Alejarse (o no) tras la separación
Me pregunta Kotinussa en su comentario a mi último post si no habría sido mejor que, tras nuestra separación, hubiésemos puesto distancia entre nuestros domicilios en vez de vivir pared con pared. Como es natural, esta cuestión me ha sido planteada por muchas personas a lo largo de estos ya más de dos años y, por tanto, los argumentos a favor y en contra he podido repasarlos de cabo a rabo. Como digo con frecuencia, tengo pocas cosas claras (o, mejor, tengo abundantes desconciertos) pero respecto a ésta, en cambio, estoy suficientemente seguro: lo mejor que podía haber hecho (y lo sigue siendo) es haberme quedado en este piso, junto al de R.
Están, desde luego, los motivos prácticos, que no carecen de importancia. Mi vivienda está en el emplazamiento idóneo para mí (y para ella, por eso la compramos); es un piso amplio y cómodo; la tengo completamente pagada. Cambiar a otra resultaría siempre trabajoso y antieconómico, y con casi total probabilidad para estar en unas condiciones bastante peores que las actuales. Aun así, tendría que haberlo hecho (o ella, que fue la que quiso separarse) si hubiera considerado que estar cerca era contraproducente para la felicidad de alguno de los dos. Lo que pasa es que pienso justamente lo contrario.
En nuestra separación no hubo, salvo momentos puntuales, rencores ni odios. Sigo convencido que se debió a una crisis profunda de R, causada por una relación larga y rutinaria, la catarsis tras pasar un cáncer, la "adicción emocional" de ella y, como catalizador que precipitó las reacciones precisas, la aparición de una tercera persona de la que se enamoró en el mejor estilo adolescente. Durante muchos meses, R fue presa de una vorágine de sentimientos y en esas tempestades yo jugaba, lógicamente, papeles muy relevantes aunque vertiginosamente cambiantes; simplificando: me quería muchísimo y a la vez me echaba las culpas de su infelicidad, me necesitaba y me rechazaba, quería refugiarse en mí y deseaba apartarme de ella ...
Yo, claro está, lo pasé muy mal esos meses. Hubo además mentiras y descubrimientos sucesivos de verdades encadenadas, en el vulgar estilo del folletín; y todo eso hace daño. Sin embargo, desde el principio supe que debía estar con ella durante ese proceso; estar con ella sin estar pero dejándola saber que ahí estaba. Supe que el proceso de nuestra separación (aunque inicialmente no supiera que sería irremisiblemente de separación) habíamos de vivirlo cada uno con la referencia del otro, para que pudiera ser, con el dolor que supuso, algo positivo, algo que nos hiciera mejores. Digo que lo supe desde el principio y he de aclarar que ese saber no provenía del análisis racional sino de mis tripas, de un convencimiento íntimo que se me instaló en las entrañas. No creo -me adelanto a las objeciones- que fuera la típica reacción psicológica de la negación (aunque también pasara por ella y pudiera haber contribuido); no es que estuviera obnubilada mi capacidad reflexiva, más bien al contrario.
Yo a R la quería mucho (y la sigo queriendo mucho). En esos primeros momentos me di cuenta, además, de que la amaba (de que deseaba su bien) mucho más de lo que quería que siguiera conmigo. Aunque no negaré que me asaltaban con frecuencia diversos sentimientos negativos (rabia, celos, ira), éstos eran ráfagas y no prevalecían sobre el más permanente y profundo, aunque fuera poco tempestuoso, que era (eso creo) de amor. Además es que yo entendía lo que le estaba pasando a mi ex, casi podía ver su sufrimiento, sus pasiones, su fragilidad. No en vano había vivido dieciséis años con ella y había aprendido a conocerla muy bien, a identificar sus demonios (su mal bicho, lo llamaba yo) y a asumir, poco a poco, mi impotencia y la suya frente a ellos. Cuando se entiende al otro es difícil condenarle. La amaba y la entendía y sabía que me necesitaba, que necesitaba que yo la dejase vivir lo que estaba viviendo pero sin abandonarla (de hecho, algo muy parecido llego a decirme).
