viernes, 11 de enero de 2008

Historia verdadera de amor/desamor y sexo (III)

Interrumpo la narración de la historia para responder a los comentarios hechos al post anterior (empecé a hacerlo como un comentario más pero me salía muy largo). Quiero decir que estos comentarios me han resultado muy sugerentes y creo que abren líneas de reflexión sobre varios de los temas genéricos que subyacen en la historia concreta de Zenón y Laia. Así que gracias a todas.

A Marguerite: Gracias por alabarme la verosimilitud de lo que describo. Quizá el acierto (si lo hubiera) haya estado en pasar a escribir en primera persona, tratando de transcribir lo mejor que recuerdo lo que me contó Zenón. Saliéndome del estilo indirecto evitaba aparecer yo como narrador, lo cual descartaba de un plumazo algunas dificultades que notaba en la narración. Entre estas dificultades, no eran las menores mis reacciones emocionales mientras escuchaba lo que mi amigo me contaba.

En cuanto a la reacción de Laia al "descubrir" los secretos de su marido, habrá ocasión de explicarla y ampliarla. La historia es larga y Laia pasa de sujeto pasivo a activo; y yo seguiré estando ahí, en medio. Te recuerdo que la charla que estoy contando en estos dos primeros posts se produjo poco antes del verano (hacia mediados de junio, para ser precisos); desde entonces no han parado de ocurrir cosas y solo hace una semana se llegó a una situación que parece suficientemente estacionaria. Al menos lo suficiente como para atreverme a intentar narrar la historia completa (ya veremos si lo hago).

¿Mi cara mientras Zenón me contaba los detalles? Pues imagínatela. Pero, sobre esto contesto un poco más abajo.

A Amy: Creo que señalas una de las claves del asunto: la tensión que acumulamos al prohibirnos nosotros mismos algo que hay en nuestra intimidad. Doy en cambio mucha menos importancia en ese aspecto a la prohibición de otros. En el caso de Zenón (como empecé a entender ese día y he seguido entendiendo durantes estos últimos meses) había unas pulsiones eróticas que se negaba a admitir; en realidad ya veréis que no eran para tanto, que su propio condicionamiento heterosexual le creaba intensos sentimientos de culpa y de vergüenza que operaban como amplificadores de aquéllas. De hecho, creo que la intuición que Bella Cobarde expresó comentando el primer post ("me da a mí que, en este caso, influyen cosas tales como prejuicios y aburrimiento sexual") es bastante acertada.

También coincido en tu diagnóstico sobre lo que suele ser la pareja convencional (el matrimonio). En efecto, es normal que cada uno se sienta con derecho a conocer la intimidad del otro e incluso a juzgarla. Ese sentimiento, el ansia de poseer al otro (tú eres mía/o), pareciera que viene de serie con el amor, hasta el punto de que muchos piensan honestamente que si no sientes así respecto a tu pareja es que, en el fondo (y se enfatiza ese "en el fondo"), no la amas. Nos lo han vendido tan bien como un pack indisoluble (el "amor de pareja") que lo hemos interiorizado hasta el punto de no distinguirlo del amor. Pero este es un tema que da para largo y del cual alguna vez ya he escrito. Al fin y al cabo, en toda historia particular (como, en este caso, la de Zenón y Laia) se dan cita sentimientos que nos son comunes a casi todos.

Me dices, por último, que te ha encantado el grado de amistad que me demostró Zenón. A mí también, aunque había también mucho de necesidad suya, hasta de reto autoimpuesto; lo cual no resta un ápice de valor a lo que hizo. Pienso que abrir nuestras intimidades es uno de los actos más maravillosos que podemos hacer, como regalo de amistad (y amor, en su preciso contenido semántico) hacia los demás y también hacia nosotros mismos, con notables efectos terapéuticos y de desarrollo personal. Tenemos, sin embargo, demasiadas reticencias, hasta miedos, a hacerlo y, en el fondo en el fondo, eso que tanto protegemos, que creemos tan valioso por ser como un sello original de nuestra autenticidad individual, resulta que es compartido por muchos más. Y sí, le di permiso para que me contara los detalles de su relación homosexual.

A Lukre: Sí, la historia va a seguir. Me quedo con la duda de si tu pregunta tiene algo de reproche porque te esté pareciendo aburrida; espero que no. En cuanto a tu presunción de que, a estas alturas, Zenón habrá asumido salir del armario y estará viviendo con el brasileño ... Pues no. La cosa es bastante más complicada y me temo que, al menos en el caso de Zenón (y no creo que sea minoría), la orientación sexual no se resuelve con un blanco o negro, en ambos casos sin matices. Mi posición a este respecto la esbocé en un post antiguo (Orientación sexual / aversión sexual) y lo que he aprendido a través de Zenón no ha hecho sino confirmarme lo que entonces decía.

