... qué se yo. O a lo mejor, simplemente, me vino a la mente esa palabra porque la oí en algún momento reciente sin retenerla en la consciencia. Da igual la explicación; me ha servido para pasar un rato jugando con el diccionario, entretenido descubriendo asociaciones absurdas. Por ejemplo, de viandante pasé a vianda que no tiene nada que ver (viene del francés), y de ella a enterarme que ha existido un oficio (ujier de vianda) cuyo trabajo consistía en acompañar el cubierto y copa desde la panetería y cava, y después la comida desde la cocina. Pero meterse por ahí da para otro post.
CATEGORÍA: Entretenimientos gramaticales
Abre un apartado de gramática para poder clasificar todos estos post, que éste no es el primero.
ResponderEliminarPoco que comentar. Sólo que siempre he sentido curiosidad sobre la etimología de las palabras. Algunas son muy sorprendentes.
ResponderEliminarBesos
Ya te he hecho caso, Amaranta. Aunque te anuncio que sólo he encontrado 4 posts para ese nuevo apartado que me propones. Así que habré de escribir más sobre palabras y gramáticas; jajaja: acabarás odiándome, pero tú te lo has buscado. Un beso.
ResponderEliminarDe momento, sólo tengo alumnos de español de nivel elemental. A esos, les he enseñado este año cuatro o cinco verbos de movimiento. Y punto.
ResponderEliminarPero si el año que viene tengo un grupo de nivel superior, les daré directamente el link de este post, jejeje... Con tu permiso, of course. ;)
Que sepas que tu comedura de coco sobre el tema me resulta familiar. Primero, porque mi hermano mayor es licenciado en Filología Hispánica. Segundo, porque una de las cosas que más me apasiona de la traducción (portugués > español) es adentrarme en los mil y un matices que cada palabra tiene (las dos lenguas suelen compartir términos, pero no necesariamente todos sus significados asociados; hay que hilar fino)
Un beso