Escándalo parlamentario (escenas chipunas)
Silvia Silva - SAN TRIFÓN DEL RÍO, Chipunia.
En la tarde de ayer, el Parlamento de Chipunia vivió una de las sesiones más alborotadas de esta legislatura. La algarabía la inició el diputado Benoit Ot, del MACHO (Movimiento para la Autodeterminación de CHipunia Oriental), quien preguntó a la Consejera de Educación y Cultura si era cierto que su departamento había financiado un estudio en el que se afirmaba que las rubias eran más tontas que las restantes mujeres. Tratándose de hacer oír en medio de un ensordecedor griterío, la Consejera, Rocío Pututuchea, visiblemente indignada, acusó a Benoit de estar recurriendo a la más ruin demagogia y aprovecharse de una ínfima conclusión provisional para desprestigiar un proyecto de investigación de hondo calado y ambiciosas metas, aplaudido en la comunidad universitaria internacional como paradigma excelso de interdisciplinariedad rigurosa.
Alexis Cachango, el siempre controvertido diputado del PMC (Partido Moralista de Cascaterra), interrumpió desde su escaño exclamando: “la puñetera ecologista aquella era rubia; ahora lo entiendo todo”, en clara alusión al famoso “contencioso del escote encebollado”. Hace dos meses, Cachango, en su calidad de alcalde de Valleñocos, justificó la recalificación como suelo urbanizable de una importante finca agrícola del municipio debido a la inviabilidad económica de los tradicionales cultivos de la cebolla casposa, variedad autóctona chipuna. Para expresar su disconformidad, Raiza Cálajan, concejala de la triple V (Vanguardia Verde de Valleñocos), se levantó de su asiento y, proclamando que la recalificación era una clara agresión contra la biodiversidad agrícola chipuna, depositó en la mesa del alcalde una cesta llena de cebollas casposas. En ese momento Cachango tomó una cebolla y, aprovechando la inclinación de la concejala, se la introdujo por el escote al mismo tiempo que, con sonrisa traviesa, daba por finalizada la rueda de prensa. El acto tuvo inmediata repercusión en los medios de comunicación tanto chipunos como cascaterranos y generó airadas reacciones desde muy diversos ámbitos. El propio PMC se vio obligado a censurar la actuación de Cachango, si bien minimizándola como “anécdota irrelevante aunque de escaso gusto”. Sin embargo, según ha podido saber este periódico de fuentes solventes, este último ejemplo del comportamiento habitual del alcalde de Valleñocos puede haber colmado la paciencia de la Junta directiva del PMC que, pese al indudable tirón de Cachango en su municipio (gracias a una descarada política populista que bordea la Ley en múltiples ocasiones), comienza a plantearse aplicarle sanciones disciplinarias.
Es pues comprensible que con estos antecedentes la exclamación de Cachango ayer en el Parlamento no sentara nada bien a sus correligionarios y obligara a la portavoz del PMC, Mezquina Chascarrillo a pedir la palabra para, con exquisita educación, requerir a la Consejera Pututuchea que explicase el alcance del citado proyecto de investigación y desmintiese categóricamente que el Gobierno chipuno financiara con dinero público estudios de marcado carácter sexista y discriminitario. La Consejera, agradeció el tono elegante de Chascarrillo y pidió que fuera Aquilino Jambón, asesor gubernamental, quien desde la tribuna ilustrase a sus señorías sobre el citado proyecto. Conviene recordar que Aquilino Jambón, que no ocupa ningún cargo oficial, es uno de los más destacados ideólogos del PICHi (Partido Identitario Chipuno), actualmente en el Gobierno. La calmada cortesía parlamentaria que parecía haberse recuperado tras la intervención de la diputada del PMC volvió a quebrarse cuando, mientras la Consejera bajaba del la tribuna, una voz anónima ironizó: ¿qué van a decir estas dos, si ambas son rubias? Por unos minutos, el hemiciclo retumbó con carcajadas, silbidos, insultos y pataleos sobre los que trataban de imponerse los llamamientos al orden del presidente del Parlamento.