Tampoco vaya a nadie a pensar que soy un santo, un ejemplo vivo del altruismo. No había ningún mérito en amarla, simplemente así lo sentía. Pero igual que sabía que por su bien debía no alejarme, también sentía que era bueno para mí. Cuando recibes un golpe duro (y puedo asegurar que el que mi mujer rompiera nuestra relación, poniendo del revés toda mi vida y todos mis esquemas, lo fue) hay dos opciones extremas: intentar mitigar sus efectos o, por el contrario, exprimirlos y vivirlos con la mayor intensidad posible. Tampoco mi decisión tuvo ningún mérito porque hice lo que sentí que debía hacer. Alguna vez (no recuerdo ahora si en este blog) he contado que fue como si se me abrieran grifos que mantenía cerrados y empezaran a manar sentimientos reprimidos. Al mismo tiempo, se me empezaron a desmontar muchos de los andamios "ideológicos" que nos vamos construyendo (o que nos van construyendo) desde niños para calmar las ansiedades, para que aceptemos las cosas como tienen que ser; de ahí que desconciertos sea el título de este blog. Resumiendo: que supe que había de aprovechar la separación para mi propia catarsis.
Así que, tanto por ella como por mí, la cercanía, o mejor dicho, la no ruptura era buena. Estaba también H que se quedó a vivir con R. Alejarme de ella habría implicado también alejarme de él. ¿Y qué efectos "contraproducentes" tendría (habría tenido) el ser vecinos, el estar tan cerca? Sólo se me ocurre el de habernos evitado algunas tensiones, algunas escenas. Sin embargo, las vivencias negativas que ha habido entre nosotros (algunas de las cuales he relatado en este blog) no han sido, a mi juicio, sino la expresión de sentimientos enquistados (especialmente de ella) y, por tanto, que se hayan liberado ha sido algo bueno, pese al transitorio mal rato que hayamos podido pasar. Creo que entre R y yo hay mucho amor y algún día (espero) habremos disuelto los resentimientos que nos quedan y que bloquean la comunicación afectiva entre nosotros; para llegar ahí, son necesarias (imagino) estas descargas. Alejarse quizás hubiera evitado o suavizado algún conflicto y podría ser una buena cosa si lo que se pretende es borrar los sentimientos, olvidarse. Pero no es el caso.
Por otra parte, que no parezca que hay muchos conflictos entre nosotros, que no es así. Nuestra relación es bastante agradable y tampoco nos vemos a cada rato, por más que seamos vecinos. Estamos en un punto en que se han ido desactivando muchos de los rencores de ella (no todos, como noté anteayer) y cicatrizando mis heridas (no del todo, como compruebo cuando siento lo que cuestan algunas cosas). Pero muy lejos todavía de que podamos mantener una relación en la que seamos capaces de dejar salir delante del otro nuestros sentimientos. Eso no sé si se alcanzará en algún momento, pero a mí, desde luego, me gustaría mucho.
Hay una última cosa que me gustaría añadir aquí. A raíz de mi post de ayer, K me dijo que no cree que lo de R sea orgullo (como yo apunto) sino un cierto dolor, desconcierto, decepción, rabieta ... por ver que estoy con otra persona. Puede ser; en todo caso, R nunca me ha preguntado sobre la naturaleza de mis relaciones con K ni tampoco sobre la evolución de mis sentimientos y mis ideas sobre la vida en pareja, el amor, etc ... A este respecto, aclaro para quien no lo sepa que mis deseos de que entre R y yo pudiera fluir el amor que sé que nos tenemos no se traducen a volver a vivir en pareja. Digamos, pero esto es motivo de otro (u otros) posts, que no me gustan demasiado los aditamentos que se le añaden al amor en las relaciones de pareja.
