domingo, 16 de diciembre de 2007

Um arquiteto apaga cem velinhas

Ayer fue el cumpleaños de Oscar Niemeyer, el arquitecto vivo más famoso de América Latina. Cumplió ... ¡100 años! No conozco ningún arquitecto célebre (ningún profesional o artista célebre, en realidad) que haya llegado a centenario. Y que lo haya hecho, además, en las condiciones de lucidez en las que se encuentra el maestro carioca.

Hará unos treinta años que yo conocí (descubrí) a Niemeyer. Fue en la asignatura de Arquitectura Contemporánea, a través de los entretenidos pases de dispositivas (todavía no existía el powerpoint) de un profesor excesivamente histriónico. Niemeyer se nos presentaba como uno de los herederos del Movimiento Moderno en Latinoamérica. Y, sin embargo, los grandes arquitectos latinoamericanos del siglo pasado (de los que sólo sobrevive Niemeyer) fueron, en general, radicales negadores de los principios estéticos de la Bauhaus, de Corbu. Pero, acaso la mejor aceptación de una herencia es su negación, tras haberla asumido; la creación de la obra propia tras la digestión de lo previo. Quizás, frente a la pretensión del internacionalismo estético de los maestros europeos, continuado tras la guerra con aceptación mimética en los USA, los grandes de la arquitectura iberoamericana encontraron su fuerza expresiva en la feracidad excepcional de sus geografías, de sus sociedades.

Sería interesante, creo, repasar la titubeante evolución de la arquitectura latinoamericana y sus contrastes con las "modas" dominantes en el oficio; también lo sería compararla con repasos similares en otros campos de la creación humana: las artes, la literatura ... Tierra de contradicciones enormes, tanto como su vitalidad (justamente por eso). Un amigo americano una vez se quejaba de que la arquitectura del continente oscila entre la sumisión mimética a las modas oficiales del internacionalismo o intentos patéticos de diferenciarse a través de engendros folkloristas. Puede que así sea en muchos casos; sin embargo, hay caminos de creatividad personal que encuentran sus motivos en el espacio latinoamericano y, por eso justamente, son expresión de un espíritu colectivo, de una sociedad, de una geografía. En ese intento hay que citar nombres como el mexicano Luis Barragán (dense un paseo virtual por la que fue su casa-estudio, declarada Patrimonio de la Humanidad, para entender las ideas de luz y color en la arquitectura), el colombiano Rogelio Salmona (muerto el tres de octubre pasado) y, por supuesto, el propio Niemeyer.

Para celebrar su cumpleaños, he curioseado la página de la Fundación Niemeyer. Leyendo su biografía me entero de que no empezó a estudiar arquitectura hasta después de casado, con 22 años, cuando dice que comprendió que tenía que asumir responsabilidades. A mediados de los treinta empieza a trabajar con Lucio Costa, cinco años mayor que él pero ya para entonces el gran pionero de la arquitectura y del urbanismo brasileño. En el 36 conoce a Le Corbusier, quien había sido invitado por Lucio Costa a pasar una temporada en Brasil; de esa estancia son los proyectos de Corbu del Ministerio de Salud y Educación y de la Ciudad Universitaria, ambos en Río de Janeiro.

Hago un paréntesis para contar el porqué de este viaje del gran maestro suizo a Brasil. En el 35 se convoca un concurso público para el diseño del Ministerio de Salud y Educación; el premio no llevaba aparejado el encargo de construcción. Fallado éste, Lucio Costa, que pese a su juventud era miembro del Jurado y una personalidad influyente, convence al ministro Gustavo Capanema para que, en vez de construir el proyecto ganador, se encargue a un equipo de arquitectos jóvenes (entre los que, casualmente, estaban él y Niemeyer) asesorado por Le Corbusier un nuevo proyecto que, efectivamente, fue el que posteriormente se realizó. La anécdota me trae a la mente casos similares menos célebres pero más cercanos que, obviamente, fueron objeto de enconadas polémicas. El edificio, acabado en 1947, es un fiel reflejo del manifiesto corbuseriano y un estupendo ejemplo de la arquitectura del Movimiento Moderno. Claro que queda la pregunta de si tan excelente resultado consolaría a los ganadores del concurso que se quedaron sin edificar su proyecto. Tengo la impresión de que, más de setenta años después, la cuestión dista de estar resuelta.