Aquilino Jambón informó que el proyecto al que se estaban refiriendo era una ambiciosa investigación sobre los rasgos fenotípicos de la población chipuna, que se planteaba con metodología y técnicas absolutamente vanguardistas. Se trata, dijo el asesor, de alcanzar el mejor y más amplio conocimiento sobre nosotros mismos y poder definir los rasgos que nos caracterizan como pueblo, para lo cual se ha reunido un equipo de investigadores de altísimo prestigio provenientes de muy diversas disciplinas (genetistas, conductistas, sociólogos, historiadores, médicos, antropólogos ...). De momento se está desarrollando la que llamó fase previa o “experiencia piloto”. En esta fase, se ha acotado una muestra estadísticamente significativa de la población chipuna y se han obtenido los valores de trescientos veintiocho rasgos fenotípicos; mediante procesos estadísticos computerizados se han establecido todas las combinaciones posibles entre tales factores, segregándolos además mediante los datos de control habituales en cualquier análisis sociológico (sexo, edad, lugar de nacimiento y de residencia, etc), a fin de identificar las posibles correlaciones entre ellos. A este respecto Jambón aclaró que aparecen correlaciones significativas cuando la presencia simultánea de cualesquiera dos o más factores se produce en porcentajes significativamente distintos de los que cabría esperar del azar. Fue a estas alturas de su discurso, cuando Jambón se refirió al caso de las rubias. Tres de los rasgos fenotípicos cuyos valores se habían recogido eran el sexo, el cociente intelectual y el color del pelo. Si se representa la distribución de los valores del cociente intelectual en la población que se ha tomado como muestra, el gráfico adquiere la forma conocida como campana de Gauss: pocos elementos en los valores extremos de la escala (es decir, pocos con CI muy alto y con CI muy bajo) y cada vez más a medida que vamos hacia los valores medios del CI. Si la misma gráfica la hiciéramos no respecto a toda la población muestreada sino sólo sobre las mujeres rubias, cabría esperar una distribución similar. Sin embargo, y aunque no de modo absolutamente exagerado, se obtiene una distribución bipolar que no presenta el máximo de casos en los valores medios del CI sino que los concentra en dos grupos: uno con valores algo inferiores a la media y otro algo superiores. Dicho en otra palabras, los datos parecen aventurar que existe una correlación entre la inteligencia y el color del pelo de las mujeres chipunas, pero desde luego es una correlación compleja que no puede simplificarse con el tópico de que las rubias sean más tontas. En todo caso, Jambón quiso dejar claro que esta correlación, que tildó de aparente y provisoria, no era más que una de las muchas que se estaban poniendo de manifiesto en los trabajos de investigación y que habría que confirmar ampliando la muestra y depurando la medición de los factores fenotípicos. Además, dijo, el verdadero reto no estaba tanto en identificar las correlaciones sino en explicarlas científicamente, lo que habría de abordarse en posteriores fases del proyecto.
Durante la extensa disertación del asesor del PICHi (que en esta crónica hemos procurado resumir) no cesaron de escucharse murmullos y observarse diversas reacciones entre los miembros de la Cámara. Merece la pena reseñar los evidentes síntomas de malestar entre los ocupantes del banco azul; los miembros del Gobierno, y especialmente la Consejera Pututuchea, estaban bastante incómodos con las explicaciones de Jambón. Entre los diputados del FLiPa (Federación Libertaria y Pacifista), “marca” chipuna del partido socialista cascaterrano, se veían caras de asombro e indignación. Los dos únicos representantes del MACHO, Benoit Ot y Evelio Ayllún no cesaron de carcajearse e intercambiar comentarios sardónicos. En los escaños del PMC la mayoría de los gestos eran de aburrimiento, aunque tres o cuatro de ellos, sobre todo Mezquina Chascarrillo, la portavoz, tomaban notas frenéticamente. Las expresiones desconcertadas de los parlamentarios del PICHi, por último, mostraban claramente que el partido que apoyaba al Gobierno no tenía ningún conocimiento del proyecto de investigación que estaba explicándoles uno de sus ideólogos y que tampoco tenían ni idea de cómo reaccionar.
Ahmed Pi de la Rosa, portavoz del FLiPa, preguntó a Jambón las razones por las cuales no se había informado al Parlamento sobre este Proyecto. El representante del PICHi contestó que, dada la naturaleza extremadamente sensible de estos asuntos, se había entendido más conveniente llevar a cabo la experiencia piloto con discreción y, a la vista de sus resultados, dar a conocer el Proyecto antes de acometer las fases siguientes. Al hilo de esta respuesta, Pi de la Rosa ironizó sobre la prudencia del Gobierno, calificando la iniciativa de “intento patético de legitimar ideologías trasnochadas de pestilente hedor racista”. Estas palabras indignaron sobremanera a Jambón, quien rojo de ira (hasta el punto de que se temió que estaba al borde del infarto), gritó al diputado socialista que no le admitía esas acusaciones; que él, como todo chipuno bien nacido, se preocupaba lícitamente por conocer la identidad de su pueblo; y que Pi de la Rosa, como el resto de parlamentarios de partidos estatalistas, por fin se quitaba la careta y enseñaba sus verdaderos intereses colonialistas y opresores.