El tema de las fantasías es otra cuestión que me parece interesante. Dices que nunca has tenido ninguna y, por supuesto, no pongo en duda tu afirmación. Ahora, si hemos de creer los distintos trabajos realizados sobre el tema, estás en clara minoría porque parece que el 95% de las personas fantasean con mayor o menor frecuencia sobre el sexo. Tampoco digo que se obsesionen, desde luego; pero lo que es bastante normal es que las fantasías sean elementos coadyuvantes en nuestras libidos. Y no me parece nada agobiante ni que a uno le haya de dar un síncope o cosa similar, como comentas. La verdad es que el tema de las fantasías sexuales merece un post monográfico (o varios); en todo caso, ya verás como vuelve a aparecer en la historia y te adelanto algo: no sólo Zenón tiene fantasías.

A Raquel: Sí, Zenón demostró mucha valentía al contarme lo que me contó (y eso que todavía no he llegado a lo verdaderamente escabroso) y, sin embargo ... Ser valiente es enfrentarnos a nuestros miedos, actuar a pesar de que el miedo nos intente paralizar. Solemos tener miedo a abrir nuestra intimidad incluso a personas cercanas, que sabemos que nos quieren, y por eso para hacerlo requerimos valor. Y sin embargo, como he dicho antes, tengo la sensación de que esos miedos están exagerados, no hay unos riesgos reales de magnitud equivalente a la de nuestros temores. De otra parte, hay veces en que necesitas abrir tu intimidad, así que esta necesidad se pone en la balanza contra el miedo; y mala cosa si el miedo pesa más. Fíjate, por ejemplo, en Zenón: necesitaba abrirse, no te puedes imaginar cuánto. Entiendo esa necesidad porque la viví cuando mi separación; me da que la de Zenón era incluso mayor de la que yo sentí. Creo que me eligió a mí no sólo porque fuera un buen amigo suyo (que lo soy), sino porque un par de años antes le había demostrado ser capaz de desnudarle mi intimidad, de no avergonzarme de mostrarle mi dolor y emociones que, según los códigos implícitos de la masculinidad, es vergonzoso y hasta impúdico exhibir. Él se sintió incómodo entonces, pero estoy seguro de que recordó aquellas conversaciones cuando pasó a ser él quien necesitaba abrirse. Con los antecedentes que de mí tenía, creo que podía minimizar su miedo evaluando con cierta objetividad cuál sería mi reacción. De todas maneras, toda esta argumentación la hago desde la racionalidad porque soy consciente de lo que cuesta en la vida real superar los miedos a abrir nuestra intimidad. De hecho, como ya he dicho, que me haya ocurrido a mí (y no sólo con Zenón, como a medida que la historia avance) es, sin duda, lo que más me sorprende de todo.

A Kotinussa: Piensas que mi amigo fue muy ingenuo. Seguramente tienes razón pero, en todo caso, no deja de ser un juicio que –no puedo evitar decírtelo– se me antoja propio de un punto de vista femenino (espero que no me acribilléis). El cuidarse de ocultar indicios de una conducta culposa, atendiendo a los detalles, es mucho más característico de las mujeres que de los hombres; fíjate que rápido descubrís por lo general las infidelidades en contraste con lo fácil que suele resultar engañarnos. Sé que no te gustan las cosas ambiguas y, sin embargo, te sugiero que el comportamiento de Zenón a este respecto podría haber obedecido a la presencia simultánea de diversos factores, incluso contradictorios entre sí; además, ni siquiera creo que todos estos factores operaran en el plano consciente. De entrada, estoy convencido de que, en actitud muy masculina, no puso la debida atención en proteger esos secretos que le avergonzaban. En segundo lugar, como ya dije, al pasársele por la cabeza el riesgo de que Laia le descubriera, es probable que se dijera que su mujer era una torpe que nunca descubriría nada. Por último (aunque cabe aventurar más factores), no me sorprendería que, inconscientemente, desease ser descubierto y, consiguientemente, castigado por un comportamiento que consideraba, también inconscientemente, culpable; algo de esto ya ha insinuado Amy en su comentario. En fin, que puedo estar de acuerdo contigo en que Zenón mostró un gran candor y, sin embargo, no parecerme éste nada extraordinario.

A Júlia: Dices que es admirable tener amigos a los que poder confiar sensaciones, sentimientos y experiencias tan íntimas y no me queda claro qué es lo que admiras, si al amigo o a uno por tenerlos. Bueno, tonterías al margen y pasando de las admiraciones que no suelen llevar demasiado lejos, en lo que seguro que estamos de acuerdo es en que es una maravilla contar con amigos. Es una maravilla saber que tienes amigos a quienes puedes abrir tu intimidad si lo necesitas (y que no te van a juzgar sino a apoyarte) y es también una maravilla que amigos te consideren "digno" de ser receptor de su intimidad. Te diré que hace pocos años no valoraba esto tanto como lo hago ahora.