Así que, concluyendo, diré que pasados más de dos años y a la vista de lo que he (hemos) vivido, tengo la impresión de que el quedarme en esta casa fue la mejor decisión que podía haber tomado, por más que ni siquiera hube de planteármela como tal decisión. Creo que para mi propia evolución personal habría sido peor el alejarme de R y de H. Sobre este asunto he reflexionado varias veces por lo que pienso que sé lo que me digo pero, aun así, admito que pueda estar equivocado; estaría bien que tuviéramos varias vidas para ensayar las distintas opciones y comparar los resultados. En cualquier caso, por supuesto, la descrita es mi experiencia; líbreme Dios de dar consejos a nadie.
Antes mencioné el enamoramiento adolescente que vivió R que precipitó su necesidad de separarse. Fue su "volver a los diecisiete", preciosa canción de la maravillosa Violeta Parra con la que ahora el azar me hace tropezar sonando desde un disco de su hijo Ángel. A R esta canción le encanta, así que se le dedico, aunque no vaya a ver este post.
Nota: La ilustración que he puesto es obra de Alberto Montt, un chileno que acabo de descubrir y que me parece genial (háganle una visita). Por cierto, ¿quién pierde por KO; el corazón o el cerebro? Se admiten apuestas.
Están, desde luego, los motivos prácticos, que no carecen de importancia. Mi vivienda está en el emplazamiento idóneo para mí (y para ella, por eso la compramos); es un piso amplio y cómodo; la tengo completamente pagada. Cambiar a otra resultaría siempre trabajoso y antieconómico, y con casi total probabilidad para estar en unas condiciones bastante peores que las actuales. Aun así, tendría que haberlo hecho (o ella, que fue la que quiso separarse) si hubiera considerado que estar cerca era contraproducente para la felicidad de alguno de los dos. Lo que pasa es que pienso justamente lo contrario.
En nuestra separación no hubo, salvo momentos puntuales, rencores ni odios. Sigo convencido que se debió a una crisis profunda de R, causada por una relación larga y rutinaria, la catarsis tras pasar un cáncer, la "adicción emocional" de ella y, como catalizador que precipitó las reacciones precisas, la aparición de una tercera persona de la que se enamoró en el mejor estilo adolescente. Durante muchos meses, R fue presa de una vorágine de sentimientos y en esas tempestades yo jugaba, lógicamente, papeles muy relevantes aunque vertiginosamente cambiantes; simplificando: me quería muchísimo y a la vez me echaba las culpas de su infelicidad, me necesitaba y me rechazaba, quería refugiarse en mí y deseaba apartarme de ella ...
Yo, claro está, lo pasé muy mal esos meses. Hubo además mentiras y descubrimientos sucesivos de verdades encadenadas, en el vulgar estilo del folletín; y todo eso hace daño. Sin embargo, desde el principio supe que debía estar con ella durante ese proceso; estar con ella sin estar pero dejándola saber que ahí estaba. Supe que el proceso de nuestra separación (aunque inicialmente no supiera que sería irremisiblemente de separación) habíamos de vivirlo cada uno con la referencia del otro, para que pudiera ser, con el dolor que supuso, algo positivo, algo que nos hiciera mejores. Digo que lo supe desde el principio y he de aclarar que ese saber no provenía del análisis racional sino de mis tripas, de un convencimiento íntimo que se me instaló en las entrañas. No creo -me adelanto a las objeciones- que fuera la típica reacción psicológica de la negación (aunque también pasara por ella y pudiera haber contribuido); no es que estuviera obnubilada mi capacidad reflexiva, más bien al contrario.