No acabará ahí la relación de Niemeyer con Corbu. Recién fundada la ONU, la Asamblea General reunida en Londres a finales de 1946 decidió aprobar la oferta de John D. Rockefeller Jr. de unos terrenos a orillas del East River neoyorkino en los cuales construir su sede. Inmediatamente se formó una Junta Asesora de Diseño formada por diez arquitectos de diez países, de los cuales adquiriría un protagonismo evidente Le Corbusier (nombrado por Francia). Brasil nombra a Niemeyer y me atrevo a imaginar que en esa decisión debió influir el franco-suizo. El nombramiento, en todo caso, debió de ser conflictivo, porque a Niemeyer, recientemente ingresado en el Partido Comunista Brasileño, le habían negado el visado de entrada en USA unos meses antes cuando iba a dar unas conferencias invitado por la universidad de Yale. Finalmente, se desplaza a Nueva York y trabaja en el diseño de la sede; según consta en la ficha de la AIA (American Institute of Architects), si bien la concepción global del conjunto arquitectónico se asocia principalmente a Le Corbusier, se piensa que las contribuciones de Niemeyer son fundamentales.

Pero, sin duda, la consagración de Niemeyer fue Brasilia, la nueva capital del país. Niemeyer conocía desde hacía muchos años a Kubitschek, el médico izquierdista que ocupó la presidencia de la República desde 1956 a 1961 y que decidió finalmente llevar a la realidad lo que estaba previsto desde la primera Constitución de 1891: desplazar la capital de Río al centro geográfico del Brasil. Decidido el emplazamiento de la nueva capital y constituida un ente público ejecutivo para materializarla (NOVACAP), Oscar Niemeyer es nombrado el director de arquitectura. A instancias suyas, en septiembre de 1956 se convoca un concurso de ideas para el plan urbanístico; pese a la abundante información que se les aporta, a los concursantes sólo se les pide que entreguen un plano a escala 1:25.000 y una memoria. El concurso lo gana (cómo no) Lucio Costa, con su famosísimo plano en el que expresaría los principios de la Carta de Atenas, el acta fundacional del urbanismo del Movimiento Moderno.

La planificación y construcción de Brasilia es sin duda una de las aventuras más apasionantes de la arquitectura y el urbanismo modernos; etapa cargada de ilusiones, con espléndidos éxitos y estruendosos fracasos. Entre el 56 y el 62, Niemeyer construye multitud de edificios públicos (casi todos los oficiales), cada uno de ellos una maravilla arquitectónica y algunos verdaderas obras de arte. A mi modo de ver es en este periodo, rondando la cincuentena, cuando el arquitecto alcanza su plena madurez expresiva. Seguramente de esas fechas es su definitivo renegar de la línea recta y, como dijo en su discurso de aceptación del Pritzker Price, "de las prematuras conclusiones del racionalismo, con su monotonía y sus soluciones repetitivas". Me pregunto si estaría pensando en los principios estéticos de Corbu que él mismo respetó en sus colaboraciones con el gran ideólogo del Movimiento Moderno ... Y, sin embargo, el primer proyecto que abordó para Brasilia (antes incluso del plan urbanístico), la Capilla del Palacio de la Alborada, surgió a partir de unos bocetos en los que el arquitecto divagaba a partir de Ronchamp, la maravillosa iglesia que Le Corbusier había terminado apenas un par de años antes.

Entre los tantísimos edificios de Niemeyer en Brasilia, por motivos de nostalgia personal, me quedo con el Palacio de Itamaraty, la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores brasilero. Nunca he estado en Brasil pero habré de ir, y habré de darme un salto a Brasilia y sentarme de noche frente al cubo rodeado de arcos y ver sus reflejos en el estanque. A lo mejor me vendrán entonces esas ráfagas extrañas del chaval que fui, impactado por la belleza de una imagen de ese edificio proyectada en un aula cochambrosa de una universidad miraflorina. Pero, nostalgias aparte, si logro visitar Brasilia tendré muchos más edificios y espacios que visitar, además de la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.

En fin, me estoy enrollando como una persiana. Acabo de comprar El País y encuentro una referencia al cumpleaños de Niemeyer; la mujer que lo escribe me ha copiado cosas que he escrito e incluso algunas que todavía no he escrito: todos recurrimos a internet. Pensaba seguir escribiendo sobre Niemeyer, pero la red está llena de información para quién le interese. Después de todo, lo único que pretendía era felicitarle y expresar mi alegría de que este hombre, el autor de fantásticos edificios, siga vivo y activo. Veo la foto que publica El País y que dice que es de ayer: cuesta creer que corresponda a una persona de 100 años (y fuma como un carretero). Según parece que él mismo comenta, su longevidad es consecuencia de mantenerse activo; ayer, en su celebración, comentó que pese a haberse pasado la mayor parte de su vida detrás de la mesa de delinear, lo más importante no es la arquitectura, sino la vida, los amigos y este mundo injusto que debemos modificar. Procuraré aplicarme su filosofía y ya veremos si dentro de poco más de medio siglo celebro también yo mi centenario con otro post. Felicidades, maestro.