A partir de ese momento se impuso un griterío mayúsculo, que impidió escuchar lo que parecieron graves insultos entre Jambón y Pi, a los que se sumaron luego muchos otros. Ante la impotencia del presidente para devolver la calma al hemiciclo, varios diputados abandonaron sus escaños con aspavientos exagerados. La consejera Pututuchea se acercó hasta la tribuna de oradores y empezó a hablar a un auditorio enardecido, pero fue inmediatamente silenciada al grito de ¡Rubia, cállate! Cuando parecía que los acontecimientos seguirían degenerando hasta causar daños irreparables al prestigio de la principal institución de la democracia chipuna, el presidente activó la alarma acústica recientemente instalada. Una agudísima sirena atronó los oídos de los diputados, paralizándoles de inmediato. En un ejemplar silencio, todos volvieron a sentarse en sus escaños. Controlada la situación, el presidente de la Cámara apagó la alarma y con voz grave dio por finalizada la sesión anunciando que la misma continuaría el próximo martes. Debido a los graves acontecimientos que se han producido esta tarde, añadió, convoco inmediatamente en mi despacho a los portavoces de los grupos parlamentarios. La sala se desalojó rápida y silenciosamente. Al cierre de esta edición se desconoce lo hablado en la Junta de Portavoces y ningún partido político ha querido hacer declaraciones.
En la tarde de ayer, el Parlamento de Chipunia vivió una de las sesiones más alborotadas de esta legislatura. La algarabía la inició el diputado Benoit Ot, del MACHO (Movimiento para la Autodeterminación de CHipunia Oriental), quien preguntó a la Consejera de Educación y Cultura si era cierto que su departamento había financiado un estudio en el que se afirmaba que las rubias eran más tontas que las restantes mujeres. Tratándose de hacer oír en medio de un ensordecedor griterío, la Consejera, Rocío Pututuchea, visiblemente indignada, acusó a Benoit de estar recurriendo a la más ruin demagogia y aprovecharse de una ínfima conclusión provisional para desprestigiar un proyecto de investigación de hondo calado y ambiciosas metas, aplaudido en la comunidad universitaria internacional como paradigma excelso de interdisciplinariedad rigurosa.
Alexis Cachango, el siempre controvertido diputado del PMC (Partido Moralista de Cascaterra), interrumpió desde su escaño exclamando: “la puñetera ecologista aquella era rubia; ahora lo entiendo todo”, en clara alusión al famoso “contencioso del escote encebollado”. Hace dos meses, Cachango, en su calidad de alcalde de Valleñocos, justificó la recalificación como suelo urbanizable de una importante finca agrícola del municipio debido a la inviabilidad económica de los tradicionales cultivos de la cebolla casposa, variedad autóctona chipuna. Para expresar su disconformidad, Raiza Cálajan, concejala de la triple V (Vanguardia Verde de Valleñocos), se levantó de su asiento y, proclamando que la recalificación era una clara agresión contra la biodiversidad agrícola chipuna, depositó en la mesa del alcalde una cesta llena de cebollas casposas. En ese momento Cachango tomó una cebolla y, aprovechando la inclinación de la concejala, se la introdujo por el escote al mismo tiempo que, con sonrisa traviesa, daba por finalizada la rueda de prensa. El acto tuvo inmediata repercusión en los medios de comunicación tanto chipunos como cascaterranos y generó airadas reacciones desde muy diversos ámbitos. El propio PMC se vio obligado a censurar la actuación de Cachango, si bien minimizándola como “anécdota irrelevante aunque de escaso gusto”. Sin embargo, según ha podido saber este periódico de fuentes solventes, este último ejemplo del comportamiento habitual del alcalde de Valleñocos puede haber colmado la paciencia de la Junta directiva del PMC que, pese al indudable tirón de Cachango en su municipio (gracias a una descarada política populista que bordea la Ley en múltiples ocasiones), comienza a plantearse aplicarle sanciones disciplinarias.