Yo a R la quería mucho (y la sigo queriendo mucho). En esos primeros momentos me di cuenta, además, de que la amaba (de que deseaba su bien) mucho más de lo que quería que siguiera conmigo. Aunque no negaré que me asaltaban con frecuencia diversos sentimientos negativos (rabia, celos, ira), éstos eran ráfagas y no prevalecían sobre el más permanente y profundo, aunque fuera poco tempestuoso, que era (eso creo) de amor. Además es que yo entendía lo que le estaba pasando a mi ex, casi podía ver su sufrimiento, sus pasiones, su fragilidad. No en vano había vivido dieciséis años con ella y había aprendido a conocerla muy bien, a identificar sus demonios (su mal bicho, lo llamaba yo) y a asumir, poco a poco, mi impotencia y la suya frente a ellos. Cuando se entiende al otro es difícil condenarle. La amaba y la entendía y sabía que me necesitaba, que necesitaba que yo la dejase vivir lo que estaba viviendo pero sin abandonarla (de hecho, algo muy parecido llego a decirme).
Tampoco vaya a nadie a pensar que soy un santo, un ejemplo vivo del altruismo. No había ningún mérito en amarla, simplemente así lo sentía. Pero igual que sabía que por su bien debía no alejarme, también sentía que era bueno para mí. Cuando recibes un golpe duro (y puedo asegurar que el que mi mujer rompiera nuestra relación, poniendo del revés toda mi vida y todos mis esquemas, lo fue) hay dos opciones extremas: intentar mitigar sus efectos o, por el contrario, exprimirlos y vivirlos con la mayor intensidad posible. Tampoco mi decisión tuvo ningún mérito porque hice lo que sentí que debía hacer. Alguna vez (no recuerdo ahora si en este blog) he contado que fue como si se me abrieran grifos que mantenía cerrados y empezaran a manar sentimientos reprimidos. Al mismo tiempo, se me empezaron a desmontar muchos de los andamios "ideológicos" que nos vamos construyendo (o que nos van construyendo) desde niños para calmar las ansiedades, para que aceptemos las cosas como tienen que ser; de ahí que desconciertos sea el título de este blog. Resumiendo: que supe que había de aprovechar la separación para mi propia catarsis.
Así que, tanto por ella como por mí, la cercanía, o mejor dicho, la no ruptura era buena. Estaba también H que se quedó a vivir con R. Alejarme de ella habría implicado también alejarme de él. ¿Y qué efectos "contraproducentes" tendría (habría tenido) el ser vecinos, el estar tan cerca? Sólo se me ocurre el de habernos evitado algunas tensiones, algunas escenas. Sin embargo, las vivencias negativas que ha habido entre nosotros (algunas de las cuales he relatado en este blog) no han sido, a mi juicio, sino la expresión de sentimientos enquistados (especialmente de ella) y, por tanto, que se hayan liberado ha sido algo bueno, pese al transitorio mal rato que hayamos podido pasar. Creo que entre R y yo hay mucho amor y algún día (espero) habremos disuelto los resentimientos que nos quedan y que bloquean la comunicación afectiva entre nosotros; para llegar ahí, son necesarias (imagino) estas descargas. Alejarse quizás hubiera evitado o suavizado algún conflicto y podría ser una buena cosa si lo que se pretende es borrar los sentimientos, olvidarse. Pero no es el caso.
Por otra parte, que no parezca que hay muchos conflictos entre nosotros, que no es así. Nuestra relación es bastante agradable y tampoco nos vemos a cada rato, por más que seamos vecinos. Estamos en un punto en que se han ido desactivando muchos de los rencores de ella (no todos, como noté anteayer) y cicatrizando mis heridas (no del todo, como compruebo cuando siento lo que cuestan algunas cosas). Pero muy lejos todavía de que podamos mantener una relación en la que seamos capaces de dejar salir delante del otro nuestros sentimientos. Eso no sé si se alcanzará en algún momento, pero a mí, desde luego, me gustaría mucho.