En cuanto a la dificultad de abrirse, ya he hablado más arriba. Coincido contigo en que, si no necesario, desde luego hacerlo es muy saludable.

A Illyakin: No tengo mucho que comentarte porque, como no podía ser de otra forma, coincido contigo en que nadie puede exigirle al otro su intimidad; me gusta eso de que uno sólo se pertenece a sí mismo. Pero sabes perfectamente, como demuestras con el ejemplo de la chica que trabaja para vosotros, que es más frecuente desear que alguien nos pertenezca (aunque no lo digamos tan crudamente) que que sea libre y nos ame desde su libertad; incluso es frecuente llegar a desear pertenecer a alguien, a modo de contrapartida. En ese modus amandi (el pack oficial del amor de pareja al que antes me refería) se hacen verdaderas virguerías dialécticas (abundantes en sofismas) del tipo de "yo no quiero que tú me sea fiel porque te sientas obligada sino porque quieres sérmelo, pero si en algún momento no quisieras sérmelo no podría estar contigo" (esta argumentación fue defendida hace unos meses en otro blog y apoyada por la mayoría de los que comentaron ese post; a ello me referí en Fidelidad: muestreo de opiniones).

En cuanto a lo de que si un hombre gay me estuviera leyendo, podría considerar el relato "erótico de línea fina", me siento halagado. Te confesaré que, no siendo yo homosexual, una de las sensaciones que tuve, entre la confusión de tantas, mientras oía lo que Zenón me contaba era de desasosiego con leves tintes erógenos; no es que me excitara descaradamente, pero sí noté cierta sensibilidad a las connotaciones eróticas del relato. Ciertamente, como ya le adelanté a Amy, le di permiso para contarme los detalles escabrosos y Zenón me los contó (aunque tampoco explayándose demasiado). Lo que todavía no tengo decidido es si yo voy a contarlos. Por un lado, hacerlo convertiría el post en pornográfico o, para ser más preciso, en extremadamente explícito. De otra parte, pienso que es una limitación mía (y de todos) que me cueste tanto hablar claramente de cosas que, en el fondo, no pienso que sean malas en absoluto. Es más, creo que los silencios sobre los actos concretos del sexo contribuyen a perpetuar la perversa consideración del mismo como algo pecaminoso (me remito a lo ya dicho en El sexo es sucio). En fin, ¿qué opináis que debo hacer?


PS: Para Júlia, por admirar tanto la amistad, Alan Price cantando que "si tienes un amigo en quien crees poder confiar, eres un hombre con suerte ..." (Banda Sonora de la peli O Lucky Man)

CATEGORÍA: Sexo, erotismo y etcéteras

10 comentarios:

  1. Es raro cuando uno escribe de sexo. Se puede ser extremadamente erótico sin ser explícito, lo que se asocia a lo pornográfico, pero también he leído cosas bastante explícitas que no eran para nada pornográficas. Creo que es una cuestión de encontrar un equilibrio, que depende de la sensibilidad del que escribe. Lo que, por cierto, no te falta.

    Un beso.

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  2. Pues, evidentemente, hacer lo que tu quieras.
    Partiendo de la base de que nos estás contando el problema de un amigo, a partir de ahí si quieres ser más o menos explícito y si esto transforma tus post en eróticos o pornográficos creo que no debe preocuparte. Es lo mismo que me pasó a mí al leerme "Las edades de Lulú", considerada novela pornográfica (y bastante explícita por cierto) que lo que me transmitió, además de calentones e inspiraciones a mis fantasías masturbatorias, fue mucha ternura hacia un personaje desesperado por encontrar el amor y el respeto hacia ella misma, una vida llena de carencias y una búsqueda de éstas a través del sexo para, al final, quedarse realmente vacía. Si me preguntas en qué categoría incluyo dicho libro, para mí es más bien un drama personal que un relato pornográfico.
    Si me preguntas cómo veo yo tus relatos acerca de tu amigo Zenón me reafirmo en lo dicho. Lo veo como el problema de un amigo que en un momento determinado hace frente a una rutina matrimonial con experiencias que atacan sus prejuicios directamente, pero que, de momento aportan a su vida la emoción que echaba en falta.
    Un poco largo, lo siento.

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  3. Pues no te voy a acribillar porque estoy totalmente de acuerdo en lo que comentas. Creo que mi punto de vista es inequívocamente femenino. Tengo la impresión de que es dificilísimo, cuando no prácticamente imposible, que sea de otra forma, por lo menos de forma espontánea.