Es pues comprensible que con estos antecedentes la exclamación de Cachango ayer en el Parlamento no sentara nada bien a sus correligionarios y obligara a la portavoz del PMC, Mezquina Chascarrillo a pedir la palabra para, con exquisita educación, requerir a la Consejera Pututuchea que explicase el alcance del citado proyecto de investigación y desmintiese categóricamente que el Gobierno chipuno financiara con dinero público estudios de marcado carácter sexista y discriminitario. La Consejera, agradeció el tono elegante de Chascarrillo y pidió que fuera Aquilino Jambón, asesor gubernamental, quien desde la tribuna ilustrase a sus señorías sobre el citado proyecto. Conviene recordar que Aquilino Jambón, que no ocupa ningún cargo oficial, es uno de los más destacados ideólogos del PICHi (Partido Identitario Chipuno), actualmente en el Gobierno. La calmada cortesía parlamentaria que parecía haberse recuperado tras la intervención de la diputada del PMC volvió a quebrarse cuando, mientras la Consejera bajaba del la tribuna, una voz anónima ironizó: ¿qué van a decir estas dos, si ambas son rubias? Por unos minutos, el hemiciclo retumbó con carcajadas, silbidos, insultos y pataleos sobre los que trataban de imponerse los llamamientos al orden del presidente del Parlamento.
Aquilino Jambón informó que el proyecto al que se estaban refiriendo era una ambiciosa investigación sobre los rasgos fenotípicos de la población chipuna, que se planteaba con metodología y técnicas absolutamente vanguardistas. Se trata, dijo el asesor, de alcanzar el mejor y más amplio conocimiento sobre nosotros mismos y poder definir los rasgos que nos caracterizan como pueblo, para lo cual se ha reunido un equipo de investigadores de altísimo prestigio provenientes de muy diversas disciplinas (genetistas, conductistas, sociólogos, historiadores, médicos, antropólogos ...). De momento se está desarrollando la que llamó fase previa o “experiencia piloto”. En esta fase, se ha acotado una muestra estadísticamente significativa de la población chipuna y se han obtenido los valores de trescientos veintiocho rasgos fenotípicos; mediante procesos estadísticos computerizados se han establecido todas las combinaciones posibles entre tales factores, segregándolos además mediante los datos de control habituales en cualquier análisis sociológico (sexo, edad, lugar de nacimiento y de residencia, etc), a fin de identificar las posibles correlaciones entre ellos. A este respecto Jambón aclaró que aparecen correlaciones significativas cuando la presencia simultánea de cualesquiera dos o más factores se produce en porcentajes significativamente distintos de los que cabría esperar del azar. Fue a estas alturas de su discurso, cuando Jambón se refirió al caso de las rubias. Tres de los rasgos fenotípicos cuyos valores se habían recogido eran el sexo, el cociente intelectual y el color del pelo. Si se representa la distribución de los valores del cociente intelectual en la población que se ha tomado como muestra, el gráfico adquiere la forma conocida como campana de Gauss: pocos elementos en los valores extremos de la escala (es decir, pocos con CI muy alto y con CI muy bajo) y cada vez más a medida que vamos hacia los valores medios del CI. Si la misma gráfica la hiciéramos no respecto a toda la población muestreada sino sólo sobre las mujeres rubias, cabría esperar una distribución similar. Sin embargo, y aunque no de modo absolutamente exagerado, se obtiene una distribución bipolar que no presenta el máximo de casos en los valores medios del CI sino que los concentra en dos grupos: uno con valores algo inferiores a la media y otro algo superiores. Dicho en otra palabras, los datos parecen aventurar que existe una correlación entre la inteligencia y el color del pelo de las mujeres chipunas, pero desde luego es una correlación compleja que no puede simplificarse con el tópico de que las rubias sean más tontas. En todo caso, Jambón quiso dejar claro que esta correlación, que tildó de aparente y provisoria, no era más que una de las muchas que se estaban poniendo de manifiesto en los trabajos de investigación y que habría que confirmar ampliando la muestra y depurando la medición de los factores fenotípicos. Además, dijo, el verdadero reto no estaba tanto en identificar las correlaciones sino en explicarlas científicamente, lo que habría de abordarse en posteriores fases del proyecto.