Hay una última cosa que me gustaría añadir aquí. A raíz de mi post de ayer, K me dijo que no cree que lo de R sea orgullo (como yo apunto) sino un cierto dolor, desconcierto, decepción, rabieta ... por ver que estoy con otra persona. Puede ser; en todo caso, R nunca me ha preguntado sobre la naturaleza de mis relaciones con K ni tampoco sobre la evolución de mis sentimientos y mis ideas sobre la vida en pareja, el amor, etc ... A este respecto, aclaro para quien no lo sepa que mis deseos de que entre R y yo pudiera fluir el amor que sé que nos tenemos no se traducen a volver a vivir en pareja. Digamos, pero esto es motivo de otro (u otros) posts, que no me gustan demasiado los aditamentos que se le añaden al amor en las relaciones de pareja.
Así que, concluyendo, diré que pasados más de dos años y a la vista de lo que he (hemos) vivido, tengo la impresión de que el quedarme en esta casa fue la mejor decisión que podía haber tomado, por más que ni siquiera hube de planteármela como tal decisión. Creo que para mi propia evolución personal habría sido peor el alejarme de R y de H. Sobre este asunto he reflexionado varias veces por lo que pienso que sé lo que me digo pero, aun así, admito que pueda estar equivocado; estaría bien que tuviéramos varias vidas para ensayar las distintas opciones y comparar los resultados. En cualquier caso, por supuesto, la descrita es mi experiencia; líbreme Dios de dar consejos a nadie.
Antes mencioné el enamoramiento adolescente que vivió R que precipitó su necesidad de separarse. Fue su "volver a los diecisiete", preciosa canción de la maravillosa Violeta Parra con la que ahora el azar me hace tropezar sonando desde un disco de su hijo Ángel. A R esta canción le encanta, así que se le dedico, aunque no vaya a ver este post.
Nota: La ilustración que he puesto es obra de Alberto Montt, un chileno que acabo de descubrir y que me parece genial (háganle una visita). Por cierto, ¿quién pierde por KO; el corazón o el cerebro? Se admiten apuestas.
CATEGORÍA: Reflexiones sobre emociones
Me he dado cuenta de algo tras leerte. Y es que yo la pasión la entendía como esa exageración de sentimientos "positivos" que se tienen en determinadas relaciones. No me había parado a pensar en que, efectivamente, esos torbellinos afectan igualmente a las rupturas o las peleas definitivas.
ResponderEliminarSupongo que es porque yo, igual que has hecho tú, en esos momentos soy mucho más consecuente y tengo mayor capacidad para pensar en qué es lo más conveniente, para mí y mi contrario y no suelo dejarme llevar por impulsos alocados fundamentados en un estado de ánimo puntual.
Creo que hiciste bien por el mero hecho de seguir convencido de ello. Tenerlo tan claro sólo puede ser síntoma de haber acertado.
Y creo que es genial conservar intactas dos años después las ganas de llegar a esa relación idílica entre dos personas que se quieren y se tienen cariño pero que no son pareja.
Cada vez conozco a más exmatrimonios que acaban siendo grandes amigos y me encanta.
Un beso.
yo tambien creo que fue una muy buena decision quedarte en tu casa, y por otro lado eso habla muy bien de vos, demuestra que sos una persona que ha querido y que sabe querer bien, a pesar de lo que haya podido pasar en la pareja ... no muchos actuan de esa forma, eso habla de tener integridad, muy bien ...
ResponderEliminarrespecto a la apuesta, creo que no hay un solo resultado, nunca, muchas veces se pierde con el corazon y otras se pierde siendo demasiado racionales ... ojala hubiera una receta para eso ...
ah, buenisima la pagina del chileno, me he reido muchisimo ... genial, gracias...