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  4. Ya te han dicho, y tenía en mente comentarte, que tienes de sobra habilidad literaria como para encontrar el equilibrio necesario para transmitir lo que en realidad deseas transmitir. Dudo mucho que tu intención sea provocarnos un calentón, más bien deseas transmitirnos los sentimientos, tanto físicos como psíquicos, de que fue víctima Zenón, Laia y tú mismo. Que para lograrlo sea necesario escribir ciertos extremos de la confesión es algo que, como también bien te han dicho ya, no debe preocuparte. Que el relato no cojee por falta de contar algo no contado por pudor o por "no contaminar de pecado" el post. Ese es mi único consejo.

    Por lo demás, confieso que me tienes enganchadísima a la historia. La sensibilidad a la hora de contar desde el respeto a esas personas, es algo que transforma el relato en algo agradable de leer, sin sentirnos culpables por conocer intimidades de personas reales. Hace un tiempo, determinado bloguero comenzó en una escalada en la que su indignación con el comportamiento de su expareja respecto de él y del churumbel de ambos, comenzó a publicar los diarios privados que su ex había dejado abandonados en casa antes de marcharse. Le comenté que no me parecía correcto y que personalmente no iba a volver para enterarme del contenido de ese diario, que pertenece a la intimidad de su ex por mucho que se los haya dejado abandonados. Parece que le caló (los comentarios de más gente también), le hizo reflexionar y no lo volvió a hacer. Como ves, son dos formas muy diferentes de contar las intimidades de otros; uno lo hace para predisponernos contra una persona (aunque su intención sea defenderse); y tú lo haces para que reflexionemos y nos pongamos en el pellejo de esa persona. Incluso para arrojarte luz a tu punto de vista y que tú mismo reflexiones.

    Besotes.

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  5. Contar o no contar los detalles explícitos sobre su experiencia homosexual no creo que sea lo importante en esta historia. Creo que la verdadera intimidad es todo lo que nos hace sentir la sexualidad que vivimos, la que nos prohibimos y que valientemente tu amigo desnudó ante ti que lo que realmente hizo físicamente que puestos a imaginar, es fácil de suponer lo que cualquier pareja puede hacer en ese plano, todo está inventado desde hace mucho tiempo, de hecho por eso nosotros estamos aquí, porque el sexo hace mucho que existe.

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  6. Gracias, primero de todo, por dedicarme la canción. Ha sido todo un detallazo.
    Entrando en materia, estoy de acuerdo en la linea que expone Amy.
    Lo que más me interesa de esta historia es como se desarrollan los acontecimientos (no tanto en sí los hechos, sinó sus vivencias, sentimientos encontrados, desencuentros...) entre la pareja, guarda ciertos paralelismos personales.
    En segundo término me curiosea cómo Zenon descubre sus nuevas pulsiones sexuales y si le son placenteras, pero a partir de aquí conocer detalles más concretos de sus encuentros sexuales no lo veo necesario.
    Sinceramente, servirá en mi caso, y en más de uno, alimentar el morbo.
    Presiento que tu tienes ganas de contarlo, pero nos has querido sondear antes. Así que paa alante, sorprendenos... jajajajaja....

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  7. Te han hecho tantos comentarios sobre la historia que estoy por ahorrarte el mío pero, en fin, de momento veo varios errores en ambos "personajes principales"; problemas, principalmente, de comunicación. Existían problemas sexuales que debían haber sido tratados antes. Existe, por lo que veo, falta de confianza para contarse fantasías (creo que si Zenón hubiera podido hablar de sus fantasías homosexuales con su mujer, la pulsión no habría sido tanta. Y me callo y me quedo esperando la continuación :)

    Besos

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  8. Yo preferiría que no dejases sin contar nada que pueda ser relevante para la historia. Así que en tu mano está saber qué es o no relavante.

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  9. Diogenes el cínico iba desnudo por las calles de su ciudad, y se masturbaba en público. Cuando se lo reprochaban, sacaba la respuesta que tenía preparada:
    "Ojalá rascándome la barriga se me quitara el hambre".
    La frase pretende ser ingeniosa y lo es; pero también es esencialmente falsa: El sexo es mucho más complejo que cualquier otra cosa....si no, en la historia que cuentas, hubiese bastado con esa espectacular máquina de "rascarse la barriga" que es la red.Lo más interesante es la imposbilidad de conformarse con sucdaneos.

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  10. dear miroslav.. para nada me parece aburrida..
    en cuanto a las fantasía, no he dicho que no tuviera,, al contrario. con el nivel de imaginacion mio tengo muchas, pero me refería a la obsesione que representa esta fantasía para zenon. no a la fantasía en si.
    nunca me he obsesionado a tal punto de locura por una fantasía.

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