Durante la extensa disertación del asesor del PICHi (que en esta crónica hemos procurado resumir) no cesaron de escucharse murmullos y observarse diversas reacciones entre los miembros de la Cámara. Merece la pena reseñar los evidentes síntomas de malestar entre los ocupantes del banco azul; los miembros del Gobierno, y especialmente la Consejera Pututuchea, estaban bastante incómodos con las explicaciones de Jambón. Entre los diputados del FLiPa (Federación Libertaria y Pacifista), “marca” chipuna del partido socialista cascaterrano, se veían caras de asombro e indignación. Los dos únicos representantes del MACHO, Benoit Ot y Evelio Ayllún no cesaron de carcajearse e intercambiar comentarios sardónicos. En los escaños del PMC la mayoría de los gestos eran de aburrimiento, aunque tres o cuatro de ellos, sobre todo Mezquina Chascarrillo, la portavoz, tomaban notas frenéticamente. Las expresiones desconcertadas de los parlamentarios del PICHi, por último, mostraban claramente que el partido que apoyaba al Gobierno no tenía ningún conocimiento del proyecto de investigación que estaba explicándoles uno de sus ideólogos y que tampoco tenían ni idea de cómo reaccionar.
Ahmed Pi de la Rosa, portavoz del FLiPa, preguntó a Jambón las razones por las cuales no se había informado al Parlamento sobre este Proyecto. El representante del PICHi contestó que, dada la naturaleza extremadamente sensible de estos asuntos, se había entendido más conveniente llevar a cabo la experiencia piloto con discreción y, a la vista de sus resultados, dar a conocer el Proyecto antes de acometer las fases siguientes. Al hilo de esta respuesta, Pi de la Rosa ironizó sobre la prudencia del Gobierno, calificando la iniciativa de “intento patético de legitimar ideologías trasnochadas de pestilente hedor racista”. Estas palabras indignaron sobremanera a Jambón, quien rojo de ira (hasta el punto de que se temió que estaba al borde del infarto), gritó al diputado socialista que no le admitía esas acusaciones; que él, como todo chipuno bien nacido, se preocupaba lícitamente por conocer la identidad de su pueblo; y que Pi de la Rosa, como el resto de parlamentarios de partidos estatalistas, por fin se quitaba la careta y enseñaba sus verdaderos intereses colonialistas y opresores.
A partir de ese momento se impuso un griterío mayúsculo, que impidió escuchar lo que parecieron graves insultos entre Jambón y Pi, a los que se sumaron luego muchos otros. Ante la impotencia del presidente para devolver la calma al hemiciclo, varios diputados abandonaron sus escaños con aspavientos exagerados. La consejera Pututuchea se acercó hasta la tribuna de oradores y empezó a hablar a un auditorio enardecido, pero fue inmediatamente silenciada al grito de ¡Rubia, cállate! Cuando parecía que los acontecimientos seguirían degenerando hasta causar daños irreparables al prestigio de la principal institución de la democracia chipuna, el presidente activó la alarma acústica recientemente instalada. Una agudísima sirena atronó los oídos de los diputados, paralizándoles de inmediato. En un ejemplar silencio, todos volvieron a sentarse en sus escaños. Controlada la situación, el presidente de la Cámara apagó la alarma y con voz grave dio por finalizada la sesión anunciando que la misma continuaría el próximo martes. Debido a los graves acontecimientos que se han producido esta tarde, añadió, convoco inmediatamente en mi despacho a los portavoces de los grupos parlamentarios. La sala se desalojó rápida y silenciosamente. Al cierre de esta edición se desconoce lo hablado en la Junta de Portavoces y ningún partido político ha querido hacer declaraciones.
CATEGORÍA: Política y Sociedad
Y lo que se parece el parlamento de Chipunia a otros parlamentos que yo me sé :D
ResponderEliminarBesos
Real como la vida misma.
ResponderEliminary las rubias de bote valen para el estudio???
ResponderEliminarvaya
donde queda esto SAN TRIFÓN DEL RÍO, Chipunia.????
Por alusiones, y en defensa de mi colega Cachango, debo enfatizar que siempre ha servido con buen criterio a su partido; es sólo que siempre hay quien mea en lata y no se le oye, y quien mea en paja y ya tiene a todos detrás a ver qué tajada pueden sacar.
ResponderEliminarYo, rubia sí, pero de bote. ¿El descalificable estudio distingue esta circunstancia de las rubias naturales? ¿Qué dice (o dobla) la campana de Gauss al respecto? ¿Daría el estudio el mismo resultado si se realizara en todo el territorio de nuestra Cascaterra? Señores, la escenita parlamentaria no hace más que señalar que todos somos terriblemente iguales. Si tan sólo un puñado de genes nos separan del mono, no esperemos poder establecer diferencias genéticas entre razas humanas sociológicamente inventadas.
Y me tiño porque me apetece taparme las canas, por si alguno iba a preguntarme tamaña insensatez, le ahorro el viaje.
Suya afectísima, Mezquina Chascarrillo (con la mano dolorida de tomar apuntes).