PS: Como es natural, la prensa brasileña atiende mucho más profusamente la onomática. Para quien le interese, adjunto los enlaces a O Globo y al Jornal do Brasil, ambos de Río de Janeiro, donde nació y reside Oscar Niemeyer.

De dónde he robado algunas de las fotos de este post: La de la casa Gilardi proyectada por Barragán en Tacubaya, es de Armando Salas Portugal y proviene del Premio Pritzker. La del Ministerio carioca proviene de la web plataforma de arquitectura. La de la sede de la ONU desde el East River, de wikipedia. La del Palacio de Itamaraty, de la web de un fotógrafo brasilero, Rui Faquini.

CATEGORÍA: Personas y personajes

7 comentarios:

  1. Bueno, yo creo que este señor no es que empezó la carrera tarde sino que se casó demasiado joven. Habrá apagado las velinhas con la mujer con la que se casó la friolera de 80 años atrás?
    Las fotos son espectaculares...

    Besotes!

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  2. Recuerdo que cuando estaba en la ETSAM vino Moneo a darnos una conferencia sobre el Movimiento Moderno. Sabía mucho, evidentemente, pero era un tipo más bien seco y distante, con la misma actitud frente a su audiencia de estudiantes que debió tener Daniel en la cueva de los leones antes de cogerles confianza. Cuando llegó el turno de preguntas, nadie se atrevía a romper el fuego, el tipo intimidaba. Por fin un valiente se resovió a preguntar algo sobre Le Corbusier, y cometió el error de referirse a él llamándolo El Corbu. Moneo lo fulminó con la mirada y luego, dirigiéndose a todos nosotros, dijo por toda respuesta: "No sé por qué se toman ustedes estas familiaridades con Le Corbusier, como si le hubieran conocido personalmente. No es así, pero si fuera, ni ustedes le habrían gustado a él ni él a ustedes." No hubo más preguntas. Eso se llama capacidad didáctica.

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  3. Estoy seguro, por lo que he leído sobre él, de que Monsieur Charles Édouard Jeanneret no me habría gustado y, probablemente, tampoco yo a él. Sin embargo, hay determinados personajes históricos a quienes no he tenido el gusto de conocer y que forman parte de mi historia personal; de ahí la familiaridad, que no lo es directamente con el hombre real sino con el que ocupa un hueco en mi afectividad. Es curioso, a propósito, que muchos de ellos, por lo que sé, sean o hayan sido bastante antipáticos. Mi relación de amor con Corbu se limita en todo caso al enamoramiento de Ronchamp y yo mismo me la tolero porque corresponde a mi adolescencia tardía, cuando era un chaval ilusionado e ingenuo al que ahora añoro con algo de ternura. Es lo que pasa cuando nos vamos haciendo viejos. En resumen, que se joda Moneo.

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  4. Bueno, no sé si estoy en un error, pero me parece que Francisco Ayala aún vive y cumplió 100 años el año pasado, y que "un poco artista" sí es, ¿o no te lo parece?:

    http://www.escritores.org/ayala.htm

    En cualquier caso, mi admiración y felicitación a ese gran arquitecto, ya centenario, que es Oscar Niemeyer.

    Un abrazo cálido

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  5. La verdad que resulta increible lo lucido que esta este sr.
    Lo escuche no hace mucho en un reportaje que le dio a una radio argentina y es genial, no piensas para nada en la edad que tiene, esta lleno de proyectos, y creo que eso precisamente es lo que lo mantiene aun con vida y jovial ...
    un gran ejemplo sin duda,
    besos,

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  6. Hannah: Tienes razón, me había olvidado de Ayala: ¡101 años largos! Y, desde luego, con una lucidez pasmosa. Gracias por el recordatorio.

    Eva: Coincido contigo en que estar lleno de proyectos es uno de los motivos para mantenerse joven. Se me ocurren otros más que, por lo que he leído de él, también suman en esa línea. Espero que el fumar como un carretero no contribuya también (sigo sufriendo por no fumar).

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  7. Te faltó hablar de su último proyecto con el que está muy ilusionado.

    http://fotolog.terra.com.br/arc_star:21

    según ha dicho él. "su mejor obra". Esperemos que la vea terminada.

    un saludo.

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