Acabo de leer estos dos últimos post y la verdad es que me siento muy agusto con la forma que tienes de entender el amor y la forma de relacionarse y supongo que "reciclar" las relaciones. Pero quizás siento que tu comentario, ese que hiciste al final del reparto de los libros, no debiste hacerlo. Más que nada porque los actos de amor se perciben sin más, no hace falta subrayarlos o ponerlos en cursiva para darlos a entender y por otra parte cuando alguien tiene el piso revuelto ese tipo de frases pueden revolverte más y ser interpretadas por el lado malo. Posar los rencores propios lleva tiempo, mucho porque cuando tienes la vida revuelta darse cuenta que la responsable eres tú misma lleva tiempo, pero reconocerlo ante los demás lleva mucho tiempo más. De hecho creo que también es bueno que la gente que nos quiera intente evitarnos tener que reconocerlo, porque es cuando más abiertas estamos para poder hacerlo, más libres, menos presionadas, más dispuestas a pedir perdón por los efectos colaterales de nuestra propia ira. Todo esto te lo digo porque me estoy metiendo en el papel de los sentimientos de R, quizás porque yo soy tan autodestrutiva como ella y me costaría horrores vivir esa situación, tendría sentimientos de posesión inmensos y de culpabilidad que me harían estar a la defensiva en más de una ocasión.
ResponderEliminarEn fin que no me enrollo más y me gusta que sigas a su lada.
Tienes razón Amy; tendría que haberme callado. Un beso
ResponderEliminarEs bueno escribir sobre lo que se piensa y lo que se siente, te ordena la cabeza, te hace sacar fuera muchas cosas que a veces no te atreves ni siquiera a pronunciar. Y no quiere decir que sean verdades. Simplemente es lo que sientes ahora. Ninguno de nosotros podrá entender tus palabras como tú mismo puedes hacerlo. Las vivencias son tuyas, tuyas y de R. Y Las palabras también. Y aquí quedan, como testigo de un momento. Sólo eso, de un momento.
ResponderEliminarBesotes. Yo el cerebro lo tengo más que perdido. Apuesto CON el corazón.
Aunque ya lo intenté y sigo intentándolo, qué falta me hace tener las ideas claras... y llevarlas a la práctica. Me has dado mucho en qué pensar de mi propia vida. Cuando hay dudas... ¿siempre es mejor separarse? Si hay algo que me gusta de los blogs personales es precisamente poder encontrar reflexiones tan íntimas, no tienes que estar de acuerdo con ellas, pero te hacen ver tu propia vida desde muchas perspectivas diferentes, y eso siempre es bueno. De otro modo, nos encasquillamos. No puedo evitar pensar en los parelelismos, no puedo evitar poneros a vosotros dos unos rostros muy familiares para mí. Ha sido como una ventana a través de la cual ver el futuro. Qué tontería...
ResponderEliminarBesos desde mi presente.
Con el permiso de Miroslav, voy acontestar a tu pregunta Illya. Es que no puedo resistirme... Cuando hay dudas...¿siempre es mejor separarse? Para mí es mejor separarse cuando no hay dudas. Así lo hice yo y ha sido, con creces, la mejor decisión que he tomado en mi vida.
ResponderEliminarBesos a los dos y siento esta intromisión. Miros, tú también puedes participar.
Admiro tu manera de afrontar esos momentos. Yo de ningún modo podría.
ResponderEliminarYa te comentaba que seguramente iba a equivocarme, porque hablaba sin conoceros.
ResponderEliminarCreo que hablaba por mí, porque yo no hubiera hecho lo que tú. Claro que yo nunca estuve enamorada, de manera que partíamos de puntos de salida totalmente diferentes.
Es admirable la relación que hay entre vosotros, teniendo en cuenta que no todo son "flors i violes".
ResponderEliminarPienso que las decisiones que tomasteis fueron las menos traumáticas para todos, incluyendo a tu hijo. Vale la pena.
No tengo costumbre pero hoy te doy un petó.
vere al chileno, pero no se.. comprendo tu posicion y lo que dice K de la rabieta de tu ex tambien.
ResponderEliminarYo personalemente hubiera puesto agua de por medio.
sino todo es una sangria.. pero no soy la mejor persona para decirte nada,,, yo puse agua de por medio cuando me separe...